Radiografía de los partidos y movimientos verdes

El primer crossover de #LaGenteVota es con #InfinitoPuntoVerde: los partidos y movimientos verdes en la región. Quiénes son. De dónde vienen. Cómo se armaron. Con entrevistas a referentes de distintos países, espacios y generaciones. Un poquito de elecciones pintorescas con Kenia y EE.UU.

Hola, ¿cómo estás?

Esta entrega surgió de este tweet. Este tweet llevó a un WhatsApp con Eli Möhle. El WhatsApp a una charla con la KGB que, afortunadamente, sonrió. Y ahora, vos me estás leyendo. Este es el primer crossover entre #LaGenteVota e #InfinitoPuntoVerde, al cual te invito a suscribirte. Yo te voy a hablar de los partidos y movimientos verdes en América Latina, pero con raíces europeas. Eli, el miércoles de la semana que viene, de la agenda pública de estos actores. Para recibirlo, tenés que suscribirte acá. Queremos entre los dos contarte de dónde vienen, quiénes son y qué dicen. Creemos que es un tema central. La tensión entre ambientalismo con desarrollo sustentable vs. crecimiento económico a la vieja usanza es agenda diaria.

Y entre los dos le vamos a entrar al tema con datos. Como se debe.

Una ola verde que no es nueva

Cuando empecé a investigar, le pregunté a Eli por qué había tantos partidos, movimientos, redes y espacios fragmentados. Me gustó que su respuesta empezara haciendo referencia a “la causa ambiental”. La defensa del ambiente es una causa, como la trabajadora, como la liberal, como la independentista, como la feminista. Son ideas, objetivos, nortes, mundos que construir. Metas, en definitiva. Y darle forma y organización genera tensiones. Siempre. Cuando lo comparé con el troskismo, me dijo: “hay una lógica muy parecida, tanto en el componente moral de cómo se piensa la causa ambiental como en la relación con el poder que aparece siempre con el riesgo de entrega de las banderas. Eso hace muy difícil negociar, ampliar bases, pelear por el poder. En el caso alemán, por ejemplo, esta tensión entre el realismo expresado en la convicción de transformar desde el Estado y el fundamentalismo de la causa generó una ruptura histórica. Así, todo va tendiendo a la fragmentación”. No podía pedir un mejor puntapié.

Organizaciones hay de todo tipo y color. Nacionales e internacionales. Movimientos y partidos. Redes transnacionales y federaciones internacionales. Por eso, quiero ordenar el panorama. ¿Vos sabías que existe una Federación de Partidos Verdes de las Américas (FPVA)? Yo no tenía idea. Fue fundada en diciembre de 1997 en México y ratificada al año siguiente en Brasil. Hoy cuenta con participación de partidos de 14 países del continente. Tienen una estructura de funcionamiento, con autoridades, estatuto, finanzas, todo el pack. Esta federación integra Global Greens (GG), la internacional que agrupa a todas las federaciones de partidos verdes en el mundo: Europa, Asia y Oceanía, África y, claro, América. Hoy cuenta con más de 100 partidos y más de 400 parlamentarios que se plegaron a la Global Greens Charter, el programa de los partidos verdes del mundo. Un manifiesto, de otro color. Fue fundada en el año 2001 en Canberra (Australia) y tuvo su primer antecedente allá por 1992 con el Primer Plenario Verde celebrado en Río de Janeiro, en coincidencia con la Earth Summit (ECO92) organizada por la ONU (a ver si identificas al petiso de azul al lado de George H. W. Bush).

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Pero la génesis de todo esto hay que buscarla más atrás, unos 50 años desde hoy. Toda la movida ambientalista comenzó en la década del ’70 cuando nacieron los primeros partidos verdes. En 1972 aparecieron el United Tasmania Group en Australia y Values Party en Nueva Zelanda, consideradas las primeras agrupaciones en competir en elecciones bajo el paraguas verde. La entrada con fuerza en el terreno vino a fines de los ’70 y comienzos de los ’80 en Europa. Concretamente, en Alemania. Y estuvo asociado a una mujer, Petra Kelly, militante feminista, ecologista y pacifista que dio forma al movimiento ecologista y al ecofeminismo. No solo fue una militante de calle y banderas tomar, sino que también tuvo una profusa literatura en su haber dedicado a conceptualizar una nueva forma de organización social distinta al capitalismo consumista. Petra dio sus primeros pasos en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), pero agotada de las viejas prácticas partidarias pensó en algo nuevo. Así dio vida al “partido anti-partidos”: Die Grünen, Los Verdes. Hoy se llaman Bündnis 90/Die Grünen, Alianza90/Los Verdes, luego de la unificación con la pata verde del lado soviético. Presentaron lista por primera vez a las elecciones para el parlamento europeo en 1979 y en 1980 fundaron el partido.

Con un discurso de claro rechazo al sistema político vigente y a las prácticas políticas cotidianas de la política europea, Petra y los verdes aparecieron como los radicales de la época. En un mundo donde los comunistas ya estaba jugando con reglas burguesas, la política tradicional los vio como antisistema. De hecho, en sus primeros años muchos activistas de movimientos progresistas y de izquierda no alineados con los partidos rosas o rojos del continente comenzaron a sumarse. En 1980 no ganaron ninguna banca en las elecciones parlamentarias federales alemanas, pero en 1983 casi cuadruplicaron sus votos y lograron 27 bancas. Entre ellas, Petra.

El efecto derrame se extendió a otros países. El primer parlamentario nacional electo a nivel mundial bajo una etiqueta verde fue Daniel Brélaz en 1979, un bonachón dirigente político que hoy sigue siendo referente del Partido Verde de Suiza. Cuando la marea verde comenzó a extenderse, los distintos grupos comenzaron a organizar coordinaciones regionales para poder reunir fuerzas, ejercer presión política, consensuar una agenda común y, sobre todo, darle forma a una ideología verde. Un programa político nuevo para un mundo nuevo. Un hombre nuevo, uno verde. Petra encontró eco en su pedido en otro referente del espacio, Bram van der Lek, miembro del Partido Socialista Pacifista de Países Bajos. Así armaron la Coordinación Europea de los Partidos Verdes y Radicales, la Coordinadora Europea Verde y el Enlace Europeo Alternativo Verde en el Parlamento Europeo, más conocido como el Rainbow Group. Todas estas iniciativas buscaron, justamente, coordinar, juntar y reunir para lograr un cambio. Muchos de sus impulsores eran militantes pacifistas, en una época donde el mundo sentía que estaba a tiro de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El desarme y la protección del ambiente eran sinónimos potenciados. Sinergias.

Estos esfuerzos confluyeron en la organización política verde más potente a nivel mundial: el European Green Party (EGP) o European Greens. Obvio que forman parte de Global Greens. Es el partido europeo que agrupa a 26 partidos full members de países que pertenecen a la UE y 9 de países que no. De todos ellos, unos 10 participan en gobiernos europeos, unos pocos dan apoyo ley por ley y otro tanto son opositores, pero 16 aún no tienen representación parlamentaria. Al día de hoy, cuentan con 52 parlamentarios europeos (sobre 705), y con 327 parlamentarios nacionales entre cámara alta y cámara baja. Esto habla de un crecimiento respecto de los comienzos, donde costaba más, pero aún con un largo camino por recorrer. Sobre todo en países con niveles de desarrollo medios o bajos. Ahí hay un límite para instalar agendas con apoyo y lograr resultados políticos concretos.

Esta marea, en un momento, llegó a América Latina. Los primeros ejemplos de partidos verdes los encontramos en Brasil y México. En 1986 y en plena transición a la democracia, se fundó el Partido Verde de Brasil (PVB), bajo el impulso de militantes ambientalistas y de distintos movimientos sociales de izquierda, como Carlos Minc y Fernando Gabeira. Ambos dirigentes han estado en su carrera política yendo y viniendo del PVB al Partido de los Trabajadores (PT), lo cual indica la cantidad de vasos comunicantes entre ambas agrupaciones. El PVB apoyó a Lula da Silva para las elecciones presidenciales de 1994, pero generalmente ha jugado con candidato o candidata propio. El hito más simbólico es, tal vez, el de Marina Silva en 2010. Militante del PT, senadora por el Estado de Acre en dos períodos y ministra de Medio Ambiente en el primer mandato de Lula, renunció en 2008 por diferencias en torno a la política ambiental del gobierno. El PVB abrió los ojos como el 2 de oro y la convocó para ser su candidata presidencial. Salió tercera con 19% y casi 20 millones de votos, un capital único en la historia electoral latinoamericana para un partido verde. Sin embargo, la lógica política brasileña se los comió. Cuatro años después apenas lograron el 0,61% y en 2018, cuando volvió Marina con la candidatura y el nuevo partido REDE, apenas llegaron al 1%. Calamitoso. Hoy, armaron una federación de partidos con el PT y el PCdoB para las presidenciales de este año.

Recorrido similar tuvo Alianza Verde de Colombia (AV), antes conocido como Partido Opción Centro. Fue creado en el año 2009 bajo el liderazgo del carismático Antanas Mockus. Opción Centro se armó sobre la base de Alianza Democrática M-19, el partido legalizado heredero de la guerrilla urbana M-19, que había perdido su personería jurídica a comienzos del 2000. Todo este proceso de construcción estuvo atravesado por el conflicto armado que afectaba al país cafetero. Fue, justamente, uno de los motores que motivó a un grupo de dirigentes y activistas pacifistas a empezar a hacer política partidaria y electoral nueva. Como en Europa, pero sin armas nucleares. La ventaja que tuvieron fue poder trabajar sobre la base de las 2 gobernaciones y las 23 alcaldías que había logrado el Partido Opción Centro en 2007. Antanas, junto a Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñalosa, le imprimieron carisma y discurso con los cuales llenar ese espacio de centro vacante. La estrategia, al comienzo, salió bien. La fórmula Mockus-Fajardo salió 2° en la primera vuelta con 21,5% de los votos y más de 3 millones de electores confiados. El ballotage fue otra historia. El dúo verde no pudo hacer nada contra la potencia del oficialista Juan Manuel Santos, quien los superó por más de 40 puntos. La derrota, sin embargo, dejó un hito único en la historia electoral de la región: nunca jamás un candidato verde logró tanto porcentaje de votos, entró en una segunda vuelta y disputó poder real. Mockus, el único. Las elecciones siguientes vieron al partido alternar entre el 3° y el 5° lugar en la carrera presidencial. En las últimas elecciones, las de Gustavo Petro presidente, Sergio Fajardo, aquel compañero de Mockus, apenas logró el 4% con la Coalición Centro Esperanza, que tenía adentro a los verdes. Por ahora subsisten con una decena de senadores y representantes en el Congreso, y forman parte del gobierno de Petro por decisión de su mesa nacional. El nuevo gobierno colombiano también cuenta como verde a la vicepresidenta Francia Márquez, un furor regional.

Hay otro caso de éxito más al norte, pero que de verde solo tiene el nombre: el Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Antes de llevar las banderas del ecologismo, el pacifismo y el progresismo, fue un capricho empresarial. Los hermanos González Torres, Jorge y Víctor, vieron la veta marketinera para armar algo novedoso y consolidar su emporio farmacéutico. Me cuenta Nicolás Loza, investigador y profesor en FLACSO (México), que Jorge, el más bicho, era un político profesional de segunda línea del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y allí confluyeron con él cuadros del oficialismo todopoderoso y algunas organizaciones ecologistas locales. Ellos vieron que, si se venía la democracia en México, entonces había que sobrevivir con algo nuevo. Así nació en 1986 como Partido Verde Mexicano y cambió a su actual nombre en 1993. Solo tuvo un intento propio de competir en elecciones presidenciales y fue en 1994, con un pésimo resultado. A partir de ahí, han sabido ser bastante flexibles para aliarse y acordar con partidos de todo el espectro político, como bien detalla Diego Reynoso en este brillante trabajo. Hoy son aliados de AMLO.

Esta plasticidad estratégica le ha permitido sobrevivir también en el ámbito legislativo. Mientras que en los primeros años apenas rozaron el 4% de la Cámara de Diputados, en los últimos han llegado a casi el 10%. Algo similar ocurrió en el Senado. Pivots de la gobernabilidad. Nicolás agrega que en sus orígenes y fuera de las elecciones han emprendido algunas acciones aisladas, “como salvar especies en peligro (tucanes, por ejemplo), recoger la basura de barrancas y zonas contaminadas. Sin embargo, sus acciones y discurso ecologista es muy limitado”. Pero en los años 2008 y 2009 el PVEM hizo campaña abiertamente por reintroducir la pena muerte en la Constitución mexicana, eliminada en el año 2005. De pacifistas y humanistas, nada. Esta decisión les valió la expulsión de Global Greens por pedido de European Greens, pero no de la FPVA. Guiño, guiño. “El perfil de los fundadores del PVEM y el uso posterior que se le dio al partido hicieron que los movimientos ecologistas que han surgido en las últimas tres décadas no busquen y en algunos casos, incluso, eludan asociarse al PVEM. Son un partido catch-all a la vieja usanza”, aguijonea Nicolás. Y tiene razón.

¿Por casa cómo andamos?

En Argentina, el derrotero político-electoral verde ha sido más intermitente pero, al igual que en la región, asociado a liderazgos particulares que le dieron vida y sostén. El Partido Verde (PV) existe, bajo este nombre, desde mayo de 2015. En la década del ’80 existió el Partido Verde Ecologista Pacifista, con listas propias en las legislativas de 1987 a 1993 inclusive. También compitió el Partido Humanista Ecologista entre 1995 y 2005, un desprendimiento en algunas provincias del viejo y conocido Partido Humanista que siempre está. El actual PV tiene hoy reconocimiento solamente en Mendoza y provincia de Buenos Aires, y no tiene personería nacional aún. A partir de 2014, tiene nombre propio: Silvia Beatriz Vázquez. Tuvo su paso por la Unión Cívica Radical cerca de Raúl Alfonsín entre 1993 y 2001. Luego, formó parte del armado de Julio César Cleto Cobos en Provincia de Buenos Aires en ese experimento que se llamó Concertación Plural en 2007. Fue una de las referentes del Partido de la Concertación FORJA, que hoy sigue con vida a nivel nacional y en 7 provincias. En 2020 se hizo cargo de la política ambiental de la cancillería, con Felipe Solá como ministro. Duró poco, dadas las tensiones que se dieron entre los objetivos del gobierno y los de su raviol. Renunció en noviembre del mismo año que asumió y se concentró en darle forma política a una larga militancia ambiental en la región del AMBA. Silvia, además, integra el Secretariado de la FPVA y está a cargo del área de derechos humanos. Territorio nacional con redes internacionales.

Mendoza es uno de los motores del partido, donde entraron por el lado de la no grieta, del cuidado del agua, de la defensa de los consumidores y de la honestidad gubernamental. Una agenda más amplia. El armado vino por desprendimiento. Cuando Silvia Vázquez comenzó a juntar voluntades, se plegaron Mario Vadillo (diputado provincial) y Marcelo Romano (senador provincial). Ambos abonaban en el Partido Protectora, fundado por el exdiputado nacional José Luis Ramón. Este espacio comenzó como una ONG de defensa de los derechos de los consumidores en tierras vitivinícolas allá por 1994. Se reconvirtió en partido político en abril de 2017, pero al no llegar a contar con personería jurídica a tiempo, sus referentes se lanzaron a las elecciones bajo el sello del Partido Intransigente. Para esas elecciones legislativas, Ramón sacó el 17% de los votos, el quinto lugar y una banca en Av. Rivadavia 1864. También lograron 3 senadores provinciales y 3 diputados provinciales. Entre ellos, Vadillo y Romano. Cuando ambos rompieron con Ramón, sumaron al referente ambientalista de la provincia, Emanuel Fugazzotto. Se presentaron por primera vez con lista propia en las elecciones legislativas del año pasado. Hoy, Fugazzotto es el único legislador provincial que le queda al partido, además de un puñado de concejales. No es poca cosa. Mantuvieron el lugar de 3° fuerza, desplazando al Frente de Izquierda y de los Trabajadores que, con el Partido de los Trabajadores Socialistas como punta de lanza, viene pisando fuerte en el distrito desde 2011 en adelante.

En Tierra del Fuego no tienen personería distrital, pero entraron públicamente con fuerza por el rechazo a las salmoneras. Se presentaron por primera vez en 2015, pero sin lograr ningún cargo. En 2019 la historia fue distinta, con 3 bancas en la Legislatura provincial. Hoy cuentan con bloque propio y está presidido por María Laura Colazo. Es una de las principales referentes ambientales de la provincia. El partido y ella tuvieron un hito nacional cuando la Legislatura rechazó el proyecto de instalación de salmoneras en el lecho marino del Beagle. Fue una votación multipartidaria, pero sin dudas un logro para la militancia ambiental verde ovacionado por todo el movimiento en todo el país.

Pero hay otro espacio donde abonan otros militantes, activistas y dirigentes ambientalistas, también conectados internacionalmente. Globe fue fundada en 1992 por Al Gore, vicepresidente de Bill Clinton y quien tiene hitos en Los Simpsons como este y este. La organización tiene por objeto formar una red multipartidaria de parlamentarios que se dediquen al desarrollo sustentable. Hoy la preside Juan Carlos Villalonga, actual responsable de Globe Argentina, y anterior director de Campañas y director político de Greenpeace Argentina entre 1994 y 2011. También fue presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires (2013–2015) y diputado nacional en representación del mismo distrito por Cambiemos (2015–2019). Es el referente de “Los Verdes”, una organización a mitad de camino entre partido político, movimiento social y fundación que, según su cuenta de Twitter, fue fundada en 2011. No pude dar con su página web porque está dada de baja. Y hasta ahí llegué.

¿Partido o movimiento? Esa es la cuestión

En la búsqueda de info y datos dí con varias personas que participan de espacios, movimientos, organizaciones y coordinadoras que promueven el cuidado del ambiente en América Latina. Cada una de ellas, desde su lugar. Quise saber por dónde ir: si por un partido político a la europea o por un movimiento más transversal estilo nosotros.

El primero que me respondió fue Federico Pellegrino, coordinador del Departamento de Política y Activismo de Eco House, y miembro de Alianza por el Clima. “Considero que el partido político y la construcción del movimiento socioambiental son dos cosas que van por carriles distintos. No es lo mejor conformar un partido hoy porque el rol que tiene que tener es traducir los reclamos de un movimiento. Y el partido va a tener más acción si el movimiento es más grande. Por eso hoy tenemos que concentrarnos en agrandarlo”. Como te dije más arriba, la causa primero, el movimiento después, el partido al final. “Hoy hay una etapa embrionaria del movimiento, todavía tenemos que crecer. Tenemos que sumar organizaciones sociales, pequeños y medianos emprendedores como por ejemplo parte de la producción agropecuaria. Por ejemplo la FAA, la UTT. Pero hasta que eso no se dé no podemos traducirla a una instancia institucional”, profundiza.

En cuanto a la incidencia pública, sin dudas la estrategia política movimientista maridó bien con la transversalidad legislativa. “No nos integramos a los partidos políticos, sí accionamos constantemente en conjunto y cooperando. Cuando hay casos individuales que quieren accionar, como un legislador o legisladora, y quiere trabajar temas ambientales pero no tiene consenso en su espacio, uno va tejiendo y va siendo el puente entre políticos y políticas que no se hablaban antes o no coincidían, para lograr sacar una ley. El ejemplo es la Ley Yolanda. Ahí logramos trabajar con Camila Crescimbeni (PRO) y con Leonardo Grosso (FdT, Movimiento Evita). Gracias al accionar de las organizaciones ambientales terminaron trabajando juntos y eso es positivo para todo el movimiento”, amplía. Si volvés a releer vas a encontrar la palabra acción 3 veces. No es un error, es una concepción militante movimientista.

Hay, igualmente, un éxito presente, pero que choca con un límite futuro. Federico me cuenta que “el movimiento está en una etapa de crecimiento. Las movilizaciones tienen cada vez más gente. No creo que tengamos menos gente que en Europa. Uno ve las imágenes y, por lo que hablamos con personas de otros lados, Argentina está entre uno de los 3 o 4 países que más mueve”. Pero, por otro lado, “sí creo que hay un factor que no nos permite seguir creciendo y es que, por ahora, no podemos proponer un modelo de país integral. Todavía nos falta escalar a nivel nacional las propuestas que tenemos”. Acá surge el dilema estratégico de todo movimiento reivindicativo: el pulso del discurso. “No podemos proponer un horizonte alternativo de manera integral y, a su vez, la opinión pública nos escucha cuando le decimos que no a las cosas. Y cuando le decimos que no a las cosas quienes más escuchan son quienes tienen un punto de vista prohibicionista. Entonces parece que le decimos que no a todo”, cierra.

Otra experiencia muy interesante de construcción la encontré en Alianza Verde de Colombia. Conversé con John Sudarsky, uno de los 5 senadores nacionales que entraron al Congreso colombiano con la ola verde de Antanas Mockus. Hoy, John investiga sobre capital social y es parte de la mesa nacional del partido. Como te adelanté más arriba, me cuenta que se armó a partir de la importante base que le dio el M-19 para recuperar su personería jurídica perdida, pero también con las alcaldías que ganaron antes del 2010, y cuyos responsables eran referentes de la izquierda, centro y derecha. Esto, sin dudas, generó tensiones internas, con una bancada difícil de gobernar y a punto de romperse. “El partido fue muy hábil en lograr manejar estos temas usando mucho la libertad para escoger”. Acá sí faltó la causa. “El tema verde era muy atractivo, pero no fue parte fundamental de una ideología fuerte y programática que se expresara en su posición dentro del Congreso”, profundiza.

Por fuera de estas limitaciones, hay en John un convencimiento sobre la práctica política que distingue a partidos de movimientos. “El plan de acción es distinto acá en Colombia. Las organizaciones ambientalistas han tenido una caída muy fuerte. De la primera organización que se hizo con capital social en 1997 a 2017, en toda la sociedad civil, pasamos de 3.6 millones a 1.2 millones de miembros activos. El partido, en cambio, ha obtenido una representación abundante a nivel de municipios y departamentos. La diferencia es abismal”. Y cierra. “Es fundamental que sea un partido político para que pueda influir en la política. Y no simple y llanamente como un movimiento que puede generar mucha opinión, pero no implica poder político, que es lo que se busca”.

Nicole Becker también participó del intercambio y aparece más cerca de Federico que de John en lo estratégico. Ella es una de las referentas de Jóvenes por el Clima, la filial nacional de Fridays 4 Future, la organización creada por Greta Thunberg. “Para mí la causa ambiental tiene que ver con entender que si hay crisis climática, que si hay problemas ambientales, hay violación a derechos humanos básicos. Defender y luchar por un ambiente sano no tiene que ver con defender la conservación per se, sino que repercute en la calidad de vida de las personas y sobre todo a los que menos recursos tienen. Los más vulnerables, los países que menos contribuyeron a llegar a esta situación”. Nicole habla de mejorar el mundo en términos de justicia social, lo que muestra indicios de un programa político concreto, pero que todavía tiene para crecer. Acá es donde entra el dilema partido vs. movimiento. “Creo que todavía falta que mucha gente se involucre en el movimiento ambiental, si bien creció exponencialmente en los últimos años”. La causa, el movimiento, pero no sé si el partido. “El movimiento es lo que termina trayendo los cambios y generando la presión social necesaria para que los tomadores de decisiones tomen las decisiones”. Las condiciones objetivas, pero para otra revolución. “Aún falta mucho generar esa presión, si bien ya es muy grande. Por eso hace falta concentrarnos en la creación de este movimiento”, concluye.

Por su parte, Katherine Quiroz, presidenta nacional provisoria del Partido Ecologista Verde de Chile, simpatizantes del gobierno de Gabriel Boric, va por la avenida del medio: no es partido o movimiento, son las dos cosas. “El partido no es el fin, es un medio. Somos activistas ambientales, pero un partido político nos permite tener representantes en la toma de decisiones. Por eso lo creamos”. Un poco de John, de Federico y de Nicole. Katherine valoriza, al mismo tiempo, la participación en la federación regional verde y en Global Greens. La coordinación de acciones es clave para un programa y una meta compartida. “No estamos solos en este mundo. Estamos tratando de crear políticas ambientales en Chile con el fin de que puedan ser tomadas a nivel global. Por eso es necesario que estemos en constante comunicación con lo que están haciendo el resto de partidos, tanto en América Latina como en el resto del mundo”. Hay, además, un cambio de concepción política profunda. El mundo nuevo. “Creemos que el principal límite que tienen los partidos políticos verdes para crecer en votos y bancas es el dinero, es nuestro principal enemigo. Somos un continente que ha sido explotado en términos de materias primas históricamente, y hemos sido invisibilizados por una casta política que no le conviene perder sus privilegios frente a un movimiento que está en constante crecimiento”. Ahora sí: causa, movimiento y partido.

Finalmente, el último intercambio para resolver el dilema fue con Bruno Rodríguez, militante de Jóvenes por el Clima. Bruno dice que hay una conexión programática importante con otros movimientos reivindicativos, sobre todo, populares, pero desde “la propuesta de una metamorfosis industrial, productiva y de consumo”. Un nuevo progresismo, pero que cuida. Él se ubica, sin embargo, en el movimiento antes que en la acción política partidaria. “No veo potable replicar los esquemas partidarios europeos para darle musculatura política a una agenda emergente cómo el ambientalismo o el feminismo. Un partido verde responde a la lógica de la fragmentación de las demandas, cuando lo más transformador es lograr la transversalidad de la agenda”. Resalta, al igual que Federico, la potencia de las movilizaciones para fechas determinadas para poner en agenda la causa ambiental desde una visión positiva, no negativa ni desde la tragedia. “El movimiento juvenil cita al mundo a movilizarse. Y en Argentina replicamos esas instancias de protesta social con los partidos políticos, los movimientos sociales, la economía popular y demás organizaciones”. Transversalidad de acción, desde el movimiento. Valoriza, al igual que los anteriores, la coordinación internacional de acciones. “Formar parte de las redes internacionales constituye un enclave estratégico sumamente importante. Nos permite conectarnos con otras latitudes que tienen experiencias distintas a la nuestra”, cierra.

Hay, entonces, una ola. Que ya está acá. Que sigue tomando forma. Que tiene sus tensiones. Y que implica una serie de desafíos que no es la primera vez que vemos, pero sí que tienen otro color. Es transgeneracional. Viene desde los ’70. Y es verde.

Elecciones pintorescas

  • Kenia votó el martes pasado y puso toda la carne al asador. Eligieron presidente, 337 integrantes de la Asamblea Nacional, 47 gobernadores e integrantes de las legislaturas locales. Acá podés ver la letra chica. Fue la tercera elección general y la cuarta presidencial desde la promulgación de la nueva Constitución en 2010. Fue, también, la elección con menos candidatos al gran sillón: dos reales, dos muy marginales. Simple y bipartidista la cosa. Uhuru Kenyatta, en el cargo los últimos dos mandatos, no pudo volver a presentarse. Armó la coalición Azimio La Umoja con varios partidos de centroizquierda y con su propio partido, Jubilee, ubicado más hacia la derecha. Su candidato fue Raila Odinga. Los resultados preliminares indicarían, al momento de escribir estas líneas, que el oficialismo estaría perdiendo por 4% (casi 300.000 votantes) frente al opositor William Ruto (me encantó el nombre) de la Alianza Democrática Unida (que también se ubica en la derecha). Hablame de un país dividido en dos pedazos. Felipe te da mucho contexto en este hilo.
  • Tomi te había adelantado el resultado del referéndum sobre la legalización del aborto en Kansas. A mí me gustaron estos tres datos: ganó la opción por mantener el derecho a elegir por 18 puntos, con más del 50% de participación y en un Estado donde había ganado Donald Trump por 15 puntos en 2020. No hay que bajar los brazos. Nunca.

Recuelectorales

  • En las últimas entregas Italia fue un tema central (acá y acá). También te conté que iba a estar siguiendo a una candidata que picaba en punta: Giorgia Meloni. Acá tenes un muy perfil de Leti Martínez sobre ella. Y en este hilo dicen que está moderando su tono para llegar a dos electores tentadores, como es la elite italiana y los jóvenes. No es una pavada, porque la derecha va toda junta y las encuestas les sonríen.
  • Otra elección potente que se viene es el plebiscito de salida de la nueva constitución en Chile. Javi Arce hizo un excelente hilo sobre el cambio que se propone en sistema político. En la próxima entrega voy a ahondar con profundidad en el escenario previo al día de la votación, el domingo 4 de septiembre. Voy a traer un montón de novedades sobre un hecho, sin dudas, histórico.

Antes de irme, gracias a los amigos de Panorama Electoral Global por compartirme notas muy buenas sobre el referéndum en Túnez: esto sí es una bella comunidad. Espero hayas disfrutado de esta entrega. Yo quiero seguir con el tema, así que si llegaste acá, escribime con ideas y propuestas. Si lo haces seguro también podes bancar a Cenital porque, habrás visto, lo ponemos onda y datos. Por ser una contraprestación remunerada te dejo el Google Electoral Calendar que armo cada segundo día del año (acá desde tu compu y acá desde tu celu) y la lista de Twitter que nutre a #LaGenteVota.

Un abrazo electoral,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy me encuentran dando clases en UBA y UTDT. Me encantan las elecciones y me sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tengo es aprenderme la historia de los partidos políticos. Creo que la política marida muy bien con un tinto.