La hora de los avengers del skincare

Verdes y Liberales tienen la llave del próximo gobierno de Alemania. Macron comienza a irritar a aliados. Los mandatos de vacunación muestran límites. Colombia vuelve al pasado.

¡Buen día!

Espero que esta semana te encuentre bien. Yo te escribo desde casa, hace un rato llegué de la Feria de Editores. Estaba lleno de gente, y si bien a cada persona que saludé se lo dije, es decir, me quejé de las masas, dije que me molestaba toda esa gente junta y amontonada, que me daba fobia, es mentira. La verdad es que me encantó ver a toda esa gente al sol, haciendo cola de dos cuadras para entrar a comprar libros y caminar y encontrarse con otra gente. Es un digno recordatorio de dónde estamos parados hoy. No me gusta ese lugar común que dice “primavera, pero a qué costo”, o cosas así. Basta de cinismo. Aguante la primavera, salir a la calle y ver gente, mucha gente. Aguante la primavera que recién comienza.

Como este newsletter. Vamos a lo nuestro.

ALEMANIA: LA HORA DE LOS AVENGERS DEL SKINCARE

Si el año pasado te drogaste con Borgen, la serie sobre las trastiendas del parlamentarismo nórdico, el periodo que se abre ahora en Alemania te va a interesar. Dos partidos chicos, Verdes y Liberales, van a decidir quién va a ser el próximo canciller de la potencia europea. El problema es que en materia programática, las dos fuerzas no solo comparten poco sino que en muchos casos plantean compromisos opuestos. 

Las elecciones. Fueron un espejo de lo que viene pasando en Europa hace tiempo: los partidos tradicionales pierden votos y los parlamentos están cada vez más fragmentados. La diferencia es que esta vez la socialdemocracia pudo recuperar algunos puntos y en cambio fueron los democristianos –el partido de Merkel– los que se desplomaron. De esa fuga (6,5 millones de votos) comieron socialdemócratas (que recibió 2 millones), pero también Verdes (1 millón) y Liberales (1,3 millones) los otros dos ganadores de la elección.

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Como Alemania es un sistema parlamentario donde gobierna el partido que comanda la mayoría parlamentaria (368 escaños), y como a ningún partido le alcanza para gobernar por su cuenta, los dos principales candidatos –el socialdemócrata Olaf Scholz y el democristiano Armin Laschet– tienen que convencer a los otros dos partidos para formar una coalición de gobierno que les permita alcanzar la mayoría.

Hay tres coaliciones posibles y todas tienen nombre:

  • Semáforo: Socialdemócratas, Liberales y Verdes
  • Jamaica: Democristianos, Liberales y Verdes
  • La Gran Coalición, o La Vieja Confiable: Socialdemócratas y Democristianos. 

Mundo Propio apuesta a la primera opción. Es la que más impulso tiene en este momento, con el viento a favor de la opinión pública, y la que mejor expresa la demanda de cambio que se manifestó en las urnas. Es, también, la preferida por Los Verdes. Los Liberales no la descartan, pero se inclinan por Jamaica (un nombre que, admitámoslo, es mucho más seductor). Esto se puede dar si se complican las negociaciones de Scholz y Laschet ofrece mejores cosas. Si ambas fracasan, la única opción para evitar la repetición de las elecciones es una Gran Coalición, que gobernó 12 de los 16 años de Merkel, aunque esta vez le correspondería a la socialdemocracia encabezar.

Desde Alemania, Franco Delle Donne, coautor del podcast El Fin de la Era Merkel y amigo de la casa, me cuenta que la clave es cómo va a ser la posición de Scholz en la ronda de negociaciones. Si se muestra flexible, el camino a la cancillería está allanado. Pero se puede complicar. “Laschet se juega la carrera política. En esa desesperación puede intentar cumplirle más deseos a Liberales y Verdes”. La variante sería más difícil de vender para el electorado verde, pero Franco me recuerda que ambos han sido socios de gobierno a nivel regional y lograron entenderse a pesar de que en la agenda social comparten más cosas con la socialdemocracia.

En un movimiento atípico para la política alemana, Verdes y Liberales fueron los que comenzaron con la rosca, pero entre ellos. Se juntaron dos veces la semana pasada antes de empezar a hablar con los grandes. Hubo selfie y todo entre los dos parejas de líderes (los liberales Volker Wissing y Christian Lindner, que suena como ministro de finanzas; los verdes Annalena Baerbock y Robert Habeck, que suenan como ministra de exteriores y vicecanciller).

Estos avengers del skincare tienen, de todos modos, mucho camino por recorrer. Las diferencias son notables.

  • Los Verdes quieren elevar los impuestos sobre la renta y herencia, además de crear un impuesto general a la riqueza. Los Liberales se oponen a la suba de impuestos y a introducir el de la riqueza, y quieren profundizar el recorte del “impuesto solidario”, ideado para costear la reunificación en los 90 y que hoy solo paga el 10% más rico.
  • Los Verdes quieren remover o flexibilizar el “freno de deuda”, el mecanismo que limita la toma de deuda anual y de carácter constitucional, para poder aumentar las inversiones públicas en la transición energética. Los Liberales se oponen.
  • Los Verdes proponen alcanzar la neutralidad de carbón en los próximos 20 años, limitar la velocidad máxima permitida, invertir en trenes y estaciones, incentivar el uso de autos eléctricos y desincentivar los vuelos de corta distancia. Los Liberales están de acuerdo en descarbonizar, pero para 2050. Se oponen al límite de la velocidad y a cualquier tipo de incentivo para modificar hábitos de transporte. 

Buscar un equilibrio va a ser tarea compleja tanto para los dos partidos chicos –que se deben a sus electorados– como para los dos más grandes, que naturalmente tienen que imponer parte de sus plataformas (al fin y al cabo, ellos salieron primeros y alguno de los dos va a encabezar la coalición). En líneas generales, la socialdemocracia tiene más puntos en común con los Verdes (gobernaron entre 1998 y 2005) y los democristianos con Liberales (socios de gobierno varias veces; la última entre 2009 y 2013).

Verdes y Liberales, no obstante, comparten algo: ambos son las dos fuerzas más votadas entre los jóvenes, el electorado que más ha castigado a los partidos tradicionales. Mirá este retrato de época, con los porcentajes de cada fuerza entre los menores de 25 y luego en los mayores de 70:

“Los dos propusieron renovación. Es una época de cambios donde ellos ganaron mandato sobre la visión de para dónde tiene que ir el país”, me cuenta Franco. Los Verdes dieron la nota con la cuestión climática y los Liberales con la digitalización de la economía. Según nuestro invitado, esas dos agendas, sumado a la de desigualdad, clave para la perfomance socialdemócrata, marcaron la elección. 

La rosca, que promete durar semanas, quizás meses, puede ser un gran caso testigo para seguir a nivel europeo, donde en varios países fuerzas verdes y liberales (las que más ganaron en las elecciones europeas del 2019) pasan a tener más protagonismo e integrarse como fuerza de gobierno. 

Cerramos con dos claves sueltas.

La primera es la división territorial alemana. Cada sector del país votó a un partido distinto. Pese a perder votos a nivel federal, AfD, la ultraderecha, sigue siendo fuerte en el Este, donde ganó en algunas regiones. La desigualdad entre las dos Alemanias, la bronca en la parte desfavorecida y su traducción en el sistema político (es cada vez más difícil ignorar a la ultraderecha en el armado de gobiernos regionales) va a ser un desafío vital para el próximo periodo. Por lo demás, tenemos un patrón: Verdes ganan en ciudades ricas del Oeste; conservadores en zonas rurales y en el Sur, también próspero; la socialdemocracia mantiene su bastión en el Norte.

La segunda es algo más sobre lo que matizamos la semana pasada: el “retorno” de la socialdemocracia europea al poder. El resultado de las negociaciones de coalición, saber en qué cosas va a ceder Scholz, que representa al ala moderada de su partido y en la campaña se vendió como un mejor continuador del gobierno de Merkel, puede alumbrar mejor la discusión acerca de qué cara muestra la centroizquierda europea, ganadora en un contexto donde la pandemia revaloriza el rol del Estado y coloca a la desigualdad (mejor dicho: a la precariedad) como agenda protagonista, en detrimento de otras más incómodas como la seguridad o la migración. 

Mientras tanto, desde Reino Unido: El líder del laborismo británico consuma el giro al centro.

Qué estoy siguiendo

Los aires de Macron comienzan a irritar a aliados. La insistencia del presidente francés de que Europa tiene que impulsar la “autonomía estratégica” y valerse por sí sola empieza a levantar críticas en los pasillos de Bruselas y Washington, según esta nota bien reporteada de Bloomberg. Diplomáticos estadounidenses y europeos sostienen que la postura de Macron, exaltada con el desplante de los submarinos tras la alianza Aukus, está paralizando la iniciativa exterior de la UE y demorando la estrategia del bloque occidental contra China, una prioridad de la Casa Blanca. Es bien sintomático el hecho de que la frustración sea particularmente pronunciada entre los países del Este europeo, que siguen viendo a Estados Unidos como un aliado crucial en la frontera con Rusia. 

Macron envió señales de paz a Washington para terminar con la crisis diplomática, pero sigue insistiendo en su visión. “Los europeos debemos dejar de ser ingenuos. Necesitamos reaccionar y demostrar que tenemos el poder y la capacidad para defendernos”, dijo en la semana después de presentar un acuerdo de seguridad con Grecia, donde logró colocar una venta de buques. La nota de Bloomberg también cuenta algo clave: cómo los socios europeos creen que Francia sólo está interesada en hacer avanzar sus propios intereses como fuerza militar. La paciencia también aparece agotada en los cuarteles de la OTAN.

Los efectos secundarios de los mandatos de vacunación. Cada vez son más los países que buscan aumentar la tasa de inmunización con estrategias que van desde hacer obligatoria la vacuna a nivel nacional o para trabajadores del Estado, hasta exigir un carnet de vacunación para acceder a comercios, eventos públicos o viajar. Pero hay casos extremos. Uno, por ejemplo, es Zimbabue, donde el gobierno está obligando a todos los trabajadores del Estado a vacunarse, aunque el país apenas supera el 15% de población inmunizada y tiene escasez de dosis (aun así está mucho mejor que el promedio del continente, que no llega al 5% y donde solo 1o países superan el 10%).

Los atajos, lógicamente, no tardaron en llegar. En Pakistán, donde el gobierno prohíbe la entrada a escuelas, hospitales y uso del transporte para quienes no estén vacunados, florecen los certificados de vacunación falsos. No son un caso aislado. Según un informe de la empresa de seguridad israelí Check Point, las ofertas y ventas de certificados truchos en el mercado negro digital está en auge y cada vez se extiende a más países. Los vendedores, presentes en Telegram o en la darknet, se multiplicaron por 10 en el último mes. La demanda es generalizada, pero aparece más fuerte en países donde comenzaron a regir los mandatos de vacunación.

Un funcionario de Biden de jirafa en América Latina. No debería pasar desapercibida la visita que hizo la semana pasada Daleep Singh, asesor adjunto de seguridad nacional de la Casa Blanca, a tres países de la región: Colombia, Ecuador y Panamá. El motivo principal de la visita, según reportaron algunos medios, fue la difusión de la iniciativa Build Back Better, el proyecto de infraestructura para contrarrestar a la Ruta de la Seda china. Según difundió el presidente colombiano Iván Duque (en los tres casos Singh fue recibido por los máximos mandatarios), su país será el primero en el que Estados Unidos va a implementar la iniciativa, que tiene mucho camino por recorrer para al menos empardar el nivel de inversión china. Justo esa misma semana, el sitio Brazilian Report difundió una infografía elocuente: en 1999, Estados Unidos era el mayor socio extracontinental para todos los países sudamericanos; luego llegó China.

Qué estoy leyendo

Federico Ríos

Volvió esta sección, aunque sigue a prueba. Es que no me convence tener un espacio fijo de recomendación de lectura; creo que es mejor cuando van apareciendo según los temas que tocamos, temo que de otro modo quede forzado. Pero esta semana lo amerita. Me gustó mucho este reportaje breve sobre La Paz, un pueblito de Colombia que supo ser dominado por las FARC y hoy, a cinco años de la firma del acuerdo de paz, sigue sin registrar la presencia del Estado. Es, como los mejores reportajes, un retrato sobre algo más grande: la falta de implementación del acuerdo precisamente en aquellas zonas donde el conflicto estaba alojado. Solo el 4% de las medidas de reforma rural fueron completadas.

En el pueblo cercano de La Paz, la base de cocaína se usa como moneda para comprar pan o frijoles. Y, en el centro comunitario, las propagandas pegadas en los muros le rinden homenaje a la insurgencia que, en pueblos como este, nunca terminó.

Se suponía que, en Colombia, esas escenas habían quedado en el pasado.

PICADITO

  1. Guinea: el coronel que lideró el golpe jura como presidente de la transición, con duración indefinida.
  2. Haití: el Primer Ministro aplaza las elecciones y propone modificar la Constitución. 
  3. China ordena limitar el aborto en plena crisis de envejecimiento poblacional.
  4. Japón: Fumio Kishida es elegido Primer Ministro por su partido.
  5. EEUU y la UE se alían para frenar la competencia de China en comercio y tecnología.

LO IMPORTANTE

Nos vamos con una perlita de las elecciones alemanas. El lema era serio: 

«Fiables, puntuales y económicos». Para una empresa especializada en distribuir panfletos para campañas, con una web desde donde se podía contratarlos, no había motivos para sospechar. Así fue como, para estos comicios, el partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD) les encargó, según contó la prensa local, algo así como cinco millones de folletos. Pero nunca llegaron a destino, porque la empresa era ficticia: fue una movida de un colectivo de artistas llamado Centro para la Belleza Política, que rotuló a la compañía como «líder del mercado mundial de no distribución de panfletos nazis». AfD dice que al final el número era menor al millón y amenaza con llevarlos a tribunales. El colectivo recaudó online más de 100 mil euros para pagar abogados. 

Mundo Propio, pese a creer que hay mejores modos de combatir a la ultraderecha, no solo elige creer sino que aplaude el chasco. No es algo que se le ocurre a cualquiera.

Nos leemos el lunes.

Un abrazo,

Juan

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Cree mucho en el periodismo y su belleza. Escribe sobre política internacional y otras cosas que le interesan, que suelen ser muchas. Es politólogo (UBA) y trabajó en tele y radio. Ahora cuenta América Latina desde Ciudad de México.