¿Qué va a pasar con los salarios en 2021?

Analizamos lo sucedido con los sueldos durante 2020 y, a partir de eso, los escenarios probables para 2021. Y, como siempre, algunas cositas más.

Hola, ¿cómo estás? Mientras escribo estas líneas con la espalda pegoteada a la silla y con un mosquito que se está haciendo un festín me acuerdo de ustedes, #teamverano. Espero que con esto haya quedado saldado el debate, así que pasemos a la siguiente discusión.

Hoy vamos a empezar a hablar de uno de los temas que seguramente dominen la agenda económica de los próximos meses: la recuperación de los salarios. Y si hablamos de recuperación es porque en 2020 se contrajeron: según el Índice de Salarios que publica el INDEC, en 2020 (a octubre, último dato disponible) el salario de los empleos provenientes del sector público se redujo 7,2%, el de los empleos privados formales 2,1% y el de los informales 0,3% (aunque este dato hay que tomarlo con cuidado, dado que su medición presenta un rezago de varios meses).

Puede no parecer demasiado, pero en realidad el problema es que ya se venían reduciendo sostenidamente desde fines de 2017, y si tomamos esa comparación entonces la caída es del 15% para los salarios privados y superior al 20% para el sector público y el informal.

Evolución de los salarios reales (índice base 100 = diciembre 2016)

Fuente: INDEC.

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Según el ministro Martín Guzmán, la recuperación de los salarios es un componente clave para la reactivación económica, algo que queda claro al ver que el consumo –tanto público como privado- representa el 80% del PBI. De este modo, el aumento del poder de compra llevaría a una expansión del consumo que redundaría en el crecimiento del PBI.

Ahora bien, ¿qué tiene que suceder para que haya un repunte de los salarios en 2021? La respuesta obvia que estarán pensando: “Fácil, tienen que pedir aumentos por encima de la inflación”. Claro, eso desde ya, el tema es que los sindicatos a la hora de negociar la paritaria lo que hacen es fijar un aumento sobre su salario nominal, pero al final del día lo que termina definiendo si su poder de compra mejora o no es lo que suceda con la inflación, una variable por fuera de su control.

La pregunta se complejiza si además notamos que el salario nominal puede tener injerencia en la dinámica inflacionaria, ya que como vimos anteriormente, los salarios son parte de los costos de las empresas. Con lo cual, si los trabajadores piden un aumento del 40%, pero luego las empresas lo trasladan a los precios, no hay mejora en términos reales.

¿No hay manera entonces? En realidad sí, porque los salarios son solamente una parte de los costos de las empresas (y por ende el traslado a los precios no debería ser directamente proporcional), pero además la suba de los salarios puede ser neutralizada por la expansión de las ventas, manteniendo constante el costo por unidad de producción.

Agarren lápiz y papel y hagamos un ejemplo bien sencillo. Imaginemos una empresa que fabrica remeras y para eso utiliza insumos y un trabajador, cuyo sueldo es de $30.000. Si para producir 100 remeras necesita $10.000 en insumos, entonces el costo por unidad es de $400 (los $30.000 que le paga al trabajador más los $10.000 en insumos divido 100, la cantidad total de remeras). Si al mes siguiente el trabajador pide un aumento del 50% (pasando a ganar $45.000), el costo por unidad aumenta a $550. Primer punto importante: noten que el incremento del costo por unidad (del 38%) es menor al aumento del salario (50%). Si luego los insumos también aumentan 50%, entonces ahí sí tenemos que el aumento del costo por unidad –que ahora es de $600- es del 50%. 

¿Pero qué sucede si la empresa ahora en lugar de vender 100 unidades pasara a vender 150? En ese caso, el costo por unidad volvería a ser de $400, con lo cual la empresa no tendría motivos para aumentar el precio de las remeras. Ojo, también hay que advertir que si en lugar de vender más la empresa vende menos, entonces el costo por unidad aumenta siempre (aun sin incrementos salariales). 

De lo anterior se desprende una conclusión muy importante para los trabajadores: la expansión de la actividad económica permite que los salarios nominales crezcan sin que eso se traslade a los precios (porque neutralizan el aumento del costo). También es relavante para las empresas porque les permite obtener un mayor beneficio sin tener que aumentar el precio.

Llevado a términos macroeconómicos, esto significa que el aumento del PBI “agranda la torta” y por ende permite que tanto trabajadores como empresarios vean mejorados sus ingresos, evitando cualquier tipo de conflicto en la distribución de los mismos. Por el contrario, cuando la economía entra en recesión, ambos pierden, y ahí se hace latente el conflicto distributivo (para ver quién pierde menos).

La relación creciente entre el poder adquisitivo salarial y el nivel de la actividad económica es un hecho bastante estilizado de la economía argentina, como se puede ver en el gráfico de dispersión a continuación. Mayores niveles de actividad económica están asociados con salarios reales más elevados, y viceversa.

Relación entre el salario privado real y el nivel de actividad económica 2004-2019

Nota: Para el salario se utilizó el RIPTE deflactado por el índice de precios que elabora el Instituto de Trabajo y Economía (ITE), mientras que para la actividad económica se utilizó el índice que elabora el mismo instituto. Ambos se pueden consultar acá.

Fuente: Elaboración propia en base al ITE y SIPA.

Volvamos a nuestra pregunta inicial. Si el PBI aumenta durante el 2021 (algo que todas las proyecciones dan por descontado, dada la fuerte caída de 2020), eso permitiría que los salarios se recuperen. El tema es cuánto, ¿1%, 5%, 10%, más? O, mejor dicho, ¿cuánto pueden aumentar los salarios sin que eso se traslade a los precios?

Un primer punto que es importante advertir es que, así como durante 2020 se redujeron los ingresos de los trabajadores por la recesión y la pandemia, lo mismo sucedió con el de las empresas (siempre hablando a nivel agregado). Entonces podría ocurrir que se valgan de aumentos en los precios con el objetivo de recomponer su margen de ganancia (independientemente de que además aumenten sus ventas).

Un segundo aspecto es la cuestión de los precios regulados (fundamentalmente las tarifas), que según lo anunciado deberían comenzar a incrementarse gradualmente luego del congelamiento aplicado por Cambiemos a fines de 2019 y mantenido durante todo 2020, algo que seguramente tendrá impacto en los precios.

Sumado a eso está la cuestión del tipo de cambio, la variable por excelencia que miran las empresas a la hora de fijar sus precios. El tema con esto es que si las empresas se valen de las proyecciones privadas (ver link anterior), entonces tomarían como base un aumento superior al 50%, cuando el Gobierno -según el presupuesto- proyecta un incremento de exactamente la mitad de eso. Esta divergencia podría llevar a que la dinámica inflacionaria se acelere (algo que ya viene sucediendo en los últimos meses) y que entonces el Banco Central pase a utilizar el tipo de cambio como una “ancla”, con el doble objetivo de morigerar los aumentos de precios y de permitir una recuperación mayor del salario real. 

El problema con esta estrategia: lleva a la apreciación real del tipo de cambio, cuyo riesgo principal es que en el futuro puede terminar presionando al alza la cotización del dólar. Es decir, si bien la apreciación real del tipo de cambio lleva a una menor inflación y a un aumento del salario real, por otro lado, puede allanar el camino para una devaluación futura que redunde en una caída del poder de compra de los trabajadores.

Hay una estrecha relación inversa entre el salario y el tipo de cambio real, donde en los períodos de tipo de cambio real más bajo se observa un salario real más alto, y viceversa. ¿Suena conocido no? Una historia que se repite constantemente. ¿Podrá esta vez ser diferente?

Relación entre el salario privado real y el tipo de cambio real 2004-2019

Nota: Para el salario se utilizó el RIPTE, mientras que para el tipo de cambio real se utilizó el tipo de cambio mayorista que publica el BCRA, ambos deflactados por el índice de precios que elabora el Instituto de Trabajo y Economía (ITE).

Fuente: Elaboración propia en base al ITE, SIPA y BCRA.

¿Más economía?

El podcast de esta semana es “Reflexiones para las pospandemia”, un programa realizado en conjunto entre La Nación y el Centro de Evaluación de Políticas basadas en Evidencia (CEPE) de la Universidad Di Tella. En su episodio N°3 explica por qué la ciencia es importante en los países en desarrollo y el rol que cobró a partir de la pandemia.

Hasta acá llegamos por hoy. Ojalá que algo de todo esto te haya servido para que ahora entiendas un poco más de esta cosa tan difícil que parece la economía argentina. Si no aguantás hasta la semana que viene, la seguimos por acá.

Espero tu respuesta. Te mando un abrazo grande.

Juanma

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Se dedica a estudiar la macroeconomía argentina, algo que en este país debe ser similar a tener un doctorado en física molecular. Es magister en Desarrollo Económico en la UNSAM y está haciendo el Doctorado homónimo en la UNQUI. Padre de gemelas y docente universitario.