Elecciones en Río Negro: la consolidación de un proyecto transversal

De ser un bastión radical a una opción peronista, el 16 de abril hay elecciones a gobernador. Weretilneck encabeza la opción del provincialismo.

Hola, ¿cómo estás? 

En esta entrega me estoy adelantando poco menos de un mes a los hechos. El 16 de abril se renuevan los cargos provinciales en la patagónica Río Negro. Mismo día que en Neuquén y que en la ciudad de Trelew. No es tema menor que se vote el mismo día en que renueva autoridades su vecina al oeste. Hay vasos comunicantes. Sobre eso te voy a contar más adelante.

Pero antes, hay historia. Una parecida a la de La Pampa. Por lo menos, en la conformación del distrito. En la relación con el peronismo hay más diferencias.

Este es el perfil político electoral de Río Negro, la tierra de la fruta con sabor.

Territorio peronista esquivo

Con la sanción de la Ley de Territorios Nacionales (Ley N° 1.532) se estableció en octubre de 1884 el de Río Negro, su capital era Viedma, que venía de serlo de toda la Gobernación de la Patagonia por decisión de Nicolás Avellaneda. La ciudad, sin dudas, era un centro político, económico y social potente en la región más austral del país. Con el crecimiento de la zona, el empuje de las elites provinciales y el apoyo de Juan Domingo Perón, al distrito le pasó parecido a sus vecinos pampeanos del norte, solo que unos años después. El 15 de junio de 1955 se sancionó la Ley N° 14.408 que estableció la Provincia de Río Negro. Fue un paquete en combo: también lo hicieron Formosa, Chubut, Santa Cruz y Neuquén. 

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La cuestión es que el empuje provincializador llegó a toda la Patagonia en forma de autonomía política. Río Negro tuvo su primera elección recién en febrero de 1958 a causa del golpe de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu. Con el Partido Justicialista proscripto, la disputa se concentró entre dos boinas blancas, y ganó  Eduardo Castello por la Unión Cívica Intransigente (UCRI) como el primer gobernador electo de la historia con el 34,85% de los votos. 

Recién en las elecciones del 18 de marzo de 1962 el PJ pudo competir, pero no con su sello sino con el del Partido Blanco. El nombre no era adrede: aludía al voto en blanco alto que había resultado en las elecciones cuatro años antes (20,64% al considerar el total del electorado). El gobierno electo fue el de Arturo Amadeo Llanos, que claro, ni llegó a asumir porque los militares consideraron que había demasiada democracia y mucho peronismo. El golpe del 29 de marzo de 1962 destituyó a Arturo Frondizi (fe de erratas: le pifié en la entrega pasada y hablé de su hermano marxista, Silvio), lo que también se llevó puesto al primer gobierno peronista en la historia de Río Negro. Las nuevas elecciones en julio de 1963 depositaron a Carlos Christian Nielsen (UCRP) al frente del gobierno provincial. A la tercera, la vencida para los boina blanca del pueblo.

La historia de elecciones e interrupciones siguió como en todo el territorio nacional. Río Negro no estuvo exenta. Fue recién en 1973 que se volvió a votar. Con una nueva salida de los militares del poder y otra apertura democrática, se convocaron a elecciones en todo el país. El PJ al fin pudo jugar con su sello y llevó a Mario Franco, peso pesado del movimiento en la provincia. Había sido una de las caras de la resistencia peronista en la década del ’50, siendo el responsable de armar la estructura partidaria del Justicialismo. De hecho, armó tres partidos: el PJ propiamente dicho, Unión Popular y el Partido Blanco, el mismo con el que se ganó en 1962 y cuya candidatura desistió en su momento. Ahora, en 1973 vino su reivindicación y una victoria contundente con el 46,07% de los votos y más de 20 puntos de ventaja sobre Roberto Requeijo del Partido Provincial Rionegrino (PPR). Las reglas de ese momento incluían el ballotage para la elección ejecutiva, pero eso nunca sucedió. Requeijo no quiso competir contra Franco y desistió de la segunda vuelta. El primer Menem.

¿Y estos del PPR de dónde salieron? El partido fue fundado en mayo de 1972 por el entonces interventor federal del distrito, el propio Requeijo. Frente a la ya avanzada negociación por la apertura democrática y el regreso de Perón a la Argentina, muchos militares vieron que era necesario jugar el juego de las urnas para tratar de incidir sin fierros. El General de Brigada Requeijo oyó el canto del brigadier mayor Ezequiel Alfredo Martínez y la Alianza Republicana Federal. Juntó algunos burócratas que andaban con él, se puso un traje que definió como demócrata-cristiano y se mantuvo competitivo unos años. El PPR jugó en años posteriores con candidatos propios y se integró en un frente con la UCR en 1995, 1999, 2007 y 2011. En 2003 fue colectora de Carlos Soria y el PJ. Así siguió hasta que en 2014 se aprobó la fusión con el PRO y el cambio de nombre, no sin generar alguna tensión interna.

Bastión radical

El regreso a la democracia en 1983 cambió toda la lógica de la provincia. Las elecciones de octubre de ese año vieron cómo la UCR convertía a Río Negro en uno de sus pocos bastiones en todo el país. Osvaldo Álvarez Guerrero ganó la gobernación con el 52,69% de los votos y una cómoda mayoría de 21 sobre 36 bancas. Segundo quedó el exgobernador Franco a 16 puntos. La boina blanca llegó para quedarse, un buen rato. En el año 1987 volvieron a ganar en la figura de Horacio Massaccesi, quien tuvo el impulso para modificar la Constitución provincial e incorporar la reelección inmediata por un período para el titular del Poder Ejecutivo. Así volvió a ganar en 1991 y alzarse con la nominación de la candidatura presidencial radical en las generales de 1995, las de Menem reelecto.

Acá es donde empiezan a aparecer algunas regularidades que hacen de Río Negro un distrito algo desacoplado de los ciclos políticos nacionales. El primer punto es el que mencioné antes: fue un claro bastión radical durante los ’80, ’90 y entrados los 2000. Estos gobiernos radicales tuvieron dos cosas. La primera, victorias importantes, cercanas al 50% de los votos, salvo en 1987 y 2003. 

Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD). Base de datos elaborada junto a Sebastián Parnes. La categoría “otros” agrupa el % de votos de terceros partidos que no lograron romper el dominio de los actores principales ni que pudieron consolidarse en el tiempo. El objetivo es simplificar la distribución de las preferencias en categorías sencillas de interpretar.

La segunda es que fueron gobiernos con mayoría propia. Salvo en las victorias de 1987 y 2007, donde no lograron la mitad de la Legislatura, en todas las demás sí lo consiguieron. Si digo bastión, es con todas las letras.

Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD). Base de datos elaborada junto a Sebastián Parnes. La categoría “otros” agrupa el % de votos de terceros partidos que no lograron romper el dominio de los actores principales ni que pudieron consolidarse en el tiempo. El objetivo es simplificar la distribución de las preferencias en categorías sencillas de interpretar.

Hay un segundo elemento para resaltar y es, como venís leyendo, que el PJ siempre tuvo dificultades para hacer pie en la provincia, ya sea por las interrupciones y proscripciones militares, o por tener enfrente a rivales con territorio, estructura y votos. Esta situación ha llevado largas horas de discusión y estrategia en unidades básicas, pero sin suerte. 

Un recurso al que echó mano el peronismo rionegrino fue el intento constante de ampliar su base de votantes sumando partidos locales que le permitieran romper la hegemonía radical. El resultado, sin embargo, ha sido magro. Lo intentó en 1995 yendo junto al Movimiento Popular Patagónico y se quedó a tan solo 624 votos. En 1999 repitieron con los mismos, pero nuevamente sin chances. En 2003 el intento de Soria con el PPR mantuvo el mismo resultado: la UCR al poder provincial. Esto  se volvió a repetir en el año 2007, cuando Miguel Ángel Sáiz –una de las caras de los radicales K y de la Concertación de Néstor Kirchner y Julio Cobos–, se trajo de vuelta al PPR cerca.

Una de las explicaciones es que en cada elección, aunque estos acuerdos se lograron, siempre hubo un tercer partido que consiguió entre 10 y 20 puntos, impidiendo al PJ hacerle fuera a una UCR sólida y con liderazgos de trascendencia nacional. Ocurrió primero con el PPR en los ‘80, pero también con el MPP y el Frente Grande (FG)/FREPASO en los ’90, y con el ARI en los 2000. De hecho, Río Negro fue uno de los distritos en los que no se pudo armar la Alianza que llevó a Fernando De La Rúa a Balcarce 50 por la falta de acuerdo entre radicales y frepasistas.

El cambio peronista

El escenario cambió totalmente y, tal vez por un buen tiempo, con las elecciones de 2011. Con un PJ provincial que bailaba entre Miguel Ángel Pichetto y Carlos Soria, éste último se alzó con la candidatura para volver al poder por primera vez desde 1973 y así sacarse el sabor amargo de 1995. Soria quiso evitar que esos 10/20 puntos lo dejaran otra vez a las puertas de Viedma, y fue a buscar a Alberto Weretilneck, la cara del FG rionegrino que se mantenía bien activo. Sellaron un acuerdo y desbancaron a los radicales de la provincia, por 51% a 37%. A eso le sumaron una clara mayoría con 30 de las 46 bancas en la Legislatura. Pero la tragedia casi tira todo por la borda. Su esposa Susana Freydoz le disparó y lo mató en la madrugada del primer día del año 2012, a menos de un mes de asumir la provincia. La situación convirtió a Weretilneck automáticamente en gobernador y, así, sentó la piedra fundamental de Juntos Somos Río Negro (JSRN).

Otro partido provincial con peso, futuro y gobierno.

Las reglas y los cargos

Weretilnek asumió el 1 de enero de 2012 como gobernador, luego de la muerte de Soria, pero intentó que la justicia rionegrina tome como su primer mandato el de 2015-2019, cuando fue reelecto. Después quiso un tercer período, pero la Corte Suprema de la Nación lo inhabilitó.

Acá surgió una cuestión no menor luego de aquella muerte. Miguel Ángel Pichetto, que siempre tuvo a su provincia adoptiva como un desafío nunca alcanzado, inició gestiones informales para que se convocara a nuevas elecciones en el distrito. Sin embargo, la Constitución provincial no contempla ese escenario en el artículo 180 que refiere a la acefalía ejecutiva. La única posibilidad en que se hubiera podido apelar a este recurso hubiera sido que tanto Soria como Weretilneck hubieran estado impedidos de asumir dentro de los dos primeros años de gobierno. Nada de doblar ni torcer reglas.

Ahora, en un par de domingos, el electorado rionegrino, que rondará los 590.000, elegirá su próximo gobernador, cuando deje el cargo Arabela Carreras, quien fuera legisladora provincial entre 2011 y 2017 y quien continuó en Viedma luego de que Weretilneck dejara la Casa de Gobierno en 2019. 

Como te dije más arriba, la elección de cargo es por mayoría simple con una reelección inmediata. Así desde la elección de 1991 en adelante. Hasta acá no hay muchas novedades. Donde sí las hay es en la elección de cargos legislativos provinciales para el recinto unicameral que los representa. Desde la reforma de 1988 se incorporó que el Poder Legislativo no debía tener menos de 36 asientos y un máximo de 46, valor al que se llegó a partir de la elección provincial de 2011. Todas se renuevan juntas junto con la gobernación. Nada nuevo bajo este sol, pero sí lo es cómo se reparten en el territorio.

Acá Río Negro es como Córdoba porque tienen dos niveles. Uno se llama de representación regional y busca la igualdad entre las regiones de la provincia. Son 8 circuitos electorales que agrupan a los 13 departamentos, y al que se le asignan 3 legisladores a cada uno. Eso da un total de 24. El otro nivel es el de representación poblacional y es el que se ha ido ajustando para llegar al máximo establecido por Constitución. Hoy en día son 22 que se eligen con la provincia como distrito único. Ambos niveles tienen un piso mínimo de 5% desde la Ley Provincial N° 4.656/2011 y se reparten por fórmula D’Hondt.

Este juego de dos niveles (y esto no es apto para no politólogos) genera determinados efectos. Uno es que te permite, siendo un partido local o regional, contar con una cantidad de bancas que te conviertan en un aliado necesario si sos fuerte en esa región de la provincia, sobre todo en una que cubre todo el país de costa a montaña. Casos como los mencionados antes abundan. Y eso se debe, mayormente, a la heterogeneidad que tiene. Podemos decir que (no necesariamente) hay una Río Negro, sino muchas.

Eso me lo contó Jimena Pesquero Bordón, gracias a un acuerdo de cogobierno para estas entregas que firmó #LaGenteVota con la Red de Estudios en Política Subnacional (REPSA) que dirige Sebastián Mauro. Ella es socióloga, especialista en la provincia en que vive y, resulta, que fue alumna mía de maestría. Jimena me dice: “es una provincia extensa con cuatro grandes regiones con características geográficas, sociodemográficas y económicas particulares. Para graficarlo desde Viedma, sita en el valle inferior, a la ciudad más importante, Bariloche, hay mil kilómetros de distancia. Lo mismo que de Viedma a la Ciudad de Buenos Aires. Esto, entre otros factores, ha hecho compleja la integración provincial y hay teóricos que caracterizan a Río Negro como una confederación de ciudades”.

Esta situación geográfica hace que aparezca el segundo efecto partidario como consecuencia del diseño institucional y es que, si querés ganar y gobernar con mayoría, necesitas de una figura fuerte que arrastre, pero también de una estructura partidaria bien extendida y de apoyos locales fuertes en todo el distrito para, justamente, no depender de los aliados regionales que te puedan condicionar. Con controlar solo ciudades como General Roca o Viedma no alcanza, como tal vez sí podría pasar en La Pampa con Santa Rosa y/o General Pico. Es una provincia muy heterogénea. La mitad de la Legislatura está repartida entre las regiones, mientras que la otra mitad aparece en toda la provincia. El riesgo de apostar sólo por éste último nivel es alto. Hablamos, además, de un electorado más grande. No es fácil ser la cara de todos los rionegrinos. Los radicales lo supieron muy bien.

La era de los provincialismos

Y Alberto Weretilneck también. Así llegamos al actual contexto político para las elecciones provinciales del 16 de abril próximo. La construcción de JSRN, primero alianza electoral pero ahora ya partido propio, se hizo desde su desembarco accidentado en Viedma. Weretilneck era la cara del Frente Grande en su seccional rionegrina, un partido que siempre sacó un puñado de votos pero nunca pudo romper el bipartidismo radical-peronista vigente desde la década del ’80. A eso se sumó que él, políticamente de Cipolletti, entró como aliado más chico de Soria, de su familia y de General Roca, donde han hecho pie con fuerza desde hace 23 años y no se han ido –María Emilia Soria, hija de Carlos, acaba de ser reelecta intendenta–. De ahí que, en 2012, apareció este dilema: para quedarse un buen tiempo en el sillón, ¿cómo armar frente a tanta disparidad regional, con debilidad política inicial y luego de tantas décadas de gobiernos radicales?

Oportunidad, mérito y conveniencia, me dice entre líneas Jimena. “JSRN puede caracterizarse, de modo general, como una fuerza provincial de organización flexible en torno a un liderazgo personalista con capacidad para representar coyunturalmente la opinión de la ciudadanía rionegrina autonomizada de sus previas solidaridades partidarias, principalmente del radicalismo, y explotando el campo de la comunicación política. JSRN se fortaleció desde su rol como agencia gubernamental, producto del proceso de redistribución del poder político que atravesaron las élites gobernantes desencadenada por la prematura muerte del gobernador y el declive tardío de la UCR provincial respecto del nacional”, profundiza. Este proceso, claro, no es nuevo, sino que viene desde la formación del MPP, el Movimiento Popular Patagónico. 

El grupo del que viene Weretilneck, amplía Jimena, “es parte de una elite política que gobierna Cipolletti, tercera ciudad de la provincia muy conectada a Neuquén, mediante la conformación de diferentes alianzas desde el retorno a la democracia. Sus orígenes pueden rastrearse en la década del ‘60. A partir de la década de los ‘90 crearon su propio partido, el MPP, asentado en un ideario municipalista y federalista y decidieron una estrategia dual: seguir siendo el partido predominante local y, a su vez, lanzarse como tercera fuerza provincial”. 

JSRN puede verse, entonces, como la continuación del MPP y del FG rionegrino, pero nutriéndose de cuadros medios del peronismo, que se fueron  del PJ por falta de democracia interna, y del radicalismo provincial, cercano al exgobernador Pablo Verani y con mucho conocimiento de la administración pública. Una identidad hecha con pedazos locales, pedazos peronistas y pedazos radicales.  De lo local a lo provincial. De comenzar con pies de barro a consolidarse como un claro actor provincial predominante. ¿Y después?

No es poca cosa que JSRN se haya constituido como el actor político rionegrino en los últimos años. Si volvés a ver los datos que te mostré más arriba, vas a ver cómo se consolidó en elecciones consecutivas en proporciones similares a las que tenía la UCR distrital. Jimena encuentra una explicación social y geográfica de Río Negro, antes que programática o ideológica. “Creo que más que lealtades político-partidarias vinculadas a la identidad radical que migraron o se transformaron, se vincula a una estabilidad de clivajes político-territoriales que expresaron más acabadamente en distintos momentos distintos sectores internos del radicalismo y hoy lo hace JSRN”, puntualiza. A esta dimensión que ella resaltó, yo le agrego otra: la capacidad política de Weretilneck para recorrer la provincia, juntar, armar y dar forma a una estructura política en el momento indicado. Cuando tuve la oportunidad de conocerlo, esto saltó a primera vista. Sus historias lo corroboran.

Lo particular del caso es que se identifica socialmente como un partido no necesariamente peronista, pero que se nutrió de esos cuadros para tomar forma. A la cual ayudó, también, un esquema de alianzas circunstanciales bien aprovechadas en el Congreso Nacional. “En este devenir, JSRN logra obtener representación en el Congreso de la Nación lo que le permite fortalecer su posición negociadora con los gobiernos nacionales de los diferentes signos políticos”, me cuenta. 

Hoy JSRN tiene 2 diputados nacionales que integran el interbloque “Provincias Unidas” junto a los 2 del Frente de la Concordia Misionero. Negociación que encaró el propio Weretilneck siendo senador por la provincia desde 2019, el otro poroto que se anota JSRN.

De cualquier manera, para estas elecciones, la lógica distrital se mantiene un poco, pero otro poco cambia. El líder de JSRN busca volver a Viedma con un “Gran Acuerdo Rionegrino”, esta vez juntando más pedazos que andan dando vueltas. Estableció un acuerdo con (lo que queda de) la UCR rionegrina, la cual rompió la versión de Juntos por el Cambio local, y dejó solo al PRO con el diputado nacional Aníbal Tortoriello como candidato y el apoyo de la CC-ARI. También sumó, ante la diáspora local que implicó el abandono del peronismo provincial por parte de Mike Pichetto, al PJ, a Nuevo Encuentro y al Partido Victoria Popular. Todos ellos se llaman “Nos Une Río Negro”. La unión se dio con el visto bueno del kirchnerismo, a partir del positivo vínculo existente entre los dos senadores entre sí, y de ellos con la vicepresidenta. Otra vez un cacho de cada uno, pero a fuerza de colectoras verticales que van de arriba a lo local como ésta que me pasaron de ejemplo. Con una regla de oro: donde hay radicales y peronistas adentro que gobiernan municipios, JSRN no les planta candidatos. Jimena me comenta que la ingeniería electoral se pudo concretar gracias a una modificación del código electoral de la provincia realizada en noviembre pasado (Art. 154bis). 

Después, con la victoria, todo eso hay que gobernarlo y, sobre todo, coordinarlo. Las reformas que desea encarar necesitan de acuerdos previos, legitimidad social alta y potencia para adoptarlas en el mediano plazo. Un coalición mayoritaria (posiblemente) superior a las anteriores que vio Río Negro.

Igual, en el cuarto oscuro habrá espacio para dos candidaturas identificadas con el Frente de Todos y el kirchnerismo: Vamos con Todos (Silvia Renee Horne, diputada nacional 2015-2019) y Unidad para la Victoria (Gustavo Casas). Pero también para un libertario que llega hasta la Patagonia: Ariel Rivero, de Primero Río Negro y con este sutil logo.

Será, muy posiblemente, la consolidación de un liderazgo regional. De uno patagónico. Y de uno que busque su proyección futura nacional. Si el JSRN busca imitar a su vecino MPN, está haciendo los deberes en esa línea. La era de los provincialismos por ahí lleva adelante un poco más de verde.

Algunas random

  • El domingo pasado se realizó la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Montenegro (sin Serbia). Se hicieron en un clima de cierta inestabilidad política, con sucesivas mociones de censura sobre la coalición de gobierno en 2022. El ballotage se va a hacer el 2 de abril porque el oficialista Milo Đukanović no le pudo ganar al nuevo centrista Jakov Milatović. Hace 5 años Milo ganó en primera vuelta tranca. Sorpresa.
  • En un calendario electoral bastante desdoblado, también se animan algunos municipios. General Roca (Río Negro) y en La Falda (Córdoba) fueron dos municipios que se adelantaron. Más allá del resultado, el tema fue la participación electoral. En el primero votó cerca del 70% del padrón, pero en el segundo la nota fue que lo hizo alrededor del 50%. Esto despertó algunas alertas. CICaD está preparando algunas cosas al respecto para que nadie se preocupe tanto ni de más.
  • El Partido Demócrata de Italia eligió a su nueva Secretaria General: Elly Schlein. Esto viene después de la fallida estrategia y la dura derrota de la rosa italiana en las últimas elecciones parlamentarias.
  • Kaja Kallas seguirá siendo primera ministra de Estonia. Le dió un color más progresista a su coalición, que no tardó mucho en formarse después de los buenos resultados que tuvo su partido.

Hasta acá llega el segundo panorama provincial del calendario 2023. En las próximas semanas habrá un pico de entregas porque se viene el super mayo electoral argentino. Si te llegó por WhatsApp, Twitter o Ig y querés seguir recibiéndolo, es por acá. Si te copó y querés aportar, es por acá

Un abrazo electoral y nos leemos en unas semanas.

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.