Que empiecen los juegos del hambre

La mesa política del FdT, mejor el encuentro que el después. Cuándo quiere Cristina que Alberto se defina sobre su candidatura y qué piensa el Presidente. Un grupo operativo de ex agentes gubernamentales y de fuerzas de seguridad israelíes dedicados a campañas de hackeo y desinformación sofisticadas con fines de manipulación electoral. Los antecedentes en Argentina. Larreta, Bullrich y el riesgo de una campaña sucia.

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La concreción de la mesa política del jueves en el Partido Justicialista logró algo que hacía mucho tiempo no ocurría en el Frente de Todos: una coincidencia. Según los protagonistas con los que pudo conversar #OffTheRecord, todas las tribus, incluso el albertismo, se fueron con la sensación de haber transcurrido una instancia positiva aunque las marcas en la carrocería hayan diferido.

El kirchnerismo llevó su voz en bloque: la necesidad, tal como adelantó Cenital la semana pasada, de que Alberto Fernández defina si va o no a competir por la reelección. Axel Kicillof, Wado de Pedro y Anabel Fernández Sagasti se distribuyeron los argumentos, pero coincidieron en algo: nadie podría competir contra el Presidente por la desigualdad de recursos. Juan Manuel Olmos, que compone la mesa operativa del FdT junto a De Pedro y Sergio Massa, respondió: “Soy un reconocido nestorista y él me enseñó que la crítica contra los gobiernos peronistas ya la hacen los opositores y los medios, por eso los sacaba cagando cuando le pedían autocrítica”. El más duro, sin embargo, fue el extracomunitario Gerardo Zamora. “Si pudieras reelegir, esta mesa no existiría”, le dijo al Presidente. El secretario general de la UOM, Abel Furlán, le sugirió a Fernández que los metalúrgicos tampoco se entusiasmaban con su candidatura.

Si bien esa miscelánea fue el argumento formal, está claro que el político es otro. El kirchnerismo entiende que la etapa albertista está terminada y que, cuanto antes el primer mandatario asuma esa realidad, el peronismo podrá poner a funcionar la maquinaria que identifique al mejor candidato para competir en las elecciones nacionales. Alberto le dijo a sus colaboradores cercanos que esa decisión la tomará en abril. Cristina quiere que sea antes. Algunos sostienen que el primero de marzo en la apertura de sesiones. No ocurrirá. Esa instancia podría ser histórica por otro motivo: es probable que, por primera vez en 40 años, no asista ningún miembro de la Corte Suprema.

“No cuenten con nosotros para una PASO con el Presidente”, concluyó Máximo Kirchner. Antes del encuentro, Cristina reunió al propio Kirchner, Kicillof, De Pedro y Larroque. Es difícil pensar en esa definición del ex jefe de bloque oficialista sin el aval de la vice. Lo interesante, entonces, es qué significa. La musicalidad kirchnerista no aparenta acompañar la respuesta hacia un encuadramiento con una eventual candidatura de Fernández. Si no habrá PASO, ¿cuál es la alternativa? Si el FdT llegara a perder en octubre -hoy algo bastante probable-, entonces una primaria haría las veces de disputa por la conducción del peronismo. ¿Bajo qué criterio Cristina dejaría que su espacio regale ese lugar? Aún en amplia mayoría, el planteo de los diferentes dispositivos del peronismo que no están encuadrados bajo la figura de Fernández, encuentra un límite. Un ex jefe de Gabinete, el ministro del Interior y el de Economía son potenciales candidatos a presidente, pero el actual Presidente no puede serlo. Una ecuación donde las partes son virtuosas y el todo es malo. Difícil de explicar.

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Misma suerte corre la convivencia entre la proscripción contra Cristina y la comisión para convencerla de competir en las elecciones. Si está impedida de competir formalmente, no hay afecto ni necesidad que valga. Alberto Fernández le pidió a sus espadas mediáticas que vinculen un argumento: los que denuncian la proscripción a Cristina lo quieren proscribir a él. Un estiramiento conceptual peligroso. Lo hicieron, con diferente sutileza, Aníbal Fernández y Victoria Tolosa Paz. Eduardo Valdés cruzó al ministro de Seguridad y el flamante jefe de Gabinete, Agustín Rossi, se diferenció del ala albertista. Rossi sostiene que CFK está proscripta antes de ser funcionario.

La sabiduría repetida y extendida sostiene que no se deben presentar candidatos en elecciones primarias que desafíen a presidentes en ejercicio, a riesgo de debilitarlos. Acá, con argumentos variados, son igual de taxativos el kirchnerismo y el albertismo. ¿Experiencia o pereza a la hora de ser creativos? La discusión sobre competir contra un Presidente en ejercicio no es nueva ni exclusiva del peronismo. El mismo debate tuvieron Martín Lousteau y Marcos Peña en 2019 cuando el senador quiso competir contra Macri. En el país con mayor tradición en elecciones primarias presidenciales, los Estados Unidos, es habitual que los presidentes enfrenten instancias de esta naturaleza. En 2012, Barack Obama fue desafiado por un listado de candidatos variopintos y se impuso en su primaria con el 88% de los votos y la casi totalidad de los delegados. Del mismo modo, Donald Trump barrió su interna en 2020, con más de 90 puntos. Las primarias contra los presidentes en ejercicio son habituales y son mayoritarios los ejemplos de mandatarios en ejercicio que las ganaron con comodidad frente a candidatos débiles.

Ronald Reagan comenzó su carrera presidencial -que lo llevaría a consagrarse cuatro años más tarde como uno de los presidentes más significativos de la historia estadounidense- desafiando a Gerald Ford en las primarias republicanas de 1976. Ford se impuso por un margen relativamente estrecho y el demócrata Jimmy Carter ganó la elección general. En la presidencial siguiente, un Carter asediado en su popularidad por la inflación, los precios del petróleo y las crisis externas fue desafiado en la primaria demócrata por el senador Edward Kennedy. Carter se impuso a pesar de ser derrotado en varios estados importantes y perdió la elección general contra Ronald Reagan.

Otro integrante de la dinastía Kennedy, Robert, había desafiado en la primaria demócrata de 1968 a Lyndon B. Johnson, el hombre que había acompañado como vicepresidente a su hermano asesinado. Johnson, padre de los principales programas de salud pública vigentes aún hoy en los Estados Unidos y de la ley de derechos civiles, enfrentaba un momento de baja popularidad, hundido en la guerra de Vietnam. Además de Kennedy, lo enfrentaba otro crítico de la guerra, el senador progresista Eugene McCarthy. Johnson no toleró tener que enfrentar una primaria dura y renunció a la nominación. Su vice, Hubert Humphrey tomó su lugar. Robert Kennedy fue asesinado por un buscador de notoriedad y McCarthy generó una campaña que convocó al activismo antibélico. Humphrey fue elegido como candidato, pero fue derrotado con facilidad por Richard Nixon.

El patrón parece ser, en los casos de internas competitivas de presidentes en situación de debilidad, que por ese motivo enfrentan desafíos, más que presidentes debilitados por ser desafiados. Sin ser situaciones totalmente análogas, ya que no eran presidentes en ejercicio, líderes partidarios indiscutidos como Lula Da Silva y Tabaré Vázquez enfrentaron internas relativamente fuertes ante competidores internos antes en las elecciones de 2002 y 2014, respectivamente. Tanto Lula como Vázquez salieron de esas disputas como presidentes de sus países con amplios márgenes.

Fuera de los debates internos, las iniciativas de gestión oficial deberían lograr ocultar, al menos momentáneamente, las diferencias políticas. No ocurre. Recuerda a una respuesta de Borges sobre Cien años de soledad luego de conocerse la obtención del Nóbel por parte de Gabriel García Márquez: “Él es un gran escritor y Cien años de soledad es una gran novela, aunque le sobran cincuenta años”. Al gabinete nacional le pasa lo mismo.

No son los autogenerados los únicos problemas para el gobierno argentino. En una visita sorpresa, Joseph Biden visitó Kiev. Un gesto de enorme significado en el marco de la que se espera sea la principal y más importante ofensiva rusa en meses. Al mismo tiempo, el secretario de Estado, Anthony Blinken, advirtió sobre las consecuencias de un posible suministro de armas a Rusia por parte de China. Esto supone dos cosas: una voluntad pública de confrontación con el gigante asiático y un involucramiento que -por primera vez desde el acercamiento de Nixon hace medio siglo- dejaría a los Estados Unidos y China por primera vez enfrentados en forma directa -como garantes y proveedores- en el marco de un conflicto bélico. Aún sin llegar en ninguna hipótesis a una guerra entre ambas potencias, un marco de enfrentamiento bipolar más rígido, con mayores sanciones y rispideces en el comercio, podría tener consecuencias para el litio, el gas natural o la soja argentinos.

Mientras tanto, frente a las elecciones de octubre, una preocupación relevante es la desinformación, que adquiere formas y equipos cada vez más sofisticados y verá claramente aumentadas sus capacidades por los avances recientes en inteligencia artificial. Una investigación conjunta del consorcio de diarios que incluye al alemán Der Spiegel, al británico The Guardian, a El País de España y al israelí Haaretz reveló datos sobre el trabajo de un grupo operativo de ex agentes gubernamentales y de fuerzas de seguridad israelíes dedicados a campañas de hackeo y desinformación sofisticadas con fines de manipulación electoral. Entre los países mencionados aparece Argentina y entre las partes asociadas en algunos proyectos, Cambridge Analytica.

En 2018 se publicó el informe del Comité de Cultura y Medios del Parlamento británico sobre fake news y tuvo entre uno de sus entrevistados a Alexander Nix, de Cambridge Analytica. En aquel momento, quedó probado el vínculo entre la consultora SCL, Cambridge Analytica y AIQ y cómo trabajaron en campañas políticas alrededor del mundo utilizando “técnicas militares y de inteligencia”.

Entre otras cosas, el comité entrevistó a Sandy Parakilas, que trabajó para Facebook y contó cómo este tipo de empresas se pudo llevar datos privados de sus usuarios a los que “les perdieron el rastro”. Entre varias conclusiones, el informe dice haber recibido evidencia de que SCL y sus empresas aliadas participaron en campañas desde 2010 usando técnicas de inteligencia. Nix dijo durante su testimonio que uno de los trabajos se realizó en Argentina, en una campaña “anti-Kirchner”. El informe vuelve a citar el caso argentino como uno en los que trabajó la empresa. Aunque Nix se negó a dar nombres, sostuvo que pudo haber sido para partidos opositores o grupos interesados en ir contra el entonces gobierno nacional. Nunca se lo convocó a dar explicaciones en el Congreso argentino. Todos los partidos políticos deberían estar interesados en conocer la verdad.

En la oposición la noticia, mas no la novedad, será la oficialización de la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta. El lanzamiento será sin el radicalismo, con quien el jefe de Gobierno tiene un preacuerdo, pero no una sociedad galvanizada. La situación en la Ciudad de Buenos Aires es interesante. Según pudo averiguar #OffTheRecord, las posibilidades de que Hache no le dé la boleta a Lousteau son cercanas a cero. En una eventual competencia contra Jorge Macri -el único que hasta ahora mostró un acercamiento a Patricia Bullrich-, los candidatos a suceder a Larreta irían con la boleta de todos los presidenciables de JxC.

Sin embargo, en la Provincia de Buenos Aires, la situación podría ser distinta. En el dispositivo de Diego Santilli todavía recuerdan que, luego de un comienzo turbulento, pudieron acomodar los niveles de beligerancia con Facundo Manes. El neurocientífico, que fue el fenómeno político silencioso de la elección de medio término y apuesta a serlo también en esta, tiene características sensiblemente diferentes a las de Bullrich. La titular del PRO, en campaña y frente a su única posibilidad histórica de coronar, puede ser un espectáculo dantesco para la sociedad y preocupante para rivales con zonas sensibles para ser auscultadas. Es por eso que no sería extraño ver dos fórmulas verticales con un solo candidato a presidente: Santilli-Guillermo Montenegro con Larreta-Gerardo Morales vs. Cristian Ritondo-Néstor Grindetti atados a la boleta de Bullrich y su plan B para acompañarla. Su primera opción, Alfredo Cornejo, comunicó por Twitter hace algunas semanas que irá nuevamente por la gobernación de Mendoza.

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Iván

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.