¿Ganamos la COP26?

Los resultados de la cumbre sobre el cambio climático. Hablamos con Andrea de la organización Salud sin Daño sobre los vínculos entre ambiente y salud. Cerramos con un picadito ambiental.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Yo solo quiero que lleguen las fiestas. Pero te quería compartir que cuando en febrero Iván me propuso escribir el news me dijo que le parecía que había suficiente contenido como para hacerlo semanal y yo dudé un poco. Ahora siento que esto no da tregua, que más o menos podríamos hacer uno cada dos días. No sé si eso es bueno o malo. Pero empecemos.

Financiamiento y ambición 

El número (26) de la COP ya nos da la pauta de que van muchos encuentros, muchas cumbres de alto nivel donde se discute cómo vamos a frenar el calentamiento global y cómo nos vamos a adaptar a lo inevitable. Ese cómo es una discusión tanto técnica (en el sentido de qué tecnologías, por ejemplo) como política (quién tiene que dejar de emitir primero y quién tiene que pagar).

Vamos a las definiciones centrales de esta cumbre. Para un panorama completo recomiendo mucho este artículo de Carbon Brief. Y, para detalles particulares sobre América Latina, esta nota de Fermín Koop y Robert Soutar en Diálogo Chino.

Si bien en todas las cumbres se trata el mismo tema, la particularidad en esta ocasión era la brecha de cumplimiento del Acuerdo de París en materia de financiamiento (los países ricos no terminaron de recaudar los $ 100 mil millones de fondos climáticos anuales que habían prometido a los países vulnerables) y de ambición para cumplir la meta de los 1,5°C.

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En este sentido, Glasgow tiene sus claroscuros. Por un lado, el documento que selló la cumbre, el “Pacto Climático de Glasgow”, planteó el compromiso de duplicar el financiamiento para la adaptación y exigir a todos los países que presenten compromisos climáticos más ambiciosos en la próxima COP. 

Por otro lado, los grandes perdedores fueron las naciones más vulnerables a los impactos del cambio climático que exigían financiamiento para cubrir pérdidas y daños, discusión que si bien fue avanzando quedó para definirse en 2022.

En materia de ambición, ya previo a la COP alrededor de 151 países (incluída Argentina) habían respondido al llamado de actualizar sus compromisos para que sean acordes a la meta de 1.5°C. A estos se sumaron nuevas promesas anunciadas al comienzo del encuentro.

A su vez, se plantearon varios acuerdos sectoriales como el del fin de la deforestación que mencionamos en la entrega anterior, y otros respecto del carbón y el metano.

La polémica de los combustibles fósiles

Si leíste al menos una entrega de este news, ya sabés que la principal causa del cambio climático es la quema de combustibles fósiles. ¿Me creés si te digo que en esta cumbre fue la primera vez que el término apareció en el documento final?

Se habla de una «eliminación gradual del carbón» y la «eliminación gradual» de los subsidios “ineficientes” a los combustibles fósiles.

Obviamente esta inclusión no estuvo exenta de discusiones. En este cuadro (perdón que está en inglés) se ve el proceso de cómo fue cambiando el lenguaje sobre el fin del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles.

La organización Carbon Brief armó una tabla donde se puede ver por diferentes temas (financiamiento, alcanzar la meta de 1.5°) cómo se posicionan los diferentes bloques y países para la negociación y ahí se ve qué tan complicado aparece ese proceso, dado que el documento final de la COP siempre tiene que ser firmado por consenso absoluto entre todos los países.

Entonces, ¿ganamos?

Respecto a la ambición, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) si se cumplen en su totalidad y a tiempo todos los compromisos climáticos anunciados hasta la fecha, serían suficientes para mantener el aumento de las temperaturas globales en 1.8°C para 2100. Esto no alcanza la meta de 1.5°C que es lo que el IPCC (el panel de científicos del clima) sostiene como un umbral de seguridad, pero considerando que sin estas medidas nos estaríamos yendo a aumentos de 3 o quién sabe cuántos grados, es un avance enorme.

En este gráfico la línea amarilla es la trayectoria de emisiones según los compromisos anunciados en la COP26. La línea verde es la trayectoria que deberíamos encarar para alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.

Luego, obviamente hay que seguir exigiendo la implementación efectiva de todas las medidas anunciadas.

Ahora bien, ¿quién va a pagar por estas trayectorias? Desde el lugar particular que nos toca en el mundo tenemos que seguir llamando la atención sobre quién paga los costos de la transición. Está muy bien que el aumento de la ambición nos acerque cada vez más al 1.5°C, pero es importante que este proceso no se convierta en un escollo para que las naciones con grandes deudas sociales puedan desarrollarse.

Otros temas en la COP: el vínculo entre cambio climático y salud

Más allá de estos temas transversales, en la COP también se tratan cuestiones sectoriales. Una de ellas es el tema de la salud. Ahí la organización “Salud sin Daño” es un actor clave. Para que me cuente un poco sobre los vínculos entre salud y ambiente y lo que hicieron en la COP, hablé con Andrea Hurtado que lleva el programa de cambio climático en América Latina. 

-¿Qué es Salud sin Daño?

-Es una organización internacional sin fines de lucro fundada en Estados Unidos hace 25 años con el objetivo de reducir la huella ambiental del sector salud. Desde Estados Unidos se fue expandiendo hasta llegar en la actualidad a llevar adelante acciones, en alianza con actores locales, en prácticamente todo el mundo. 

Trabajamos en diferentes agendas particulares (cambio climático, residuos, compras sostenibles) con la misión de que el sector salud lidere con el ejemplo, que cumpla su mandato de no hacer daño, que reduzca sus emisiones pero también que se convierta en una voz activa del movimiento global por la acción ambiental.

-¿Qué vínculo hay entre salud y ambiente en general y cambio climático en particular?

-Hay muchas problemáticas ambientales que derivan del sector salud y que a su vez impactan sobre la salud humana. Salud sin Daño nació como una organización que tenía su enfoque en campañas muy particulares como la eliminación del mercurio o de ciertas prácticas como la incineración de los residuos médicos que a su vez producen toxinas que pueden ser cancerígenas.

En este sentido, el enfoque de la organización es amplio, trabajamos sobre residuos, sobre agua, sobre energía y clima. 

-¿Por qué dicen que la salud es vulnerable al cambio climático?

-Por un lado, la salud es vulnerable por los efectos tanto de largo como de corto plazo del cambio climático. Por ejemplo, la desertificación tiene consecuencias sobre la producción de alimentos; el aumento del nivel del mar y la intrusión salina impactan sobre la disponibilidad de agua potable; y los eventos climáticos extremos aumentan la mortalidad, las lesiones y las pérdidas materiales. A su vez, el cambio climático aumenta la incidencia de ciertas enfermedades como las transmitidas por el agua, por ciertos vectores, por los alimentos. Respecto de la transmisión por vectores, algunas enfermedades que son muy prevalentes en nuestra región como el dengue, la chikungunya y el zika están llegando a latitudes donde antes no las veíamos por los aumentos de la temperatura.

Por otro lado, los sistemas de salud son vulnerables porque a través de los mecanismos que recién mencioné el cambio climático está generando una mayor presión sobre sistemas de salud de por sí abrumados. Además, la infraestructura del sector es vulnerable. Por ejemplo, este año tuvimos en México, en el estado de Hidalgo, unas inundaciones que nunca se habían visto de tal magnitud en esa zona del país, que se llevaron un hospital entero y donde murieron más de 40 pacientes. 

-Por otro lado, ¿el sector tiene su impacto sobre el cambio climático?

-En 2019, Salud sin Daño hizo la primera estimación global de la huella climática del sector salud. Estimó que el sector es responsable del 4,4% de las emisiones globales. Si fuera un país sería el quinto emisor más grande del mundo.

Este impacto se explica porque los establecimientos de salud operan 24hs al día y tienen un alto consumo energético. Además, tiene fuentes de emisiones muy particulares como los gases anestésicos y algunos tratamientos como los inhaladores para el asma que utilizan como propelentes poderosos gases de efecto invernadero. Si bien hay alternativas, no es algo en lo que estamos acostumbrados a pensar. A eso hay que sumarle el consumo de agua, la generación de residuos (más aún con la pandemia) de los cuales una gran parte son especiales, peligrosos y radiactivos y el tipo de químicos que se utilizan. Así, por donde lo veas es un sector altamente contaminante.

En este sentido, hay que trabajar de manera simultánea en ambos aspectos: resiliencia y mitigación.

-¿Qué pedidos y acciones llevaron a la COP para trabajar estos temas?

-Salud sin Daño llega a la COP con una propuesta de trabajo en tres niveles: 

  1. Con gobiernos. Por medio de una alianza de la presidencia de la COP (el gobierno de Inglaterra) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzamos el programa de salud de la COP26. Entre las diversas propuestas que trajo esta alianza, dos estaban dirigidas a gobiernos nacionales. La primera para que se comprometieran a desarrollar sistemas de salud resilientes al clima. Y la segunda para que se comprometieran al desarrollo de sistemas de salud sostenibles y bajos en emisiones. Por ahora se sumaron 52 países. Entre ellos, Argentina. 
  1. Con establecimientos y sistemas de salud. Salud sin Daño lleva 10 años trabajando directamente con establecimientos por medio de la Red global de hospitales verdes y saludables. Desde finales del año pasado, Salud sin Daño se convirtió en el socio oficial para salud de la campaña de Naciones Unidas “Carrera hacia el cero”. Y la noticia entonces que llevamos a la COP es que hasta este momento se han sumado 54 instituciones de salud de 21 países que colectivamente representan a más de 14.000 hospitales y centros de salud que se comprometen a la meta de cero emisiones para 2050.
  1. Con profesionales de la salud. Particularmente trabajamos con la Alianza Mundial para el Clima y la Salud para desarrollar una carta que nombramos “Receta para un clima saludable”. Fue firmada por más de 46 millones de profesionales de la salud de todo el mundo y entregada por sus representantes a lxs líderes de los países en la COP exigiendo compatibilizar las acciones climáticas con la protección de la salud. 

-¿Cómo se ven en concreto las acciones del sector salud? 

-La OMS estima que el sector salud representa el 10% del PIB mundial. Una de nuestras apuestas de trabajo es la línea de compras sostenibles. Trabajamos en conjunto con el PNUD para lograr que haya una demanda agregada del sector salud que exija a los proveedores que ofrezcan servicios y productos más sostenibles haciendo uso del poder de compra inmenso del sector salud.

El NHS, el sistemas de salud inglés, fue el primero en comprometerse a emisiones netas cero para 2040 para sus emisiones propias y para 2045 para las emisiones incluyendo su cadena de suministro. Están haciendo unos convenios interesantísimos, por ejemplo con AstraZeneca, para intentar mover los mercados hacia productos y procesos de mayor sostenibilidad.

El NHS también llevó una ambulancia que funciona a base de hidrógeno a la cumbre.

-¿Hablaste de muchos compromisos, ¿qué expectativas tenés y qué herramientas tiene la organización para monitorear la implementación?

-Este año publicamos un documento llamado “Hoja de ruta global para la descarbonización del sector salud”, en el que hicimos una modelación para indicar cuáles son aquellas intervenciones principales que pueden llevar el sector a cero emisiones para 2050. Entre otras herramientas, hay fichas nacionales donde se puede ver la huella climática del sector salud por cada país. Lo que sigue ahora es que los países tomen esa información para desarrollar sus propias hojas de ruta contextualizadas a las realidades nacionales. Complementariamente, trabajamos directamente con los centros de salud, enseñándoles a usar una calculadora de huella climática para que puedan calcular sus emisiones, dónde están sus principales fuentes y tomar acción informada.

Mi picadito verde

  • Ley de envases. Por otro lado, pronto -tal vez esta semana- se va a tratar en el recinto del Congreso la Ley de Envases. Según el secretario de Control y Monitoreo Ambiental, Sergio Federovisky, «aproximadamente el 25 % de los residuos que se generan en Argentina son envases, de los cuales cerca del 90 % son plásticos y, de ese total, sólo el 8 % se recicla». Para atender este problema, el proyecto de ley enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo propone una tasa ambiental para incentivar a las empresas a utilizar envases con menor impacto ambiental. Hay polémica.
  • El miércoles la Unión Europea anunció que para la importación de ciertos productos (soja, ganado, aceite de palma) va a exigir un certificado de “libre de deforestación”. Más detalles en esta nota de Bichos de campo. Y sobre estrategias de sustentabilidad de la industria ganadera en nuestro país, este artículo de Jorgelina Hiba.

Eso es todo por hoy. 

Te mando un abrazo, nos leemos en dos semanas. 

Eli

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Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.