Macron y Le Pen definen (otra vez) quién alquila el Palacio del Eliseo

Francia tendrá su ballotage para renovar la presidencia otros 5 años entre dos viejos pero nuevos conocidos: Macron y Le Pen. Votan en Eslovenia el mismo día y votaron el martes en Timor-Leste: sus historias. Chusmerío de Brasil, la convención en Chile y Serbia. Un recurso autobombo.

Hola, ¿cómo estás?

La Gente Vota está de festejo porque está de cumpleaños. Hace un año que vos y yo nos escribimos sobre elecciones (y todo lo que las rodea). El 26 de abril del 2021 me presenté y el 29 salió la primera entrega. Faltan 8 días para la fecha exacta, pero como la próxima entrega será en mayo no quería dejar de recordarlo. Pero, también, de agradecerte por tu lectura, por tus comentarios y, sobre todo, por tomarte el tiempo de escribirme cada tanto. Incluyendo esta que estás leyendo, fueron 32 entregas entre regulares, especiales y conjuntas con Tomi. En cada una de ellas disfruté mucho de buscar, aprender, armar, pensar y dibujar líneas con barras. Espero que sea mutuo. Y, esto, no se corta.

Hoy nuestra agenda sigue cargada. El ballotage en Francia, las parlamentarias en Eslovenia y la ya pasada segunda vuelta en Timor-Leste. Aunque sean las 10.30 de la mañana, descorchá ese pinot noir, calentá el croissant y llegá hasta el final.

¿Quién alquila el Eliseo por 5 años?

Voy a tocar tres puntos sobre estas elecciones: las reglas y la historia, cómo llegamos al domingo y qué puede pasar.

Las reglas y la historia. Quiero retomar la primera entrega de este 2022 con las elecciones más pintorescas del año. Ahí en el puesto 4 aparece Francia y su singular sistema electoral. Como te conté en aquel entonces, los franceses primero eligen quien ocupará el Palacio del Eliseo, sede de la presidencia francesa. Las reglas para esta disputa son: el tradicional mayoría absoluta (50% de los votos) y ballotage entre los dos primeros en caso de que ninguno supere esa barrera. Esto viene pasando así desde la primera elección presidencial directa habilitada por la Constitución de la Quinta República francesa en 1965 (las primeras fueron indirectas en el año 1958). Por lo general, se vota entre abril primero y mayo después. Con posterioridad a estas elecciones, los franceses eligen en junio a quienes ocuparán las 577 bancas de la Asamblea Nacional, el órgano legislativo que gobierna con el presidente. ¿Por qué “con”? Porque Francia le dio al mundo un semipresidencialismo que funciona. Este formato de gobierno ya había tenido su debut en la República de Weimar, pero digamos que no salió del todo bien

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Fue Charles De Gaulle, héroe de la liberación francesa post ocupación nazi, quien ideó, diseñó y empujó con un referéndum un formato bicéfalo de gobierno. Una de las cabezas es el presidente electo de manera directa. La otra es un primer ministro que surge de la mayoría parlamentaria de la Asamblea Nacional, que es nombrado por el presidente y forma un gobierno. Por eso, ambas instituciones conviven en el ejercicio conjunto del poder político. En los momentos en que presidente y primer ministro son del mismo color político, decide el primero porque suele ser el líder del partido. Si por las vueltas de la vida son de distintos espacios, entonces el primero se corre y gobierna el segundo. No es fácil, pero les funciona. Esta situación que se denomina “cohabitación” ocurrió 3 veces en la historia: Jacques Chirac (gaullista, 1986-1988) y Édouard Balladur (gaullista, 1993-1995) con François Mitterrand presidente (socialista, 1981-1995), y Lionel Jospin (socialista, 1997-2002) con Jacques Chirac presidente (gaullista, 1995-2007).

Con estas reglas, los franceses nunca eligieron un presidente en primera vuelta, sino que siempre desde la fundación de su quinta república tuvieron que esperar al ballotage unas semanas después. También es importante que sepas que salvo Nicolás Sarkozy (UMP, gaullista) en 2007 y Miterrand en 1988, hay que rastrear hasta las elecciones en la década del ’60 y ’70 para encontrar apoyos superiores al 30% e, incluso, al 40% en primera vuelta. En las últimas décadas los que ganan las primeras vuelta tienden a ser presidentes de menos de 1/3 de los votos. Esto dice mucho sobre el país galo, pero para ellos es normal.

Cómo llegamos al domingo. En estas elecciones 2022, no hay sorpresas como las que vaticinaban algunas encuestas. No hubo zarpazo por izquierda con Jean-Luc Mélenchon (La France insoumise) ni por derecha con Éric Zemmour (Reconquête) . El domingo que viene se verán las caras dos viejos pero nuevos conocidos de la política francesa. De un lado, el oficialismo de Emmanuel Macron y La République En Marche!, con el primer lugar del podio y un 27,84% de los votos. Respecto de las anteriores presidenciales en 2017, subió 3 puntos y juntó 1.1 millones de votos adicionales. Del otro lado, Marine Le Pen y Rassemblement National, heredera del Frente Nacional fundado por su padre, Jean-Marie Le Pen. La hija gritona del díscolo de la derecha francesa volvió a repetir un segundo lugar como hace 5 años, pero subió al 23,15% de los votos, 2 puntos más y casi 500.000 extra que aquella elección. El juego por el Palacio del Eliseo se repite con un Macron en el centro social-liberal y una Le Pen en el extremo de la derecha.

El primer punto que quiero resaltar es que ambos lograron comerse a los partidos tradicionales de la política francesa, los mismos que leíste al comienzo de esta entrega. El Partido Socialista está muy lejos de ser la máquina ganadora que potenció a Miterrand en los ’70 y ’80: Anne Hidalgo sacó un cómodo 10° lugar entre doce candidaturas y 1,74% de los votos. Tampoco la pasaron tan bien los herederos del gaullismo: Valérie Pécresse y Les Républicains salieron 5° con 4,78%, detrás del gritón Zemmour. Ambos espacios le habían dado forma a la competencia política francesa a partir de la instauración de la Quinta República, y ahora solo son sobras del sistema político. 

Los mapas a continuación te muestran dos cosas. La primera es que, si comparamos las primeras vueltas de las últimas dos elecciones presidenciales (2017 y 2022) versus la última en la que compitieron con chances socialistas y gaullistas (2012), se ve cómo Macron entró en territorio rojo y Le Pen en territorio azul. Ahora Francia es mitad amarilla y mitad azul oscuro.

Fuente: Wikipedia.

La segunda cosa nos lleva a pensar que la dinámica política francesa actual ya no es solamente la dimensión izquierda versus derecha a la vieja usanza, sino que se cruza una segunda: nacionalismo vs. globalismo. Si Francia es uno de los epicentros y motores de funcionamiento de la Unión Europea, entonces es esperable que sus partidos políticos asuman posiciones políticas en torno a una mayor o menor integración regional. Esto, que al comienzo era marginal en las peleas electorales, hoy es un eje de discusión político-partidario muy relevante. Hay partidos que han levantado el nacionalismo cerrado como bandera y han crecido bajo su defensa a ultranza. Uno de ellos es, precisamente, Rassemblement National y su referente, Le Pen (acá resaltan el temor que genera esto en Bruselas). Para entender mejor esto, armé un esquema conceptual sencillo en base al posicionamiento que cada partido asume en sus posturas públicas. No tiene mucha matemática, es más bien a ojo. El tamaño de los nombres es un aproximado de la cantidad de votos que cada candidatura presidencial obtuvo hace casi dos semanas.

Fuente: elaboración propia.

A partir de acá podemos entender cómo se coló Éric Zemmour en un espacio que, para estas elecciones 2022, apareció sobrepoblado de candidaturas y que por lo general dominaba el partido creado por Le Pen padre. Fue justamente este punto el que resaltó Guillermo Fernández, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid y estudioso de la extrema derecha francesa, en un Twitter Spaces que organizamos desde Cenital el lunes posterior a la primera vuelta (lo podés volver a escuchar completo acá). Para Guille fue una sorpresa la buena elección de Le Pen hija con la escisión que tuvo por su costado más extremo. Esto dice mucho de la política francesa actual. Todas las figuras de derecha quedaron bastante distanciadas del tradicional posicionamiento pro-europeo y pro-integración que ha tenido siempre el gaullismo, el partido conservador por excelencia de la Quinta República. Espacio que, además, quedó ocupado solamente por la figura de Pécresse pero que, por otro lado, dejó flaco en votos a su candidatura. Esto nos puede llevar a pensar que, hoy en día, la derecha francesa está más lejos del actual euro y más nostálgica con el viejo franco. Quien piense en este momento en el Partido Conservador británico se lleva un premio.

A este escenario de cierta derechización sobreofertada de las candidaturas presidenciales se le sumó un condimento más: el desinterés en la política. Este punto lo levantó Yanina Welp, investigadora del Albert Hirschman Centre on Democracy, coordinadora editorial de Agenda Pública e integrante de la Red de Politólogas, quien también participó del Twitter Spaces. Planteó un interesante contrapunto al alertar sobre el enojo del electorado y la derechización del voto de la elite francesa, a la par que mencionó que el electorado galo tiende a ubicarse generalmente en el centro del espectro ideológico. (Una parte de) la dirigencia hacia el extremo, los votantes en el medio. Contradicciones. 

Otra cuestión que indicó y que me pareció bastante novedoso en términos de giro programático es la presentación de un feminismo recalibrado a las estrategias de estos actores de derecha. «Cada vez hay más mujeres liderando partidos de extrema derecha en Europa, que se dicen feminista, aunque presentan su propia versión del feminismo. Por ejemplo Le Pen se presenta como la representante de la mujer obrera», lanzó como título de tapa Yanina. A mí me hizo acordar a otro caso similar en Italia como es el de Giorgia Meloni, líder desde 2014 de Fratelli d’Italia, quien le pelea el primer lugar de las encuestas al Partido Democrático y a quien podés conocer en este podcast. Te vas a asustar, te aviso.

Qué puede pasar. Bueno, es la pregunta del millón. Yo no tengo la más pálida idea. Tampoco Yanina ni Guillermo, a quienes los apuré un poco para que tiraran pronósticos pero que, con sensatez, no se animaron. El promedio de encuestas da una ventaja de 10 puntos de Macron sobre Le Pen. Pero bueno, son encuestas. Pinzas. En términos del apoyo político de parte de los que se quedaron afuera del ballotage, el mundo se dividió entre los que rechazaron abiertamente a Le Pen y los que directamente llamaron a votar por Macron. En el primer grupo se ubicó casi toda la izquierda, tanto nacionalista (Mélenchon y Poutou) como globalista (Roussel). Arthau no dijo nada. En el segundo grupo se inscribieron la izquierda moderada y pro-integración (Hidalgo y Jadot) y (lo que queda de) el gaullismo (Pécresse). Por Le Pen solo se jugaron Dupont-Aignan y Zemmour. Más cantado que ya sabés. Esta divisoria de aguas habla de un apoyo irrestricto de todas las fuerzas pro-europeas hacia el oficialismo y una comunión de casi todas las derechas extremas con Le Pen. 

Globalistas vs. nacionalistas. Así de fuerte es el eje vertical del gráfico anterior. Con los europeístas en el bolsillo, Macron tiene entonces margen para crecer hacia su izquierda porque ahí Le Pen no tiene mucho que pescar. De hecho, ella suavizó un poco su tono pero mantiene su agenda dura y purista. Al mismo tiempo, quien ocupa hoy el Eliseo puede girar (y volver) a su partido hacia cierto accionar progresista, inclusivo y redistributivo, como supo tener La République En Marche! cuando el componente social del social-liberalismo que pregonaba era fuerte. Componente que, por otro lado, quedó solo en el discurso, como bien precisan en esta nota: los primeros 5 años del rico pibe distaron mucho de progresistas. Algo de este intento de reenamoramiento se nota en el spot del ballotage. Estas cuestiones también las resaltaron Yanina y Guillermo en la charla, en particular después del largo y desgastante conflicto con los chalecos amarillos. A Le Pen, bueno, le quedan unos centímetros hasta su propia pared. Tiene sentido, entonces, que haya propuesto convocar a un referéndum para reinstalar la pena de muerte en Francia, además de prohibir el uso del hiyab para los musulmanes. Moderación y amplitud versus radicalización extrema, de acá al domingo.

El punto con el que quiero cerrar lo propuso también Yanina. Es, además, algo que tendrá que prestar atención quien cruce las puertas del Eliseo, ya sea por primera o por segunda vez en su vida. Me refiero a la bronca y al descontento, que serán una de las claves en estos días definitorios. El conflicto con los chalecos amarillos dejó, sin dudas, una huella en la memoria del electorado. Francia no es ajena a la calentura que tiene la gente en el mundo, sino que es un escenario más de esa manifestación. El gran botín a conquistar está abajo a la izquierda y se llama Mélenchon. Ahí se concentra una parte importante de los desencantados. Macron quiere entrar por izquierda, Le Pen por nacionalista. El problema que tienen es que, cuando se enfrentaron en 2017, los que no querían a ninguno de los dos no dejaron de ir a votar, sino que lo hicieron con bronca. 

En el próximo gráfico podés ver la evolución de la abstención electoral y del voto blanco + voto nulo desde 1958 hasta hace un par de domingos. Me interesa que veas los saltos que hay entre la primera vuelta y el ballotage posterior (años con *). Fijate que no es común que crezca el abstencionismo. Al contrario, casi siempre (salvo en 1965 y en 1969) vota más gente en un ballotage que en la primera vuelta. Esto muestra que los franceses salen de sus casas cuando se define el inquilino del Palacio del Eliseo. El dato relevante es que el salto entre vueltas electorales es del voto bronca. Esto es particularmente simbólico en la última elección presidencial, la de hace 5 años. Cuando chocaron Macron y Le Pen en su primera batalla, la sumatoria de blancos con nulos se multiplicó por 4,5, la subida más grande en la historia de la Quinta República. En este contexto se vuelven simbólicas protestas como esta

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia.

Por eso tanto Macron como Le Pen, para ganar, tienen que convencer, contentar y (re)enamorar a los desencantados. No importa cuándo leas esto, ya seas un rico pibe o una mujer obrera.

Elecciones pintorescas

  • El domingo, mismo día del ballotage francés, votan parlamentarias en Eslovenia. Este país balcánico es un ex integrante de la vieja Yugoslavia socialista. Se independizó el 25 de junio de 1991 luego de lo que se denominó como la Guerra de los Diez Días, el primer conflicto armado como consecuencia de la disolución de la tierra del Mariscal Tito. Desde entonces, tienen un presidente que es electo de manera directa por el pueblo por 5 años, con una reelección y al que le dan poco poder (fuerzas armadas y relaciones exteriores más que nada). El gobierno nace de una mayoría parlamentaria de 46 bancas sobre las 90 disponibles cada 4 años. Desde 1992, las primeras elecciones en democracia, la política eslovena está dominada por un espacio de centro-derecha y otro de centro-izquierda. La particularidad radica en que cada espacio estuvo liderado por distintos partidos. De 1992 hasta más o menos 2004 fue la Democracia Liberal de Eslovenia (Liberalna demokracija Slovenije), un partido social-liberal que supo tener como candidato presidencial al renombrado en Twitter Slavoj Žižek. Estos muchachos no solo dominaron el espacio de centro-izquierda, sino casi toda la política eslovena, salvo un breve período en el año 2000. Con su caída en picada y desaparición ascendieron los Social Demócratas (Socialni demokrati) herederos de la Liga Comunista de Eslovenia en tiempos soviéticos. Pero solo pusieron primer ministro después de las elecciones del 2008, cuando ganaron con Borut Pahor, actual presidente en su segundo mandato. Han tenido sus vaivenes en los últimos años. En la centro-derecha de los ’90 estuvieron fuertes el Partido Demócrata Cristiano (Slovenski krščanski demokrati) y el Partido Esloveno del Pueblo (Slovenska ljudska stranka). A estos dos se los comió a partir del 2000 el Partido Democrático Esloveno (Slovenska demokratska stranka), más de derecha, más nacionalistas y más conservadores. Con su líder, el actual primer ministro Janez Janša, pasaron a controlar los resortes del poder. Hoy el voto progresista que quiere enfrentarlo se agrupa, según encuestas, en el Movimiento Libertad (Gibanje Svoboda), anteriormente llamado el Partido Acción Verde (Stranka zelenih dejanj). Desde este año lo lidera Robert Golob, que propició el cambio de nombre y quien ganó reconocimiento nacional cuando fue removido como CEO de una empresa estatal de energía. Roberto lidera la Coalición Arco Constitucional, que también integran el social-liberal Partido de Alenka Bratušek (posta, así se llama), un joven eco y demócrata socialista La Izquierda (Levica) y el también social-liberal Lista de Marjan Šarec (posta, así se llama). Todos ellos compiten por separado, pero acordaron gobernar detrás de Roberto si llegan a juntar los 46 de la mayoría. Las encuestas dan una estrecha victoria para el oficialista Democrático Esloveno con Janša, pero quién dice. También compiten un partido bastante nacionalista y homofóbico que quiere volver a tener bancas, un partido que defiende a los pensionistas que supo ser aliado de Janša y varios perdidos por el centro. Vas a poder seguir el minuto por la lista de Twitter que nutre a LGV.
  • Timor Oriental, Timor del Este, Timor-Leste o la República Democrática de Timor-Leste, como te guste llamarla, cerró su ciclo electoral presidencial. Esta pequeña isla ubicada al norte de Australia tuvo su ballotage el martes pasado, luego de una primera vuelta el 19 de marzo. La historia es rica en revoluciones y golpes de Estado. El territorio insular fue colonizado por Portugal en el Siglo XIX y se lo conoció como Timor Português hasta 1975. Compartían la isla con los holandeses. A los locales no les copaba mucho esto del colonialismo, así que se armó el marxista-leninista FRETILIN (Frente Revolucionario de Timor-Leste Independiente) con este lindo loguito. El 28 de noviembre de 1975 arrancaron los tiros, declararon la independencia y a los 9 días los invadió Indonesia, quienes tomaron el control y la declararon su 27° provincia. Esto generó décadas de lucha fratricida y sangrienta entre ambos bandos, que dejó graves consecuencias. En 1999 intervino la ONU, Indonesia renunció al control del territorio y se conformó la república actual. Desde 2002 se celebran elecciones presidenciales regulares cada 5 años, y ahora tocó hacerlo a 20 años de la primera. La primera vuelta disparó una polaridad entre el actual presidente Francisco Guterres del FRETILIN, y José Ramos-Horta del Congreso Nacional por la Reconstrucción Timorense (CNRT). Este partido fue creado en 2007 por Xanana Gusmão, el primer presidente electo de Timor-Leste en 2002. Se lo conoce como el “Mandela Timorense” por liderar la resistencia contra Indonesia desde una cárcel donde éstos lo encerraron. Volviendo al presente, la primera vuelta dio un 46,56% para el Premio Nobel de la Paz Ramos-Horta y un 22,13% para Guterres. El ballotage del martes confirmó los presagios y depositó al primero en el sillón presidencial con un fulminante 62,09% a 37,91%. El escenario venía complicado en términos económicos, pandémicos y políticos para Guterres, eterno candidato del FRETILIN que disputó las presidenciales de 2007, 2012 y recién ganó en 2017. A eso se sumó que en 2018 la oposición liderada por el CNRT había ganado las elecciones parlamentarias de 2018 y había formado un gobierno junto al Partido de la Liberación del Pueblo (su líder hoy es Primer Ministro) y a KHUNTO. La victoria de Ramos-Horta, apoyado fuertemente por Gusmão, busca ahora convocar a nuevas elecciones parlamentarias y que el gobierno se alinee a la presidencia. Acá la cohabitación no camina.

Chusmerío electoral

  • Acordate que este año hay elecciones generales en Brasil. Cenital va a estar cubriendo bastante el proceso, así que te voy a ir tirando algunas noticias jugosas. Primero, Lula sumó a su viejo rival Gerardo Alckim como candidato a vice, quien ya se había afiliado al PSB para competir. Segundo, se armó una federación de partidos entre el PT, el PCdoB (histórico aliado) y el PV (que no siempre estuvo). Esto significa que los 3 van a competir juntos por los próximos años. Se va armando el baile.
  • Vengo siguiendo (con la misma atención y preocupación que Iván y Elman) la Convención Constituyente de Chile. Tuve la fortuna de estar unos días allá viendo de cerca el trabajo, y personalmente me preocupa un poco que haya demasiado foco en los nuevos derechos y no tanto en la ingeniería institucional que saldrá del debate. El vicepresidente de la Convención, Gaspar Domínguez, sintetizó en este hilo qué se aprobó sobre el sistema político. Pero la nota viene dada porque el rechazo comenzó a superar al apruebo en el futuro plebiscito obligatorio de salida, con fecha el 4 de septiembre próximo. A principios de año te conté de las encuestas que hizo IPSOS con la Fundación Espacio Público y justo sacaron esta semana la cuarta entrega. ¿Qué viene pasando? Los indecisos se mantienen, caen los apoyos y suben los rechazos. Eso habla de desencanto con el avance del proceso constituyente. ¿Por qué? Cayó la esperanza vertida sobre la convención en sectores sociales medios y bajos. Pasó parecido con la alegría que generaba en los primeros meses de trabajo. También subió bastante la confusión en todos los estratos. Esto lleva a que el 29% de los encuestados crea que en 10 años la nueva carta magna tendrá algunos cambios positivos, y que el 32% diga que tendrá muchos cambios negativos (este valor casi se triplicó de enero a marzo último). ¿Posibles causas? Creo que cada chileno y cada chilena se imaginó su propia constitución, y ahora no se si les gusta tanto. El Octubre Rojo sigue vivo. A eso se sumó una gran cantidad de convencionales constituyentes independientes que tenían agendas particularistas, junto a algunas dificultades para comunicar efectivamente qué, cómo y de qué manera va a mejorar el país con y gracias a la nueva constitución. ¿Una solución? Más comunicación, más política y más territorio. No hay que aflojar. 
  • Te conté en la última entrega que Aleksandar Vučić había vuelto a ganar en las elecciones generales en Serbia. Resulta que se picó la cosa en la capital, Belgrado. La oposición reunida en Unidos por Serbia reclama nuevas elecciones porque por efecto del sistema electoral sacó menos bancas que el Partido Progresista Serbio del presidente, a pesar de haber sacado más votos. A eso se suma que aún no se sabe bien quién ganó porque se repitió la elección en cuatro centros de votación y no están los resultados finales. Vučić estaría de acuerdo para descomprimir. Se diría que la olla no está para bollos.

Recuelectorales

  • Los amigos de Ballotrash me invitaron a pensar y hablar sobre la primera vuelta francesa. Acá te dejo el capítulo completo y te invito a seguirlos. El Vasco y Mati la rompen. De paso, estate atento al próximo que saquen donde también pasé a decir alguna que otra barbaridad.
  • Ya que hablamos de Chile, te dejo acá una lectura interesante que hacen Julieta Suárez Cao, Federia Sánchez Staniak y Octavio Del Favero sobre la importancia de la convención en términos de legitimidad ciudadana y cambio político en Chile. Como te dije, a no aflojar.

Recordá que, por ser parte de este prestigioso club electoral, podés estar al día con el Google Electoral Calendar (acá desde tu compu y acá desde tu celu) actualizado a 2022.

Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos en dos semanas,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.