Liz Truss, primera ministra por una interna

Los tories tienen nueva lideresa y los británicos nueva primera ministra: Liz Truss. La patriada de su victoria, siempre de atrás. Las posibles elecciones anticipadas. El resguardo en la oposición como opción. Además, el escenario para las elecciones generales en Suecia el próximo domingo.

Hola, ¿cómo estás?

En la última entrega te comenté que si Chile me dejaba, iba a meterme en la elección de la nueva cara del Partido Conservador de Reino Unido y, automáticamente, del gobierno británico. Digamos que los hermanos trasandinos dejaron mucha tela para cortar, pero Juano se metió muy bien con las causas del rechazo el lunes pasado. Levanto su guante: voy a volver sobre el tema, pero cuando se acomode la cosa entre Gabriel Boric, sus aliados y la oposición.

Hoy es full Europa. Porque convencí a la KGB para que me deje incluir algo breve sobre Suecia, que tiene elecciones parlamentarias el domingo próximo. Se acabó el verano en el norte.

Una interna para un gobierno en Reino Unido

La interna tory. Quiero contarte paso a paso cómo funciona la cosa allá porque está bastante alejada de nuestro proceso de formación de gobierno. Tomi te spoileó el martes pasado que el proceso de elección del líder del Partido Conservador había llegado a su fin. Finalmente, Liz Truss, quien ejercía como canciller en el gobierno de Boris Johnson, es la nueva habitante de 10 Downing St. Ya algo de esto habíamos intercambiado en esta entrega. En el sprint final, le ganó la carrera a Rishi Sunak, en los papeles el responsable de las finanzas de El Boris y quien detonó su caída. Este punto no es menor. Fue un verdadero colapso del gobierno conservador, con la mayor cantidad histórica de renuncias en un día. Acá te vuelvo a dejar un gráfico para que veas el pico del salto. Para comprender la magnitud de lo sucedido, Wikipedia hizo una entrada especial para listarlos a todos. No hay zoom-out que te deje a todos y todas en la pantalla. También armaron un mapa para saber de dónde son los que dispararon. El récord había sido de 11 renuncias al gabinete en 1932 y El Boris se comió 62. Brutal.

En ese contexto, Pelos Necios puso a disposición su renuncia como titular del Partido Conservador, pero se mantuvo en funciones como primer ministro hasta que su espacio eligiera a un nuevo líder. Armó un gabinete con lo que le quedó a mano y los tories activaron el mecanismo eleccionario interno con su conocido 1922 Committee. Ellos solitos definieron las reglas de elección y las comunicaron públicamente. Nadie más se metió. Se autonominaron 8 parlamentarios que reunieron el apoyo de 20 de sus pares. Entre ellos, Truss y Sunak. Otros tres no llegaron a juntarlos (Sajid Javid, Rehman Chishti y Grant Shapps). Retomo porque es importante. 

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Confirmados los precandidatos, comenzaron a celebrarse una serie de votaciones internas en el bloque de parlamentarios conservadores para definir quiénes quedarían en pie para dirimir el liderazgo entre los militantes tories, elección interna que se hizo el lunes 5 de septiembre pasado. Cada uno y una de quienes se registraron online como militantes para votar por correo pudo hacerlo hasta el 2 de septiembre pasado a las 5 de la tarde.

En este juego puramente interno de los conservadores, Liz Truss siempre corrió de atrás. En todas las votaciones entre parlamentarios que se celebraron, salió tercera y lejos de su principal rival, Sunak. Pasito a pasito, pero no tan suave ni suavecito, fue haciéndose espacio y logró el segundo lugar en la última ronda celebrada el 20 de julio. Ahí desplazó a Penny Mordaunt, la preferida de la militancia tory, por apenas 8 votos de sus pares. Porque, vale la pena aclarar, todos son miembros del Parlamento de Reino Unido, además de ocupar cargos partidarios (algunos) y/o gubernamentales (eventualmente). De hecho, al analizar las encuestas, Truss nunca fue ni la favorita de quienes se identifican con el Partido Conservador ni del público en general. De éste, como te dije, era Mordaunt. De los primeros, era Sunak. 

Truss apareció primera en los sondeos cuando fue una de las dos que quedó parada. Un poco de épica nunca viene mal para el primer día de trabajo. De poco más de 140.000 militantes que votaron, se hizo con el 47,2% frente al 35% de su rival (17,4% se abstuvo más unos pocos nulos). Acá te dejo la épica en forma de gráfico, sin contar abstenciones. 

Fuente: Wikipedia.

En esta entrega que ya te compartí podés comparar con las últimas tres elecciones internas. Truss está más cerca de Theresa May que de David Cameron o El Boris.

Seguro llegaste hasta y te estás preguntando “guiensó, Truss”. Acá Cecilia Degl’Innocenti escribió una reseña interesante de su carrera. Es particularmente interesante su salto al ala dura del partido y desde dónde vino. Acá, dicen, también hay un panorama piola, pero no puedo leerla porque no tengo lechuga para pagarla. Algo que te dejo para reflexionar sobre estas notas: es la tercera Primera Ministra en la historia del país. Todas ellas fueron lideresas del Partido Conservador. Precisamente por ese punto May y Truss fueron automáticamente identificadas como las nuevas Margaret Thatcher, la dama de hierro de los ‘80. Parece que es una muletilla común para mujeres titulares de sus gobiernos, pero no sé si muy adaptada a estos tiempos.

¿Es democrático? Todo esto abre un poco la pregunta sobre si esta historia es democrática, o lo es más o menos con medio ojo cerrado. Kedecirte, che. Discutamos un poco el tema. Todo proceso democrático implica la elección de autoridades gubernamentales a través de la intervención de la más amplia porción de la ciudadanía posible que, a la larga, va a ser la que viva bajo las decisiones adoptadas por los primeros. Así se forma un gobierno, que lo que siempre anhela, sueña y desea es estabilidad. Al sistema de reglas que lo regula, conocido como sistema político, también le gusta esa palabrita. De esta manera, todo entramado institucional contemporáneo tiene un equilibrio entre un grado de democracia aceptable para legitimarse y un grado de estabilidad necesario para funcionar. Así vivimos, a veces con un poco más de esto, a veces con un poco más de aquello.

En el sistema parlamentario británico, conocido como modelo Westminster, prima un poco más el segundo elemento por sobre el primero. Eso no quiere decir que no sea democrático. Lo es y están convencidos. Desde el primer ciudadano de las islas hasta la Reina, pasando por todos los actores políticos, sean tories o laboristas, hoy en la oposición. Nadie cuestiona el proceso. La dinámica es compleja, pero simple en su esencia filosófica. Las elecciones se convocan cada 5 años, salvo que sean necesarias unas anticipadas por alguna cuestión particular, como ocurrió en 2017 y 2019. Una vez que surge de ahí una mayoría clara y forma gobierno en nombre de The Queen, prevalece en el tiempo establecido por la sencilla razón de que gobiernan partidos cohesionados, disciplinados y unificados detrás de un liderazgo partidario. Cuando éstos son cuestionados, el partido político mantiene el mandato popular. Independientemente de quién sea su cara.

Esto es algo loco, hasta contraintuitivo te diría. ¿Por qué? El sistema electoral británico es de mayoría simple a distrito uninominal. Eso quiere decir que en cada uno de los 650 distritos en los que se divide Reino Unido, los electores de esa zona votan entre candidatos y el que gana se lleva el cargo. Uno solo. Luego, el partido que tiene más bancas (326) forma gobierno. Los brits, entonces, votan a una sola persona, pero a un partido al mismo tiempo, porque esas personas que eligen tienen un color, un símbolo y un liderazgo nacional con el que se identifican. Es el mandato popular agregado el que mantiene el color temporario de 10 Downing St., aunque su líder o lideresa caiga. Por eso digo que prima la estabilidad por sobre la legitimidad democrática en este proceso, pero eso no deja de hacer al sistema en sí mismo democrático. Una cosa no quita la otra. Las dos se refuerzan. La contracara es Italia, como ya discutimos.

El dilema de las elecciones anticipadas. Esta carencia de legitimidad originaria puede ser revertida, y suele ocurrir en Reino Unido. Liz Truss puede convocar a elecciones anticipadas, pero hay dos datos que chocan. El primero surge de una encuesta de Ipsos UK: un 51% de los consultados apoya fuertemente la convocatoria a elecciones anticipadas frente a un 20% que se opone con la misma intensidad. Este sondeo se hizo en agosto, antes de que se resolviera la interna conservadora. La calle lo pide, Primera Ministra.

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Fuente: Ipsos UK.

El segundo dato es que, en un escenario electoral, los tories pierden frente al Partido Laborista. Desde diciembre de 2021 que el Partido Conservador no tiene ventaja sobre sus archienemigos rojos. Hoy las ventaja de la oposición sobre el oficialismo ronda los 10/15 puntos, dependiendo el estudio. Peligroso para la nueva inquilina.

Fuente: regresiones locales de encuestas recopiladas por Wikipedia.

A eso se suma que en un estudio de Ipsos UK, Keir Starmer, líder laborista, supera a Truss en todas las dimensiones de liderazgo.

Fuente: Ipsos UK.

Acá hay dos posibilidades: los británicos se cansaron de El Boris o se cansaron del Partido Conservador. Si es lo primero, entonces Truss puede vivir la luna de miel inmediata que viven casi todos los líderes partidarios que entran por la ventana y se sientan en el sillón. Su agenda de medidas centrada en recortar impuestos, resolver la crisis energética y el sistema de salud apunta a esto. Esa luna de miel puede ayudar a achicar la brecha con los laboristas. 

Si es lo segundo, entonces se abren dos caminos posibles. Uno es que no convoque a elecciones, trate de aguantar 1 año y vayamos viendo. La presión de la calle (y tal vez de la Reina) pueden reducir las chances de esto. El segundo es que ella tenga asumido que el ciclo Tory llegó a su fin, que sea momento de dar vuelta la página en la tensión interna que se venía dando desde el ingreso a la UE y busque recluirse en la oposición para una renovación partidaria. La poca experiencia (acá la nota paga) de su gabinete ministerial me hace pensar esto. 

Yo apuesto por esta última. Tengo ganas de hacer de corresponsal allá.

A mí siempre me gustó Suecia como caso

No es joda: me gusta en serio. Tengo hasta clases con gráficos preparados, el quién es quién de los partidos y algunas notas de color. Por eso quiero dedicarle algo breve (sí Romi, breve) a las elecciones generales que se celebran el próximo domingo. Además, la marqué como una de las principales en la primera entrega del año y votan el Día del Maestro. Doble incentivo para prenderse a la tevé sueca.

Retomo el contexto. Hoy gobierna el Partido Socialdemócrata de Suecia (Sveriges socialdemokratiska arbetareparti), una maquinaria todopoderosa que estuvo a cargo del Poder Ejecutivo en minoría o en coalición en 17 de 22 gobiernos desde la Segunda Guerra Mundial. El apoyo para juntar el 50% del Riksdag lo solía conseguir en el Partido Agrario, renombrado Centerpartiet desde 1957. En las 5 que se quedaron como opositores, igualmente ganaron las elecciones en votos y en bancas. De hecho, si tomamos en cuenta todos los procesos celebrados desde 1917, cuando entran al gobierno por primera vez, ganaron las 30 que se celebraron. No perdieron ni una. Quien pudiera. A esto se suma que las administraciones allá duran bastante. Solamente en 1956-1958 y 1968-1970 duraron 2 años, cuando el mandato es de 4. También entre 1970 y 1991, pero se estiraron a 3. Más lejos de Italia, más cerca de Reino Unido. 

Hoy siguen siendo gobierno, luego de un recambio de liderazgo. Magdalena Andersson se convirtió en la segunda mujer en liderar a los rojos suecos luego de Mona Sahlin, pero la primera en ejercer como Primera Ministra. Este proceso no fue ajeno a la tumultuosa salida de Stefan Löfven del cargo, luego de una crisis en su propio gobierno de coalición con el Miljöpartiet de gröna (Verdes) y el apoyo parlamentario del viejo amigo Centerpartiet, del Vänsterpartiet (Izquierda) y del Liberalerna (Liberales). El problema vino por una reconfiguración de los términos del acuerdo de gobierno, que implicaba rever impuestos, política de vivienda y otras cositas en una agenda progresista que, parece, Löfven no empujaba tanto. Cuestión que Andersson agarró la manija, pero perdió rápido el apoyo de los Verdes. Presentó la renuncia, pero la convencieron, volvió y se quedó gobernando en minoría con apoyo de todos los anteriores, menos los Liberales. Acostumbrados están, por décadas.

Tan mal no le salió porque llegó a cumplir el tiempo establecido en el mandato constitucional, que son los 4 años de gobierno. Enfrente tendrán a los rivales de siempre, con algunas caras nuevas. Los principales son los Moderata samlingspartiet (Moderados), con Ulf Kristersson como candidato al sillón, quien agarró el liderazgo hace 5 años. Estos muchachos fueron los encargados de desbancar del Rosenbad a los socialdemócratas en 2006 y 2010, liderando lo que se conoció como la Alianza, un agrupamiento de derecha junto a los Kristdemokraterna (Cristianodemócratas), los Liberalerna y el Centerpartiet. Poliamorosos estos dos. También aparecen los Sverigedemokraterna (Demócratas Suecos), la versión al extremo de la derecha que tienen allá. Los maneja Jimmie Åkesson desde 2005 y son herederos del nacionalismo sueco. Ninguno de los dos grandes espacios de la política sueca, ni la coalición de centro derecha de los Moderados ni la de centro izquierda de los socialdemócratas, los considera como iguales. Allá el cordón sanitario se respeta.

Hay más datos interesantes para que estés informado y puedas seguir los resultados. En total 8 partidos políticos ponen en juego un total de 349 bancas que se distribuyen en 29 distritos plurinominales. De ellos, la mitad tiene lideresas y candidatas. Aprendamos. A los suecos les gustan las listas abiertas y la asignación incluye compensaciones. 310 bancas se reparten con voto preferencial (acá podés leer más). Las 39 restantes se otorgan de manera proporcional para garantizar una distribución equitativa del poder político. Para poder entrar, tienen que alcanzar el 4% del voto nacional o el 12% en el distrito. Acá detallan más cositas. Un sistema de reglas, digamos, sensato y equilibrado. Funciona.

Y mirá si no. Acá te dejo, a modo de cierre, un gráfico que hice un día para una clase y que cada tanto refloto. Podés ver dos cosas. Primero, la poca cantidad de partidos que han entrado en el Riksdag. Lejos de Países Bajos. Segundo, que los socialdemócratas han ido cayendo recientemente en cantidad de bancas, pero eso no les quita centralidad en la política sueca.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia.

Para ver quién toma la posta esperá un par de semanas. Las encuestas pintan que los Moderados están de capa caída frente a la extrema derecha. Hasta parece que pierden la capital, Estocolmo, con el peor resultado desde 1970. Así viene la simulación de bancas. No te preocupes que igual te lo voy a contar. Te dije, a mí siempre me gustó Suecia como caso.

Recuelectorales

Chusmerío electoral

  • Con Tomi Aguerre y Malena Magnasco lanzamos CICaD, un Centro de Investigación para la Calidad Democrática. Queremos promover la participación ciudadana en los procesos electorales. Estaremos organizando charlas, como esta la semana pasada sobre el Plebiscito de Salida en Chile y esta que, al momento de leer estas líneas, probablemente esté trascurriendo o haya terminado (pero que subiremos a Shutub). También vamos a realizar informes, documentos de discusión y otras cositas. Acá podés saber más. Nos podés seguir en Twitter, Instagram, LinkedIn y, aunque pienses que ese antro ya no existe, Facebook. Si te copa, escribinos. Queremos hacer banda.
  • En 17 días son las elecciones generales en Italia. Ya te conté el contexto hace unas semanas. La cosa viene bipolar entre el Partido Democrático y Fratelli d’Italia. Mirá cómo caen el M5E (principal responsable de la caída de Mario Draghi) pero también la Lega Nord. Nadie supera los 25 puntos, as usual. Ahora, si vamos al voto por coalición, se viene la derecha: tienen una ventaja de unos 20 puntos sobre la centro-izquierda y están cerca del 50%. Distinto sería si M5E y el centro de Matteo Renzi no se hubieran cortado solos. Kedecirte.
  • Cierro con Chile. El Plebiscito de Salida salió mal, pero los chilenos y las chilenas aún quieren una reforma constitucional: un 78% dice que hay que reformar la actual. Ayer me dijeron en una charla telefónica que la discusión no es sobre la Constitución del ’80, la militar. Es sobre otra cosa. Que baje la espuma para saber cuál es.

No te olvides que el año que viene tenemos elecciones en Argentina y una de las propuestas va a ser bancar a esta banda descontrolada que es Cenital. Es política de Estado.

As usual, te dejo a cambio y en confianza el Google Electoral Calendar (acá desde tu compu y acá desde tu celu) y la lista de Twitter que nutre a #LaGenteVota.

Un abrazo electoral,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.