Alternancias provinciales: ¿cuánto perdió el peronismo realmente?

A dos semanas de las elecciones presidenciales, ¿qué dicen los resultados locales? Las lecturas nacionales del recambio de gobernadores.

Hola, ¿cómo estás? 

Allá por marzo (una eternidad) te empecé a escribir sobre los escenarios provinciales. Arrancamos con las internas en La Pampa, después hicimos un paneo provincia por provincia. En algunas entregas, tomé temas nacionales, como el (flasheado) voto bronca, la ideología argentina y tres lecturas sobre las PASO (acá, acá y acá). Fue un lindo recorrido porque aprendí, porque te conocí y porque me escribiste desde donde vivís. Cubrimos casi todas, me quedaron algunas. Las iré desarrollando en otras entregas.

Pero como dice el músico, todo concluye al fin. El domingo pasado tuvimos la última elección provincial desdoblada del largo calendario electoral argentino. Un tema que, también, trabajamos juntos acá. La entrega de hoy, como venís intuyendo, va a ser una especie de balance. En realidad, van a ser tres balances. La primera parte es sobre Chaco. La segunda, sobre Mendoza. La tercera, el general sobre las 18 elecciones generales provinciales que ya tuvimos. Quedan cuatro que tendrán lugar el 22 de octubre con la primera vuelta presidencial: Ciudad y provincia de Buenos Aires, Catamarca y Entre Ríos. Santiago del Estero y Corrientes, como bien sabes, cierran el ciclo en dos años.

Este 2023 nos deja un mapa político mucho más colorido que otros años. Y un peronismo que perdió terreno.

Lo que dejó Chaco

Al final, la elección no fue tan justa entre los competidores como pensé que podía llegar a ser. Jorge “Coqui” Capitanich no pudo ampliar su propio récord personal y alcanzar un cuarto mandato como gobernador de la provincia de Chaco. Esa que tuvo apellido Perón. Leandro Zdero, radical, se quedó con el distrito y le devolvió a la boina blanca una provincia que no tenía en su poder desde 2007. A Coqui igual le queda el hito de ser el gobernador electo que más veces ocupó el cargo en la provincia. Un premio consuelo.

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Y te digo que no fue tan justa entre los competidores porque, en realidad, fue justa con la regla. Recordarás que Chaco replica el mismo sistema electoral ejecutivo nacional. Para ser electo gobernador, cualquier candidato que se presente tiene que alcanzar el 45% de los votos, o bien el 40% y una distancia de 10 respecto de su inmediato perseguidor. Esta cuenta se hace sobre los votos afirmativos. En otras palabras, sobre los positivos. No cuentan los blancos. Zdero, un desafío de pronunciación para la televisión, sacó el 46,2% de los votos, en tanto “Coqui” alcanzó el 41,76%. Con algunos miles de votos menos hubiéramos tenido ballotage, que iba a caer el día del segundo debate presidencial. No íbamos a dormir nada.

La elección, además de dejar esta nota en forma de contrafáctico, deja otras dos que me parecen importantes resaltar. La primera es sobre la división del peronismo chaqueño. En el análisis previo de hace dos semanas destaqué las dos figuras que compitieron por afuera del Frente Chaqueño, la nueva ingeniería coalicional del PJ. Una era Juan Carlos Bacillef Ivanoff, quien ya había competido solo en otras elecciones. El otro era el exgobernador Domingo Peppo, que se terminó bajando y no compitió. Pero yo olvidé un tercero: Gustavo Martínez, intendente de Resistencia y creador de CER (Corriente de Expresión Renovada). Estos dos olvidos fueron alertados por un lector, José María Orsolini, a quien le agradezco públicamente. La cosa es que Martínez sacó 34.596 votos y un nada despreciable 5,05% de los votos. Capitanich, por su parte, capturó 286.085. La sumatoria de ambos da 320.681, unos 4.157 votos más que los 316.524 que sacó Zeta. Mirá qué fina hubiera sido. 

Claro que este cálculo es lo más cercano que tenemos en este espacio a un enorme hablemos sin saber. Porque no sabemos qué podría haber pasado con los votantes de Martínez si él hubiera jugado adentro. Por ahí se iban a Juntos por el Cambio. O por ahí seguían confiando en el oficialismo. Por ahí lo que terminó pasando es que, con el aire de renovación y alternancia parcial que estamos viendo en otros distritos, chaqueños y chaqueñas demandaban caras nuevas, no un récord que se siguiera estirando. Y, tal vez, la estrategia de supervivencia colectiva para el peronismo chaqueño hubiera sido dejar el camino a esas caras. No lo sé. Pero sí sé que esos votos le hubieran dado el cuarto mandato a Capitanich. En y de la derrota se aprende.

La segunda nota tiene que ver con lo que le espera a Zeta. Algo que venimos observando desde el Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD) es cómo ganan los que logran cambios de color político en la provincia. En alguna entrega futura te compartiré los datos, pero puedo spoilearte que las alternancias provinciales vienen con gobernadores no mayoritarios. De las 18 elecciones que ya tuvieron lugar, 11 implicaron continuidad del oficialismo y 7 generaron cambios. De éstas, solamente 2 tendrán gobernadores nuevos con mayorías propias: Chubut (con Ignacio Torres) y Santa Fe (con Maximiliano Pullaro). Las otras 5 alternan primeras minorías (los nuevos oficialismos son los que tienen la mayor cantidad de bancas, pero no llegan al 50% de la Legislatura) con gobiernos divididos (la futura oposición que hasta ahora era oficialismo mantendrá el control del poder legislativo provincial). 

Esto quiere decir que tanto Zeta como los otros 4 mandatarios provinciales electos tendrán que construir gobernabilidad. Esa es una tarea que comenzó el lunes inmediato a cada elección en cada uno de los distritos. Y que, muy probablemente, durará hasta el día antes de que asuma cada uno de ellos, el 10 de diciembre próximo. Hasta incluso puede llevar todo el verano. Los calendarios argentinos te obligan desde la reposera. No es un tema menor dado que el juego nacional aún no se definió y no sabemos qué alineamientos verticales pueden darse entre Balcarce 50, Callao y Rivadavia, y cada una de las capitales distritales. En un contexto económico y social que se avecina difícil, el cambio va a implicar mucho café y batería en el celular.

Y hasta, tal vez, respetar ciertos usos y costumbres de la política:  los que implican negociación y acuerdos; los que no siempre son públicos; los que generan consensos. No creo que el nuevo Chaco escape a eso.

Lo que dejó Mendoza

Voy a escribir algo políticamente correcto y públicamente cuestionable: Alfredo Cornejo ganó con un sabor amargo. La sonrisa bronceada vino por ser el segundo gobernador electo en la historia de la provincia en lograr una reelección (después de Francisco Gabrielli) y el primero desde el retorno a la democracia en 1983. Es un montón, sí, porque Mendoza tiene el segundo mandato consecutivo inmediato prohibido. Para volver a sentarse en este enorme edificio hay que dejar pasar uno. Y, generalmente, los que salen del sillón no vuelven. Buscan otros rumbos. Ya sea por decisión propia, por contexto político provincial o por internas partidarias.

La amargura viene con los datos. Que nunca fallan, por cierto. Hay dos tablas que me llevaron a pensar que Mendoza tiene un oficialismo al que se le drenaron votos. Tanto entre las primarias de junio y las generales del domingo pasado, como entre elecciones ejecutivas. Va la primera. Acá podés ver cómo le fue a cada una de las 5 fuerzas políticas que se presentaron a las PASO mendocinas y que pasaron el filtro para la que de verdad cuenta. Replica la misma metodología que la de Santa Fe que te mandé hace dos semanas.

Fuente: elaboración propia en base a datos del escrutinio provisorio (PASO) y provisorio (generales). Crecimiento electoral coalición = votos generales – votos PASO. Crecimiento electoral coalición (%) = crecimiento electoral coalición / votos PASO. Los cálculos de crecimiento electoral personal son los mismos, pero tomando el voto a cada candidato en PASO.

¿Qué estoy viendo? Que hubo crecimiento personal de todos los candidatos que pasaron el filtro, tal como te muestran las últimas dos filas de la tabla. Tanto Cornejo como Omar De Marchi subieron en proporciones similares, al igual que Lautaro Jiménez (FIT-U). En términos nominales, hubo diferencias, claro. Los que capitalizaron una mayor ganancia fueron Omar Parisi (PJ) y Mario Vadillo (Partido Verde), quien creo que fue la sorpresa de la elección. Si la volvés a ver, por ahí llegas a la misma conclusión que yo.

Pero también veo que tanto la UCR (Alianza Cambia Mendoza) como el PJ mendocino (Alianza Elegí Mendoza) perdieron votos entre las primarias y la elección general en proporciones similares. Este dato para el peronismo cuyano es duro por el lugar en el que quedó en los comicios, pero es igual de preocupante para un oficialismo cuyo líder decidió volver al distrito para mantener el predominio y lograr la tercera. Decisión que, además, se tomó para evitar que De Marchi, un viejo zorro que es ex ganso, pasara a Mendoza de la continuidad a la alternancia. Justo él, el desafiante díscolo, fue la cara de uno de los tres espacios políticos que logró crecer en votos entre las dos elecciones, como indica la cuarta fila de la tabla. El problema para Cornejo vino por la incapacidad personal y colectiva para retener todos los votos de Cambia Mendoza (CM) dentro del espacio político. Sin dudas, votantes de Luis Petri, hoy candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio, se fueron a algún otro espacio. ¿A cuál? No te lo puedo decir porque para eso tengo que aplicar otro análisis que se llama transferencia de votos y necesito datos a nivel de mesa. Pero a algún lado fueron a parar. A Parisi le pasó lo mismo. Mal de otros, ¿consuelo de tontos?

La segunda tabla es histórica y te muestra la proporción de votos que sacaron los principales espacios políticos de la provincia desde el retorno a la democracia hasta este año. Tiene las etiquetas tradicionales con sus colores históricos (Cambia Mendoza adoptó el violeta) y asume que en algunas elecciones armaron coaliciones para competir. La última columna muestra el valor de fragmentación partidaria a partir de la proporción de votos obtenidos por todas las fuerzas que compitieron.

Fuente: elaboración propia en base a de escrutinios definitivos y del escrutinio provisorio de 2023. Fragmentación se mide a partir del número efectivo de partidos, que calcula cuántos espacios políticos son competitivos a partir de la proporción de votos que obtiene cada uno. En 2007 “otros espacios políticos” cuenta los votos de la Concertación que llevó la fórmula Biffi-Thomas y que estaba asociada a Julio César Cleto Cobos. Los votos de UCR corresponden a la fórmula Iglesias-Sanz.

Acá veo más cosas. Una es que Mendoza volvió al juego a tres bandas con sus últimas elecciones. En términos históricos, el sistema partidario del distrito siempre fue poliamoroso: gansos, radicales y peronistas. Los años 2015 y 2019 fueron momentos excepcionales, similares a los de la década del ’80, tal como podés ver en la columna de fragmentación. Las dos elecciones provinciales anteriores reflejaron la jugada maestra de Cornejo, de reunir a casi todo el no-peronismo en ese artefacto coalicional que se sigue llamando Cambia Mendoza. Rindió muy bien.

Pero en este 2023 algo cambió. La cara del radicalismo mendocino con sus aliados sacó una proporción de votos similares a aquellas elecciones en las que perdieron. Todas ellas, a manos del PJ. La única salvedad es la elección de 1999, tal vez la más parecida a la que se celebró el domingo pasado. En esta oportunidad, al igual que en aquella, la patriada terminó siendo una victoria por la sencilla razón de que el peronismo cuyano perdió competitividad (ahora fue mucha), y que esa tercera fuerza que siempre fue el PD, que hoy se llama Unión Mendocina (UM) y que en un momento fue el PRO, no llegó a sacar más votos. Un divide y reinarás que, por cierto, casi sale el tiro por la culata. La salida de De Marchi de Cambia Mendoza y su corrida por derecha terminó generando un competidor hacia el oficialismo mendocino que casi cambia la historia. 

Para ver si estaba errado, le fui a preguntar a Julio Leónidas Aguirre, amigo politólogo de aquellos pagos, con nombre potente y conocimiento profundo. Julio tiene una lectura parecida. “Los números cuentan una historia de movimientos, para mí, bastante clara: Cambia Mendoza perdió 187 mil votos respecto del 2019, y 57 mil respecto a las PASO. Este es un golpe a Cornejo y a Cambia Mendoza”, arranca. Y agrega que esta pérdida “obedece tanto al desempeño del gobierno de (Rodolfo) Suárez (gobernador actual) como al mismo Cornejo como candidato”. 

Él sí se mete con una hipótesis sobre a dónde fueron esos votos. “Claramente, UM creció con los votos cambiemitas anticornejo y los votos peronistas que, frente a la debacle electoral de su partido, eligen dejarlo caer del todo y votar estratégicamente a De Marchi para tratar de arrebatarle la elección a Cornejo”. Acá jugó The peronist machine. Hubo, dice, “una combinación de voto estratégico autónomo y una jugada de los intendentes. Incluso, la ‘soltada de mano’ a la fórmula de Elegí Mendoza era el comentario central en el bunker peronista”, aguijonea. Algo de eso charlamos hace unos meses.

Para cerrar, le hice la pregunta de oro: ¿el escenario mendocino va a seguir así? Ni. El espacio construido por De Marchi “es una coalición electoral de composición muy heterogénea, dudo que pueda resolver sus problemas de coordinación interna en ausencia de estructuras y referentes nacionales claros”, me explica Julio. A eso se agrega: “Los intendentes del PJ hicieron su jugada y terminaron de sepultar a la conducción provincial actual; por lo que estimo que, además de cuidar el territorio, el siguiente paso será recuperar el partido y no seguir alimentando los deseos de De Marchi. Por allí no creo que él pueda cosechar recursos”. Pero claro, pesa lo que ocurra a 1.051 kms de distancia. “Con Milei presidente, se abre un escenario potencial para la Unión Mendocina, de la mano de una reconciliación de De Marchi con el PD devenido en libertario”, cierra.

Se levantan apuestas.

Lo que dejaron las provincias

En un par de domingos casi todo el mapa político va a completarse. Por ahora, venimos así. 

Fuente: CICaD. Cuando indica if significa intervención federal. Hay celdas que unifican años dado el desacople que generaron esas decisiones en el ciclo electoral provincial. Para sintetizar la tabla, se acomodaron los de Santiago del Estero y Corrientes al del resto de las provincias. Dado el momento en que descoordinaron sus respectivos calendarios, asumimos que las dos cierran el proceso de renovación ejecutiva provincial.

Esa tabla muestra el partido de cada uno de los gobernadores y las (pocas) gobernadoras que se sentaron en los sillones provinciales. El azul es el clásico color del peronismo, en cualquiera de sus formas. El rojo, el de los radicales. Los otros colores indican aquellos partidos nacionales que ganaron en esos distritos: amarillo el PRO, rojizo más claro el Partido Socialista, uno parecido FORJA, celeste el FREPASO y el ARI en azul más tirando a violeta. La homogeneidad cromática es el verde, que representa a los partidos provinciales. Son todas aquellas fuerzas político-partidarias que tienen representación en ese distrito y no buscaron extenderse a otros territorios. Algunas son siglas, otras el nombre completo. Economía de espacios en Excel.

¿Qué nos están dejando estas elecciones provinciales? Un mapa político más colorido y poco apto para daltónicos. Este 2023 va a dejar una gran cantidad de partidos políticos provinciales que estarán a cargo de sus respectivos ejecutivos. Aún no puedo decir si esos espacios van a estar o no alineados a alguna coalición que gane a nivel nacional, cualquiera sea de las tres. Probablemente tengan una mejor relación con determinados ocupantes transitorios del Sillón de Rivadavia, pero su génesis, morfología y anclaje son y serán provinciales. 

Este punto también me permite pensar a mí que algunos porotos que se anotó Juntos por el Cambio en este largo calendario electoral 2023 en realidad fueron victorias de provincialismos, que fueron buscados por líderes nacionales para ganar territorialidad. Sí, fueron la cara victoriosa de una de las coaliciones opositoras nacionales en esas provincias. Así se presentaron públicamente y así se subieron a los escenarios. Pero hay diferencias. Una cosa es Santa Fe (UCR), Chaco (UCR) y Chubut (PRO), cuyas candidaturas ganadoras fueron figuras provinciales alineadas y provenientes de partidos nacionales. Otra cosa son los casos de San Luis (Avanzar), San Juan (Producción y Trabajo), Santa Cruz (Somos Energía para Renovar Santa Cruz) y Neuquén (Comunidad), que guardan similitudes con Salta (Partido Identidad Salteña), Misiones (Frente Renovador de la Concordia) y Río Negro (Juntos Somos Río Negro). Aunque sean de distintas provincias, estos 7 casos son similares en sus procesos formativos, en sus construcciones transversales, y en la procedencia y trayectoria personal de sus liderazgos provinciales. Para dónde rumbearán, falta.

Ya para este punto te estarás dando cuenta el porqué del título de esta entrega. Acá te traduje el mapa anterior en una tabla clarita y concreta que te lo muestra.

Fuente: CICaD.

En ella podés ver la síntesis de las victorias de cada partido político en cada elección. El peronismo rompió su piso de menor cantidad de porotos provinciales anotados desde el retorno de la democracia hasta la fecha. Y no lo va a recuperar. Quedan Entre Ríos (poco probable), Buenos Aires (probable), CABA (poco probable) y Catamarca (probable). Supongamos que se anotara estos 4, entonces quedaría en 9. Si a eso le sumamos que pueda recuperar Corrientes (poco probable), serían 10 en 2 años. Santiago del Estero dudo que alterne a otro que no sea el Frente Cívico por Santiago, un provincialismo y buen aliado del peronismo.

Sí, el PJ perdió terreno. Pero no fue a mano de Juntos por el Cambio: lo fue a mano de los partidos provinciales. Algunos de los cuales son ingenierías armadas con pedazos peronistas disidentes, enemistados y autonomizados. Es posible que se abra una nueva era en el ejercicio del poder político argentino, algo que te había adelantado en marzo. Un nuevo mapa político. Yo prestaría mucha atención a la carrera nacional, pero no descuidaría nuestros distritos. Ahí también hay cambios. Ya ocurrieron. Solo que son de otro color. 

Hasta acá por hoy, que me despido sin las random. Un poco por escasez de tiempo, otro porque la info fue densa. Se vienen entregas con foco nacional, que ya estamos trabajando para vos para el mes que viene. Preparate para un PM (ft LGV) el 23 de octubre entre dos politólogos. Bueno, yo sí. A Blas lo acusaron falsamente. Recuerden: si toman la info, por favor citen.

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Un abrazo electoral y te escribo en dos semanas,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.