Lo que viene en Perú: el fin de Boluarte y el futuro del país más inestable de la región

Tras la sesión exprés del Congreso que cesó de sus funciones a la impopular presidenta, se abre un panorama político tan nuevo como incierto. Crónica de otra vacancia y van.

La presidencia de Dina Boluarte, que comenzó con una brutal represión a quienes se manifestaban contra su posesión tras la vacancia a Pedro Castillo, terminó días atrás luego de una votación exprés en el parlamento peruano. «La botaron. Coalición gobernante se deshace de Dina Boluarte», tituló sin rodeos La República, uno de los diarios más vendidos del país, que además hizo foco en que ni siquiera acudió al pleno del Congreso para defenderse.  

¿Qué fue lo que cambió? Los mismos partidos que habían garantizado una y otra vez la gobernabilidad, votando en contra de las siete mociones de vacancia previas contra la ahora ex jefa de Estado, optaron por soltarle la mano a la impopular líder. Así, Fuerza Popular (partido de Keiko Fujimori, heredera del fujimorismo), Renovación Popular (partido de Rafael López Aliaga, alias Porky, alcalde de Lima) y Alianza para el Progreso, las tres bancadas más importantes del parlamento peruano, fueron claves para el desenlace. 

La eyección de Boluarte se talló en piedra con las tradicionales palabras, que no se le niegan a (casi) ningún mandatario del país: incapacidad moral permanente, uno de los supuestos contemplados en el artículo 113 inciso 2 de la Constitución Política del Perú. Alberto Fujimori, Martín Vizcarra, Pedro Castillo y ahora Boluarte fueron vacados bajo tal acusación; Pedro Pablo Kuczynski renunció antes de que se vote la suya propia. 

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Desaprobada

“No somos tontos, lo que está pasando es obvio: la presidenta estaba cerca, estadísticamente, de cero en términos de popularidad. Simplemente les resultaba insostenible, a los partidos que la sostenían, mantenerla ahí y no pagar el precio electoralmente”, sostuvo el presentador Nicolás Lúcar en el medio Exitosa. Siguiendo con pagar, hay un dato impresionante para visualizar la desconexión calle-palacio: si bien en junio de este año la desaprobación de Boluarte era superior al 70% (DB Consultora), en julio la entonces presidenta, con ese descontento popular sobre sus espaldas, decidió duplicarse el sueldo y llevarlo a diez mil dólares mensuales. 

“La aprobación presidencial promedio en Perú ha caído de forma constante, mostrando un desgaste acelerado del vínculo entre la ciudadanía y los gobiernos de cualquier color político”, explica Pulsar UBA, el observatorio de la Universidad de Buenos Aires especializado en el estudio de la opinión pública. Y trazan un paralelismo que muestra la soledad final de la mandataria. “En comparación a los anteriores presidentes, Boluarte (2023-2025) tuvo un promedio de aprobación presidencial considerablemente más bajo que los demás: 11,04%. Vizcarra (2020) tuvo una media de 63,4%, Sagasti (2020-2021) de 39,2% y Castillo (2021-2022) de 27,3%”. 

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Generación Z y la inseguridad

Bengalas rojas, barbijos en el rostro, carteles con la letra Z y banderas del Perú. Así fueron las movilizaciones de jóvenes de la denominada Generación Z –nacidos entre 1995 y 2010– durante septiembre. «Quienes protagonizan las protestas son sobre todo jóvenes que están ahora incorporándose al mercado laboral y descubriendo las limitaciones y dificultades que van a encontrar en él», sintetizó Omar Coronel, docente en el Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 

Además de la frustración económica, aparecía la insatisfacción con los representantes, tanto del Ejecutivo como del Legislativo. Y en particular a la reforma de pensiones, que extendió la edad de jubilación anticipada y prohibió el retiro parcial del fondo acumulado individual, algo que favorece a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). “Sangre en las calles, lujos en el Congreso”, se podía leer en una de las pancartas desplegadas en Lima; en otra “Basta ya, no más AFP”. El tema no quedó en la capital: también hubo concentraciones en Piura, Trujillo y Puno. 

La extorsión avanza

Otra preocupación transversal: la seguridad, particularmente referida a las extorsiones de las mafias a transportistas y negocios. Según estadísticas oficiales, entre enero y agosto de 2025 hubo un incremento cercano al 30% de las denuncias realizadas por extorsión, respecto al mismo periodo de 2024. Las cifras de homicidio también representan un alza de 12.6% en el mismo período comparativo, lo que golpea a algunos gremios de forma particular. “No más extorsiones, por favor”, se leía en un autobús 1042 durante una protesta el 6 de octubre pasado. 

“El Sistema de Denuncias Policiales (SIDPOL) refleja esta percepción: hasta el 30 de septiembre se han registrado 18.432 denuncias por extorsión en el Perú. Es decir, cada día se reciben 67,5 reportes de que alguien debe pagar para continuar trabajando. Negarse podría costarle la vida”, detalla Renzo Gomez Vega en El País. “Las víctimas reciben las exigencias de pago por protección a través de mensajes de WhatsApp, notas escritas a mano o visitas en persona. Las represalias contra aquellos que no pagan se llevan a cabo mediante ataques con dinamita o incendios provocados, o con hombres armados que llegan en motocicletas y matan a sus víctimas en la calle”, escribe Mitra Taj para The New York Times. 

El ataque a Agua Marina

La gota que rebalsó el vaso fue el ataque, ampliamente difundido en redes sociales, a los músicos del grupo Agua Marina. Boluarte cometió un error de dimensiones en su alocución posterior a los hechos, que habían generado zozobra en la población. “Seguiremos trabajando hasta el último minuto del 28 de julio de 2026, para seguir otorgando a nuestra familia peruana un poquito de calidad de vida. Este gobierno garantiza tranquilidad y serenidad. Por un Perú unido, sin violencia”, expresó con raro timing. Fue de sus últimas intervenciones públicas como presidenta del Perú. 

“La salida de Dina Boluarte ha sido una necesidad debido a la incapacidad de su gobierno para dar soluciones en temas de relevancia como la inseguridad. Como se diría aquí: en octubre no hay milagros”, le resume a Cenital el abogado y analista internacional Carlos Jaico desde Lima. 

El presidente del Congreso de Perú, José Jerí, asumió el jueves la Presidencia de la nación sudamericana, luego de que el Congreso decidiera con 122 votos destituir del cargo a Dina Boluarte.

Lo que viene: Jerí y movilizaciones

José Jerí asumió la presidencia de forma interina. Una movilización de organizaciones feministas se hizo presente el viernes pasado frente al Congreso, con batucada y pañuelos verdes y morados, tal como reseña Francesca Raffo para El País. “La razón, una denuncia por violación que presentó una mujer a inicios de este año contra Jerí, que fue archivada entre cuestionamientos hace dos meses”, explica Raffo, que luego enumera datos de la deuda con las mujeres en el Perú: el primer semestre de este 2025 se reportaron 78 femicidios, un 11,4% más que el mismo periodo del año pasado, de acuerdo al relevamiento de la Defensoría del Pueblo. 

Hoy, 15 de octubre, se producirá un paro nacional con movilización, convocada por la Generación Z y los trabajadores de Perú contra el gobierno y contra el Congreso. “Estamos hartos”, dice el flyer y vuelve a manifestarse contra la falta de perspectivas laborales para jóvenes y trabajadores. «Yo creo que va a ser la prueba ácida de Jerí, porque todo depende de cómo maneje el control de multitudes”, opinó sobre el paro y la movilización Susel Paredes, congresista del Bloque Democrático Popular. 

El dominio de la calle

La palabra control de multitudes en vez de represión no es caprichosa en el análisis de Paredes: para ella las autoridades de Somos Perú, el partido de Jerí, pueden brindarle al mandatario interino otra perspectiva del dominio de la calle, más cuidadosa y de contención. «Él puede acudir a ellos (los dirigentes partidarios) para tener una opinión de cómo controlar a la multitud sin cometer los graves delitos que ha cometido Dina Boluarte», explicó. 

Condicionado seriamente por el Parlamento, Jerí deberá hacer “buena letra” con la coalición gobernante para no correr la misma suerte que Boluarte. Su dilema es que también (o sobre todo) deberá gobernar para esos que hoy se siguen movilizando pidiendo soluciones reales, concretas, palpables, más allá del cambio de la nomenclatura. “Es un pobre diablo impresentable. Las protestas van a continuar. Con suerte llega a las elecciones de abril”, le dice a Cenital desde Lima otra fuente que sigue los vaivenes de la política peruana. ¿Llegar a abril de 2026? Puede costar un Perú. 

Otras lecturas:

Se dedica al periodismo político internacional desde hace más de una década. Es politólogo y magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Escribió el libro "Lula, de la cárcel a la presidencia". Es hincha y socio de San Lorenzo.