Autos, buses, bicis y peatones

El impacto del transporte sobre el ambiente y la salud. El proyecto de movilidad sustentable. Por qué también necesitamos cambios de hábitos. Algo más de cambio climático.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Espero que mejor que yo que siento que llego arrastrándome a diciembre. Una de las metas que me puse para mis recién cumplidos 30 es aprender a decir que no. Deseame suerte.

Hoy vamos a hablar de movilidad, hábitos, energía y esa cumbre internacional que pretende cambiarlo todo.

Autos verdes

El 12 de octubre, el gobierno presentó finalmente el proyecto de ley de movilidad sustentable que había prometido Alberto Fernández ya en la apertura de sesiones en marzo de este año.

¿De qué va la ley?

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  • Crea un Régimen que promueve la investigación, el desarrollo, la producción y el uso de vehículos que funcionen a base de energías limpias.
  • Se propone un uso creciente y sostenido de este tipo de vehículos de producción nacional. 
  • Cubre toda la movilidad terrestre: livianos, medianos, pesados, de pasajeros, de carga y la micromovilidad. Es decir: autos, camiones, colectivos, bicis, etc.
  • Determina que desde el año 2041 no podrán comercializarse vehículos con motor de combustión interna nuevos en el país. 
  • Establece un régimen de beneficios para la demanda (lxs compradores de vehículos) y la oferta (productores finales y cadena de valor). 
  • Prevé cuotas de compra de vehículos por parte de la Administración Pública Nacional y del transporte público de pasajeros. 

Con estas medidas, el gobierno espera para 2030 crear 21.000 empleos y obtener un ahorro acumulado de 10,7 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Bien. Hasta acá el proyecto. Analicemos el tema, el contexto y más.

Primero, el impacto ambiental del transporte en Argentina. En nuestro país, el transporte representa el 30% de la demanda energética total y, según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el sector explica el 15% de los GEI emitidos cada año.

Es decir, algo hay que hacer con el sector del transporte para reducir las emisiones y cumplir con nuestros compromisos internacionales.

En segundo lugar, el impacto sobre la salud. ¿Cuántas veces respiraste ese humo negro que sale del caño de escape de autos y colectivos viejos? Esa es la contaminación visible, pero también cuando no sale humo negro los vehículos que pasean por nuestras ciudades están ensuciando el aire que respiramos.

Según la OMS, la contaminación del aire es uno de los mayores riesgos ambientales para la salud. Los altos niveles de contaminación provocan distintas enfermedades como las respiratorias crónicas y agudas, incluido el asma, cáncer de pulmón, accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas. En 2019, el 99% de la población mundial vivía en lugares donde no se cumplían los niveles de las pautas de calidad del aire de la OMS. Y se estimó que el aire contaminado causó 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo en 2016. 

De este modo, todo lo que es descarbonización -dejar de quemar combustibles fósiles- no solo es bueno para el ambiente, sino también para nuestra salud. 

En tercer lugar, la cuestión internacional, vayamos a ver qué está haciendo el resto de los países.

En Estados Unidos, el presidente Joe Biden decretó que para 2030 el 50% de los autos producidos en el país deben ser eléctricos. Acompañado por representantes de automotrices y sindicatos, el mandatario dijo que el futuro de la industria automotriz es «eléctrico y no hay vuelta atrás”. “La pregunta es si vamos a liderar o atrasarnos en la carrera hacia el futuro. Solíamos liderar en esta tecnología y podemos volver a liderar, pero tenemos que movernos rápido. El resto del mundo está avanzando, solo tenemos que dar un paso al frente», agregó.

En China, en diciembre de 2019, el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información anunció que los vehículos de nueva energía, compuestos principalmente por vehículos eléctricos enchufables (EV), representarían el 25% de las ventas totales de vehículos para 2025. Este es un objetivo audaz dado que menos del 5% del total de automóviles vendidos en 2019 fueron vehículos eléctricos.

En la Unión Europea el programa “Fit for 55” determina que a partir de 2035 solo se van a poder vender automóviles nuevos con cero emisiones en el bloque. Nota de color sobre Alemania: lo locas que son algunas cosas, pero hay más chances de que salgan de los combustibles fósiles que de poner un límite a la velocidad permitida en las autopistas. 

Este crecimiento del sector de los vehículos eléctricos, requiere de importantes innovaciones tecnológicas. En este gráfico que compartió el Ministerio de Desarrollo Productivo vemos que las patentes en electromovilidad vienen creciendo enormemente y con un fuerte liderazgo japonés. No por casualidad la presentación se hizo en Toyota.

En el mismo sentido, veamos la evolución de la compra de vehículos eléctricos alrededor del mundo.

A partir de estos breves puntos vemos que es clarísimo que la industria debe transformarse, tanto para reducir los impactos ambientales sobre la salud, como para acompañar el proceso tecnológico internacional.

A su vez, siendo una industria relevante para el país porque propicia la movilidad de personas y de bienes, aporta el 4,4% del total nacional de valor agregado bruto de la economía  y aproximadamente medio millón de puestos de trabajo, esta transformación requiere ser inteligente y justa -en el sentido de no perder empleos ni restringir el acceso a la movilidad-.

Si fuese por la cuestión meramente ambiental, diríamos que pueden empezar mañana a hacer eléctricos y ya dejen los otros. Sin embargo, vemos que esto no está sucediendo así en ningún país. Y, acá, si me disculpas la deriva politológica, voy a traer a Peter Evans y su concepto de “autonomía enraizada” en su libro Estados y transformación industrial (1995). 

Evans estudia cómo los estados se organizan y configuran sus vínculos con la sociedad y qué efecto tiene esto sobre los procesos de industrialización. Y, a partir de la investigación comparativa de los éxitos y fracasos de los estados de Zaire, Corea, India y Brasil, va a sostener que la acción estatal exitosa requiere de “autonomía enraizada”. Es decir, las agencias gubernamentales deben tener una organización interna coherente y ser independientes de los intereses privados. Pero, a la vez, para involucrarse de manera efectiva en los asuntos económicos (por ejemplo, la transformación industrial), precisan un conocimiento profundo de los procesos sociales y productivos.

¿A qué voy con esto? La transformación exitosa y justa de la industria automotriz requiere tanto de firmeza en las exigencias de transición como de conocimiento de la velocidad factible de ese proceso.

La otra movilidad

Ahora bien, si sos de tener la generosidad de leer este correo con frecuencia, sabés que el cambio climático no es el único problema ambiental. (De no ser así, podés leer esta entrega sobre los límites planetarios). Y que en general el abordaje de las cuestiones ambientales es dilemático, es decir, donde resolvemos un problema, aparece otro. En este caso, si bien la electromovilidad resuelve la parte de las emisiones, no da respuesta a la cuestión de la huella material, la presión sobre los ecosistemas de la extracción de minerales metalíferos, como el cobre, y no metalíferos, como el litio.

De la habitabilidad de las ciudades se ocupa Fer Bercovich en Trama Urbana, pero voy a dejar esta imagen a título ilustrativo.

Traduzco: “Cuatro tipos de embotellamiento lego: i) autos a petróleo, ii) autos a diésel, iii) autos eléctricos, iv) autos autónomos”.

Entonces, para reducir la huella ambiental total de nuestras sociedades y aminorar los problemas de tráfico, reemplazar un tipo de auto por otro es necesario pero no alcanza. 

Más bien, hacen falta transformaciones profundas de orden infraestructural y cultural que permitan utilizar cada vez menos el transporte individual y reemplazarlo por transporte público, bicicleta y caminata. Esto es, políticas públicas, pero también compromisos individuales.

Más cambio climático

Hace pocos días se publicó el nuevo informe de Cambio Climático de la organización Sustentabilidad Sin Fronteras. Tiene artículos sobre negociaciones climáticas, la vuelta de Estados Unidos al Acuerdo de París, la brecha de emisiones y la política climática nacional, entre muchos otros. Lo descargás acá.

En breve comienza la COP en Glasgow, la cumbre mundial sobre cambio climático. Obviamente se viene una entrega específica sobre el tema, pero te aviso para que estés atentx a:

  • las comunicaciones que lleve la delegación argentina, 
  • las revisión de medidas que anuncien todos y particularmente los grandes emisores, 
  • los compromisos de financiamiento de los países desarrollados 
  • los planes de adaptación

Por último, si te gusta un abordaje más filosófico a estos temas, te recomiendo un libro que estoy leyendo. La Terraformación, programa para el diseño de una planetariedad viable, de Benjamin Bratton.

Te mando un abrazo, nos leemos en dos semanas. 

Eli

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Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.