Camino lunar

Por misteriosa, luminosa y compañera, dedicaremos este Hilo a la luna y sus expresiones culturales. Poemas, libros, películas y fotos que nos recuerdan cuán necesaria es para la humanidad.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Yo bien, pero con frío. No la paso bien cuando hace frío. Me cambia bastante el ánimo y la actitud. Soy de esas personas que tienen la temperatura corporal mal regulada y estoy todos los meses del invierno con las manos y los pies helados. Además me contracturo, me encorvo, en fin, no me quiero quejar. 

Hoy me interesa que nos ocupemos de un tema hermoso. Tan bello que no entiendo cómo no lo toqué antes. Vamos a hablar de la luna. Es que justo hubo un eclipse el lunes pasado, con la luna llena toda roja, excusa más que suficiente para pensar en ella. Vamos a dedicarnos a sus múltiples apariciones culturales, porque es una fuente de inspiración constante desde que la humanidad se define como tal. Muchos animales también la necesitan, regula las mareas, acompaña a los navegantes, ilumina a los perdidos en los bosques. La luna como excusa romántica, como territorio a conquistar por los astronautas que envían los países que tienen dinero para la carrera espacial. Como misterio astronómico. Como destino turístico posible para Elon Musk. Hablemos de la luna.

La luna en dibujos de Galileo en 1610, incluidos en su tratado astronómico Siderus Nuncius o El mensajero sideral 

Un baño de inmensidad

Hace dos semanas saqué entradas por internet para ir al Planetario de Buenos Aires Galileo Galilei a ver una suerte de “obra” llamada En Movimiento. Fuimos hasta allí a la tarde, nos sentamos en los sillones reclinados del domo, y miramos hacia arriba en la oscuridad. Lo que sucedió fue un espectáculo astronómico ATP guiado por una locutora con proyecciones y data científica que me entretuvo y me dejó una serie de sensaciones raras. Básicamente, salí más relajada de lo que entré. Es que estar una hora escuchando información del universo, de su extensión, de la velocidad de la luz, de los movimientos en órbita de los planetas y las constelaciones me alejó de la neurosis más mundana. Hablar de los cielos y de los misterios de las galaxias funcionó en mí como un baño de inmensidad, un recordatorio de que no somos nada. De que nuestra existencia, nuestras quejas o formas de vida son muy poco importantes o cruciales en relación con lo infinito del universo. Con su desolación magnífica. La inmensidad del espacio me devolvió una idea de humanidad bastante aburrida y banal. ¿Quiénes nos creemos que somos, realmente? (Recomiendo la experiencia si están muy atascados en sus problemitas).

Entre toda la información que nos dieron en el Planetario, los datos que más me interesaron fueron los de la luna. De hecho, en la proyección en un momento la “acercaron” a nuestras narices con un zoom al detalle y quedamos todas anonadadas. Así que hoy para ilustrar este Hilo se me ocurrió usar dibujos antiguos y fotografías de la luna sacadas por gente que se dedica a eso con telescopios y cámaras especiales. Porque las fotos que podemos tomar con nuestros teléfonos son siempre pésimas. Vemos la luna en el cielo, gigante y luminosa, y cuando intentamos reproducirla en la cámara, parece decirnos: “Ni lo intentes”. Gracias por ese otro baño de inmensidad. 

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Antes de pasar a sus manifestaciones culturales, no puedo dejar de mencionar que para la astrología la luna es tan importante como el signo solar y el ascendente. Es, de hecho, la luna la que regula los sentimientos de las personas. El espacio o lugar simbólico al que se vuelve a buscar protección y refugio. De los astros y planetas es claramente a la que tenemos más cerca, con la que nos relacionamos más íntimamente, ¿no? Si quieren saber lo que implica para los astrólogos, les dejo por acá Las lunas, un libro clásico de Eugenio Carutti, con una larga introducción y la descripción de la luna en cada signo. Ahí dice, entre muchas otras cosas, esto que ya aprendimos en la escuela, pero que vale la pena recordar: “Como sabemos, la luna no posee luz propia sino que esta se genera por un proceso de reflexión. Sin embargo, su presencia ilumina la noche reflejando la luz solar, al tiempo que morigera los efectos de esta última a fin de aliviar el exceso de radiación. El espejo, que devuelve una imagen que no es la realidad de lo reflejado, es un clásico símbolo lunar”. 

Blanca y desmesurada

¿Están para leer varios poemas sobre la luna? En la poesía y en las canciones es donde más diversidad de enfoques hay sobre ella. Una luna por cada poeta que la haya nombrado. Así que recorramos versos lunares. Como hay tantísimos, de Safo a Lorca, de Reynaldo Arenas a T.S. Eliot, voy a seleccionar solamente cuatro poemas de autores y autoras argentinos. Empecemos con uno bellísimo del entrerriano Juan L. Ortiz. Es leerlo y transportarnos inmediatamente al medio de la naturaleza, donde la luna es una suerte de ama de las noches.

Luna sola 

Luna sola de los campos.
Pienso en las bellezas
perdidas.
Pero ¿es pérdida ésta?
Veo una luna abandonada
tan hermosa como ésta
sin nadie que la contemple.
¿Nadie siente
cómo los campos anochecidos
se van alumbrando, flotantes,
y descubren horizontes
marinos
con el humo de alguna
arboleda perdida?
¿Nadie?
Las ramas
están pálidas de encanto
y un sutil calofrío
recorre las hojas.
¿Acaso este pájaro
que aletea?
Luna de oro entre los ceibos.
Luna sola de los campos.

Pasemos a uno hermoso también de Alfonsina Storni con una métrica muy típica de ella. Acá la luna la mira y le habla de muerte, amor y misterio. Y nos cuenta cómo su alma se convierte en un gato nocturno que la busca y la encuentra a los saltos.

Viaje

Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.

Es la misma de anoche,
la misma de mañana.

Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.

Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.

Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.

Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.

¡Oh! la luna ha movido
sus dos labios de plata.

¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:

«Muerte, amor y misterio…»
¡Oh, mis carnes se acaban!

Sobre las carnes muertas
alma mía se enarca.

Alma –gato nocturno–
sobre la luna salta.

Va por los cielos largos
triste y acurrucada.

Va por los cielos largos
sobre la luna blanca.

Y este del poeta Joaquín Giannuzzi me parece divertido. Fueron varios los perros que intentaron viajar a la luna y que uno aunque sea se vuelva materia de un poema es muy justo. La imagen de un perro saltando por los cráteres es digna de metáforas. 

Perro en la luna

Programado y libre de bacterias,
público y perplejo, el perro
en la luna vacila abandonado.
El ojo frío en el telescopio
estudia su comportamiento
bajo el crimen solar, sus posibles
agonías y respuestas al terror cósmico.
Pero una especie de dignidad
se instala en la desolación
y entonces salta blandamente
como en un campo soñador, buscando
la helada oscuridad del otro lado.
Aquí se cierra el párpado
sobre el error. La información
no puede completarse,
pero hay tierra y hay noche para todos
y cada uno duerme y sabe dónde está.

Y terminemos con un poema breve de Roberta Iannamico con la simpleza y ternura que la caracterizan. Justo sobre una luna roja, como la del eclipse.

Luna roja

Luna roja
el altar era el mar
de ahí emergió
menguante
luna pirata
con un solo ojo
mira la playa
sube y se transfigura 
en un gajo de mandarina
descomunal
bajo su influjo
me voy a casar. 

Alunizajes en pantalla

Dediquémosle unos párrafos a distintas películas o filmaciones sobre la luna, empezando por este video increíble que encontré en YouTube. Se llama Orbit The Moon y está “dirigido” por un tal Seán Doran. Es completamente hipnótico, porque va sobrevolando de cerca la superficie lunar durante 53 minutos, sin voces, ni datos, ni estridencias. Solo paseamos por la luna de manera lenta y tranquila, con una música de fondo suave y placentera de Kevin MacLeod. Es muy gris su superficie, pero en cada una de sus irregularidades y pequeñas colinas debe haber una historia. Este video está hecho a partir de los datos 3D que aporta el Lunar Reconnaissance Orbiter, una sonda espacial estadounidense que fue lanzada en 2009. Si tienen de esos televisores HD debe ser un flash reproducirlo ahí porque está realizado en “ultra alta definición”. Para ponerlo de fondo antes de dormir y soñar con flotaciones antigravitacionales.  

Y hablemos también de dos películas, una vieja y otra nueva, sobre los alunizajes. (Hay miles pero elegí estas dos porque no soy lo que se dice una amante del género). Empecemos por Moon, un drama británico de ciencia ficción de 2009 dirigido por Duncan Jones, ni más ni menos que el hijo de David Bowie. ¿No es maravilloso que el hijo de David, el hombre que justamente en 1969 encarnó la voz del astronauta que estaba alunizando en “Space Oddity” decida hacer tantos años después esta película? (No puedo evitar dejar por acá un video en vivo de Bowie cantándola solo con una guitarra en 1970). Volviendo a Moon: está protagonizada por Sam Rockwell en el rol de un astronauta que trabaja para la Lunar Industries Ltd. Está cumpliendo una misión en la cara oculta de la luna hace tres años y ya está por terminar. Su única compañía es una máquina que habla y se expresa ( la voz es de Kevin Spacey) con inteligencia artificial. Y bueno, las cosas se complican. Se enrarecen. Y lo que parecía tener un final tal vez no sea lo que parece. Es una película bastante profunda, a fin de cuentas. Existencial, diría, que nos hace reconsiderar lo que entendemos por soledad. Acá la pueden ver online.

Y la última recomendación es un estreno reciente de Netflix que pasó medio desapercibido y me gustó mucho. Me refiero a Apolo 10 y medio, del director Richard Linklater. Es de esas películas de Linklater que se filman con actores y luego tienen un tratamiento animado posterior que las hace potentes a nivel visual. La premisa es muy simple: en 1969, en Houston, Texas, un niño de unos 11 años es reclutado en estricto secreto por la NASA para ir a la luna. Necesitan a un niño porque los ingenieros aeronáuticos se equivocaron en un cálculo e hicieron un módulo lunar pequeño en el que no cabe un adulto y precisan hacer pruebas con él antes de que parta el Apolo 11 para allí. Entonces este chico se presta a la aventura. Pero no es una de esas películas que transcurre en la luna: acá de lo que se trata es de reconstruir la infancia y la juventud en un suburbio de Houston donde casi todos trabajan en la NASA, basándose en una familia con muchos integrantes, y en la formación de sus sensibilidades. Linklater es un genio representando eso (Boyhood está ahí para comprobarlo). El dato: todo el film está narrado por Jack Black. 

Primera imagen de la Tierra vista desde la luna, tomada por la tripulación del Apolo 8 en 1968.

Siguiendo la luna

Si tienen o tuvieron niños cerca saben seguramente que la luna, los planetas, las estrellas son los protagonistas de muchos relatos y de muchas intrigas infantiles. También son el escenario de muchísimas historias, un poco para que vayan entendiendo desde chicos que vivimos en un mundo que no conocemos del todo, y que la luna es una de las pocas certezas y presencias constantes. Me gusta mucho la literatura infantil, así que no quiero privarme de dejar acá cuatro libros ilustrados y libros-álbum con la excursión lunar como eje de la aventura.

  • Hombre luna de Tomi Ungerer, un ilustrador y autor francés que publicó este cuento en 1967 y desde entonces se tradujo a quince lenguas. Cuenta la historia de un hombre luna (acá la luna no es femenina) que decide bajar a la Tierra porque está solo y aburrido. Pero los humanos lo tratan como un invasor y lo ponen tras las rejas. El pobre hombre luna incomprendido espera a estar menguante para escaparse por los barrotes y perderse por los bosques. Un relato interesante que, de paso, cuestiona las figuras de autoridad.
  • Cómo llegar a la luna de Nicolás Schuff. Este es un libro-álbum hermoso sobre abuelos y nietos. La historia de un chico que viaja a visitar a su abuelo al medio del monte y juntos una noche deciden ir hasta la luna (que se refleja en una laguna) y bañarse ahí. Muy bellamente escrito e ilustrado.
  • Papá, por favor consígueme la luna de Eric Carle. Un cuento sobre una niña que le pide al padre que le baje la luna y él consigue una escalera larguísima para subir hasta allá. El libro tiene páginas que se despliegan hacia arriba y hacia los costados porque ni la escalera ni la luna entran apretadas en el libro. Acá lo narran entero. 
  • Un día de campo en la luna de John Hare. Este es un libro silente, sin nada de texto, con hermosas ilustraciones, que transcurre en el futuro. En él, un grupo de estudiantes va de excursión a la luna, y al volver se olvidan a uno que se quedó medio escondido dibujando. Cuando ese chico está solo, aparecen unas criaturas muy interesantes, grises como un cráter, y él les presta sus crayones. Acá se puede espiar un poco el interior y acá mirarlo entero (pero, por favor, ¡sin volumen!).

Antes de terminar, debo decir que no llegué a hacer una playlist lunar. Pero es que podría dedicarle un Hilo entero solo a canciones de todos los géneros que hablen de la luna. Lo anoto para más adelante, porque hay composiciones bellísimas inspiradas en su presencia. Solo les dejo dos suaves para el domingo: “Pink Moon”, de Nick Drake y “Blue Moon”, en la interpretación de Elvis Presley. Una luna rosada y otra azulada, melancólicas ambas.

Ahora sí, me despido hasta dentro de 15 días.

Espero que este Hilo te dé ganas de mirar el cielo de noche. De perderte entre las estrellas. De dormirte mirando la luna.

Gracias por leer. Y por favor cuidate mucho.

Malena

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Soy licenciada en Letras por la UBA y trabajo hace muchos años en la industria editorial. Fui editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Formo parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tengo un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumulo en mi biblioteca. Lo que más me gusta es viajar.