Un balance electoral del 2021

El resumen del año deja cinco puntas: 1) las elecciones se mantienen, 2) (algunos) oficialismos siguen siendo fuertes, 3) la democracia tiene temas pendientes, 4) la región está fragmentada y 5) aumentó la desconfianza generalizada. Lo último que dejó Chile. Tres pintorescas con un Super PAC de cerveza, Honduras y Hong Kong.

Hola, ¿cómo estás?

Aunque vos no lo creas, estamos cerrando este 2021 con la edición número 23 de La Gente Vota. Yo tampoco pensé que íbamos a llegar tan lejos en esta relación que construimos. Sí sé que vamos por mucho más. Como te conté cuando comenzamos a cruzarnos epistolarmente, allá por el distante abril, esto iba a ser algo en desarrollo, cambio y mutación constante. Creo que encontré una estructura más o menos armada y la coyuntura fue haciendo el resto. Estoy muy contento, muy entusiasmado y muy animado para seguir. Porque, te dije, de elecciones vivimos.

Hoy te traigo un balance. No el de Spotify, el de los procesos político-electorales que tuvieron lugar este año. Por momentos será mundial, pero tendrá un foco importante en América Latina. Se vienen cositas complicadas en el 2022. Por eso quiero dejar algunas impresiones sobre lo que pasó y unos pocos vaticinios sobre lo que puede venir.

No me maldigas. También hay algo de Chile. Juano me la dejó picando en el área. Como el Mago Capria al Piojo López en ese 6-4 al Boca del Diego.

Sin elecciones no se puede, con ellas solas no alcanza

Gran parte de este balance lo armé a partir de un artículo de pronta publicación en el Anuario 2021 que organizó Politólogos al Whisky, y se nutre de una charla que compartimos con Dolores Gandulfo y Federico Zapata en la Casa Patria Grande la semana pasada. Me motivó a ver en retrospectiva qué nos dejó este año eterno. Porque cuando uno mira la totalidad del mundo, en general, y de América, en particular, la lente del 2021 no puede entenderse sin la pandemia de Covid-19 en 2020. Eso nos deja tanto aciertos como deudas pendientes. Las quiero sintetizar en cinco impresiones que son, al mismo tiempo, provocaciones analíticas generales.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

1. Las elecciones siguen siendo el mecanismo para disputar poder político

Esto se lo escuché a Yanina Welp en el 15° Congreso Nacional de Ciencia Política en Rosario, celebrado en noviembre pasado. La pandemia no paró la democracia ni la forma en que se legitima. En su dimensión electoral, esta forma de régimen político se mantiene sólida en la región. Salvo los casos aislados de Nicaragua y Venezuela, donde la disputa democrática por el poder político sigue dejando muchas dudas y bastante que desear, casi la totalidad de los países americanos celebraron procesos electorales en esta época pandémica. Esto es un punto no menor, dado que el virus que todo lo inundó no impidió la celebración de elecciones, solamente las pospuso en algunos casos particulares. De acuerdo al relevamiento de IDEA International, entre 2020 y 2021 debían celebrarse un total de 48 elecciones nacionales y subnacionales en el continente. De ese grupo, se celebraron 28 nacionales y 2 subnacionales según la fecha original pautada, mientras que 9 nacionales y 9 subnacionales se postergaron. De modo que más del 60% de los procesos electorales se llevaron a cabo sin cambios, mientras que casi el 40% cambió. Los calendarios electorales se ajustaron, no se suspendieron.

Este punto, por muy menor que parezca, es un pulso importante para sostener que la pandemia no limitó la ingeniería institucional que hace funcionar a la democracia, solo hubo que adaptarla. Si uno se detiene a pensar que guerras, conflictos internacionales, crisis mundiales y disputas intestinas han puesto en stand-by a la democracia como un régimen político competitivo, es de valorar que un virus complejo y mortal no la haya interrumpido. Esto no es solo un plus americano, sino global. En todo el mundo debían celebrarse 225 elecciones (167 nacionales y 58 subnacionales). De esa montonera, solo 79 se pasaron de fecha, es decir, el 35% (43 nacionales y 36 subnacionales). Punto a favor.

2. Los oficialismos se mantienen fuertes (pero no en todos lados)

Seguro te acordás de este hitazo mediático que metimos en Cenital hace algunos meses sobre los oficialismos en pandemia. La base que armé en su momento se siguió nutriendo hasta llegar a las 106 elecciones nacionales en pandemia. A vuelo de pájaro, los resultados generales muestran que no hubo una modificación dramática en la cancha inclinada que tienen los oficialismos a la hora de competir con sus respectivas oposiciones. Si pensábamos que, tal vez, la pandemia iba a generar más alternancias, los datos muestran que a nivel mundial los gobiernos de turno se mantienen poderosos. Solo hubo una pequeña caída respecto de los valores registrados la primera vez que publicamos el informe. El 68% de las celebradas a nivel mundial muestra victorias de los oficialismos y un 32% de derrotas. Esta ventaja es algo que se encuentra en Europa (60%), Asia (86%) y África (75%). Oceanía tiene un empate en 50% y 50%.

Fuente: elaboración propia en base a fuentes primarias y Wikipedia.

América, acá, sigue dando la nota: es el único continente del mundo donde perdieron más veces los oficialismos que las victorias que consiguieron. En 24 elecciones generales (presidenciales junto con legislativas) y legislativas (parlamentarias en sistemas de ese tipo y de mitad de mandato en sistemas presidencialistas) celebradas entre marzo de 2020 y diciembre de 2021, hubo 11 victorias de los gobiernos electos (46%) y 13 derrotas (54%). De estas últimas, 7 fueron elecciones generales, lo cual representa el 88% de las elecciones de ese tipo celebradas en dicho período. Este punto marca un giro importante en términos de la alternancia continental. Tan solo en Nicaragua ganó el gobierno una elección general, con todas las dudas vertidas sobre la transparencia del proceso. Acá se ve la comparativa con Europa, el continente que más se ajusta a la media mundial.

Fuente: elaboración propia a fuentes primarias y Wikipedia.

Acá se abren dos líneas posibles a futuro. En primer lugar, los efectos de la pandemia de Covid-19 en el desempeño gubernamental, las gestiones implementadas para impedir su propagación y las políticas adoptadas para contener la crisis generada no se extienden a nivel mundial, sino que más bien se concentran en algunas regiones. Los estragos de una crisis sanitaria junto a deficiencias estructurales de corte económico, social e institucional son un cocktail peligroso. En segundo lugar, América puede ser el spoiler de algo que podemos llegar a ver más seguido en el 2022: que los oficialismos pierdan. Si parto la base de datos por semestres entre 2021 y 2022 vas a poder ver que el segundo semestre fue negativo para los gobiernos de turno en todo el mundo. Las proporciones son casi calcadas a nuestro continente.

Fuente: elaboración propia en base a fuentes primarias y Wikipedia. Los valores en las columnas corresponden a la cantidad de elecciones.

3. La democracia tiene aún deudas pendientes

Esto es algo que te viene contando Tomi en varias entregas a lo largo de todo el año. Uno de los enormes déficits que tiene Latinoamérica, una vez más, son las serias dificultades para lograr crecimiento económico con equidad y desarrollo. Esto, posiblemente, haya sido uno de los triggers (disparadores) que potenciaron las derrotas oficialistas en la región. Distintos informes muestran que entramos antes que el resto de los continentes en un ciclo recesivo, de concentración de recursos y de falta de oportunidades para la mayoría de la población. Según resalta el Banco Mundial, América Latina y el Caribe tienen una previsión de crecimiento del 6,3% en 2021, pero que no logrará revertir el 6,7% que cayó el primer año de la pandemia. A eso se suma que la región en su conjunto fue la más golpeada por la fuerte contracción de la economía, profundizando aun más los bajos niveles de desarrollo económico y social característicos. Lo más preocupante es, justamente, la disponibilidad y la desigualdad en la distribución de bienes y servicios: el nivel de pobreza es el más alto en décadas. Esto contrasta abiertamente con la alta tasa de vacunación en Latinoamérica, superando a otras regiones del mundo, según datos de Our World in Data.

La CEPAL también alertó sobre esta fuerte disparidad entre los países más desarrollados y aquellos de ingreso medio, siendo la mayoría de ellos latinoamericanos. Tal como precisó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo, “para mantener políticas fiscales y monetarias expansivas, los países de región requieren complementar los recursos internos con un mayor acceso a la liquidez internacional y con mecanismos multilaterales que faciliten el manejo de la deuda, si es necesario. Se necesitan iniciativas multilaterales para enfrentar las incertidumbres sobre la vacunación y el acceso de los países en desarrollo al financiamiento en condiciones adecuadas”. Uno de los problemas focales en este punto se centra en las posibilidades de empleo formal. Latinoamérica fue la región más afectada por el Covid-19 con una caída en el número de ocupados del 9% en 2020. Esto sin dudas impactó en mayor medida en el empleo femenino: la participación de las mujeres en el mercado laboral llegó al 46,9%, lo cual marca un retroceso a niveles del 2002, año en el cual numerosos países vieron colapsar sus modelos y matrices productivas implementadas con las reformas de Consenso de Washington. Un revival muy crudo de la inestabilidad económica y de los frenos al ascenso social.

Este escenario abre a futuro no solo un gran interrogante, sino también una profunda preocupación. La gran deuda pendiente de la democracia latinoamericana es lograr crecimiento con igualdad y desarrollo, reduciendo la pobreza, mejorando el acceso a bienes y servicios públicos de calidad, y construyendo modelos productivos con empleo genuino. Si las democracias se consolidaron en la región con elecciones, con ellas sola no alcanza.

4. Las comunidades políticas cada vez están más fragmentadas

La desigualdad tiene su correlato en la representación política. Comunidades más dispares se expresan en distintas fuerzas políticas, sobre todo si los sistemas electorales ayudan con su permisividad: esto es, que por el funcionamiento de sus reglas permiten que una mayor cantidad de actores partidarios acceda a cargos públicos en competencia. Un juego matemático del poder. Una combinación de importantes disparidades económicas con crisis de legitimidad en los partidos políticos tradicionales, que sufren la aparición de nuevos desprendidos de sus propias entrañas, estaría impactando en la representación de los intereses ciudadanos a manos de los distintos actores políticos que dominan el escenario de cada país. Es un dato de la realidad que América Latina está cada vez más fragmentada, acercándose a sistemas partidarios con una multiplicidad de actores relevantes y más alejada aun de la dinámica bipartidaria característica de las transiciones a la democracia. Los datos lo muestran, no es magia. En un reciente documento de trabajo de pronta publicación por la Red Innovación y el National Democratic Institute (NDI), observamos con Sofía Santamarina que la mayoría de los países de la región han visto aumentar sostenidamente el número efectivo de partidos, tanto a nivel presidencial como legislativo. Más o menos como el dólar o la inflación, pero expresado en cantidad de partidos políticos.

Este fenómeno, que no es novedoso pero sí minimizado, marca el pulso de un nuevo formato de presidencialismo latinoamericano caracterizado por la construcción de coaliciones políticas para garantizar la gobernabilidad. Digo novedoso porque no pasa en solo un par de países, como Chile, Brasil o Uruguay: pasa en todos. Encontramos que, a medida que subió la fragmentación, aumentó también la cantidad de coaliciones electorales como fórmulas políticas construidas para ganar los respectivos sillones presidenciales. Quien quiera gobernar en la región necesita, hoy en día y en todos lados, de múltiples aliados. Lo cual, sin embargo, no garantiza la supervivencia en el mandato, ni la garantía de gobernabilidad, ni el sostenimiento de los programas de gobierno. Es un dilema necesitar socios para ganar y gobernar, pero que no siempre serán tales.

Para colmo de males, la propia fragmentación que alienta estos acuerdos no es garantía suficiente para que sean sólidos y duraderos. Las propias demandas sociales dispares y diversificadas presionan por múltiples lados a quienes toman decisiones de política pública. Es el problema de hablarle a todos cuando son distintos. Casos como Pedro Castillo, en Perú, y Guillermo Lasso, en Ecuador, muestran que la luna de miel de los presidentes tiene fecha de vencimiento más pronto de lo esperado, y que ganar con amplio apoyo popular no garantiza después acompañamiento legislativo. Ni de propios ni de ajenos. Procesos políticos como los vividos en Bolivia, Chile y Colombia recientemente, donde las reglas de juego han sido cuestionadas y la inestabilidad social ha ido in crescendo, también indican que América Latina continúa en un ciclo de convulsión generalizada. Vaya a saber cuándo se calma.

5. La desconfianza ciudadana está ganando terreno

Lo último que quiero marcar se desprende directamente del punto inmediato anterior: el continente tiene una oleada de desconfianza generalizada que no se vivía desde finales de la década del ’90. Sobre este punto ya te escribí hace algunas entregas atrás, pero quiero profundizarlo un poco más. La encuesta de Latinobarómetro, publicada hace unos meses, muestra que esta sensación generalizada afecta tanto a las instituciones de gobierno como a los actores políticos encargados de tomar las múltiples decisiones que impactan en nuestra vida diaria. En este escenario, es posible que estemos entrando en un nuevo ciclo de desconfianza ciudadana y crisis estructural, ambas dimensiones que se retroalimentan mutuamente como un incendio al que le echan más kerosén. Si esta tendencia se consolida en el tiempo, y no se revierte o corrige en el corto y mediano plazo, las consecuencias para la estabilidad política y social pueden ser negativas. Muy negativas.

Con la Fundación Directorio Legislativo ahondamos en el análisis de los datos y encontramos que en todos los países hay una tendencia decreciente en la confianza hacia todas las instituciones de gobierno. Esto ocurre tanto en países que tenían márgenes de confianza más bien bajos, como aquellos que habían visto recuperar el apoyo ciudadano a las instituciones de gobierno luego del giro regional en 2000/2001. El único caso que no se ajusta a la regularidad latinoamericana es Uruguay. Vamo’ arriba. A eso se suma que la desconfianza ciudadana aplica en los tres poderes del Estado, al igual que en los responsables de llenarlos y hacerlos funcionar: sus propios partidos políticos. Esto, a su vez, impacta de manera negativa en la democracia como un conjunto de reglas a través de las cuales se disputa el poder político. Entrando en crisis el sistema político, también lo hace su régimen.

Sobre este punto, dos notas recientes publicadas en Agenda Pública, acá y acá, han resaltado que el apoyo a la democracia ha ido cayendo en estos años, lo cual indica una falta de satisfacción generalizada sobre la gestión de los asuntos públicos. Esto, por muy pesimista que suene, no tiene que implicar tirar la toalla de la política. Si bien es cierto que con elecciones solo no alcanza, es también cierto que sin ellas the best game in town colapsaría. Y los resultados de esas experiencias no han sido nada buenas para la región. La memoria seguro no te falla.

Chile dejó un par de cosas más

Ganó Gabriel Boric Font, y estamos todos y todas contentos y contentas. Bueno, la mayoría. Juano te contó que la clave de la victoria fue la alta participación electoral y que el candidato del Frente Amplio fue a buscar votos hasta debajo de las piedras. Y, si no te lo contó, es porque no lo leíste, así que andá a hacerlo.

Coincido con él en ambos factores y traje algunos gráficos, propios y ajenos, para que visualicemos un poco las dos cuestiones en paralelo. La participación electoral fue la más alta en términos absolutos en la historia de Chile, la más alta en términos porcentuales y absolutos desde la implementación del voto voluntario en 2012, y la 11° en términos porcentuales desde 1989. Acá te dejo el ranking desde la primera elección nacional post caída de Augusto Pinochet.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia y al Servicio Electoral de Chile.

Sin dudas hubo un cambio en los patrones usuales de participación electoral en los últimos años en Chile. Esto se ve en el giro ascendente que tiene la línea amarilla, que indica el porcentaje de participación electoral sobre la población habilitada para hacerlo. 

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia y al Servicio Electoral de Chile.

Los hermanos trasandinos quedan más cerca del pelotón de sus pares que tienen voto voluntario (tal como te comenté acá) y más alejados de sus propias tendencias. ¿Esto significa que el problema de la participación quedó superado? Para nada. El efecto ballotage acompañado con polarización entre dos modelos totalmente contrapuestos muy probablemente haya generado el atractivo suficiente para que se movilizara una gran cantidad de chilenos y chilenas. Lo importante a futuro es mantener ese atractivo, que los candidatos y las candidatas logren esa conexión, y que los actores partidarios los motiven. Si no, volverían a rondar el 40%/45%, una especie de foja cero.

El otro punto es de dónde comió votos Boric. Bueno, de casi todos. El siguiente gráfico se lo robé a Andy Tow, quien usó la misma técnica que aplicamos con el Área de Datos de Fundar en este informe especial hace unas semanas.

Fuente: @andy_tow.

El flamante presidente electo y candidato del Frente Amplio conquistó votos de todo el espectro ideológico desde el centro y hacia la centroizquierda. También logró conquistar los hearts and minds de la mayoría de quienes no fueron a votar el 21 de noviembre en la primera vuelta. En ese sentido, podríamos pensar que le rindió electoralmente mejor que a José Antonio Kast su moderación hacia el centro. A este último, encima de todo, lo abandonó una porción considerable de sus propios votantes, que se quedó  en su casa el domingo pasado. Eso debe doler.

La sorpresa, sin embargo, viene con un enorme interrogante sobre el que se siguen buscando respuestas: se llevó un cacho importante de los votantes de Franco Parisi, quienes inicialmente se pensaba que iban a inclinarse hacia el candidato de ultraderecha. Si el razonamiento fuera lineal, entonces se podría decir que el diálogo hacia el centro convenció más a estos enojados con la política que la idea de armar una zanja en el norte. Por ahí Chile está encontrando su nuevo equilibrio en el centro. Con nuevos directores de orquesta, claro, que tendrán estos enormes desafíos a futuro.

Elecciones pintorescas

  • Esta noticia me quedó algo vieja porque es de comienzos de noviembre, pero estaba ahí dando vueltas en el Google Keep que uso para recopilar info para LGV y quería hacerte sonreír a fin de año. Como sabrás, en Estados Unidos funciona lo que se llama PAC y Super PAC, que son, básicamente, tipos de comité que recaudan fondos para financiar campañas electorales. Un loco lindo de Wisconsin tiene una cervecería que se llama Minocqua Brewing Company, su nombre es Kirk Bangstad y armó un Super PAC. También compitió como candidato demócrata en la campaña para legislador estatal en un distrito reconocido por republicano (el 34). «No había forma de que un demócrata ganara aquí, así que mi objetivo no era ganar realmente la carrera, sino recaudar dinero para poder ser una gran voz», explica en esta nota. Pero no se quedó ahí: sacó su línea de cervezas políticas. Yo quiero probar la Bernie Brew, una “lager irasciblemente hermosa y socialista democrática”, dice. El Super PAC lo creó el 3 de enero de este año y en el primer semestre juntó unos US$224.000 a partir de donaciones de US$200, la mayoría de ellas de Wisconsin. ¿No me crees? Acá está la data del registro. ¿Seguís sin creerme? Acá están las cervezas.

Fuente: Decision Desk HQ Newsletter entrega del 8 de noviembre de 2021.

  • Hace algunas semanas te conté que iba a haber elecciones generales en Honduras. A esta altura del año dedicarle una entrega particular a ese proceso tan complejo me va a dejar frito, así que acá te dejo el informe que armó Directorio Legislativo con un análisis sobre lo sucedido y seguro lo retome en alguna entrega de enero, cuando habrá pocas elecciones. Sobre todo para ponerlo en contexto.
  • También hubo elecciones parlamentarias en Hong Kong el mismo domingo que votaron en Chile. Seguro te enteraste porque tenés descargado el Google Calendar de LGV 😉. Ahí hubo problemas con la oposición no alineada a China y con un cambio de sistema electoral. Y, como me gusta meterme en temas espinosos y atrapantes, pero tampoco me da la nafta a esta altura del año, acá te dejo los resultados y lo ponemos en contexto también en enero. 

Eso es todo por hoy y así será hasta el 2022. Disfruté mucho de nuestros intercambios y lecturas mutuas durante todo el año cada dos semanas. Me encanta hacer La Gente Vota y espero que a vos también. El año que viene se vendrá renovado porque la región no descansa, tampoco las elecciones. Vos también tomate un descanso, fue un largo y duro año. Porque fueron dos años en uno. En unas semanas nos volvemos a encontrar, seguro en la desintoxicación.

Recordá que, por ser parte de este prestigioso club electoral, podés estar al día con el Google Calendar Electoral (acá desde tu compu y acá desde tu celu) y/o con una lista de Twitter que nutre a La Gente Vota.

Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos el año que viene,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy me encuentran dando clases en UBA y UTDT. Me encantan las elecciones y me sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tengo es aprenderme la historia de los partidos políticos. Creo que la política marida muy bien con un tinto.