Porque yo he ido más allá del límite de la desolación

Noticias científicas relacionadas a las vacunas, al uso del cannabis durante el embarazo y al ejercicio físico.

Holis, ¿cómo andás? Yo medio en ésta de sentir que un poco pegué la vuelta. Por supuesto, sigo preocupada por mis seres queridos, triste porque todos los días muere un montón de gente, desilusionada porque los grandes capitales concentrados siguen creciendo y las personas pobres son cada vez más pobres. Eso no cambió. Lo que sí cambió es mi estado de ánimo, como que ante el  “se pudrió todo” primero entré en pánico y locura, pero después me reorganicé y ahora ya estoy más acomodada en una nueva rutina. Qué se yo, veo el sol entrar por la ventana y a mi gatita tratando de cazar una mariposa y medio que pasé de “todo es horrible, va a ser cada vez peor y no hay nada que hacer” a “todo es horrible, va a ser cada vez peor y por suerte puedo ver a mi gatita chocándose con cosas”.

Lo bueno de la extrema inestabilidad e incertidumbre es que en algún momento la ruleta de estados emocionales cae en “tranca, acá pensando en qué hacer para cenar”, y nos da un respiro. Pero el estado emocional de una no es el estado de las cosas, solo el prisma a través del que las mira. Así que desde el Abasto, un poco sosegada, procedo a iniciar nuestra conversación semanal sobre noticias científicas.

Mientras el mundo se derrumba, todo aquí a mis pies

¿Viste que cuando estás muy en una te dicen que hagas cosas que te gustan? Tipo que te cocines algo rico, que te pongas una ropa suavecita, que escuches un disco que te la suba. Bueno, yo además de con la comida, las pilchas y la musiquita tengo un berretín con las noticias sobre mujeres haciendo cosas. Me ponen de buen humor. Así que, tanto si estás en modo oscuro y necesitás levantar, como si ya estás más sereno y necesitás sostener, van 3 notas sobre vacunas y mujeres.

1- Una de las vacunas que se están desarrollando en Argentina se llama Cecilia Grierson. Cecilia fue la primera médica argentina. Y hay también una mujer liderando al equipo mayoritariamente femenino que lleva a cabo la investigación del fármaco: Juliana Cassataro. En la hermosa entrevista que le hizo Sonia Tessa, Juliana cuenta que en diciembre terminaron con los ensayos de laboratorio y que están buscando financiamiento para las etapas de ensayos clínicos. Si bien la obtención de una vacuna argentina es una cuestión de soberanía y una decisión estratégica que nadie dudaría en calificar como prioritaria, el equipo no ha recibido apoyo extra para buscar los fondos, y son ellas mismas quienes se encargan del tema (además, por supuesto, de continuar con los experimentos). Por otro lado, aunque se pudiera llegar al final de la investigación y probar que la vacuna Cecilia Grierson es segura y genera inmunidad, esto no constituiría la totalidad del proceso. La producción y el escalado del producto requieren una capacidad que hoy no existe en el Estado. “Nosotros podemos ser buenísimos investigadores, pero después hay otra parte del trabajo muy grande, que es toda la capacidad de producirla, de manufactura”, dice Juliana, y compara con la experiencia cubana, sobre la que señala que “con tan pocos recursos, pero con una decisión política muy fuerte y con todas las herramientas puestas en eso y la gente trabajando para un objetivo común, no se quedaron esperando que el problema se lo solucione otro”.

La decisión política de las mujeres es clara: insistir en generar herramientas para producir una vacuna nacional. La decisión política institucional para aprovechar esas herramientas, en cambio, brilla por su opacidad.

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2- Se destinarán más de 70.000 dosis de vacunas para referentes sociales que trabajan en comedores (entre quienes, por supuesto, la inmensa mayoría son mujeres, aunque a negociar la medida con el Presidente fueron tres varones). El objetivo es evitar que los contagios interrumpan la asistencia alimentaria, ya que, cuando las personas que trabajan en los comedores contraen COVID, los establecimientos cierran sus puertas por lo que dure el aislamiento. Hoy, se está trabajando en un relevamiento nacional para confeccionar el padrón definitivo de personas a inocular, pero se estima que, en los 10.000 espacios que integran el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios, trabajan entre 70.000 y 80.000 personas.

3- Esta nota de Ingrid Beck destaca el rol de las mujeres en la gestión estatal de la vacunación. Van algunos nombres y qué hacen en este sentido: Cecilia Nicolini es asesora presidencial y la encargada de la relación con Rusia para el abastecimiento de vacunas Sputnik V; Vanesa Piesciorovski es titular del Correo Argentino y responsable de la distribución de dosis en todo el país; Silvia Traverso está a cargo de la Dirección General de Aduanas, que realiza los operativos de control en los ingresos de las dosis. En palabras de Beck: “(Las mujeres) representan una minoría en el gabinete nacional y en las secretarías y subsecretarías rondan un 36%. Todavía falta para alcanzar la paridad. Y así como la pandemia profundiza aún más las brechas de género, visibiliza también la capacidad de gestión de las mujeres en los puestos de decisión”. 

Me vuelvo a preguntar, quizás, si sobreviviré

Si bien las vacunas son las reinas en el campo de los halos de esperanza que nos disuaden del corchazo, los tratamientos también juegan un rol cuando queremos imaginar un mundo sin DISPO. 

Van dos noticias, una mala y una auspiciosa, como para quedar en suma cero y mantener la precaria estabilidad de estos días.

1- El Ministerio de Salud emitió un informe en el que desaconseja el uso del suero equino hiperinmune. En Que la ciencia te acompañe, venimos siguiendo el suero desde Cemento (haceme acordar que en otra edición te cuente mi mejor anécdota sobre esta expresión, porque es para morirse), así que, si no te acordás bien de qué se trata, te recomiendo ir a esta entrega e ir rastreando al cobertura con los links.

Para hacerla corta, la Comisión Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud chequeó las revisiones sistemáticas sobre el suero (un tipo de publicación en la que se compilan todos los trabajos respecto a un objeto de estudio y se sacan conclusiones generales sobre el estado de la cuestión), y concluyó lo siguiente:

¿Qué quiere decir? Que la evidencia recabada hasta el momento no es suficiente para afirmar que el suero produzca una mejora significativa en pacientes severos, aunque sí para garantizar su seguridad. Por eso, aunque se desaconseja su uso, el desarrollo está aprobado. 

El mayor problema es que la población objetivo de la terapia es muy amplia (el 90% de los pacientes internados con cuadros de COVID) y el costo de la terapia es muy alto (USD 1.500 por paciente), lo que podría acarrear problemas de producción y distribución equitativa. ¿El halo de esperanza? Esto no concluye que el suero no funciona, sino que alentar su uso no es la mejor inversión de recursos en este momento. Hay que seguir investigando. Si querés saber más sobre los aspectos técnicos de cómo se pondera la evidencia reunida hasta la fecha, podés leer esta nota de EsparCiencia.

2- Si de halos de esperanza se trata, no solo vamos generando avances, como las vacunas, sino que también se nos siguen ocurriendo cosas para mejorar la situación. Por ejemplo, a Fundación Huésped se le ocurrió que una droga, la nitazoxanida, podría servir como fármaco preventivo de contagios de COVID-19. Para probar su hipótesis, se aliaron con el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires y Laboratorios Roemmers para iniciar un estudio de profilaxis post-exposición, que consistirá en administrar la droga en su domicilio a personas que convivan con un caso confirmado durante las últimas 48 horas, vivan en CABA y sean menores de 65 años. La idea es simple: si los convivientes a los que se le administra la droga se contagian menos que los convivientes a los que no, se asume que la nitazoxanida es efectiva en la prevención. ¿Lo bueno? La droga es un anti-infeccioso de uso frecuente, por lo que su seguridad está comprobada.

Si cumplís con las condiciones y te interesa participar del ensayo, podés inscribirte acá.

Yo sé que es demasiado tarde para remediar

Hablando de esperanza y cosas que nos proporcionan bienestar en tiempos aciagos, hace unos días mi colega y compañera de trabajo, Julia Mengolini, dijo que no encontraba ninguna solución al malestar durante su embarazo hasta que comenzó a consumir dos vaporizaciones de cannabis diarias. Las redes estallaron y la semana pasada le prometí que iba a armar algo para conversar sobre el tema. Así que acá van algunas ideas para ordenar un poco la charla:

1- AUSENCIA DE EVIDENCIA NO ES EVIDENCIA DE AUSENCIA. No hay, hasta el momento, estudios concluyentes sobre los efectos del cannabis durante el embarazo. Esto no quiere decir que no cause daño, sino que, si lo causa, no está documentado de una forma que cumpla estándares científicos para afirmarlo.

Veamos el análisis de fortalezas y debilidades en esta revisión sistemática de 2016:

  • La anemia fue el efecto materno más discutido en la literatura sobre el cannabis y el embarazo. Las mujeres que consumieron cannabis durante el embarazo podrían tener un aumento de las probabilidades de anemia en comparación con las mujeres que no.
  • Los bebés expuestos al cannabis en el útero presentaron menor peso al nacer y tenían más probabilidades de necesitar ser ingresados en la unidad de cuidados intensivos neonatales o en la unidad de cuidados intensivos en comparación con los bebés cuyas madres no consumieron cannabis durante el embarazo.
  • Muchos consumidores de cannabis suelen ser consumidores de tabaco o consumidores de alcohol, por lo tanto, determinar un efecto cannábico (excluyendo la presencia de tabaco y alcohol) no fue posible en la actualidad, ya que la mayoría de los estudios no excluyeron a los participantes con consumo de polisustancias. La investigación futura en el ámbito del cannabis y la salud materna y fetal necesita descartar el consumo de múltiples sustancias.
  • Muy pocos resultados se midieron utilizando los mismos puntos de corte en distintos artículos, por lo tanto, pocas variables incluidas aquí pudieron ser interpretadas claramente. Además, muchos estudios informaron sobre resultados que no se informaron en otros estudios, por lo tanto, no pudieron extraerse conclusiones definitivas.
  • La dependencia de mediciones autoinformadas de consumo de cannabis puede haber subestimado la prevalencia del consumo de drogas durante el embarazo, debido a estigmatización social.

En las conclusiones del estudio, se señala: “Los efectos del cannabis en madres y fetos permanecen en general desconocidos. Los resultados de esta revisión sistemática y meta-análisis demostraron que la investigación futura en el área de cannabis y salud materna y fetal debe emplear criterios de inclusión más estrictos y excluir el consumo multisustancia. Sí parece haber consecuencias negativas asociadas con la exposición al cannabis en el útero, incluida la disminución del peso al nacer y la necesidad de ingresar en la UTI. Sin embargo, se necesita más investigación para evaluar mejor estas relaciones en poblaciones más homogéneas.

Las mujeres embarazadas podrían beneficiarse de la educación sanitaria sobre los posibles efectos adversos del consumo de cannabis durante el embarazo. Dado que el consumo de cannabis se va volviendo socialmente aceptable en muchos países, la comprensión de los efectos sobre la salud materna y fetal debería convertirse en una prioridad mundial”.

2- LA AUSENCIA DE EVIDENCIA TAMBIÉN ES UNA DECISIÓN. Una decisión basada en un acuerdo mayoritario, sí, pero que no deja de tener sus complejidades. ¿A qué me refiero? A que la falta de tratamientos para los malestares durante el embarazo responde al problema ético que representa hacer ensayos clínicos durante la gestación y, por lo tanto, no se hacen. O sea que casi todas las (no) indicaciones responden a la ausencia de evidencia. Además, el tema de experimentar con fetos es complicado si hay que determinar en qué momento se vuelve un tercero que no puede brindar consentimiento informado.

Como no se puede garantizar que el tratamiento que se quiere probar no vaya a hacer daño permanente, y el embarazo es un estado transitorio, se elige evitar el riesgo. Hay muchas razones por las que podemos defender esta decisión: una es que, para la salud pública, es mucho más barato lidiar algunos meses con los efectos adversos del embarazo que con tratamientos desde el momento del nacimiento. Sin embargo, su racionalidad no implica que esté libre de controversias, ya que los consensos generales luego se aplican sobre casos específicos de manera incuestionable. Solo por citar uno: en 2007 Ana María Acevedo murió de cáncer a los 20 años luego de que le negaran tanto un aborto terapéutico como la aplicación de quimioterapia, porque estaba contraindicada para el embarazo (ya sé, en este caso no se trataba de un “malestar” y la quimioterapia sí tiene una contraindicación específica, pero es un caso muy ilustrativo para lo que quiero decir, que es que cuando se deja de tratar a las embarazadas por no asumir el riesgo de generar daños en el feto, no es que se dejan de asumir riesgos del todo: se asume el riesgo de generar complicaciones en la embarazada).

Por otro lado, como muestra la revisión sistemática precitada, sí hay una forma de investigar sin exponer a personas que de otra forma no estarían expuestas: recabar datos sobre quienes ya consumen. En este sentido, se toma la decisión de no sistematizar esas posibles observaciones convocando a embarazadas usuarias de cannabis y fijando un procedimiento de monitoreo en el que, por ejemplo, acuerden no usar ninguna otra sustancia psicoactiva.

3- LA DECISIÓN DE NO INVESTIGAR DIALOGA CON OTROS ELEMENTOS CULTURALES, COMO EL MODELO DE MATERNIDAD ABNEGADA. La racionalidad de la decisión de no investigar los efectos del cannabis sobre embarazadas no se basa solamente en la ponderación de riesgos, sino también en un sentido común que sitúa al sacrificio como parte esperable de la experiencia de maternidad. Casi que no nos parece que sentirse mal durante meses sea un problema, si a cambio vamos a recibir la dicha infinita de ser madres. Y casi que creemos que tenemos que hacerlo.

En este sentido, cuando alguien expresa la decisión de utilizar algún paliativo para ese malestar, inmediatamente es tildada de egoísta o, peor, se la acusa de atentar contra la salud de su feto. Y, si la decisión de juzgar más riesgosa que beneficiosa a la experimentación clínica en embarazadas nos parecía racional, esto ciertamente no lo es. Por un lado, lo obvio: ¿quién sería la persona más perjudicada (además del potencial bebé), en caso de que naciera con alguna dificultad? Exacto, la persona acusada de egoísta. Pero, por otro lado, en situaciones de malestar no tomamos decisiones de la misma forma que cuando no nos sentimos mal. Un ejemplo burdo, porque se ve que hoy es el día: yo, Agostina, tomé la decisión de no consumir bebidas envasadas en plásticos de un solo uso, pero, el otro día me estaba muriendo de sed en la calle, me había olvidado mi botella reutilizable y me compré un agua en el kiosco. ¿Alguien me acusaría de atentar contra la biodiversidad marina? Sin dudas lo hice, pero la decisión que tomé fue otra. Una embarazada que juzga razonable el riesgo de consumir una sustancia potencialmente riesgosa para el feto no está tomando la decisión de dañarlo, está tomando la decisión de dejar de sentirse mal, con el potencial efecto colateral de dañarlo (que, además, juzga improbable, no como yo con el agua, que sé definitivamente que no se va a biodegradar rápidamente).

Sobre el modelo de maternidad, hay un montón de investigaciones, pero a mí me gusta mucho la de Orna Donath porque a simple vista no entra en lo que solemos considerar investigación. Para su libro Madres arrepentidas, Orna entrevistó a veintitrés mujeres israelíes que afirman arrepentirse de haber sido madres. Veintitrés israelíes no es una muestra representativa, pero no por eso la investigación carece de aportes, ya que introduce una nueva categoría, una forma de nombrar lo que no tenía nombre. Las madres de Orna quieren a sus hijos, se ocupan de ellos y hasta se podría decir que en algunos casos tienen vidas felices, pero, viendo esa decisión en retrospectiva, creen que no estuvo buena. Dicen que sintieron presión, que creyeron que ser madres iba a solucionar angustias existenciales, entre otras cosas. Obviamente, con esto no quiero decir que quienes consumen cannabis en el embarazo ya se arrepintieron de su decisión y la están saboteando inconscientemente, sino que ser madre no es siempre lo mejor y más importante que nos puede suceder en la vida: podemos tomar decisiones en otro sentido y eso no nos hace unas egoístas matabebés.

Mi cuerpo, mi mente y mi alma ya no tienen conexión

A diferencia del embarazo y el cannabis, el ejercicio y sus efectos sobre el estado de ánimo son un terreno casi libre de controversias: hace bien. Así que van algunas datitas sobre actividad física para incentivarnos a arrancar o continuar en movimiento (que medio que sirven solo para eso, porque los estudios no toman muestras representativas):

1- Tomar un café antes de hacer ejercicio aumentaría la quema de grasa. Los sujetos del estudio eran 15 chabones de entre 25 y 39 años que no consumen cafeína, que hicieron una rutina de ejercicio tomando 3 miligramos de cafeína (equivalente a un café fuerte) o un placebo a las 8 de la mañana o a las 5 de la tarde. 

¿Los resultados? La tasa de oxidación de grasa corporal al ejercitarse fue mayor en quienes ingirieron cafeína que en quienes consumieron el placebo y, en el mismo grupo, se vio un mayor efecto a la tarde que a la mañana.

2- Ponerse hielo en un músculo hinchado podría tener el efecto contrario al que creemos. En un estudio con ratones se vio que ponerles hielo a los músculos después de un ejercicio intenso (cómo es un ejercicio intenso para un ratón, te preguntarás, pues con estimulación eléctrica que contrae los músculos) mostró que en los ratones a los que no se les puso hielo las células inflamatorias removían las fibras dañadas y que, luego, células anti inflamatorias y células específicas del músculo lo reconstruían. A las dos semanas el músculo estaba completamente sano. En los ratones a los que se les ató un mini pack de hielo en la patita (awww), el nivel de células inflamatorias tardó siete días en alcanzar el que el otro grupo había alcanzado en tres y, a las dos semanas, los músculos no estaban del todo reparados.

No me queda bien valerme de diez mil excusas

Llegó la hora de despedirme y quiero inaugurar una nueva sección, que llamaré “Fe de EmRata”, pues en la edición pasada cometí un error. Al citar una fuente, puse que era una carta al editor y era un paper. ¿De dónde vino este error? La fuente la saqué de un tweet en el que decía que era una carta al editor. Chequee el contenido y a los autores, no se me ocurrió chequear el género literario, asumí no solo que estaba bien, sino que no podía estar mal. Bueno, la cosa es que ese tweet formaba parte de un hilo que no leí, pues lo que me interesaba era el artículo, en el que el argumento fuerte era que no se trataba de evidencia por ser una carta al editor y no un paper, entonces se armó una batahola bárbara porque era información engañosa.

Esto no cambia en absoluto el sentido de la información de la edición pasada, como te dije, chequeé el contenido y los autores y juzgué pertinente el argumento, pero te lo quería contar porque, por un lado, corresponde pero, por otro, porque fue una de las cositas que me levantó el ánimo: darme cuenta que en tiempos de linchamiento estoy tranquila con contarte que me equivoqué porque siento que no me vas a juzgar con crueldad. Por supuesto, la honestidad al respecto me hace correr el riesgo de que me demuestres lo contrario, me putees y creas que este news ya no es una fuente confiable de información, pero sabé que lo dejaría todo porque te quedaras.

Te mando un beso enorme, 

Agostina

p/d: si no cazaste las referencias de esta edición, ya no sé qué otra pista puedo darte, más que el link a este infaltable del canto en la ducha

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.