La ultraderecha gana la primera vuelta en Chile

Kast y Boric disputarán la segunda vuelta, tras unas elecciones donde Franco Parisi, un candidato antipolítica que ni siquiera hizo campaña en el país, dio la sorpresa con el tercer lugar.

¡Buen día!

Espero que te encuentres bien. Acá, en Santiago, es tarde y la jornada fue larga. En el departamento donde estoy, dos artistas jóvenes que participaron en el estallido de octubre intercambian miradas sobre la elección. “Estamos desconectadas del resto de Chile”, dice una, insultos al aire mediante. La otra no le responde, está scrolleando memes en Instagram mientras se muerde los labios. Se detiene en uno con el mapa del país que ironiza: hace un estallido social contra el neoliberalismo y vota para cambiar la constitución…y vota por un pinochetista que estuvo a favor de mantener la dictadura. “No entiendo, weona, es que no lo entiendo”, dice. 

No conocen a nadie que haya votado por Franco Parisi, el factor sorpresa de la elección con el 13% de los votos, un candidato que hizo campaña sin pisar el país. De haberlo intentado posiblemente lo hubiesen detenido: tiene una causa abierta por no pasarle la pensión alimenticia a su expareja y una querella por estafa y lavado de dinero. A través de Zoom y redes sociales, su mensaje contra la casta política logró un resultado extraordinario en el norte del país, tradicional bastión de la centroizquierda: sacó 33% en Antofagasta, 28% en Arica y Parinacota, 27% en Tarapacá y 23% en Atacama. No llegó al 8% en la región de Santiago. 

José Antonio Kast confirmó y profundizó el liderazgo que le habían dado las encuestas, puestas en duda por un reciente historial de fallas y luego de un debate donde el ultraderechista tuvo una mala performance. Pese a eso obtuvo el 27,9% y es el claro ganador de la primera vuelta, aunque con una distancia mucho más corta que la que se proyectaba al principio de la noche. 

Estos son los resultados:

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  • José Antonio Kast: 27,9%
  • Gabriel Boric: 25,8%
  • Franco Parisi: 12,8%
  • Sebastián Sichel: 12,7%
  • Yasna Provoste: 11,6%
  • Marco Enriquez-Ominami: 7,6% 
  • Eduardo Artés: 1,4%

A la espera de un panorama más claro, tres apuntes apurados.

1) El factor Kast

Lo charlamos hace un par de semanas. Una de las claves de la campaña fue el vertiginoso ascenso del líder ultraderechista, a expensas de Sebastián Sichel, la carta moderada de la coalición oficialista. En la derecha hubo dos primarias: la primera, la oficial, fue la que ganó Sichel como abanderado independiente contra el establecido Joaquín Lavín; después, la informal, fue la de Sichel contra Kast. Este último se mostró como una carta más sólida para enfrentar a la izquierda en una campaña donde Sichel tuvo varios errores y contratiempos, y donde entraron a jugar temas –el conflicto mapuche en el sur; el conflicto migrante en el norte– más cómodos para la narrativa del pinochetista.

Así que lo primero, creo, es advertir que la buena performance de Kast correlaciona con la mala campaña de Sichel. Aunque, como dijimos, en esa búsqueda de un envase más radical por parte del electorado de derecha se puede leer una tendencia occidental. 

Dicho esto, sería forzado soslayar el factor estallido en el ascenso de Kast. Suena plausible que este haya capitalizado votos en sectores que quieren terminar con las protestas y sus consecuencias materiales, aunque quizás las hayan apoyado en un primer momento e incluso hayan votado por el apruebo en el plebiscito de 2020.

Acá lo explica muy bien el analista Roberto Izikson en una entrevista con Augusto Taglioni:

Si Boric representa el 18 de octubre de 2019 de mucha mejor manera que cualquier otro, Kast representa el 18 de octubre de 2021, que es la necesidad de orden y paz para poder vivir tranquilos. De alguna manera lo que tenemos es un nuevo clivaje, que no es necesariamente izquierda-derecha, sino que es cambio vs orden, eso es lo que está en pugna hoy en día y por eso Kast se volvió opción. 

Eso es lo que dicen los analistas chilenos: que la carta del Orden se impuso sobre la de Cambio. Y claro que la palabra orden apareció en todas las conversaciones que tuve con votantes de Kast, pero no creo que sea suficiente para entender ese voto. O quizás sí y es todo más simple.

El jueves, por ejemplo, me encontré con una pequeña manifestación a horas de haber aterrizado. Era un grupo de menos de cien personas que pedía por la liberación de los encarcelados durante el estallido. Todo parecía normal hasta que se cruzaron con los carabineros, los pacos, y primero volaron insultos y luego piedras y botellas. Tuve que asumir mi condición de corresponsal inexperto y dejar de jugar a ser Jon Lee Anderson: empecé a correr. Para mi sorpresa, era el único. Todas las personas que estaban en la zona, en el centro de la ciudad, desde oficinistas trajeados hasta despistados en bicicleta, sabían por dónde encarar para evitar el lío. Diez minutos después, en una calle transitada que daba a la avenida de la protesta –pero del otro lado a donde estaba antes–, la gente ni prestaba atención a que los pacos ya habían empezado a correr a manifestantes. 

Una trabajadora ambulante me dijo que “ahorita volvieron esas vainas”, dándome a entender que no había habido escenas así por un tiempo. Le pregunté por cuanto.“Tres, cuatro días”, me respondió. Y eso fue el jueves. Al otro día, en honor a la tradición de la protesta de todos los viernes, hubo una más grande. Siguen siendo manifestaciones marginales comparadas a las del 2019 y la convocatoria con suerte superan las cien personas, pero es suficiente para paralizar la zona. Pasa todas las semanas. 

Me resultó fácil en ese momento entender por qué un dueño de un comercio local o alguien que tiene que pasar por ahí todos los días podría votar por alguien como Kast. Y esto es Santiago: posiblemente en la Araucanía, donde sacó el 42%, el axioma se explique mejor. 

Y es curioso, pero en la previa de la elección las voces que decían que Boric iba a arrasar y que Kast estaba siendo demasiado inflado por medios y encuestas dudosas me parecían igual de razonables que las que pronosticaban lo contrario. Los primeros también tenían buenos argumentos: señalaban la victoria del Apruebo a la opción constituyente con más del 80% y la gran elección que hizo la izquierda en las elecciones municipales y en las de la asamblea constituyente, donde la derecha no llegó al tercio de escaños. 

2) La implosión del duopolio

Ninguna de las dos coaliciones tradicionales de la política chilena va a disputar la segunda vuelta. El sistema de partidos que emergió con la transición ya estaba agotado; ahora quedó oficialmente muerto. 

Lo que casi logra Beatriz Sánchez en 2017, cuando el Frente Amplio sacó el 20% de los votos, Gabriel Boric lo logró en 2021. Se repite así lo que pasó durante todas las elecciones de este año, en las que la izquierda –nucleada en la lista Apruebo Dignidad– se impuso a la ex Concertación, rebautizada Nuevo Pacto Social. Boric y todo el conglomerado de fuerzas que lo acompañan ocupan ahora ese lugar, pero no han ampliado significativamente el piso conseguido en la última elección y menos aún el de este año: casi 1.750.000 personas votaron en la primaria de Apruebo Dignidad, entre Boric y Daniel Jadue, del Partido Comunista. Poco más de 1.800.000 votaron por Boric ayer. Es un hito moderado. 

Y tendrá su impacto en la segunda vuelta. “Va a tener que pactar con todos los concertacionistas públicamente. La fuerza del Gabriel no va bien”, se quejaba un militante del Frente Amplio cuando las tendencias del escrutinio aparecían consolidadas. Provoste no lo dijo públicamente, pero toda su alianza está dispuesta a apoyarlo contra Kast. La gran pregunta es qué lugar le dará la campaña al Partido Comunista, socio de ruta y el cuco cantado para lo que se viene. 

Las internas dentro del campo de derecha también son jugosas. Su futuro liderazgo y perfil se encuentra en disputa. Un buen primer dilema para plantear es si Kast va a buscar moderarse para conseguir el apoyo explícito de Sichel y sus pares más centristas o si va a radicalizarse todavía más, apostando a la polarización contra Boric y sus aliados del PC y la “vieja política”, para conseguir los votos de Parisi. El tema es que nadie sabe realmente qué son “los votos de Parisi” y menos aún si van a volver a aparecer en la segunda vuelta. Pero ante la duda yo apostaría por la segura: la radicalización. 

Hay, de todos modos, algo más importante que el poroteo. El “duopolio” se va pero sus fantasmas siguen ahí: la participación fue del 47,19%, más baja que en las elecciones de este año y en línea con la tendencia de los últimos. Si a esto se le suma la votación de Parisi queda claro que la desconexión de una parte importante de la sociedad chilena con los partidos políticos (o “el sistema político”, ya no sé cómo llamarlo) sigue existiendo y quizás ha crecido. Para el proyecto político de Boric, que se supo heredero de una movilización contra las élites del país, esto debería ser el dato más preocupante, al margen del desenlace de la segunda vuelta.

3) El futuro

Decirlo es casi un lugar común, pero acá hay algo flotando en el aire. Los periodistas lo formulan; los chilenos confirman. Para empezar, Santiago está transformada: todas las paredes están tatuadas con consignas del estallido. La ciudad es un laberinto sitiado, repleto de vallas. Y los negocios aprovecharon el clima pandémico para seguir cerrando temprano, pero antes de irse colocan rejas antisaqueo. 

Creo que las dos cosas más sensatas para decir es que es temprano para terminar de entender qué pasó ayer y, en segundo lugar, el escenario se encuentra abierto. Lo primero invalida el propósito de un correo a la madrugada, pero de algo hay que vivir. De lo segundo podemos hablar.

Gabriel Boric hizo una elección en línea con lo que pronosticaban las encuestas, pero rindió por debajo de las expectativas de su base. La buena elección de Kast y Parisi, sumado al magro resultado de la izquierda en el Congreso (donde no será primera minoría en ninguna de las dos cámaras), son una señal de alarma aun si el frenteamplista se impone en segunda vuelta. Dicho escenario no es para nada descabellado: la polarización con el pinochetista Kast puede ser efectiva para movilizar y por lo demás la diferencia es de tan solo 2 puntos. Pero está lejos de ser seguro. 

Después de diciembre las miradas se van a trasladar a la constituyente, cuyo horizonte tampoco está claro. La posibilidad de que el Rechazo triunfe en el plebiscito que va a preguntar sobre la nueva constitución es real, y seguramente adquiera más cobertura en la campaña. Y, si se aprueba, es posible que el sistema político de Chile cambie por completo. Desde la eliminación del Senado hasta la transición a un sistema parlamentario o semipresidencialista. También puede haber elecciones en dos años y que todo vuelva a empezar. 

Es algo que se discute mucho por estos días. La posibilidad de que las cosas cambien. La posibilidad de que todo vuelva a empezar.

Un abrazo,

Juan

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Creo mucho en el periodismo y su belleza. Escribo sobre política internacional y otras cosas que me interesan, que suelen ser muchas. Soy politólogo (UBA) y trabajé en tele y radio. Ahora cuento América Latina desde Ciudad de México.