Costa Rica elige al presidente menos poderoso de su historia

La lógica de lo nuevo por sobre lo viejo convirtió a Rodrigo Chaves en el presidente con menos bancas propias de la historia tica. Hungría se queda con lo viejo, al igual que Serbia. Una buena: fracasa el vergonzoso referéndum de Orbán sobre la enseñanza de contenido LGTB en escuelas gracias al voto nulo.

Hola, ¿cómo estás?

Retomamos nuestra programación epistolar habitual con sorpresas que no son tanto. En realidad se pensaba que iba a haber sorpresas, que no pasaron. Y hubo resultados que a mí me parecieron sorpresivos, pero que rascando no son tanto. Vos pensarás que te vengo a escribir sobre obviedades, entonces. Bueno, tampoco tanto. La agenda de hoy está centrada como tema principal en el ballotage de Costa Rica del domingo pasado, con su bella historia democrática atrás y las causas que llevaron al neófito Rodrigo Chaves a Zapote. Para el cierre quedan notas de color sobre Hungría (que lo vengo siguiendo hace rato) y Serbia (que no tenía mucha idea y aprendí en estos días). Acordate que el domingo hay primera vuelta presidencial en Francia (acá podes ver la evolución de las encuestas) y el referéndum revocatorio contra Andrés Manuel López Obrador en México convocado por él mismo (acá podes ver una crónica profunda y completa).

Sale esa ensalada electoral con colchón de populistas.

La peruanización de Costa Rica

La frase no es propia, sino que se la robé con cita a María Victoria Murillo. Es un fenómeno que también resalta Rogelio Nuñez en esta nota. Ambos mencionan que es una oleada que está afectando a toda la región, y todo parecería indicar que tienen un punto. Costa Rica se subió a América Latina, dejó de ser una isla y se metió en el grupo mundialista de Perú (entregas al respecto acá y acá). Al ballotage del domingo 3 de abril pasado llegaron los dos sobrevivientes de la carnicería que fue la primera vuelta: José María Figueres Olsen del histórico y poderoso Partido Liberación Nacional (PLN), quien obtuvo el 24,3% de los votos en la primera vuelta en febrero, y Rodrigo Chaves Robles del más nuevo Partido Progreso Social Democrático (PSD), que sacó el 16,7%. Vos andá anotando las similitudes con Perú. Si bien la repuntada final de las encuestas habían entusiasmado al ex presidente (y viejo zorro de la política) Figueres Olsen, fue Chaves Robles, ministro de Hacienda del gobierno aún vigente durante tan solo 122 días, quien terminó llegando a la Casa Presidencial en Zapote. La carrera era entre dos opuestos bien marcados: la vieja partidocracia costarricense vs. la innovación política. El know how político vs. la renovación absoluta. Y, si vemos valoraciones y encuestas, el malo conocido vs. el malo por conocer. Acá anoto otra similitud. Terminó bastante áspero, con Chaves sacando 52,8% de los votos y Figueres Olsen el 47,15%. Peleado. Costa Rica eligió así al presidente más débil de su historia. Yo sigo viendo similitudes.

Todo esto tiene poco sentido sin el contexto, y para eso hay que ir un poco hacia atrás, digamos unos 74 años. La política partidaria costarricense siempre estuvo dominada por dos espacios políticos. De un lado, el PLN, partido de masas ubicado en la centroizquierda del espectro político, con una importante extensión territorial, dirigentes, militantes, estructura y más de 70 años de presencia activa. Es uno de los herederos de la guerra civil que estalló en 1948 y fue, casualmente, el vencedor del conflicto. Del otro lado siempre tuvo a lo que se conoció como el calderosnismo, movimiento político que tuvo distintas siglas, a veces rivales entre ellas y otras amigas, pero que terminaron unificándose en el Partido Unidad Social Cristiana en 1984. La balacera estalló porque Rafael Ángel Calderón, fundador del movimiento que llevó su apellido, no le gustó perder las elecciones presidenciales de 1948. 

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Don Rafael, un hombre de carácter complejo, ya había sido presidente entre 1940 y 1944, y había implementado la sólida base sobre la que se construyó el Estado de Bienestar de Costa Rica. Influido por la Doctrina Social de la Iglesia Católica, llegó al poder con un fuerte apoyo de socialcristianos, de la propia institución eclesiástica y, aunque te sorprenda mucho, de los comunistas. Gobernó junto al Partido Vanguardia Popular, una de las pocas experiencias de ese estilo en la región. Por su impulso, incorporó a la constitución nacional garantías sociales, aprobó el código del trabajo, fundó la Universidad de Costa Rica y la Caja Costarricense de Seguro Social, todos pilares que ayudaron al desarrollo humano sostenido del país. El éxito de esas medidas llevaron a que resultara electo en 1944 Teodoro Picado Michalski, dirigente de su Partido Republicano Nacional y quien mantuvo el apoyo de la coalición socialcristiana-comunista que tanto éxito le había dado a Calderón.

Venía todo viento en popa para que Don Calderón retornara al poder en 1948, cuando perdió las elecciones frente a Otilio Ulate Blanco del Partido Unión Nacional. No le gustó mucho y tomó la democrática decisión de anular el resultado. Claro que la decisión cayó pésima y todo terminó en una rebelión militar, toma de ciudades, desconocimiento de autoridades, caos y anarquía que duraron 44 días entre marzo y mayo de ese año. El conflicto, con cierto dejo anticomunista en su retórica, finalizó el 8 de mayo, cuando se constituyó la Junta Fundadora de la Segunda República, presidida por un hombre clave de este proceso: José Figueres Ferrer. 

“Don Pepe”, como se lo conocía, venía cuestionando la corrupción de los gobiernos de Calderón y haciendo carrera política en los sectores populares. Cuando estalló el conflicto, se alió a Ulate Blanco y armaron el Ejército de Liberación Nacional, organización guerrillera y paramilitar antecesora del PLN. Cuando ambos vencieron a Calderón, éste debió exiliarse en Nicaragua primero y México después. Los dos nuevos hombres fuertes de la política costarricense acordaron respetar el resultado de las elecciones presidenciales de 1948, reconociendo a Ulate Blanco como el presidente electo y estableciendo un mandato fijo para la Junta, la cual estaba presidida por Figueres Ferrer. Se convocaron a elecciones legislativas en octubre de 1949 y todas las autoridades electas ocuparon sus cargos hasta 1953, cuando se normalizó el calendario electoral costarricense. Ese año se renovaron cargos hasta 1958, y desde entonces Costa Rica tiene sincronizado su reloj para hacerlo cada 4 años sin renovación parcial legislativa.

¿Qué dejó todo este conflicto? Un sistema de partidos bipolar. De un lado el poderoso PLN liderado por Figueres Ferrer, electo presidente en 1953, y del otro el calderonismo, que se presentó bajo distintas siglas hasta la formación del PUSC en los ’80. Como ves, la disputa política histórica estuvo siempre marcada por una experiencia socialcristiana con apoyo comunista versus un movimiento de centroizquierda con raíces guerrilleras. Un cruce único. 

Calderón, mientras tanto, intentó tomar el poder por la fuerza en 1948 y 1955, sin mucho éxito. Un hombre insistente. Retornó al país en 1958 y terminó aceptando las reglas del juego luego de ambos fatídicos sucesos. Fue electo diputado nacional ese mismo año, pero nunca ejerció el cargo. Solo se volvió a presentar a elecciones presidenciales en 1962, cuando perdió cómodo contra el candidato del PLN, Francisco Orlich Bolmarcich. Nunca más volvió a competir y falleció 8 años después.

Esta dinámica se mantuvo durante varias décadas, lo cual llevó a muchos analistas y colegas a hablar de la fortaleza del bipartidismo costarricense. Cosa que, como he charlado con vos en otras oportunidades, solo dura hasta que dura. De las 13 elecciones presidenciales que se celebraron desde la normalización de 1953 hasta el 2002, 7 fueron victorias del PLN y 6 del calderonismo/PUSC. Ese año marca, para muchos autores, el fin de la bipolaridad de casi 50 años. Apareció en ese contexto de descongelamiento sistémico, un tercero en discordia en ese matrimonio arreglado que había devuelto la estabilidad al país: el Partido Acción Ciudadana (PAC). 

Fundado en diciembre del 2000 por los ex dirigentes del PLN Ottón Solís Fallas, Margarita Penón Góngora y Alberto Cañas Escalante, debutó con el 26,19% de los votos y casi se mete en el ballotage entre PUSC y PLN. 4 años después quedó a 1% de Óscar Arias Sánchez (PLN), relegando por primera vez al PUSC al fondo de la tabla (sacó el 3,55%). En 2010 volvió a darle la victoria al PLN con Laura Chinchilla Miranda y recién en 2014 llegaron a la presidencia, que no soltaron hasta las elecciones que se están celebrando este año.

Todo esto tiene sentido si ves este gráfico, lo cual también te dará contexto para el escenario que se le viene a Costa Rica en los próximos años.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia. Las columnas indican el % de voto obtenido en la categoría presidencial en primera vuelta (color más oscuro) y el % de bancas de la legislatura unicameral que logró cada presidente electo (color más claro). Ambas se leen con el eje vertical de la izquierda. Verde = PLN. Azul = calderonismo/PUSC. Amarillo = PAC. Verde más claro = PSD. Los colores definidos son los utilizados públicamente por cada partido en la campaña. Fragmentación = Número Efectivo de Partidos (NEP). * = indica años en que se celebró ballotage.

Entonces, ¿qué tenemos hoy en Costa Rica? Un cocktail con mucho ceviche acompañado de fragmentación al alza y participación a la baja. El ballotage costarricense se usó por primera vez en la historia en 2002, repitiendo en 2014, 2018 y ahora en 2022. De modo que desde 2002 hubo que recurrir a una segunda vuelta en 4 de 6 oportunidades, cuando desde 1953 no había ocurrido ni una vez. Esto es llamativo por el propio sistema del país: es el único país latinoamericano que requiere del 40% de los votos para ser electo, caso contrario hay ballotage. Es un piso que, podemos decir de manera medida, es bajísimo. 

Desde el descongelamiento del bipartidismo, los presidentes costarricenses electos son cada vez menos poderosos en términos legislativos. Solo el PLN, en sus victorias de 2006 y 2010, mantuvo un apoyo inicial de casi el 50% en el Congreso. Esto ha ido de la mano con un doble aumento de la fragmentación. Primero, en la competencia presidencial, que pasó de tener 2 candidatos muy competitivos desde 1953 hasta 1998 inclusive (salvo en 1974), a un juego a 3 bandas entre 2002 y 2010. A partir de 2014 el valor se dispara por encima de 4,5 y bate récords en este 2022 con 6,15. Es decir, 6 candidatos presidenciales competitivos. Tan Perú que les duele. 

Segundo, la misma evolución, prácticamente calcada, se ve en la fragmentación legislativa. Hoy en día cuento 5 partidos efectivos con poder de fuego por la cantidad de bancas que tienen. Muy lejos de la estabilidad entre 2 y 3 que gobernó el país hasta entrados los 2000. A eso se suma que la participación electoral ha ido cayendo de un notable 70/80% a rondar el 60% en las últimas elecciones, cuando el voto es obligatorio (aunque sin penalidad en caso de omisión). Eso es síntoma de cierto desapego que estaría caracterizando al ejercicio de los derechos políticos entre los costarricenses. Justo en este punto, esta nota de Carolina Ovares Sánchez me resultó premonitoria de lo que ya se sentía en el ambiente antes de la celebración de la primera vuelta y que, tal como ves en el gráfico, se venía palpando en elecciones anteriores. Costa Rica compró el cocktail peruano de pérdida de identidad política, mala evaluación de las organizaciones partidarias y facilidad para inventar cáscaras electorales sin contenido. Si no te imaginás que puede pasar, lee la entrega de Juan Elman al respecto y hagamos apuestas.

El escenario político costarricense no es sorpresivo porque los datos así lo muestran, pero no deja de ser novedoso para la historia política del país. Los últimos presidentes electos que asumieron comenzaron sus mandatos con apoyo legislativo débil. A eso se ha ido agregando en años recientes cansancio ciudadano con hartazgo social y (sobre)abundancia de innovaciones políticas con pretensiones de salvación. Chaves sintetiza todo esto y lo eleva un escalón más: tiene las barras más chicas del gráfico. Es el presidente electo con menor apoyo en primera vuelta y con menor bloque propio desde la Guerra Civil. Sobre estos puntos conversé con Dolores Gandulfo, que estuvo en el terreno del ballotage del domingo pasado. Ella es directora del Observatorio Electoral de COPPAL e integrante del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina, ambas instituciones estuvieron muy pendientes del desarrollo de las elecciones en el país.

¿Es una sorpresa la victoria de Chaves o todos los caminos conducían a Roma?

Él irrumpió como una sorpresa en la primera vuelta. No era la expectativa que un partido que hacía 6 meses había lanzado una candidatura y, sobre todo, con un candidato que venía de vivir 30 años fuera del país, lograra meterse en la segunda vuelta como lo hizo. Desbancando a partidos tradicionales de la política costarricense. Después de la primera vuelta, él tenía una ventaja muy abultada sobre [José María] Figueres Olsen, pero eso se fue achicando en la campaña de cara a la segunda vuelta. La expectativa para el ballotage fue muy cerrada y todo dependía de qué iba a pesar más, si la estructura partidaria que tenía el PLN, o el voto más silencioso que recogía mayoritariamente el descontento social. Descontento que está principalmente asociado a la clase dirigente y a las consideraciones con respecto a la corrupción endilgada al gobierno pasado de Figueres y a su figura. En ese sentido, Figueres representaba la experiencia y Chaves el cambio. El mensaje final que caló fue el del cambio.

Dolores me remarca un punto importante que se conecta con ese descontento, y es la abstención electoral. En el gráfico anterior te mostré cómo la evolución de la participación electoral ha ido cayendo a medida que subió la fragmentación política. El domingo pasado, además, cayó 3 puntos respecto de la primera vuelta de febrero (del 59,97% al 56,77%). Esta merma no es muy grande considerando las caídas más drásticas de elecciones presidenciales anteriores, y otros ballotage que tuvieron un diferencial más grande entre primera y segunda vuelta: 2014 (-12%) y 2002 (-8%). Dolores considera que esta baja menor eliminó los fuertes temores que vaticinaban una caída mucho más dura producto del descontento y es símbolo, además, de la capacidad de Chaves de aglutinar el voto de la mayoría de los otros 23 candidatos presidenciales que no sortearon la primera batalla. A los números me remito: el nuevo presidente de Costa Rica casi triplicó sus votos de primera vuelta, mientras que el viejo zorro Figueres no llegó a duplicarlos. Para lograrlo, Chaves tuvo que radicalizar un poco su discurso, adoptar posturas más claras en los polos y, claro, apelar al voto evangelista, clave para su llegada al gobierno. Sobre este punto, Yanina Welp, coordinadora Editorial de Agenda Pública e integrante de la Red de Politólogas, me comparte una reflexión que me abrió los ojos: “Lo de Costa Rica es una sorpresa a medias, ¿no creés? Es como lo de Chile, se ve, pero como los rankings lo siguen poniendo arriba pasa medio desapercibido. La abstención ahora es lo más tremendo: para la gente daba igual. No hay miedo a la extrema derecha o al populismo autoritario, les parece lo mismo”. Eso tal vez explique por qué el PLN no pudo crecer más si enfrente había innovación peligrosa ni tampoco tentar a los costarricenses a salir de sus casas. A mí, me hace transpirar un poco. Además de que sigo encontrando similitudes peruanas. Vos decime cuántas llevás ya. Volvamos a mi charla con  Dolores Gandulfo.

-¿Cuáles son los primeros desafíos que enfrenta para gobernar?

Como todos estos procesos donde el presidente llega al poder a partir del descontento de la ciudadanía respecto a la clase dirigente, obviamente el desafío pasa por sostener o contener las expectativas. Costa Rica ha tenido en los últimos años una descomposición en materia de bienestar social que se evidencia en los números, pero también en las calles con los altos costos de vida y con el alto nivel de desempleo. Eso hace que lo primero que debe enfrentar el nuevo gobierno tiene que ver con la recuperación del empleo, del trabajo y de los niveles de actividad económica. Estos también serán desafíos en materia de gobernabilidad. En campaña Chaves planteó algún tipo de reducción del sector público. Esto en un país como Costa Rica donde los sindicatos, sobre todo del sector público, son fuertes, requerirá de un proceso de negociación.

-¿Quiénes serían sus potenciales aliados, considerando que será el presidente con menor apoyo parlamentario propio desde la guerra civil?

Chaves tendrá una minoría, un bloque de 10 diputados en la asamblea. Va a requerir de negociación para aprobar sus promesas de campaña. Él no tiene un discurso muy claro respecto de las instituciones, plantea más bien la idea de un Poder Ejecutivo más fuerte y es uno de los temores que presenta su propuesta de gestión. No tiene un perfil de mucha concordia con los partidos políticos históricos de Costa Rica y creo que va a tender, por un lado, a plantear una relación directa con la ciudadanía, empoderando su liderazgo. Pero también, por otro lado, va a necesitar apoyos de partidos y ahí buscará seguramente al sector de Fabricio Alvarado, cuya base política evangelista ya lo acompañó en el ballotage. Habrá que ver cómo se comportan otros actores en la asamblea, como puede ser el Frente Amplio que tiene mayoría de dirigentes jóvenes.

En el cruce de mensajes con Dolores encontramos dos escenarios futuros posibles: el Perú de Castillo o El Salvador de Bukele. De Chaves depende.

¿Y el actual gobernante Partido Acción Ciudadana? En la primera vuelta de febrero sacó 0,66% con su candidato Welmer Ramos González, un cómodo 10° lugar y ningún diputado. 

Así las cosas, gente.

Chusmerío electoral

  • Hungría sigue siendo de Vitkor Orbán. Es su dueño, amo y señor absoluto. El Saurón húngaro fue a las urnas, otra vez, y ganó los 2/3 de la Asamblea Nacional, otra vez. Es la cuarta victoria consecutiva desde que llegó al gobierno en el año 2010. Las encuestas le auguraban un mejor resultado a la coalición opositora del rejunte, Unidos Por Hungría. Se reunieron todos sus rivales, desde socialistas de antaño (MSZP), hasta verdes (LMP), centristas (Momentum) y ex aliados de derecha del oficialismo (Jobbik). De nada sirvió. El partido de Orbán, Fidesz, creció 4% en votos y mantuvo una proporción de bancas en la asamblea que lo habilita a gobernar como quiere. Al final de este bullet te dejo un gráfico para que veas la evolución de su fortaleza electoral, que va de la mano de un importante deterioro democrático. Algo bastante parecido a lo sucedido en Rusia y Bielorrusia, como ya peloteamos acá y acá. A diferencia de sus vecinos, Orbán creció a fuerza de represión y control, pero también de reformas electorales favorables. Acá te cuento en un hilo qué cambió y qué impacto tuvo. Pero además de todo esto que pasó, hay tres cosas. Primero, entró al parlamento un partido más a la derecha que el propio Orbán y se llama Nuestra Patria. Sacaron 6% de votos y 7 bancas. Cuando uno pensaba que el mercado ya estaba lleno, Hungría parece Palermo. Segundo, participaron unos que se llaman Partido Húngaro del Perro de Dos Colas (Magyar Kétfarkú Kutya Párt, MKKP en húngaro). Me gustó el nombre, su logo, y que se mofan desde el arte callejero de todo lo que pasa y no pueden cambiar. Salieron 5° cómodos sin chances de nada. Tercero, y esta es la buena noticia, Orbán propuso un escandaloso referéndum para prohibir la enseñanza de contenido LGTB en las escuelas. La medida no prosperó porque no alcanzó el 50% mínimo de votos válidos para que se aprobara. Funcionó la campaña de grupos de DD.HH., llamando al voto nulo para evitar que avanzara. Más parecidos: me cuenta Mariano Ruiz, compañero de cursada en la facultad, que la ley era calcada a la que impuso el Kremlin años atrás. Fidesz, cuando se fundó, era un partido de centro. Pasaron cosas.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia. Otros agrupa a todos los rivales de Fidesz. Las columnas resaltadas con bordes negros son los años en que gobernó Orbán.

  • Serbia se estaría acercando peligrosamente a este conjunto de países con dudosas credenciales democráticas. Ah, y también tuvo elecciones generales el pasado domingo. Votaron tanto el cargo presidencial como las 250 bancas de la Asamblea Nacional. La historia de ellos viene plagada de conflictos internos, guerras y divisiones, pero podemos acotarla a lo que está ocurriendo desde 2012 en adelante, cuando el oficialista Partido Progresista Serbio (SNS en serbio) ganó el gobierno por primera vez. En ese entonces asumió la presidencia Tomislav Nikolić, un líder un toque nacionalista que había fundado el Partido Radical Serbio (SRS) pero que después se fue enojado con otros y armó el SNS. Tomi había perdido en 2008 frente al socialdemócrata Partido Democrático, pero se recompuso 4 años después y no paró. Para las elecciones del 2017, el SNS cambió de cabezas y Tomi designó a su Primer Ministro como candidato, Aleksandar Vučić. Ale ganó cómodo sin tener que recurrir a una segunda vuelta como su anterior líder y volvió a repetir lo mismo hace un par de días. En ambas elecciones la ventaja respecto del segundo fue cercana o superó los 40 puntos. Democracia. Desde que son oficialistas los del SNS dominan el juego político y el parlamentario: 63% (2014), 52% (2016) y 75% (2020) de recinto son números que asustan. El 48% logrado el domingo pasado puede leerse como un freno, pero no tanto si se mira el resultado presidencial o que sus competidores no ganaron más del 15% cada uno. Este proceso de concentración del poder ocurre en un momento de Serbia donde a Ale se le cuestiona su cercanía a Putin, donde la oposición primero se sentó con él pero después se levantó de un diálogo para mejorar la transparencia electoral, y con protestas importantes que afectan la imagen del gobierno desde el año pasado. En el medio de todo eso, Ale ya había celebrado un referéndum en enero con aplastante resultado y baja participación, para ajustar el sistema judicial a los requisitos de la UE y así poder sumarse. Un equilibrista. Si te interesa más sobre Serbia o tenés para chusmearme, escribime.

Antes de irme, te dejo dos cosas que me pasó Franco Delle Donne. Me recordó el bello capítulo que hicieron en Epidemia Ultra sobre su amigo Orbán, Fidesz y todas las maravillas que hicieron en el gobierno. También un gráfico que él hizo en base a Freedom House: mirá dónde aparecen Serbia y Hungría. Coincidencias.

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Un abrazo electoral, cuidate y nos leemos en dos semanas,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.