La ruta de las granadas

Los gobiernos de Alberto Fernández y Luis Arce investigan el recorrido de los 40.000 cartuchos antitumultos, los gases lacrimógenos y más de 100 granadas de gas que, según una nota aparecida en la embajada argentina en La Paz, envió la gestión de Mauricio Macri a los golpistas bolivianos.

¡Hola! Buen sábado. ¿Ya pasaste por la absolutamente feliz experiencia de vacunarte? Si es así, ¡felicitaciones! Y si no, ojalá que te llegue pronto. Es un momento muy especial que a mí me hizo llorar un montón y me devolvió una esperanza sin límites (aunque antes tuve que superar las 24 horas inmediatamente posteriores a la vacuna en las que comprobé que somos una generación muy perrito chiquito).

Este me representa, y el siguiente te lo dejo por si todavía estás esperando:

La región se sacudió en las últimas horas con la denuncia del gobierno de Luis Arce sobre la colaboración material de la gestión de Mauricio Macri con el golpe de Estado a Evo Morales en 2019. Del apoyo político y diplomático de Cambiemos a Jeanine Añez sabíamos desde el día uno, pues apenas un día después de su toma del poder la Argentina la reconoció como “referencia de autoridad”. El sacudón político llegó ahora de la mano de otra novedad: ese respaldo también se expresó en el envío de material represivo. Gases lacrimógenos y granadas de gas para dispersar, además de una cantidad considerablemente elevada de cartuchos antitumulto que, si te tiran cerca, pueden ser letales. El Ministerio de Seguridad, que ya inició una investigación interna, sospecha que esos pertrechos salieron de la Gendarmería, la fuerza más identificada con la exministra Patricia Bullrich y que al momento de los hechos tenía a su cargo la seguridad de la embajada argentina en La Paz.

Lo que sucedió en ese edificio y en las comunicaciones entre esa sede y el Palacio San Martín por aquellos días también es materia de investigación. Jorge Faurie fue el primer exfuncionario macrista en salir a despegarse de la denuncia. “Cancillería no tuvo ninguna intervención en el envío de ningún tipo de material a mi conocimiento”, dijo en IP minutos después de que el gobierno de Bolivia hiciera pública la denuncia.

En el equipo del actual canciller Felipe Solá, sin embargo, creen que es “imposible” que Faurie no supiera del envío de granadas y gases. “La Cancillería tiene una estructura tipo militar, muy jerárquica, en la que todo queda registrado”, detallaron funcionarios del Palacio San Martín cuando les pregunté. Y agregaron un dato extra: informalmente, el personal de la embajada argentina en Bolivia relató cómo mientras el entonces embajador Normando Álvarez García ayudaba a los exfuncionarios del gobierno de Evo Morales que buscaban refugio en el edificio argentino, Faurie presionaba para que los echara. El excanciller lo niega, aunque el tema quedó sugerido en el descargo de Álvarez García. “Mi accionar siempre estuvo marcado por la protección de la vida de las personas y de los derechos humanos, con una fuerte decisión personal, más allá de las políticas definidas por el gobierno argentino”, detalló el exembajador, que además agregó que él pidió autorización para que el avión que trasladaba a Evo Morales fuera de su país aterrizara en la Argentina y que el gobierno de Macri se la negó.

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Álvarez García quedó en el centro de la polémica pues es a él a quien está dirigida la increíble nota de agradecimiento por el envío del material represivo. Él niega enfáticamente haber autorizado ese cargamento y también asegura que la nota publicada por el gobierno de Bolivia nunca llegó a sus manos. Hoy se desempeña como ministro de Trabajo de Gerardo Morales en Jujuy. Durante todo el día de ayer, el gobierno jujeño se negó a hablar o comentar el tema, aunque en algún momento deberá hacerlo.

Mientras en la Plaza de Mayo la Tupac Amaru protesta por los 2000 días presa de Milagro Sala y responsabiliza directamente a Gerardo Morales por esa situación, el gobernador se refugia en su provincia y evalúa cómo responder a una acusación internacional que lo deja en el ojo de la tormenta y puede resentir su hasta ahora muy buena relación con el gobierno nacional.

La Cancillería boliviana considera que esta revelación muestra a las claras un intento de rearticulación del Plan Cóndor, en la que también anotan otros hechos de aquellos meses: la visita de Ivanka Trump a Jujuy el 5 de septiembre de 2019, el pedido de asilo anticipado de los golpistas a la diplomacia argentina y española, la denuncia de la OEA (infundada, según el MIT) contra Evo Morales, y el apoyo de Ecuador y de Colombia a los golpistas. “Está claro que no ha sido solamente un acto coyuntural de Bolivia, sino que hubo una articulación de la derecha latinoamericana”, dijo el embajador boliviano ante la ONU, Diego Pary Rodríguez.

Los hechos que Bolivia investiga se sucedieron con rapidez, los primeros días de noviembre de 2019:

El lunes 4, uno de los principales agitadores públicos contra Evo Morales, Luis Fernando Camacho, se reunió con diplomáticos de la Argentina y de España para pedirles asilo ante un eventual fracaso de lo que llamó “insubordinación civil” y les avisó que 48 horas más tarde las Fuerzas Armadas iban a entrar en la Casa de Gobierno, según el cable que el consulado argentino en Santa Cruz envió a la Cancillería. 

El miércoles 6, Camacho llegó a La Paz para pedirle personalmente la renuncia a Morales.

El domingo 10, la OEA de Luis Almagro denuncia “irregularidades muy graves” en las elecciones que habían vuelto a consagrar a Evo Morales presidente. Por la noche, luego de que se le sublevaran las fuerzas armadas y las de seguridad, Evo anuncia su renuncia.

El lunes 11, gracias a la intervención de Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador, Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, logran salir de Bolivia. No pueden aterrizar en la Argentina porque el gobierno de Macri no lo autoriza. Lo hacen en México.

El martes 12, Añez jura como presidenta de Bolivia en una Asamblea semivacía y luego de la renuncia de toda la línea sucesoria, amenazada y hostigada por las fuerzas armadas y de seguridad. Esa misma noche aterriza en La Paz un avión Hércules de la Fuerza Aérea Argentina con trece efectivos del grupo Alacrán, un comando de Gendarmería que debía custodiar la embajada argentina. Llevaba también un cargamento no identificado. En el Ministerio de Defensa creen que era el material represivo.

El miércoles 13, la Fuerza Aérea Boliviana le agradece por carta al embajador argentino la entrega de gases lacrimógenos y granadas antidisturbio, aunque ayer el firmante de la carta, el excomandante Jorge Gonzalo Terceros Lara, dijo a través de su abogado que la firma es apócrifa. Terceros Lara está preso desde hace una semana por su participación en el golpe.

En la semana posterior a esos hechos, tuvieron lugar las dos masacres emblemáticas del golpe en Bolivia: Sacaba y Senkata, dos ciudades en las que las fuerzas armadas y de seguridad dispararon indiscriminadamente contra manifestantes, matando a 27 de ellos y dejando cientos de heridos.

Establecer la ruta de las granadas es ahora prioridad para los gobiernos de la Argentina y de Bolivia. De dónde salieron, en qué inventarios faltaron y, sobre todo, quienes firmaron la orden para que llegaran a manos de los golpistas bolivianos. La lupa argentina está mirando de cerca a los ex ministros Patricia Bullrich y Oscar Aguad. Ambos se despegaron públicamente de los hechos. Ella negó en un posteo de Facebook haber pedido material para la Fuerza Aérea Boliviana, pero la investigación avanza sobre la fuerza de seguridad con la que tuvo más vínculo: la Gendarmería. Aguad fue más allá: directamente dijo que todo el episodio es falso, inventado por los gobiernos de Alberto Fernández y Luis Arce. 

Otros nombres también resuenan en la memoria de quienes trabajaron en Cancillería durante los años de Faurie: el de su secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, señalado por llevar una gestión paralela de las relaciones exteriores argentinas, y su segunda, la subsecretaria Paola Di Chiaro, que manejaba temas de Defensa. ¿Es posible que llevaran adelante iniciativas que el propio canciller desconocía? ¿Y con quién resolvían en La Paz, si no era con el embajador Álvarez García? Las miradas del Palacio San Martín apuntan de nuevo a la Gendarmería. “En aquellos años había en la embajada un agregado de Gendarmería muy hábil”. Son las puntas que ahora investiga el Gobierno.

Mientras eso avanza, yo me despido por algunos días. Te dejo con una sugerencia: si te gusta mucho andar en bici, recorré la bicisenda de La Pampa que está rodeada de calles y casas hermosas. La de Superí también. Y a esta recomendación le sumo un pedido: esta noche por favor mirá el partido exactamente en el mismo lugar y con las mismas personas con las que estuviste el martes pasado. Si no lo hacés, te vamos a ir a buscar.

Nos vemos en 14 días. Y acordate que si te copa lo que hacemos en Cenital, siempre podés sumarte acá.

¡Besos!

NBG

Es periodista, licenciada en Comunicación Social. Conduce el noticiero central del canal IP. Es docente titular de la cátedra Televisión en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ. Es autora de El Otro Yo, la biografía de Nicolás Caputo (Planeta, 2017).