Milei bajo los fuegos de Macri y Cristina

Los dos expresidentes diagnostican una crisis del gobierno libertario pero enfrentan tensiones en sus partidos. Cristina al PJ y la furia de Macri con los “adolescentes tardíos”. ¿Qué pasa si el PRO no respalda el veto? El hilo rojo que une el clamor K, la causa Vialidad y la parálisis del pliego de Ariel Lijo

—Soy, pero si todos quieren…

Cristina Kirchner no mostró euforia. O la disimuló. El ruido de la marcha universitaria se colaba en su oficina del primer piso del Instituto Patria. Antes de salir a saludar desde el balconcito que da a Rodríguez Peña cerró con ese comentario la charla sobre la jefatura del PJ nacional, cargo que nunca ocupó, rechazó muchas veces y que a los 71 años parece dispuesta –quizá urgida– a aceptar. “Si todos quieren…”.

Hasta el sábado a media tarde, el «todos» lucía flaco. El coro de respaldos incluyó referentes de La Cámpora encabezados por Wado De Pedro, que disparó el clamor. Se sumaron intendentes bonaerenses como Mayra Mendoza (Quilmes) y Federico Otermin (Lomas de Zamora), legisladores jefes como el senador José Mayans y dirigentes como el sanjuanino José Luis Gioja. Ninguno de los gobernadores del ecosistema peronista. Ni siquiera Axel Kicillof.

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Pasó otra cosa: Ricardo Quintela, gobernador de La Rioja, que hace meses recorre provincias para cosechar apoyos a su jefatura partidaria, relativizó la postulación de Cristina y dijo que, en caso que se inscriba, sería saludable que haya internas. Nadie cree que sea saludable. El contexto social, la crisis económica, la endogamia partidaria o incluso los recursos que demandaría una interna alejan la hipótesis de una competencia. El atajo fácil es la prórroga para marzo próximo.

Una butaca para CFK

Esta semana Cristina recibirá a Gildo Insfrán, que además de mandatario de Formosa es presidente del Congreso partidario. Hace un mes, la expresidenta lo sondeó sobre la entronización de De Pedro. Insfrán le dijo que él trabajaba para la unidad. El formoseño, que estuvo meses sin hablar con CFK, suele reprochar que ella -o el cristinismo- avanzan sin consultas ni avisos previos y después lo convocan para que se sume y ayude.

El caso emblema fue la postulación de Alberto Fernández. Insfrán se enteró, como el 99,99% de los argentinos, por el video que publicó Cristina el sábado 18 de mayo a la mañana. Al día siguiente, luego de demorarse varias horas en destacar la novedad política –lo tuyo que llamar Alberto para pedirle que publique un mensaje en redes –, ella lo llamó para reunirse y se vieron el lunes siguiente.

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—Gildo, te quería explicar los motivos por los que elegí a Alberto… 

—No, Cristina. Si no me dijiste antes de tomar la decisión, no me expliques nada ahora… La responsabilidad es tuya.

Protohistoria. Pero el método es el mismo. Kicillof se enteró por los medios, al igual que de la visita de Cristina a La Matanza que, como detalló Cenital, se organizó sin que supieran los jefes políticos de allí como el intendente Fernando Espinoza y la vicegobernadora Verónica Magario. El expediente PJ estaba, secretamente, en proceso: el senador Mayans y el operador multitasking Juan Manuel Olmos, entre otros, habían charlado con CFK sobre la hipótesis de que ella presidiera el partido. Pero el plan era juntar con sigilo las voluntades y mostrar, esta semana, un acuerdo integral. Por eso, hubo una metralla sobre Wado que lanzó el clamor.

Quizás esta vez no se cortó solo como ocurrió antes. Cuando ametralló a Sergio Massa por X, nadie en La Cámpora salió a bancar su rabieta. Wado le reprochó el silencio a Máximo y lo acusó de apañar las “operaciones” de Massa en su contra. Máximo cuestionó que actuó por un impulso y arrastró a la orga. La conversación fue asperísima, casi física. Cristina los citó a los dos en el Instituto Patria para apagar el riesgo de un estallido intracámpora.

En la orga inquieta la relación personal que De Pedro mantiene con Kicillof –se conocen hace décadas, se juntan las familias, se invitan a cumpleaños– es el nuevo demonio preferido del maximismo que este fin de semana montó un encuentro en el sur de la provincia. No es el único ruido interno. Hay un recambio de figuras, voceros desplazados, nuevas tareas. Algo permanece inmutable: Máximo permanece en la cima de la cadena alimenticia del poder de La Cámpora.

El dedo mocho

Se atribuye a De Pedro activar el clamor para forzar la bajada de Quintela. Algo es cierto: CFK no quiere –o no cree la mejor apuesta– que el riojano presida el partido, cree que lo debilita ser un gobernador que debe negociar con la Casa Rosada y, sobre todo, entiende como una mala señal que La Rioja tenga bonos en default y haya lanzado una cuasi moneda, los Chachos.

Detrás de esas razones late algo más estructural: ella propuso a Wado y a Vanesa Siley pero hubo una rebelión contra el dedazo. Quintela, en particular, dijo que si iba cualquier otro dirigente que no sea Cristina, él estaba dispuesto a competir. Tuvo que ponerse ella, en cuerpo y alma, para ordenar las disidencias e, incluso con eso, todavía no logró alinear a todos. El fin de semana volvió a sonar el nombre de Sergio Uñac, ex gobernador de San Juan, como candidato de unidad.

“¿Para Cristina está mal que vaya un gobernador que emitió cuasimonedas, pero está bien que vaya una expresidente con condena judicial? Mirá vos”. La frase mordaz, pronunciada por un dirigente con peso territorial, expresa el nivel de aspereza intraperonista. Las microrebeldías, aunque al final puedan apagarse, son una señal. El último sondeo de Aresco explora sobre la opinión de los votantes de UxP y confirma algo previsible: CFK aparece, arriba, como la principal referente, seguida por Kicillof y en tercer lugar aparece “un dirigente nuevo”. Sergio Massa, que no puede sacarse el estigma de haber sido el ministro/presidente en el tramo final del Frente de Todos, asoma en el cuarto lugar.

Si asume en el PJ –“Isabelita” Perón presidió el partido entre julio de 1974 y febrero de 1985– Cristina repetirá la coreografía partidaria que hizo Mauricio Macri en marzo pasado cuando decidió desembarcar en la presidencia del PRO. Como el jefe amarillo, la expresidenta entiende que su jefatura es imprescindible para ordenar el partido y para evitar cismas y fracturas. El decálogo argumental de los promotores de CFK, agrega otro factor: hablan de prevenir la deriva del peronismo hacia una postura “más liberal y de derecha”.

¿Quién representa, según el prisma cristinista, una amenaza de derechización? La migración de gobernadores como Osvaldo Jaldo de Tucumán y Raúl Jalil de Catamarca a posiciones pactistas con Javier Milei es una pista. La negociación que abrió la CGT con Guillermo Francos se invoca como una alerta. “Piden lugares en el partido para después ir a negociar a Casa Rosada”, fulmina una voz camporista. Si ese fuese el temor, no parece muy lógica la postulación de Uñac que agitaron cerca de CFK.

Temporada de carancheo

El carancheo, o la coptación de peronistas (pasión que se nutre de oficialistas crónicos), ya lo padeció el PRO. Lo sabe Macri, que luego de veinte días de viaje, en los que estuvo en África y en Corea del Sur, volvió a Buenos Aires en medio de otra crisis del gobierno de Javier Milei: la pelea por el presupuesto universitario. Cristina y Macri tienen varias similitudes. Una es el diagnóstico: los dos creen que, más temprano que tarde, Milei trastabillará.

La caída de Milei se consolidó en septiembre. Un estudio de Casa Tres, la consultora que dirige Mora Jozami, hace una disección en diagonal del apoyo y rechazo al presidente. Jozami pidió describir al Gobierno con una palabra y encontró un fenómeno curioso: solo 30% usa referencias positivas, a pesar que la aprobación se ubica en 43 puntos. Es decir: hay un grupo numeroso que aprueba la gestión pero no menciona aspectos positivos del Ejecutivo. Del otro lado, el tenor de la negatividad tiene, según Jozami, “mayor profunidad y consistencia”. “Mientras el rechazo se está radicalizando, pareciera que para los que aprueban es más difícil encontrar adjetivos positivos para destacar”, completa.

Se adivina, detrás de ese comportamiento, un apoyo cada vez más lábil. Federico Aurelio, de la consultora Aresco, detecta algo similar cuando analiza la opinión sobre un mandamiento central de Milei: el déficit cero. Frente a la pregunta genérica, se impone la adhesión al concepto del equilibrio fiscal. Pero, cuando se lo confronta con las medidas que requiere, la situación se revierte: si el déficit cero depende de no subir jubilaciones, cortar fondos a universidades, bajar salarios de trabajadores públicos o cerrar hospitales, el apoyo cae. El único renglón donde hay más apoyo que rechazo es en el referido a reducir el plantel de empleados estatales. Dato anexo: en el estudio de Aurelio aumentó el rechazo a la privatización de Aerolíneas Argentinas, una cruzada que encaró el mileísmo.

Vidas paralelas

Macri y Cristina ven un escenario crítico para el libertario desde trincheras diferentes. La exvicepresidenta augura que el naufragio de La Libertad Avanza (LLA), aunque no se exprese en un estallido, volverá a poner la expectativa en una versión del peronismo. Ella, desde el Patria o desde el PJ, impulsa una agenda que rompe ciertos tabúes: la reforma laboral, el equilibrio de las cuentas, el diseño de las políticas sociales. Son ítems que Cristina valida con su voz pero que si brotan de otros dirigentes suelen ser interpretados como herejías o traiciones. Un caso al azar: hubo un tiempo, no muy lejano, en que el cristinismo cuestionaba a Martín Guzmán por tener poco déficit.

Macri preconiza, hace meses, que Milei perderá volumen y necesitará del PRO para recuperar poder y equilibrio. Santiago Caputo advierte que Macri anuncia los conflictos que alimenta. Lo acusa de activar operaciones en su contra y de Karina Milei. Patricia Bullrich es otra usina de furia contra Macri en la mesa política de Milei. Salvo Guillermo Francos, con quien tiene más diálogo, el resto es un club anti Macri.

El jueves, el expresidente se reunió con Caputo Jr. “Fue una reunión intrascendente”, describieron cerca del jefe del PRO que enfurece con el destrato del asesor premium, que tiene comportamiento de “adolescente tardío”. La charla con el gurú libertario no sirvió para descomprimir ni despejó las dudas en el Gobierno sobre qué harán los diputados macristas cuando la semana próxima se trate el veto. Fernando De Andreis, que fue secretario general de la presidencia en la gestión de Cambiemos, el viernes tuiteó una reflexión que sintetiza el pensamiento de Macri. Fue la referencia a la fábula de Esopo sobre escorpión y la rana, leitmotiv del último disco de Charly García: La Lógica del Escorpión.

La interpretación política de lo que piensa Macri -pero tuiteó De Andreis- puede ser amable o letal. Algunos la leen como que el líder del PRO –la rana– apoyará a Milei a pesar de que lo arrastre. Otros, que Milei –el escorpión– prefiere el fracaso antes que hacer un pacto con Macri. ¿Para qué, entonces, el PRO pagaría el costo político de apoyar el veto de Milei a la ley de actualización de los fondos universitarios? El expresidente viaja en estas horas a Estados Unidos y, desde allá, va a monitorear, vía Cristian Ritondo, la discusión sobre el veto. Dejó un mensaje: “Nuestro apoyo no es infinito”.

“Aunque el PRO acompañe, el Gobierno no tiene los votos”, dicen a Cenital en el PRO. La matemática indica que puede que algunos viajen, otros estén enfermos, los gobernadores no tengan ganas de ponerse encima a la comunidad universitaria de sus provincias. En LLA, Martín Menem es más optimista pero hace otra lectura: cuenta más de 80 manos a favor, entre las que incluye al PRO, por lo que da por hecho que la suerte del veto depende de Macri. Pero todos juegan: en UxP deslizan que Raúl Jalil se llevó de viaje, a Europa, a dos diputados para restarle votos a la postura anti veto.

En Casa Rosada, tanto en las oficinas libertarias como en el sector de Bullrich, advierten que si el PRO rechaza el veto, cambiará el mapa político porque se romperá la convivencia entre Macri y Milei y, además, se fragmentará el bloque que preside Ritondo. Del pelotón de casi 40 diputados, Bullrich asegura que puede alinear entre 14 y 16. Los libertarios le piden que fuerce la máquina para llegar a 20. Ritondo estirará la indefinición hasta el martes y podría, incluso, otorgar libertad de acción. Aparece, ahí, otro atajo: que el Gobierno anuncie algunas medidas para las universidades para facilitar el apoyo al veto por parte de los socios.

Macri insiste con la “mala praxis política” del mileísmo porque la cuestión universitaria se pudo resolver con un costo fiscal, que según sus economistas, era ínfimo: 0,08% del PBI. Lo mismo ocurre, dicen en el PRO, con la administración de la relación política con el jefe del espacio que más apoyo les da. Karina Milei impulsó la fusión con los delegados bonaerenses de Bullrich. El ritual lo encabezó Sebastián Pareja, jefe de LLA en la provincia, con su segundo Alejandro Carrancio, además del diputado provincial Agustín Romo, mientras que Bullrich aportó a Florencia Retamoso, pareja de Gerardo Milman, y Daniela Reich, esposa del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, a quien el macrismo hizo un putch en la jefatura del PRO bonaerense.

Cristina tiene, al margen, otras preocupaciones. La presunción de un fallo en contra de la Cámara en la causa vialidad aparece como motor adicional para que se siente en la jefatura del PJ, porque querrá argumentar que la Casa Rosada interviene en Comodoro Py para que condenen a la jefa del principal espacio opositor. Retórica, sí, pero algo es cierto: en el mundo Cristina operaban sobre la creencia de que el debate sobre el pliego de Ariel Lijo era casi una garantía de que no habría novedades judiciales incómodas para la expresidente. Por eso, se ató la versión periodística de un fallo inminente -y además 3 a 0, cuando especulaban con un escenario más parejo- con el empantanamiento en el que entró el expediente Lijo en el Senado que depende, en gran medida, de lo que hagan los 33 panperonistas que escuchan las sugerencias de Cristina.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.