La ideología argentina: ¿en qué creemos?

Una encuesta de la UBA arroja luz sobre los valores sociales y las cosmovisiones de los argentinos sobre cultura, religión, ciencia y política. La democracia, con un 70% de comprometidos.

Hola, ¿cómo estás?

En este momento estás empezando a leer algo que preparé hace una semana. La escritura transcurrió entre bondis y cuartos de hoteles. Tengo un argumento muy válido para eso y es que hoy estoy cumpliendo años. Treinta y nueve. Decidí tomarme la semana para recargar pilas para un segundo semestre que va a ser a todo trapo para este espacio. ¿Quién no quiere vivir una elección presidencial intensa, disputada y con escenario aún abierto? Disneylandia.

Por eso, para preparar ese terreno, hoy te traigo un estudio muy amplio sobre el que ya te spoileé algunas cosas en escritos anteriores. Hoy te voy a hablar de ideología, de la argentina.

¿Qué democracia y qué política queremos?

Cuando comencé a preparar esta entrega me acordé mucho de este libro que leí en la facultad y ahí se me vino el título. Porque, aunque hoy abonen los personalismos, los talk show barderos, los tiktoks “cancheros” y las plataformas lavadas, yo veo que hace tiempo la política argentina es programática. Eso quiere decir que se discuten ideas que nacen de programas políticos que pueden ser ordenados, clasificados y, sobre todo, diferenciados. Los argentinos y las argentinas tenemos ideas, valores y cosmovisiones. Nos gusta más algunas cosas que otras, y todos y todas nos paramos desde alguna vereda para posicionarnos en torno a temas de interés público. Esa amalgama de nociones da forma a una ideología. No tenemos una sola, tenemos varias. Son esas mismas veredas.

Augusto Reina y Daniela Barbieri armaron un equipo hace un tiempo que se llama Pulsar.UBA, un observatorio de la universidad que tiene por objeto especializarse en el estudio de la opinión pública. Gusta decir que capturamos el pulso de las opiniones del público. Y hablo en plural porque me sumé hace unos meses. Dentro de las variadas cosas que hacemos, uno de los programas se llama Creencias Sociales, algo que te conté en esta entrega reciente. El objetivo es comprender de manera sistemática los valores sociales y las cosmovisiones de los argentinos referidos a temas culturales, científicos, religiosos y políticos de relevancia pública. Justamente, entender nuestra ideología.

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Para poder contar con data certera, precisa, bien recolectada y que escape un poco al foco puramente electoralista de las encuestas de esta época, diseñamos y pusimos en marcha una nacional de 1.000 casos a argentinos y argentinas mayores de 18 años con modalidad CATI. Les hicimos preguntas en torno a siete dimensiones de análisis: 1) la democracia, 2) la política y los consensos, 3) el rol del Estado, 4) las libertades y la igualdad, 5) el orden público, 6) las relaciones internacionales y 7) distintas agendas de debate público. Con todo lo que recolectamos, organizamos una serie de informes de los cuales ya publicamos dos. Acá me voy a concentrar en lo que creo es lo más jugoso de ambos. Si te copa, te recomiendo que los revises completos.

El primero de ellos vio la luz en junio e hizo foco sobre las primeras dos dimensiones. El arranque fue muy interesante porque no solo obtuvimos información muy rica de la foto que tenemos hoy en día como país, sino que también nos dio una gran mano para reflexionar sobre la Argentina que hemos construido en estos 40 años de democracia sin interrupciones. La primera nota fue gratificante: la democracia sigue siendo el mayor de los consensos entre los argentinos. En tiempos donde la polarización lo gobierna todo y los acuerdos políticos no tienen conducción, hay un 70% de los entrevistados que responde con convicciones y compromisos democráticos. El mensaje es claro: la sociedad quiere democracia.

Y como toda encuesta de bien, cruzamos la información por preferencias políticas. Acá viene lo bueno de este último punto y es que este sólido compromiso está presente en los espacios políticos mayoritarios actuales, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio. Este apoyo se sostiene, incluso, cuando les preguntamos si un gobierno que no da soluciones tiene que terminar su mandato o ser interrumpido antes. Ahí aparece la primera diferencia importante, que es también un llamado de atención. Más de la mitad de quienes se identifican como potenciales votantes de La Libertad Avanza consideran que las interrupciones son legítimas. Grietas sobre el régimen.

Este punto nos abrió muchas preguntas y decidimos entrar de lleno. Al equipo metodológico se le ocurrió, con mucho tino, construir “perfiles de demócratas”, agrupando distintas variables que surgieron de las respuestas a las preguntas que realizamos. La clasificación es triple: demócratas puros, pragmáticos e indiferentes. Así los graficamos.

Fuente: Pulsar.UBA.

Ahí podés ver que la mitad de los encuestados son puros, persuadidos, demócratas por convicción. Pase lo que pase, el régimen ante todo. La otra mitad se reparte entre pragmáticos e indiferentes. Los primeros son aquellos que ante alguna crisis grave avalan el cambio de gobierno. Podemos pensar también que son parlamentarios a la europea, donde la caída de un gobierno puede ocurrir antes de que termine el mandato si pierde apoyo político. Allá, eso no hace tambalear a las instituciones. Acá, claro, la clave es siempre tener partidos políticos que estén a la altura de estos momentos, donde las vanidades personales pueden ser tamizadas por compromisos cívicos conscientes. Yo siempre me pregunto si toda América Latina puede ser así de pragmática, y todavía no tengo una respuesta positiva. Los segundos, los indiferentes, son la generación que hay que encantar de vuelta con la democracia. El régimen, cueste lo que cueste. Te dije más arriba, hay una foto pero también una película de 1983 para acá.

Esta discusión en torno a la democracia nos abrió también una discusión centrada en la política. En tiempos donde la apatía pareciera reinar todo, encontramos que quienes habitamos esta bella tierra nos interesamos un poco en la política. Así como escuchás. Es impreciso decir que el desinterés nos gobierna cuando cerca del 40% se siente atraído por las discusiones de agenda y la pelea por el poder. Hay interés, pero no necesariamente mayoritario: el 25% indicó no estar nada interesada, mientras que el 34% dijo estarlo poco. Este punto nos llevó a pensar que no necesariamente haya movilización por la política y para la política, como indica la página 19 del informe. Interesados sí, pero no siempre comprometidos. En este punto es donde la grieta en torno a la democracia apareció. Mientras que el 90% de quienes dicen estar muy interesados en la política prefieren la democracia a cualquier forma de gobierno, casi un cuarto de quienes dicen no estarlo para nada les da lo mismo si viven en una régimen democrático o uno de otro tipo. Eso lo podés ver en el gráfico de la página 15. Compromiso democrático e interés cívico van de la mano. Y viceversa.

De ahí que, si lo que pensamos sobre el sistema en el que vivimos y la forma en que nos gobernamos es relevante, entonces tiene que haber un impacto de la política en las relaciones personales. Lo encontramos. Casi la mitad de los entrevistados condiciona sus relaciones personales a las diferencias políticas. A partir de dos preguntas del cuestionario construimos una variable que denominamos “polarización y relaciones personales”. Con esto buscamos capturar cómo las diferencias políticas pueden condicionar nuestros vínculos sociales. Así nos dio. Lo interesante del hallazgo es el cruce por espacio político. Peronistas y radicales pueden salir a tomar algo. Los libertarios habitan sus cámaras de eco.

Fuente: Pulsar.UBA.

¿Qué pensamos de nuestros derechos y del poder de policía?

El segundo informe nos ayudó a perfilar mejor a la sociedad argentina. No tenemos etiquetas simples, las esquivamos. La ideología argentina es un mármol de concepciones que no son bipolares ni a tres bandas: actualmente somos cuatro cuadrantes asimétricos. Detectamos una combinación de un giro conservador en determinadas demandas en conjunto con un arraigamiento de ciertos y específicos principios progresistas.

Para que esto quede más claro, me voy a centrar en los hallazgos en torno a derechos y a la discusión por la presencia del Estado en el combate a la inseguridad. En cuanto al primer punto, el cuestionario se metió de lleno en siete temas espinosos. Tres de ellos tienen un consenso importante: la adopción homoparental, la subrogación de vientre y la eutanasia. La primera está legalizada, la segunda no está reglamentada, pero está permitida, y la tercera está prohibida. Acá existe una agenda de derechos sociales que permitirían ampliar las libertades de quienes demandan por la consideración del Estado en estas situaciones. Un Estado que esté presente, cuando se lo necesite.

Fuente: Pulsar.UBA.

Una de las preguntas en agenda fue el apoyo o rechazo en torno a la interrupción voluntaria del embarazo. Lo particular de la situación es que, aún con la adopción de la ley hace casi tres años, el debate en torno al tema no se ha zanjado. La cuestión está fuertemente partidizada entre votantes de Juntos por el Cambio y de La Libertad Avanza, de un lado, y del peronismo, del otro. Adicionalmente, en franjas etarias más adultas el nivel de apoyo disminuye considerablemente. Esto abre el interrogante sobre la importancia del Estado en materia de inclusión, defensa y promoción de derechos adquiridos. El detalle podés verlo en la página 18.

Finalmente, en lo que respecta a la ampliación de esta agenda (trabajo sexual legalizado, consumo de marihuana y lenguaje inclusivo) existe importantes reparos a considerarlos como demandas sociales. Son cuestiones planteadas por porciones más metropolitanas de la sociedad, pero sin encontrar el consenso suficiente todavía. Sobre este punto resalta la consideración sobre la Ley de Educación Sexual Integral (ESI). Como política pública tiene un apoyo mayoritariamente urbano. El resto de los estratos consideran, en cambio, que tienen que ser también las familias las que lo trabajen en casa, como se ve en la página 22. Aflora así una demanda por la co-responsabilidad de la educación sexual.

El segundo punto que quiero resaltar es el que hace foco en torno al orden público. Esto es, la responsabilidad estatal de garantizar seguridad a su ciudadanía. Y la gran pregunta es: ¿status quo o reforma? Observamos que existe un consenso mayoritario en la sociedad argentina en cuanto a la necesidad de aumentar las penas para luchar contra la inseguridad (77%) y de otorgar más poder a la policía en la lucha contra el delito (73%). Sin embargo, hay divisiones significativas en cuanto a la pérdida de libertades y derechos para combatir el narcotráfico (54% lo rechaza) y a la posibilidad de que cualquier persona porte legalmente un arma (85% en la misma dirección).

Estos resultados reflejan una preocupación generalizada por la seguridad y el combate al delito, pero también una división en cuanto a los límites que cada uno y una está dispuesto a aceptar en términos de derechos y libertades individuales. Además, se puede notar una reticencia mayoritaria hacia la idea de que cualquier persona tenga sus propios fierros. Es un punto que también está partidizado a partir del empuje desde el extremo de la derecha y que ha entrado fuerte en la campaña presidencial. Encontramos, así, una demanda ciudadana en este tema. Antes que status quo, un Estado reformado que tenga más presencia, sí. Pero no uno que sobrepase por las libertades conquistadas ni en un momento de excepción. Tampoco el cheque en blanco que implica descentralizar la protección personal. Un Leviatán que siga siendo Leviatán, con algunas herramientas más.

Fuente: Pulsar.UBA.

¿En cuántas veredas nos paramos?

Y así llegamos a lo más jugoso de los informes y de esta entrega. Quienes la tienen clara con esto en el observatorio aplicaron una técnica denominada “agrupamiento proyectivo de perfiles ideológicos” para poder identificar y clasificar a las personas en grupos con creencias políticas y económicas similares. Tomaron las preguntas y las respuestas de dos dimensiones del cuestionario (“Público y privado” -punto sobre el que no ahondé pero que está para que revises– y “Libertad e Igualdad”) para construir cuatro perfiles ideológicos desde dos ejes complementarios: uno económico y otro moral. De este cruce surgieron cuatro perfiles: 1) privatistas, 2) estatistas, 3) progresistas y 4) conservadores. Así nos dio.

Fuente: Pulsar.UBA.

Ahí está con colores ese giro conservador de la sociedad argentina que te mencioné antes. Un punto que levantó el equipo al discutir los resultados es que, si el 2001 llevó a una mayor demanda por más Estado ante la experiencia de los ’90, ahora la dirección es opuesta después de una mayor presencia leviatánica. Ese 60% que agrupa el cuadrante superior es un reclamo por más presencia del sector privado. El mercado, que vuelva. De alguna manera. Quedan, sin embargo, discusiones interesantes que suman más grises a algo que se piensa en términos de blanco y negro en la tele. Si vas a la página 11 vas a ver que casi el 50% quiere que las empresas de servicios públicos estén en manos privadas, pero con un Estado que controle. Sí, volver a los ’90, pero otros ’90. Unos que funcionen bien.

Otro punto que me parece interesante del gráfico es que la discusión moral está empatada en partes iguales. Acá sí hay grieta en torno a si el Estado tiene que regular la vida privada de las personas (conservadores) o si no debe hacerlo (progresistas). Hacé el ejercicio conmigo de cruzar este eje horizontal con la agenda de derechos que desarrollé en el segundo apartado de la entrega. Si una persona decide morir y está en uso de sus facultades para pedirlo, ¿el Estado se mete donde no debe aprobando una ley que lo garantice? Si la venta de alcohol está permitida, ¿la vida privada se sovietiza si una norma regula el mercado de cannabis para consumo personal? Si la salud pública ya garantiza por ley da la seguridad para que las mujeres puedan decidir por sí mismas, ¿no es acaso protección, garantía y seguridad antes que intromisión atea descarnada? Ideas, nomás.

El último aspecto que quiero tocar es la clave electoral de esos cuadrantes. Dada la campaña electoral vigente, hay una clara sintonía entre quienes se identifican como votantes de Juntos por el Cambio con los de La Libertad Avanza. Son más las dimensiones que los acercan entre sí que las que puede haber entre los primeros y los votantes de Unión por la Patria. Hay una coincidencia programática en torno a una retracción del Estado en favor del mercado, en cuanto a reformas para combatir el delito y en varias cuestiones relacionadas a la agenda de derechos. Tanto de los conquistados como de los que están en vías de serlo. Frente a este escenario, la agenda programática del peronismo parece quedar más relegada y con menor acompañamiento social. Este punto, entonces, termina siendo una pregunta para las mesas de estrategas electorales. La foto muestra, sin dudas, que hay discusión ideológica en la Argentina. Hay ideas, valores y cosmovisiones. Hay discusión. Hay veredas programáticas. También hay un giro, uno que ahora tiene colores y números. El que quiera ganar el alquiler de Balcarce 50 lo tendrá que tener en cuenta. Sobre todo si quiere cumplir ese contrato y tratar de renovarlo.

Una random

  • El domingo pasado hubo elecciones anticipadas en España. Todavía no hay gobierno, tranqui. Parlamentarismo, ¿vió? Por eso te dejo para que leas la brillante entrega de Juan Elman del newsletter #MundoPropio. También dale bola a esta nota, que resalta la importancia del voto extranjero. En este escenario, una banca puede hacer la diferencia.

No quiero irme sin recordarte que Gane quien Gane, la cobertura que armó Cenital con Fundar para ir siguiendo los temas que verdaderamente importan, sigue muy activa. Ya sabes que, si todo este trajín te llegó por WhatsApp, Twitter o Ig y querés seguir recibiéndolo, es por acá. También creo que el mejor regalo que me podés hacer hoy es sumarte al círculo de Mejores amigos de Cenital. Ah, y también me gusta el vino.

Un abrazo electoral y te escribo antes de que pase el temblor,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.