Libros sobre gatos, nuestros maullidos

Un Hilo dedicado íntegramente a la presencia de los felinos en las vidas humanas a partir de la literatura que intentan representarlos.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Yo bien, ya de regreso hace varios días, acomodándome a esta primavera medio trucha.

Hoy me interesa que vayamos rápido al tema en cuestión, porque es vastísimo. Varias veces coqueteé con la idea de escribir de esto y ahora, por una conjunción de factores, decidí hacerlo. A veces tomo notas para varios Hilos y de repente alguno se empieza a armar con mayor fuerza, las piezas parecen encajar, y es momento de pasar al acto. Así que esta quincena vamos a hablar de los gatos y las gatas. El principal motivo es estrictamente personal: murió Selma, mi gata desde hace 17 años. Fue una compañera genial y siempre atenta a mí, un miembro no humano fundamental de nuestra pequeña familia. La vi crecer, parir, envejecer, morir. Y Selma me vio cambiar, enamorarme, criar, mudarme de barrio. Me cuesta vivir sin ella, sin que se suba a mi lado de la cama, sin su maullido matinal solicitando la comida que ya sabe que le toca. Se fue apagando de viejita y su muerte fue suave y natural, pero no por eso menos triste. Ya descansa enterrada entre plantas, sobre un colchón de flores. Gracias, Selma. Este Hilo va en tu memoria.

A su vez, la gata de una pareja de grandes amigos acaba de parir seis pequeños cachorros que todavía no abrieron los ojos. Con mi hija seguimos de cerca el nacimiento porque hay altas chances de que luego adoptemos uno de esos bebés. Intercambió audios con las dos nenas de la otra casa con impresiones infantiles y frescas sobre el alumbramiento, sorprendidas ellas también por la capacidad de independencia de las hembras a la hora de parir, ese instinto arrollador de autoconocimiento y cuidado.

Así que por las gatas del pasado y por los gatos del futuro, este Hilo va a ocuparse de ellos. Por ser animales tan misteriosos y fascinantes. Por insistentes y compañeros. Por su manera tan felina de pasar por el mundo con su lado salvaje y su lado doméstico. Pero como los gatos tienen una presencia tan abundante en la historia de la cultura, decidí acotar el enfoque solo por el lado de los libros. Voy a comentar algunos libros que expanden el poder de los gatos desde la literatura, la historia y la filosofía, por qué no. Empecemos.

UNO. 25 gatos llamados Sam

Desde el antiguo Egipto al arte contemporáneo, hay muchísimas representaciones de felinos que podría compartir para ilustrar este Hilo. Pero me decidí por los gatos de Andy Warhol. Parece que Andy y su madre tenían muchísimos felinos en su casa de la avenida Lexington. Y que en 1954, como un juego entre ellos, hicieron un libro llamado 25 gatos llamados Sam y una gatita azul, en el que hay solamente eso: veinticinco litografías de gatos que parecen el mismo pero son diferentes y un dibujo de una gatita tierna (que pueden ver al final de todo). Son todos dibujos sencillos pero adorables. Es que Warhol no los humaniza ni los sobreexpresa, excepto por el uso de colores estridentes y fantasiosos, como la imaginación de su autor. Les dejo acá algunos de muestra para hacer de cuenta que dibujar gatos es fácil.

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DOS. El gran libro de los gatos

Otro de los motivos de este Hilo me lo dio mi papá, al regalarme para mi último cumpleaños un volumen hermoso y necesario: El gran libro de los gatos, publicado por Blackie Books, una editorial que viene haciendo compendios de temas bastante transitados con un enfoque muy original, que al cabo es lo que importa. (Ya tienen El gran libro de los perros y anunciaron El gran libro de las bicicletas.) La edición es impecable, y corre por cuenta de Jorge De Cascante, un periodista español curiosísimo que se dedicó durante años a acopiar relatos, menciones, citas sobre gatos y a compendiar todo eso con mucho criterio. En el prólogo cuenta que lo que quiso hacer es una guía literaria ordenada por bloques temáticos: “gatos buenos”, “gatos que cruzan la calle”, “gatos que todo lo saben”, “gatos malos”, “gatos que no he vuelto a ver” y “gatos que te cambian la vida”. Lo interesante de la clasificación es que en cada apartado encontramos relatos clásicos (obviamente allí está el espeluznante cuento “El gato negro” de Poe o el poema “Los gatos” de Baudelaire) mezclados con otros textos bien contemporáneos de autoras como Fernanda Trías, Ana Llurba, Mónica Ojeda o Kelly Link. Me gustó mucho ese contraste. Y también me divirtió encontrar más de 200 citas random de personas hablando sobre gatos fuera de contexto. Les dejo varias que subrayé:

Si quieres concentrarte de verdad en un problema que tienes que resolver, lo más recomendable es que tengas un gato cerca. Una habitación en silencio, un gato y tú. El gato se echará a tu lado con toda la calma del mundo y te proporcionará la serenidad que necesitas. Muriel Spark

Si prefiero los gatos a los perros es porque no hay gatos policías. Jean Cocteau

A las personas que escriben les gustan los gatos porque son callados, sabios y encantadores. Y a los gatos les gustan las personas que escriben por las mismas razones. Robertson Davies

Cuando a un gato ensimismado/ contemples, es seguro que, coqueto,/ en su mente repite el gran secreto,/ como un mantra sagrado/ impronunciable/ pronunciable/ pronuncimpronunciable/ inescrutable, hondo, singular,/ su Nombre de verdad. T.S. Eliot

Creo de verdad que los gatos son espíritus que caminan por la tierra. Estoy convencido de que un gato podría caminar por una nube sin atravesarla. Jules Verne

TRES. Felinos culturales

Escrito originalmente en 1920 y traducido hace poco al español por la editorial Sigilo, El tigre en casa. Una historia cultural del gato es un libro clásico y pionero en su materia: una combinación explosiva de información y erudición, narrado a la manera de memoria, sobre las apariciones de este felino domesticado tan presente en nuestros imaginarios. Su autor es un tal Carl Van Vechten, escritor norteamericano, albacea de Gertrude Stein y fotógrafo (llegó a retratar a Dalí, a Truman Capote, Marlon Brando y Billie Holiday). Lo interesante –además del tono del libro, súper llevadero, con un humor fino y bastante ironía– es que va clasificando las apariciones en secciones como “El gato en el teatro”, “El gato en la música”, “El gato y las leyes”, “El gato y el folclore”, “El gato y el ocultismo”, entre otras. Y lo hace echando por tierra también algunos falsos mitos desde el principio, como el que dice que a los gatos no les gusta el agua. Pues bien, él encuentra un famoso fresco egipcio en el Museo Británico en el que se ve a uno en un bote como si fuera un perro de caza, saltando para cazar patos. Está lleno de información y datos para seguir investigando. Acá pueden leer las primeras páginas.

CUATRO. Los gatos ilustres de Lessing

La escritora Doris Lessing (ganadora del Premio Nobel en 2007) tuvo una vida bastante interesante y gran parte de su literatura se apoya justamente en sus experiencias. Es que de chica su padre, un antiguo oficial del ejército británico que participó en la Primera Guerra Mundial y perdió una pierna, y su madre, la enfermera que lo ayudó, decidieron mudarse a África para dedicarse al cultivo de maíz y cereales y así es como Doris y su hermano vivieron en Zimbabwe hasta que ella tuvo 30 años. Más adelante se convirtió en militante comunista, feminista, escritora y se hizo conocida. A todo esto, muchos felinos formaron parte de su vida en su niñez y adultez, y las anécdotas que tiene con ellos las reunió en Gatos ilustres (con ilustraciones de Joana Santamans), un libro por el que se puede empezar perfectamente a leerla si no lo hicieron antes. Hay algunos relatos más suaves y otros bastante fuertes, como el del parto de una gata negra bastante débil a la que deciden arrebatarle varias crías para que no tenga que amamantar a tantas y entonces… matan a esos gatitos. O las aventuras de una gata gris que le trae a Doris cada mañana un ratón muerto como ofrenda. Es interesante cómo el idilio con los gatos en ella encierra una reflexión bastante profunda sobre la naturaleza de los cuidados que tienen que asumir los humanos: “En la infancia, las personas, los animales, los hechos llegan, se aceptan, se desvanecen, sin que se ofrezcan ni se pidan explicaciones. Pero ahora, al recordar gatos, siempre gatos, un centenar de incidentes con ellos, años y años de gatos, me sorprende el mucho trabajo que debieron de representar. Ahora, en Londres, tengo dos gatos, y a menudo digo: qué tontería buscarse problemas y preocupaciones por dos animalitos”. Un poco de razón tiene, pero bueno, la contraprestación por parte de los gatos es tan única que el esfuerzo en general vale la pena.

CINCO. Los amigos callejeros de William Burroughs

Estas últimas semanas también fueron las de la desaparición del gato de mi amiga Julieta. Se ausentó durante un mes y medio de su domicilio. Obviamente ella puso carteles en La Paternal, lo buscó por las inmediaciones, sufrió, lo extrañó, pensó lo peor, se resignó, y cuando ya casi no lo esperaba, apareció. En shock y medio sucio y desnutrido, pero entero. En su sorpresa, Juli me dijo: “Sigo anonadada. Lo miro intentando que me cuente algo de todo lo vivido. A veces sería hermoso que nos pudieran contar, ¿no?”. Y ahí nomás me imaginé por un momento cómo sería que los gatos nos narraran sus aventuras o que nosotras entendiéramos silenciosamente todo eso que no dicen. Y me acordé de otro libro, Gato encerrado (The cat inside) de William Burroughs, en una faceta bastante desconocida del creador del cut-up. Es que parece que Burroughs –que entre otras cosas pasó a la historia por matar accidentalmente a su esposa jugando a ser Guillermo Tell– conectaba muy bien con los felinos que habitaban su casa en Tánger, y llegó a tener vínculos profundos con varios de ellos, que entraban y salían naturalmente de su vivienda. El libro, publicado en una tirada limitada en 1986, es directo y reflexivo. A medio camino entre el diario, la narración fragmentaria y los aforismos, tiene pasajes como este: “El gato no ofrece ningún servicio. El gato se ofrece a sí mismo. Por supuesto busca cariño y protección. El amor no se compra a cambio de nada”. También dice que al final somos nosotros, los humanos, los gatos encerrados que no podemos valernos del todo solos. Para seguir pensando.

SEIS. Gatos en primera persona

En este recorrido no puede faltar algo de literatura japonesa, justamente porque es un país en el que adoran ostensiblemente a los gatos (allí queda Aoshima, conocida como “la isla de los gatos”, sin ir más lejos). Así que hablemos de Soy un gato, una novela de Natsume Soseki en la que un gato narrador convive con una serie de personajes bastante polémicos y critica de manera perspicaz el tipo de relación que establecen los humanos entre sí y con él. Escrito a la manera de folletín como una sátira de la burguesía de Tokio a comienzos del siglo XX, en este libro el protagonista es una especie de filósofo gatuno ácido y desencajado que se vuelve el portavoz ideal para la denuncia social. Y como observa Matías Serra Bradford en esta nota reciente sobre la literatura de su autor, el estilo de Soseki fluye en este libro como buscando replicar en sus líneas los modos de su mascota: “Los gatos caminan como sobre aire, como si pisaran nubes… El paso de un gato es la realización instintiva de todo lo que es más delicado”. Entonces, escribir como si caminara un gato. De eso se trata la literatura de Soseki.

SIETE. John Gray y la filosofía gatuna

Y hablando de gatos intelectuales, pasemos a examinar un libro reciente de John Gray, el filósofo británico, llamado justamente Filosofía felina, en el que nos propone plantear algunas preguntas sobre el sentido de la existencia o la importancia de la felicidad desde el punto de vista de los gatos. Parece medio un chiste, pero se lo toma en serio y nos deja el camino allanado para la reflexión. Hacia el final, Gray imagina un decálogo de cosas que nos dirían los gatos si tuvieran que aconsejarnos sobre cómo vivir bien (aunque aclara que no lo harían bajo la forma de mandamientos, sino como pistas para seguir descubriendo por nosotras mismas). Algunas de ellas son:

Es ridículo que te quejes de que no tienes suficiente tiempo.

Es mejor ser indiferente con otros que sentir que tienes la obligación de amarlos.

No tengas miedo a la oscuridad, pues a menudo las cosas más interesantes se ocultan en la noche.

Duerme por el simple placer de dormir.

Suscribo por completo.

OCHO. Para los anti-gatos

Voy a dedicarle este último apartado a las personas que son anti-gatos. No las entiendo, pero tampoco me parece bien excluirlas de este Hilo. Supongo que tendrán sus razones (miedos, alergias, fobias). Quienes sí las entendieron fueron William Cole y Tomi Ungerer (este último, un gran gran ilustrador) y juntos armaron A Cat Hater’s Handbook, donde recopilaron diversos comentarios de odiadores de gatos, es decir ailurofóbicos. Me topé en El gran libro de los gatos la transcripción de este decálogo que les comparto completo.

Diez pasos para acabar con los gatos

  1. Ignóralos. Que no se sienten cerca de ti.
  2. Difunde rumores negativos sobre ellos. Inventa historias terribles sobre gatos que nunca existieron.
  3. Aguántales la mirada.
  4. Si vas a una casa en la que vive un gato, al entrar di muy alto “Qué feo olor”, y al salir deja la puerta abierta.
  5. Silba fuerte cuando se te acerquen.
  6. Haz ruidos repentinos delante de sus caras.
  7. Vierte el contenido de tu copa encima de la cabeza de un gato cada fin de semana.
  8. Arma una franquicia de la Sociedad Antigatos en tu barrio.
  9. Si tienes que levantar a un gato del suelo, hazlo siempre tirando de su pata.
  10. Lleva a tus perros a las fiestas para gatos.

Ahora sí, llegamos al final de esta entrega con la gatita azul de Warhol y su mirada entre ingenua y soñadora.

Espero que este Hilo te haya hecho pensar en los gatos de tu vida, o en los gatos importantes de las series y películas como el Gato de Cheshire de Alicia, Chatrán, Don Gato y su pandilla, Los Aristogatos, incluso en Suertudo, el gato que quería comerse Alf, pero no en Garfield ni en Gaturro (siempre los odié, disculpas).

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena

P.D. Acordate que si te gusta lo que hacemos, es clave que te suscribas a Cenital.

Soy licenciada en Letras por la UBA y trabajo hace muchos años en la industria editorial. Fui editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Formo parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tengo un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumulo en mi biblioteca. Lo que más me gusta es viajar.