La conversión de Milei y un ring para el duelo CFK-Axel
El destrato a Francos y la búsqueda de equilibrio interno detrás del cambio en el gabinete. La maniobra de Caputo para juntar a las provincias contra Kicillof. Cuentas en rojo y aguinaldo. Tuit de CFK vs. carta de Axel.
“Solo JM y Dios lo saben”. JM es Javier Milei y la invocación mística, con un dejo irónico, remite a la incertidumbre que reinó en el Gobierno hasta que Guillermo Francos, harto del destrato, escribió su renuncia y obligó a acelerar la designación de Manuel Adorni. La salida, por efecto dominó, de Lisandro Catalán exhibió que el presidente no tenía resueltas, todavía, la dinámica e integración del gabinete post victoria.
Brutal con los propios, el presidente tendrá elogios para Francos –que buscó, durante 96 horas, una conversación directa con él- pero el manoseo fue ostensible y lacró un estilo: por desprecio del otro o por inseguridad, el libertario es un pésimo gestor de Recursos Humanos, que prefiere que las crisis estallen solas, malamente, antes que darles orden y criterio. Estadística: en diez días, tres ministros se fueron con un portazo.
Francos –que tiene aportes patronales como empleado/funcionario del Estado hace medio siglo– cometió un error de principiante: filtró que dejaría su cargo si Santiago Caputo, a quien señaló como un detractor, era ascendido a ministro del Interior. El manual del poder es muy simple: es un gesto de debilidad que un presidente rechace la renuncia de un funcionario, más aún si tiene (como en el caso de Francos) aroma a condicionamiento o amenaza.
Suscribite para recibir un alerta cada vez que Pablo Ibáñez publique un nuevo artículo.
Errores y despoder
Entre varios mojones de un goteo permanente de despoder, un punto de no retorno del deterioro de autoridad de Alberto Fernández se fija en el día de septiembre de 2021 que no le aceptó la renuncia a Eduardo “Wado” de Pedro y a otros ocho funcionarios K (con excepción de Roberto Salvarezza de Ciencia y Tecnología porque en el impasse, en un rapto de osadía, Fernández le ofreció esa cartera a Daniel Filmus).
El viernes, Francos esperó un llamado de último momento para que lo sumaran a la reunión de Milei con Mauricio Macri: el jefe de Gabinete había sido el artífice para reestablecer ese diálogo. Con la salida de Francos –en momentos en que estaban reunidos en Olivos– el expresidente perdió un aliado en la Casa Rosada y lo hizo saber en X. Fue la segunda derrota del día: temprano, Patricia Bullrich se había llevado 7 diputados del bloque del PRO, movimiento que laceró la fantasía de Cristian Ritondo de sumar poder en el Congreso.
Bullrich movió en beneficio de Martín Menem y, por el nexo de Ritondo con S. Caputo, se alineó con el eje que capitanea Karina Milei y tiene a los Menem como ejecutores. Karina le prometió a Bullrich que Alejandra Monteoliva, su segunda, seguirá como ministra de Seguridad. Y empujó, además, la entronización de Adorni como jefe de Gabinete. Es una vieja causa de la hermanísima que se contó en Cenital en junio pasado y tiene un solo propósito: bloquear el expansionismo de “Dandy” Caputo que la secretaria general de la Presidencia adivina hace tiempo.
El “zar” Milei
Desde antes de la victoria, Milei cambió más de una vez de parecer sobre qué hacer con su gabinete. El zigzageo se atribuye a que está –o es– influenciable o, como dijo Macri, fácilmente infiltrable. El jefe PRO no pudo hacerlo en lo estructural, pero verificó que en el mano a mano Milei es permeable a sus opiniones, aunque luego esas sugerencias sean trituradas por Karina, por Santiago o por ambos.
Puede caberle a Milei una analogía con Nicolás II, el último zar ruso, sobre quien flotaba una referencia mordaz: se decía que los dos hombres más poderosos de Rusia eran Nicolás II y la última persona que había hablado con él. Por eso, el libertario rumea solo las decisiones más complejas. A esa soledad se asoma, a veces, Karina. La última disputa en la que debió mediar Milei fue sobre qué hacer con Justicia.
Antes de la elección, Mariano Cuneo Libarona renunció al ministerio. Con más suerte que Gerardo Werthein, a quien rápidamente pusieron un reemplazo, tras la elección el abogado mediático revisó su determinación y Karina le indicó que se quede para evitar que ese casillero lo ocupe Caputo a través de Sebastián Amerio, amigo de la adolescencia a quien repatrió de la vocalía 3 de la Corte Suprema para convertir en viceministro.
En tribunales, Cuneo dijo que seguirá hasta febrero. Tiene, la semana próxima, la aplicación del sistema acusatorio en Comodoro Py, un asunto que generó resquemores porque se avanzó a las apuradas y sin disponer fondos ni estructura, que en algún momento hizo que el fiscal Carlos Stornelli amague con investigar a un funcionario libertario. Su destino inmediato dependía, anoche, de la paritaria Caputo-Karina.
Los Caputo S.A.
Así como la salida de Catalán desnudó que Milei no había madurado la profundidad y el formato del recambio del gabinete, hasta el sábado al atardecer, al cierre de esta nota, se esperaba una confirmación sobre el desembarco de Santiago Caputo en un superministerio de Gobierno que, además de Interior, abarcaría Infraestructura y Transporte, dos áreas que ahora están bajo la órbita del otro Caputo, Luis.
Hay que volver a mirar las ramificaciones del ministro de Economía, que la semana pasada sumó Cancillería con Pablo Quirno y tenía, de antes, ARCA con su socio y algo más Juan Pazo, a Santiago Bausili en el Banco Central, a Fernando Bearzi en ANSES y a Guillermo Plate en la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN), un mettié de muchos caputistas, entre ellos Luis Pierrini, el sanjuanino que Caputo sentó en la secretaría de Transporte.
¿Absorberá Santiago Transporte y Obras Públicas pero dejará a Pierrini y a Luis Giovine, los funcionarios a cargo de las áreas que responden a Toto? No solo el expansionismo de Santiago, con la lógica de tener tres herramientas sensibles para el diálogo con los gobernadores –diálogo político, ATN, obras y subsidios al transporte– explica la irrupción de un megaministerio sino, además, una demanda para limitar el silencioso avance de Toto.
Ni Francos ni Caputo (L) han logrado, en estos casi dos años de gobierno, demostrar eficiencia en la gestión del Estado. No era, se sabe, una demanda de Milei. Y no fue, a juzgar por el resultado electoral, una demanda para 4 de cada diez del 67,8% de los argentinos que fueron a votar. Adorni y Caputo (S) no llegan, tampoco, con expertise en la administración de la cosa pública. Milei instaló, más por demanda ajena que propia, un cambio de staff y esos movimientos responden, hasta acá, a la necesidad de un ordenamiento de la interna libertaria que a la urgencia –si es que existe– de mejorar la gestión.
Voto elástico
Alejandro Horowicz dijo con elegancia, en una interesante charla con Ramón Indart, algo que se ha expuesto en estas páginas: que más que los porcentajes hay que mirar la nominalidad de las elecciones. Horowicz sostiene que “la gente que no mira los números hace impresionismo” y repasa el fenómeno electoral de la última década, que muestra que el peronismo tiene, hace rato, un caudal de votos bastante rígido que, interpreta, es la expresión de la agonía y la falta de estrategia.

Enfrente, la centroderecha/derecha, que fue Macri y hoy es Milei, logró picos más altos que el PJ (en particular en legislativas) pero el electorado (ver cuadro) de ese hemisferio es más elástico, al punto que ha perdido o recuperado en cuestión de semanas –mirando el 7-S de PBA y el 26-O nacional– miles o hasta millones de votos. Es un voto más blando y que, sobre todo, necesita un motor extra para activarse. Ese motor ha sido, en estos años, evitar el regreso del peronismo.
La elasticidad fue clave para Milei el último domingo, por el voto antiperonista y por el voto anti pánico. Macri, desde Chile, hizo una descripción sui generis de ese respaldo: habló de “voto irritado” que, no inocentemente, sintetiza lo que él le objeta al Gobierno. Macri mira el 2027 y cree que, en ese turno, el PRO podrá tener un candidato, que quizá exprese menos de dos dígitos, pero que le sirva para ser árbitro. “El Calabrés” timbea poder.
El fracaso del peronismo fue, hasta acá, imprescindible para la llegada y la continuidad de Milei. ¿Es suficiente para su permanencia en el tiempo? El nuevo gabinete libertario no expresa, a simple vista, la corrección de errores del pasado. El cambio más importante sería que Caputo dejaría de ser un monotribuista con ramificaciones en áreas sensibles para convertirse en ministro con firma y que tendrá, además, que gestionar el día a día.
¿Hay otro Milei?
El Milei menos explosivo post elecciones expresa una conversión todavía en proceso. El trato brutal a los propios continuó, al igual que la procrastinación para resolver los asuntos políticos. El esfuerzo por establecer un equilibrio entre Karina y Santiago es la certificación de que esa disputa no se resolverá. Las internas, vale también –o en especial– para el peronismo, son como las guerras: puede haber armisticios o treguas, pero solo terminan cuando uno gana.
El Milei moderado que recibió a los gobernadores durante dos horas y veinte minutos, que les dio una clase magistral sobre la Argentina potencia dentro de 40 años, no pudo resolver hasta que pegó el portazo Francos el recambio del gabinete y no dio precisiones sobre qué nivel de flexibilidad tendrá para asistir a las provincias que coincidieron en un solo punto: necesitan hablar de obras, de cajas previsionales y de fondos.
“En Casa Rosada no son conscientes de la cantidad de provincias que van a tener problemas para pagar sueldos y aguinaldo a fin de año”, dijo a Cenital un gobernador. La primera discusión será sobre el presupuesto pero, por la matemática legislativa, a Milei le conviene que ese debate se dé a partir del 10 de diciembre, cuando tendrá más de 100 diputados propios y un harén de jefes territoriales dadores de gobernabilidad.
El libertario tiene una carta: propone aislar a Axel Kicillof y negociar con un club de entre 16 y 19 gobernadores, a los que Caputo (S) les dice que en vez de repartir fondos por el régimen de coparticipación –en los que la provincia de Buenos Aires se lleva 25%- les propone acuerdos bilaterales o multilaterales porque, con los recursos que no le da a PBA, tiene una billetera más nutrida para satisfacer las demandas del resto de las provincias. Por caso, con obra pública. Milei desafía dos viejos teoremas que parecen antagónicos pero son complementarios: uno dice que no se puede gobernar Buenos Aires sin la Nación; el otro advierte que si estalla el conurbano es inevitable que el fuego llegue a la Casa Rosada.
Mensaje cruzado
Kicillof, a quien Milei detesta, le reprochó que la cumbre con gobernadores en Casa Rosada dejó afuera a los gobernadores de las provincias donde vive el 40% de los argentinos y aplicó la matemática electoral libertaria para recordar que 6 de cada diez argentinos que votaron no eligieron a LLA y que, si se contempla el ausentismo, Milei ganó con el voto de 9,3 millones de argentinos sobre un padrón de casi 34 millones.
La carta de Kicillof a Milei tiene un subtexto: es una forma de minimizar del documento que 24 horas antes había publicado Cristina Kirchner y que, no casualmente, encabezó (hubo menciones, quizá más significativas, sobre el comportamiento de la Corte) con la referencia que señala al gobernador como responsable de la derrota del peronismo el último domingo, a raíz del desdoblamiento que le permitió ganar el 7-S.
La cuestión instrumental fue abordada. Cristina hace una referencia parcial a las objeciones que hizo en un encuentro en Moreno, donde planteó que provincializar la campaña haría que se pierda la elección desdoblada, y no cuenta como derrota que el Frente para la Victoria, en la primera legislativa de su presidencia, perdió no solo en PBA, con Néstor Kirchner como candidato, sino en la sumatoria nacional contra el Acuerdo Cívico y Social.
El nido vacío
La disputa interperonista escapa, a simple vista, a la cuestión instrumental. Por primera vez, Cristina le dedicó una carta a Kicillof, un formato epistolar que remite a fuego amigo que descargó en su momento contra Alberto Fernández. Hasta acá, CFK no lo había hecho. La interna peronista preserva, como un techo de cristal, dos zonas por ahora vedadas: no hay carpetazos cruzados ni objeciones ideológicas.
Un dirigente que frecuenta a Cristina habla del nido vacío, que Axel ocupaba un sitio en la simpatía y la estructura de poder de CFK que ya no ocupa y que ese lugar está huérfano. Atribuye, ese dirigente, a Juan Grabois pretender convertirse en quien ocupe ese nido vacío. La picardía de Kicillof fue hablarle a Milei cuando Cristina le habla a él, una maniobra para salir por arriba del laberinto peronista, y un juego que a CFK le irrita sobremanera: la “victimización” de Kicillof.
Pero las evasivas son de corto alcance. Kicillof tiene más urgencias que nadie: debe, por caso, conseguir la aprobación del presupuesto 2026 y un endeudamiento clave para la administración provincial. En ese paquete aparecen asuntos laterales, como la definición de los integrantes de la Corte bonaerense y, más mundano, el directorio del BAPRO y las autoridades legislativas para el año próximo.
Una interna para resolver la interna
Pero hay, en particular, un tema que puede volverse determinante: el ring donde la disputa entre Cristina y Kicillof se exprese. El 18 de noviembre vence el mandato de Máximo Kirchner como presidente del PJ bonaerense, una tarea que le resultó incómoda y poco fructífera. Aun marginal, los afiches que se pegaron en la sede de Matheu 130 y en La Plata contra CFK y Máximo son un ruido blanco.
El consejo del PJ tendrá que reunirse antes de fin de año para fijar fecha o postergar la convocatoria. Como tarde, el asunto deberá resolverse antes de mayo. Kicillof dio indicios de querer pulsear en ese territorio, como una forma de reducir la influencia de Máximo, pero asume que se trata de un problema menor: la discusión de fondo es con Cristina. Apareció el planteo de fusionar en una sola persona gobernador y jefe partidario.
En la provincia, por un comentario del juez federal Alejo Ramos Padilla, puede acelerarse otro debate si la BUP llegó para quedarse y la PASO es un sistema que siempre juega en contra del peronismo, por qué demorar la discusión sobre la eliminación definitiva cuando crece, además, una percepción: el desdoblamiento, error o no, confirma que votar antes puede ser una herramienta más en la estrategia electoral.