Francia e Italia en crisis con sus partidos

Si en Italia los partidos se rompen, en Francia se pelean. Radiografía de dos sistemas opuestos pero parecidos en resultado. Chusmerío del INE (México), Israel, Escocia y Venezuela. Pintorescas de Granada, Nigeria, Papúa Nueva Guinea y, otra vez, Italia.

Hola, ¿cómo estás?

Hoy te vengo a hablar de partidos políticos, de sus problemas, de cómo impactan en los gobiernos y de cómo todo eso se conecta con determinados sistemas electorales que, aunque lo olvidemos, generan mucho de estas condiciones al comienzo de la cadena. Francia e Italia son ejemplos, pero no los únicos. Solo me dieron la noticia.

¿Cuáles son los problemas que están afectando el funcionamiento de muchos gobiernos?

El problema son los partidos

Las noticias pusieron a Italia y a Francia en análisis. Nuestros primos se desayunaron con un nuevo rompimiento de uno de sus partidos en el gobierno, cuando Luigi Di Maio anunció la conformación de un grupo parlamentario y político-partidario. Los galos, en cambio, se están enfrentando actualmente a la primera vez en que un gobierno electo no logra mayoría propia automática desde que unificaron los calendarios electorales en 2002. Esto es un problema importante porque, como te conté en una entrega anterior, el Presidente tiene que convivir con un Primer Ministro, que puede gobernar con o en contra de él y que surge de una mayoría del parlamento. Así las cosas, mundo.

Pero vamos un poco atrás de cada historia para poder entender el contexto y comprender por qué ambos países sirven de ejemplo para una discusión partidaria profunda. Italia tuvo elecciones generales en marzo de 2018. De ese proceso resultó triunfador el Movimento 5 Stelle (M5S), un ecléctico agrupamiento ciudadano de calentones independientes cansados de la política tradicional tana. Se ubicaron en la centro-izquierda y siguieron los discursos de Giuseppe Piero Grillo, más conocido como “Beppe Grillo”. Beppe es un cómico, actor y, para los que tenemos más de 35 años, un bloggero. Muy reconocido, por cierto. Desde esa plataforma empezó a lanzar consignas y le hicieron caso. Armó un movimiento y ganó las elecciones. A tal punto que rompió la lógica tradicional entre la centro-izquierda dominada por el Partido Democrático (PD, ex Partido Comunista post Mani Pulite) y la centro-derecha de Silvio Berlusconi (que tuvo muchos nombres). En ese marzo salió primero en votos, en bancas en la Cámara de Diputados y en el Senado. Pero no le alcanzó para gobernar solo, algo habitual en la política italiana. Para ese entonces Beppe quedó como el padre fundador y líder espiritual, y asumió la presidencia del partido Luigi Di Maio, nuestro hombre del momento. Segundo salió Lega Nord, un grupo en el extremo de la derecha, que supo ser aliado de Berlusconi, que creció mucho en los ’90 dándole apoyo al zar de la tele italiana y que se hizo fuerte en el norte empujando la independencia de Lombardía. Su líder, Matteo Salvini, quiso recuperar la fuerza que le dio al partido Umberto Bossi en ese momento, y lo consiguió con un discurso bien incendiario de anti-inmigración, anti-UE y anti-casi todo lo sabemos que es cosmopolita.

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Resulta que Di Maio y Salvini hicieron lo que nadie pensó que iban a lograr: acordar y gobernar. Eligieron a Giuseppe Conte como primer ministro, un profesor de derecho que no había competido en esas elecciones y que tenía cierta cercanía al M5S. Se repartieron el gabinete con una leve ventaja a favor de Di Maio y ambos líderes asumieron como vices, además de agarrarse un raviol cada uno. Todo marchaba viento en popa, cuando Salvini empezó a ver que su figura sumaba apoyos nacionales, crecía en las encuestas y podía pasar a ser él mismo primer ministro. Promovió una moción de censura contra Conte con el objetivo de convocar elecciones anticipadas y ganarlas. Un atrevido: el gobierno tenía apenas un año. La jugada le salió mal porque el PD, que había salido tercero en las elecciones, saltó en defensa de la institucionalidad, y dio el apoyo a Conte y al M5S. Luego de renunciar, el torpedeado Primero Ministro aceptó intentar armar un nuevo gobierno por pedido de Sergio Mattarella, presidente de Italia. Beppe aprobó todo esto desde su estrado digital. El PD se sumó al gabinete en partes iguales con el M5S y volvió a primar la paz.

Solo un par de días. El 16 de septiembre de 2019, al poco tiempo de que el voto de investidura confirmó el segundo gabinete de Conte, Matteo Renzi, integrante del PD, ex primer ministro y ex secretario general del partido, decidió armar el suyo propio. Lo llamó Italia Viva, con la intención de construir una fuerza más de centro/liberal y sumar aliados sueltos. Tuvo códigos y mantuvo el apoyo a Conte, pero le garroneó dos ministerios y algunos cargos menores. Todo esto quedó atado con alambre y aguantó hasta enero de 2021, cuando el Primer Ministro se cansó de las críticas de Renzi a la política económica en medio de la pandemia de Covid-19. Las tensiones internas implosionaron y se llegó a otro voto de confianza el 18 y 19 de enero de ese año. En la Cámara de Diputados el gobierno logró la mayoría absoluta necesaria (321 votos a favor, 259 en contra y 27 abstenciones sobre 630 bancas) pero no así en el Senado (156 votos a favor, 140 en contra y 16 abstenciones sobre 321 bancas). Por regla institucional, si no se logra más del 50% de ambos recintos entonces se fuerza un cambio de gobierno para conseguirla. A que no sabés quiénes se abstuvieron: sí, Italia Viva. Con Renzi, Conte se salvaba. Códigos.

Todo esto nos deja en el actual gobierno, el de Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo que asumió en esa crisis y encabeza un gobierno de unidad desde entonces con todos estos personajes juntos: la Lega, el M5E, el PD, Italia Viva, y distintos grupos menores de centro, derecha e izquierda. Ensalada italiana. Y acá es donde aparece nuestro hombre noticia, Luigi Di Maio. Calcando a Renzi, decidió romper con el M5S, el partido que él mismo presidía, que dejó en enero de 2020 y que lo llevó a chocar con el actual líder que, sorpresa, es Giuseppe Conte desde febrero de 2021. Di Maio anunció que no romperá el gobierno, que le seguirá dando el apoyo a Draghi pero que quiere armar un espacio de centro-izquierda, con legisladores de derecha y otras fuerzas locales. Se llevó 51 diputados y 11 senadores. No se si te suena a historia repetida.

El M5S, surgido al calor de la crisis italiana, ahora está en crisis. Me crucé con este gráfico que es bastante claro y directo al respecto. El movimiento de Beppe ganó las elecciones de 2018, puso al Primer Ministro, fue garante de la estabilidad de sus gobiernos y consiguió apoyo de partidos tradicionales de la política italiana. Siempre fue un actor anti establishment, fuerte cuestionador de las reglas del juego institucional y, algunos dicen, directamente populista (acá un lindo paper). A pesar de eso, todo giró en torno a ellos en estos últimos 4 años. Y así se están llevando últimamente.

El título del cuadro dice: Cámara: dónde están hoy los 222 diputados que formaron el grupo M5S al inicio de la Legislatura. Fuente: @Politicx_.

Como ves, de los 222 diputados que entraron en 2018 hoy quedan menos de la mitad bajo la misma etiqueta y, recién después del rompimiento de Di Maio, pasaron a ser el segundo bloque detrás de la Lega. Bloggeros.

Francia, digamos, no parece demasiado lejos de este escenario si las cosas siguen así. La historia es más cercana porque la peloteamos hace algunas semanas, además de ahondar acá y acá con Juano. Pero la cosa viene más o menos así. El ballotage de las elecciones legislativas que se celebró el 19 de junio pasado dio como resultado que tanto la coalición oficialista de Emmanuel Macron, Ensemble, como su partido, La République En Marche! (LREM), perdieron apoyo. Este gran espacio de centro que logró armar el reelecto presidente perdió unas 104 bancas, alcanzando solamente 245 en una asamblea de 577. Eso lo dejó a 44 bancas de la mayoría absoluta, propia y cómoda, que había ganado en las elecciones de 2017 y que todo gobierno electo desde 2002 en adelante había alcanzado. Siempre hay una primera vez.

Eso, claro, rompió la lógica de estabilidad y gobernabilidad que venía teniendo Francia con su lindo sistema. A tal punto que la primera ministra actual, Elisabeth Borne, fue cuestionada públicamente y puso su renuncia a disposición de Macron. Él, para mostrarse fuerte, la rechazó y le pidió mantenerse en funciones hasta que logre una mayoría propia. La que reúna el preciado número de 289.

¿Y a quiénes ir a buscar? Acá empezó a jugar la política. Todos los cañones apuntaron a los herederos del gaullismo, que este año compitieron bajo la etiqueta de Union de la droite et du centre (Unión de la Derecha y del Centro, UDC). Acá entraron Les Républicains, Union des démocrates et indépendants, Les Centristes y Oser la France, todos espacios herederos del UMP de Nicolas Sarkozy y del MoDem de François Bayrou. Todos espacios de centro y de derecha. Vale la redundancia porque es, casualmente, los que se sentirían más cómodos con Macron. Son, al mismo tiempo, los que verían mermar más aún su peso y singularidad en la política francesa porque ese era su espacio, el que construyeron y dominaron cuando dominaban. Pero la matemática los acompaña: con sus 64 bancas son la llave de la gobernabilidad para el oficialismo. Nada mal para un espacio que perdió 66 desde la elección pasada. Chiquitos pero importantes. Por ahora, hablan pero no se suman con cargos.

Otros que se dispusieron a dialogar fueron el Partido Socialista y el Partido Comunista. Sus líderes, Olivier Faure y Fabien Roussel respectivamente, manifestaron disposición a sentarse a negociar con Macron. No decir que sí enseguida, pero escuchar y transaccionar. Son, además, dos partidos históricos del sistema político francés que supieron ser aliados, ser gobierno y ser líderes del espacio de izquierda en su país durante décadas. Son jugadores institucionales, saben jugar el juego. Son, también, dos perjudicados por el crecimiento de las dos fuerzas que entraron por los extremos. Los hijos rebeldes del sistema político francés.

Que son, justamente, Marine Le Pen con Rassemblement national y Jean-Luc Mélenchon con La France Insoumise. La primera por derecha, el segundo por izquierda. La primera dando la nota logrando la mayor cantidad de bancas en la historia de la extrema derecha francesa con 89 asientos. El segundo nucleando a toda la izquierda en la coalición Nouvelle Union populaire écologique et sociale (NUPES), donde también abonaron socialistas y comunistas, logrando 131 y un digno segundo lugar. Tanto Le Pen como Mélenchon rechazaron el diálogo, no se sentarán a la mesa y no apoyarán ninguna propuesta macronista de gobierno. Mélenchon, de hecho, fue más lejos y llamó a un voto de censura contra el actual gobierno para el 5 de julio.

Te recuerdo el gráfico que preparé en aquella entrega previa al ballotage presidencial del 24 de abril. Mirá quiénes quieren dialogar y quiénes no. La fiscalía descansa.

Fuente: elaboración propia.

Entonces, ¿con qué se conectan las dos historias? Con sus partidos. Francia tiene mucho que aprender de Italia porque éstos últimos están acostumbrados a los cambios, los giros, las sorpresas y las inestabilidades. Todos ellos producidos por sus propios actores políticos. Los mismos que juegan el juego político que le marca las instituciones donde interactúan. Es probable que Macron pueda formar un gobierno porque ya pudo hacerlo en 2017. En todo caso, tendrá uno minoritario y tendrá que negociar ley por ley con los distintos bloques que se armen, tanto en el centro y centro-derecha como en la izquierda. Habrá que ver la fuerza que le queda a Mélenchon para poder mantener unida en las bancas la izquierda que juntó en las listas. Le Pen solo gritará desde una esquina, no cuenta. La otra opción que le queda al líder francés es una a la italiana: disolver la asamblea electa y llamar a nuevas elecciones. Lotería.

Por eso lo que me sorprendió y me llevó a vincular ambos países viene por el efecto de sus sistemas electorales. Uno los puede distinguir entre aquellos donde prima la representación política de distintas voces (los que producen resultados más proporcionales) y otros donde se privilegia la gobernabilidad (los que producen resultados más mayoritarios). Italia es un ejemplo del primero (aunque en términos teóricos se lo considera mixto). Tiene una Cámara de Diputados con 630 bancas y un Senado con 315. Si bien los dos recintos incluyen bancas que se eligen en sistemas uninominales a simple pluralidad de votos (mayoritario), más de la mitad de cada uno se eligen en distritos plurinominales con bajos umbrales de acceso (proporcional). Francia, en cambio, es un claro ejemplo del segundo con su sistema de mayoría absoluta, doble vuelta y umbral de 12,5% de los votos (que podés revisar acá si no viste el video la vez pasada). Una Italia proporcional y una Francia mayoritaria terminaron casi emparentadas: con problemas de partidos, con problemas de gobernabilidad, con problemas de estabilidad. Los disensos están en todos lados, la polarización también. Mientras que el Mani Pulite sigue haciendo de las suyas porque los partidos no se pueden asentar y siguen cambiando, De Gaulle llora.

Esto es algo que está pasando en todo el mundo. No es solo un problema latinoamericano. Los acuerdos son cada vez menos estables. Las coaliciones, más frágiles. Las grietas gobiernan. Y así falla el gobierno. Falla la toma de decisiones. Pareciera que muchos quieren ver el mundo arder. Y están ganando. Por eso, para ir cerrando, repensemos los partidos políticos. No son solo herramientas para elecciones, son también organizaciones con las que se gobierna. Nos estamos olvidando de esto último. Forman cuadros, juntan técnicos, capacitan en la gestión pública y educan para tomar decisiones. Aprender de cuando las tomamos, pero sobre todo de los errores cuando lo hacemos. Un partido es una escuela para el gobierno. Tal vez la creación de partidos está siendo demasiado fácil, y las tentaciones de las disidencias y los quiebres abundan. Discutamos, entonces, cómo los creamos, qué tan fácil es y por qué lo hacemos, ¿no?

Te dejo como remate esta nota que escribí hace poco y hace foco en la región. Cuando pienses en lo que pasa por estos lados por ahí te tira una punta de sus causas. Abrí el diario y pensalo un rato.

Chusmerío electoral

  • El Instituto Nacional Electoral armó una serie de foros regionales en Europa (ya pasó), Asia (julio) y África (julio y agosto) para discutir la democracia electoral. El de América se está realizando esta semana y concluye hoy. Acá podés llegar a los paneles, que quedan grabados. Es temporada alta de conferencias nerds y acá te dejo otra.
  • Israel no quería ser menos que Italia ni que Francia y se quedó sin gobierno. Nir Orbach renunció al oficialismo. Integraba uno de los espacios de Yamina, una coalición de partidos de derecha liderados por Naftalí Bennett, el actual Primer Ministro. Con su sola salida cayó el gobierno, que asumió apenas hace 1 año. Así de frágil todo, mundo. Serán las quintas elecciones en 3 años y medio. Ni se pudieron poner de acuerdo en la disolución del Knesset.
  • Una de las cosas que sigo y me divierte son los partidos regionales. Acá ya conversamos sobre los nacionalistas escoceses, el SNP. En este hilo cuentan por qué la movida de Nicola Sturgeon para promover un nuevo referéndum independentista es fulbito para la tribuna. Sí, me divierto con poco.
  • La oposición de la Plataforma de Unidad Democrática en Venezuela anunció que concurrirá a elecciones primarias para elegir su candidato presidencial para 2023. Acá plantean algunas dudas sobre su viabilidad.

Elecciones pintorescas

  • Hubo elecciones parlamentarias en Granada hace una semana. Como todas las islas con herencia británica, tienen un sistema a la Westminster que te explican acá y que ya detallé un poco cuando charlamos sobre Barbados. Felipe Galli contó su historia, que tiene de todo, hasta comunistas y un Reagan. Sorpresa: perdió el oficialismo del Nuevo Partido Nacional (NNP en inglés). Keith Mitchell, primer ministro en el cargo y eterno ganador, iba por su sexto mandato, pero se coló Dickon Mitchell con el Congreso Nacional Democrático (NDC en inglés). Originales para los apellidos. 9 bancas para el ganador, 6 para el perdedor, que había ganado todas las 15 en las elecciones de 2018. Nadie esperaba esto, ni Wikipedia, que cuando entré a buscar datos el jueves pasado tenía solo al Mitchell derrotado con foto y hoy ni aparece la del que ganó.
  • A vos que te gustan las elecciones rimbombantes y que tenés el Google Electoral Calendar: empezaron las regionales de Nigeria. El 18 de junio votaron en Ekiti y el 16 de julio votan en Osun. Eligen gobernadores. En la que ya pasó ocurrió lo que suele pasar en estas tierras, que es la victoria cómoda del oficialismo. Abiodun Oyebanji del All Progressives Congress (APC) se quedó con el sillón. Ojo, tuvo primarias, en las cuales había ganado el 97% de los apoyos (unos 101.000 votos) frente a otros 7 rivales internos de los cuales se habían bajado todos. Maravilloso. El año que viene será lo jugoso con elecciones a gobernador en 30 de los 36 distritos. Hoy el oficialismo nacional de APC tiene 22 Estados, sus rivales de Partido Democrático Popular (PDP) 13 y All Progresives Gran Alliance (APGA) 1.
  • La que sigue resultó una sorpresa que apareció mientras escribía esta entrega. Este sábado arrancan las elecciones parlamentarias de Papúa Nueva Guinea y terminan (wait for it) el 22 de julio. Sí, 20 días votando. Algunas provincias tendrán un día varias veces y otras tendrán días consecutivos. Esto se debe a cuestiones logísticas y de seguridad interna. Habrá unos 10.500 centros de votación y los resultados se esperan el 29 de julio. Acá te cuentan un poco más sobre todo este hermoso y maravilloso proceso. Y si vos te preguntabas si importan, votan unos 5,6 millones y habitan casi 9. Seguro querés saber más, así que acá listaron todos los partidos que compiten.
  • Ya te había adelantado que se estaban realizando las elecciones locales en Italia. El domingo pasado hubo ballotage en aquellas ciudades que no tuvieron victorias en la primera vuelta. Así quedó el mapa político para los municipios de más de 15.000 habitantes. Tal vez por eso el M5S tiene problemitas internos. El dato es que en Verona, bastión de la derecha por 15 años, ganó Damiano Tommasi por la centro-izquierda, un mediocampista con llegada.

Recordá que, por ser parte de este prestigioso club electoral, podés estar al día con el Google Electoral Calendar (acá desde tu compu y acá desde tu celu) actualizado a 2022 y/o con una lista de Twitter que nutre a La Gente Vota.

Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos en dos semanas,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.