Estamos cansados de tanta represión

La violencia institucional como constante más que como noticia, la ciencia que la combate y la que la justifica.

Holis, ¿cómo andás? Yo acá, encarando la tarea de escribirte una carta sobre ciencia por vez número 78 (faaah) y pensando por enésima vez en lo predatoria que es la lógica de la noticia respecto a la información. Estamos en una pandemia, sí. Hay una nueva variante de preocupación, también. 

Es lógico que quieras, o más bien queramos, saber en detalle lo que implica, pero también es lógico que aún no lo sepamos. La información con la que contamos es preliminar. Las potenciales consecuencias y efectos, hipotéticas. Mi rol es brindarte data científica confiable, sí, pero mi responsabilidad es sostener esa confianza. En este caso, eso es no dejarme llevar por el impulso de la preocupación que yo también tengo para hacer afirmaciones flojas de papeles basadas en el conocimiento que adquirí durante estos dos años. Así que, si bien va a haber un apartado en esta edición dedicado a Ómicron, no será el tema central.

Entonces, retomando el tema de la lógica predatoria del imperativo noticioso, este newsletter va a ser sobre algo que solo se trata como noticia: la represión estatal. Lo que vemos en los medios sobre el tema suelen ser coberturas de casos. En los mejores trabajos periodísticos, las coberturas van acompañadas de algún análisis estructural del tema. Pero esa aparición periódica de caracterizaciones sistémicas a raíz de episodios nos hace pensar algo sumamente errado, que es que esas condiciones estructurales causan que cada tanto suceda uno de estos hechos, y no que son una constante del funcionamiento institucional.

Este newsletter intentará abordar la cuestión de la violencia perpetrada por las fuerzas armadas desde las ciencias que la combaten y las que la construyen, y está dedicado a mi amigo César González, a quien el servicio penitenciario reprimió brutalmente por querer leer en la cárcel, a la memoria de Luciano Arruga, Facundo Astudillo Castro, Lucas González, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y a todas las familias que aún buscan a sus desaparecidos en democracia.

Que se pongan a rezar los guardias y refugiados

En los días de mayor repercusión en relación al homicidio de Lucas González, asesinado por la policía cuando salía de entrenar de su club, Barracas Central, me crucé con un tweet que me llamó la atención. Decía: “¿Sabían que hay una médica forense argentina que según los cuerpos de las víctimas de la policía identifica qué fuerza o la policía de qué provincia lo hizo?”. Como ya sabemos, Twitter es servicio y la médica en cuestión estaba arrobada en los comentarios. Me contacté con ella y resultó ser tan capa como amable y detallista, así que hoy tengo la fortuna de poder transcribirte un fragmento de la conversación que tuve con una científica talentosa y comprometida, la Dra. Virgina Creimer, médica, consultora en medicina legal, especialista jerarquizada en clínica quirúrgica, magíster en educación con especialización en educación superior y diplomada en psicología clínica y forense.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

–¿Cuáles son los primeros indicios que te llevan a concluir que una persona fue asesinada por la policía?

–Lo primero que debe tenerse en cuenta siempre es el contexto en que se produce la muerte. No es lo mismo que un joven de 20 años cruzando la calle sea atropellado por un camión a que une joven de la misma edad haya muerto en circunstancias que no se conocen, porque en estos casos nunca se conocen las circunstancias en su totalidad, sino que tenemos información parcial e información sesgada por distintas partes que están actuando en la investigación. 

Una vez que se tiene este primer pantallazo (falta de claridad en el relato del personal interviniente respecto a las circunstancias en las que se produjo la muerte) se puede empezar a pensar que hubo personal de alguna fuerza de seguridad participando. Ahí deben aplicarse protocolos nacionales e internacionales y apartar a la fuerza de seguridad que tuvo contacto con un desenlace fatal, porque claramente tiene una visión contaminada y sesgada, aun sin hablar de responsabilidad. Al apartarles no se vuelven automáticamente sospechosos, pueden tenerse en cuenta como testigos y que aporten declaraciones, pero lo que no pueden hacer de ninguna manera es intervenir en la investigación.

–En el hilo de Twitter por el que te contacté, leí que hay formas de identificar qué fuerza policial fue la asesina, una especie de “manual de estilo” de cada una que deja ciertos rastros en los cuerpos, ¿me podés contar un poco?

–En realidad esta experiencia a la cual se hace referencia surge luego de 30 años de ejercer mi profesión investigando distintos tipos de violencia: de género, contra las infancias e institucional. Son tres violencias que nadie quiere investigar porque tiene todo tipo de costos, siendo uno de los mayores el costo subjetivo de tener que trabajar con gente rota, porque las familias que vienen en busca de ayuda vienen amenazadas, habiendo perdido sus casas, sus autos y, sobre todas las cosas, vienen habiendo perdido a una persona que aman, y los poderes judiciales y las fuerzas de seguridad les van golpeando las puertas en la cara. Entonces este tipo de violencias con las cuales mi equipo de la Consultora Pericial de Ciencias Forenses y yo trabajamos son casos que no cualquiera toma.

Hace por lo menos 25 años decidí hacerme carne con esta gente que sufre y a la que no se le da respuesta a través de las distintas instituciones en las que, en principio, trabajé. Esto no es un mero relato autobiográfico porque tiene mucho que ver con lo que vos acabás de preguntar. Yo trabajé durante mucho tiempo en distintos organismos del Estado hasta que, en esto de comprometerme con estas causas de violencia que nadie quería tomar, recibí una amenaza de muerte de Etchecolatz. 

Esta amenaza se dio después de que yo lo revisé como a cualquier otra persona privada de su libertad y consideré que, por su estado físico, debía y podía permanecer en la cárcel de Ezeiza, y consistió en que, en pleno mediodía, encontré en la puerta, en la cerradura de mi casa, un cuchillo de carnicero ensangrentado chorreando sangre mientras mi hija adolescente dormía adentro. Cuando denuncié esta situación, el Estado me dio la espalda y decidí irme del sector público. Y ahí, a partir de la creación de la consultora, me empezaron a llegar los casos que nadie investigaba, porque hasta ese momento solo tenía contacto con las denuncias que llegaban a la etapa de investigación. 

Entonces empecé a conocer y a hacer, y acá va la respuesta puntual: hice un análisis sobre cada tipo de violencia concreta en cada una de las fuerzas de seguridad que habían actuado en las lesiones, vejámenes, torturas y muertes en custodia de estas personas. Por una cuestión de locación, tengo una enorme experiencia en el modus operandi de la Bonaerense. Y este conocimiento me permitió, además, distinguir en el análisis de otras causas la forma de actuar de la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y otras fuerzas de seguridad como las de Río Negro, Neuquén, Chaco, Santa Fe y, particularmente, Rosario. ¿Por qué? Porque, ahora, ya estando por fuera del Estado, la gente venía incluso con más confianza a contar sus casos y a mí se me iba generando esta estadística y eso ameritó que me tome el tiempo y el trabajo de clasificar los modos de operar que se repetían como producto de un accionar claramente protocolizado de distintas fuerzas. Por eso, cuando encuentro un cuerpo, según el tipo de tortura, según el tipo aparente de muerte, según la cantidad y localización de las lesiones, según el medio con el cual se provocan las lesiones, según el lugar donde se descartan los cuerpos, puedo discriminar preliminarmente junto a un equipo interdisciplinario que ese modus operandi es el que habitualmente utiliza tal o cual fuerza.

–Vos creaste el Laboratorio Regional de Ciencias Forenses, ¿cuál es el equipamiento básico de un laboratorio de ciencias forenses?

–Montar un laboratorio de ciencias forenses es económicamente muy costoso y desde el punto de vista de los recursos humanos, si bien tenemos excelentes recursos humanos en Argentina, hay que formarlos específicamente para manejar este tipo de equipamiento y este tipo de conflictividad, que subjetivamente no es gratuito. 

Durante el gobierno de Néstor Kirchner y el de Cristina Kirchner se fueron recibiendo distintas adendas con las cuales se compraron equipamientos de alta gama, de una tecnología que envidiaba Europa, como para que te des una idea de lo que se estaba comprando.

–¿Cómo cuál por ejemplo?

–Microscopios electrónicos de barrido de última generación, equipamientos de genética de última generación, equipamientos informáticos y de telecomunicaciones para entrecruzamiento de llamadas pero, además, para poder analizar y extraer unidades físicas de extracción de datos de los celulares, que en el presente es sumamente importante porque cualquier persona tiene un celular, equipamientos de química y toxicología. Todos equipamientos fabulosos que para mí eran la gloria porque era como tener cinco años y que me dijeran: “Entrá a la juguetería y comprate lo que quieras”.

También se formaron profesionales para ocupar esos espacios y, en este caso, también se hizo otra cosa excepcional. Con el equipo de ciencias forenses, sentamos a todas las empresas del país involucradas en la compra de equipamientos y les dijimos: “Queremos los mismos equipos para todos los laboratorios regionales, de manera que, por ejemplo, el análisis de un proyectil que yo agarré en el microscopio electrónico de barrido en Salta se pueda replicar en Buenos Aires o se pueda replicar en Santa Cruz. Ahora, para poder ingresar a esta compra, ustedes tienen que asegurar que va a ser la última tecnología disponible, que van a hacer una garantía extendida (ahí había un problema) y que van a formar de manera gratuita a les profesionales que van a utilizar estos equipos”. 

A partir de esa negociación se construyeron laboratorios en varias provincias y me llamaron de MC, el organismo de ciencias forenses de la Comunidad Europea, para que yo explicara cómo se había logrado que todos los laboratorios funcionaran en red. Esto es algo fundamental para cualquier disciplina, ya sea la medicina o la investigación criminal. Yo tengo que tener la posibilidad de llamar a Viedma o a Junín y decirles: “Mirá, a mí esta anatomía patológica me da así, yo no tengo esta experiencia, ¿vos tenés experiencia en esto?”. Y que me digan: “Sí, yo tengo experiencia, te mando mis papers”. O llamar desde Mendoza capital a Córdoba capital y preguntar: “Sabés que mi equipo de microscopía electrónica está haciendo esta falla, ¿a vos te pasó?”, “Sí, me pasó, fijate que tal vez es el movimiento del piso por la zona en la que estás y eso te puede dar una falla”. 

Bueno, esa red nacional de ciencia forense es algo que no existía como tal en el mundo y en Argentina lo habíamos creado. Por eso la fuimos a presentar a varios países. Durante el gobierno de Macri los laboratorios no recibieron subvención y, honestamente, a partir del cambio de gobierno yo no sé qué pasó porque nos agarró la pandemia, pero esos laboratorios existen, son de punta, son mejores que los que tiene Estados Unidos, están a la par de los que tiene Portugal y los que tiene Inglaterra y los que tiene Canadá y tendrían que ponerse en marcha para poder darle respuesta a la gente y a todas estas situaciones tan complejas que tenemos desde el punto de vista científico de las investigaciones criminales.

–¿Y cuáles son los problemas científicos que se tienen?

–Los problemas científicos son, primero, la falta de compromiso, que vos me dirás “eso no es científico”

–Sí, por supuesto que es científico…

–Si vos la ciencia no la utilizás, por más que seas Gardel, Le Pera y los Guitarristas, para darle respuesta a la gente, al pueblo, esa ciencia no sirve. Ese es uno de los mayores problemas, el compromiso. También las presiones que hay dentro de las instituciones y la falta de conocimiento que tienen algunes profesionales.

Todo esto se resuelve con capacitaciones serias, periódicas, porque, como te decía antes, tenemos profesionales con muchísimo conocimiento. Así que lo que tenemos que hacer es retomar esa red que fue desactivada, activarla y volver a generar estas capacitaciones que existían para que se pueda dar una respuesta rápida y directa a la gente, y no que pase, porque me ha pasado, de tener casos de abusos sexuales en las infancias y llegar a los juicios orales 10 años después cuando las niñas ya son mayores de edad y llevan muchísimos años encerradas en su casa porque tenían miedo de cruzarse con su abusador. Los elementos para dar respuesta están pero, de nuevo, falta compromiso y capacitación. No es tan difícil.

–Y bueno, esto que decís de que muchísimos casos directamente no llegan…

–Exactamente, las fuerzas de seguridad de nuestro país tienen un adoctrinamiento que no es para proteger a les ciudadanes, sino que es para proteger a la propia fuerza. Por eso en muchas ocasiones los escuchamos decir que son familia. Y estas “familias” dentro de las fuerzas de seguridad, que no son todes, porque hay gente muy honorable que trata de sobrevivir ahí adentro y hacer las cosas bien, son supervivientes a los gobiernos. Las metodologías y los modus operandi que existían durante la dictadura cívico-religiosa-militar de nuestro país siguen indemnes pero están maquilladas y siguen funcionando, lamentablemente, con la anuencia de ciertos sectores políticos. 

Entonces, entendemos que también hay que reformar, pero reformar en serio, estas estructuras represivas o nunca vamos a lograr que todas las causas lleguen a la justicia, porque las causas, entre otras cosas, se paran en las comisarías, cuando a la gente que va a denunciar se le pone un primer obstáculo que es no tomarle la denuncia. En democracia tenemos más de 200 personas desaparecidas denunciadas, sin embargo hay un montón más, se estima que más de 1000, que están desaparecidas y que no ha llegado la denuncia ni siquiera a la instancia de gestión preliminar a cargo de las comisarías.

–En todos estos años que llevás de casos que la justicia desestima, ¿en alguno la víctima fue algún chico o chica de clase media acomodada?

–Dos casos, solo dos.  Y son cientos y cientos. Uno fue el de Gastón Duffau en provincia de Buenos Aires, que ingresó a un local de comida rápida con un delirio agitado, que es el equivalente a un delirium tremens, nada más que el delirio agitado es por abstinencia a las drogas y el tremens al alcohol. Llegó en un estado paranoico y lo trató de reducir el personal del lugar. Luego llamaron a la policía de Ramos Mejía, que lo subió a una camioneta, lo destrozó a golpes y lo llevó muerto al hospital. Hubo una primera autopsia hecha por policías, lo cual está prohibido. Luego, hubo una segunda autopsia en la que encontraron 115 lesiones contra las 3 que habían encontrado en la primera. Hubo un juicio, en el que los policías salieron impunes y recién Casación, en una tercera opinión, los sentenció a perpetua porque fueron torturas. 

El otro es un caso de la provincia de Santa Fe, de la ciudad de Rosario, en el que María de los Ángeles Paris, bibliotecaria y maestra, llegó a la comisaría a hacer una denuncia porque había tenido una pelea con un taxista. Cuando entró tuvo un intercambio con el personal femenino, salió y volvió a entrar varias veces hasta que la ingresaron arrastrando y, luego de un tiempo, llamaron a una ambulancia porque estaba muerta. Cuando ingresó la ambulancia comprobaron que estaba muerta, esposada en el calabozo.

En ese caso se vio claramente un accionar, lamentablemente muy reiterado, sobre todo en Rosario, en el que se oculta la verdad desde la investigación policial pero después se oculta desde el punto de vista judicial, porque se hizo una primera autopsia y el Instituto Médico de Rosario dijo que se había muerto por un paro cardíaco. Cuando yo hice la reautopsia encontré fracturas, lesiones por todo el cuerpo, noté que ni siquiera habían analizado el cuerpo en su totalidad, que no habían buscado el modus operandi claro de la Policía rosarina, no habían buscado lesiones en el cuello por asfixia. Ahí se determinó la participación policial y solicitamos que el médico que hizo la primera autopsia fuera imputado por responsabilidad profesional médica. 

En estos dos casos ves que, cuando hay dinero de por medio, aparecen abogados con mucho renombre y con mucho contacto que matan la causa o ponen trabas.

Después, el resto de los casos que me llegaron han sido casos de pibes y pibas, y me salgo de la binariedad, y de la comunidad LGBTIQ+, que son atacades simplemente por ser diferentes. Es decir, no son casos aislados, es una conducta.

–Y en esos casos ni siquiera tienen que matar la causa porque ni toman las denuncias…

–Exactamente, ni toman la denuncia.

–Si pudieras soñar, ¿qué equipo, prueba de laboratorio, para vos sería ideal que se invente, que algún día la ciencia llegue a desarrollar?

–Mirá, no necesito soñar mucho porque en realidad existe un sustrato científico para desarrollar una investigación, que es una evaluación de niñes que han sido vulnerades por abuso sexual en las infancias. Según estudios españoles, de un autor que se llama Murillo, estos chicos reflejan, en un análisis específico como es una tomografía por emisión de positrones, una hipercaptación en una parte específica del cerebro, la amígdala, el hipocampo y el hipotálamo (una hipercaptación es un área muy destacada en la imagen que arroja la tomografía).

Este resultado se observa en niñes que, o bien han sufrido violencia gravísima por abuso sexual, que es violencia física, psicológica y muchas veces económica, o en pacientes que han sobrevivido a una guerra. 

Esta tecnología, que no es tan cara ni tan difícil de usar, ya existe pero no la quieren utilizar porque prefieren mirar para un costado y que les niñes y las infancias sigan siendo destruidas. 

–¿Esta hipercaptación en el cerebro se observa hasta la adultez o solo en la niñez?

–Está demostrado en los análisis realizados hasta el momento que se ve hasta los 18 años, por eso hay que seguir el estudio. Es una marca orgánica y ahí radica la importancia, porque los jueces muchas veces le dicen a los equipos de salud mental: “Mire, ¿sabe que pasa licenciada? Yo en la psicología no creo”, y la psicóloga le responde:  “Bueno, y lo bien que hace en no creer en la psicología, porque no es una medición, es una ciencia”. Entonces, si tuviéramos una tomografía, podríamos lograr decirle a los jueces en un juicio oral:

-“¿Ustedes ven esta manchita roja acá?”
-“Sí”
-“Bueno, eso significa que fue abusade”

Fin.

Otra vez

Siempre que queremos hablar de la relación entre ciencias y legitimación de la discriminación aparece el mismo ejemplo. Alrededor de 1800, el neuronatomista alemán Franz Gall desarrolló la frenología, que básicamente sostenía que la personalidad está determinada por la forma del cráneo e intentaba darle sustento científico a la afirmación social de la inferioridad innata y cognitiva de mujeres blancas, hombres negros, mujeres negras y todos los que no fueran varones blancos europeos.

Para muchos, el desarrollo de las neurociencias en la actualidad se asemeja a la frenología en tanto muchas veces afirma que los comportamientos pueden ser explicados a partir de observaciones anatómicas del cerebro. Pero no estamos en 1800 y las neurociencias no son una sola cosa ni un conjunto uniforme de métodos y conclusiones. Sin ir más lejos, en la entrevista que acabás de leer, Virginia habla de una aplicación muy útil, que es el descubrimiento de la correlación entre una marca orgánica y abusos sexuales en la infancia o supervivencia a una guerra, cuya explicación más probable es que estos hechos traumáticos produzcan cierta configuración neuronal en una determinada área del cerebro. 

Sin embargo, fijate que Virginia no dice que esta marca hace que los sobrevivientes de abuso sexual en la infancia exhiban tal o cual comportamiento o tal o cual personalidad. Una cosa es que el cerebro sea visto como un órgano que puede tener marcas de un hecho, y, otra, como depósito de la identidad. Y, siguiendo con el hilo de la entrevista, así como vemos que las ciencias desarrollan herramientas que permitirían generar evidencias y que la voluntad política elige ignorarlas, también podemos pensar en cómo las ciencias construyen ese proceder político voluntariamente ignorante.

¿Por qué entre los cientos y cientos de casos de violencia institucional analizados por la Dra. Creimer hay solo dos en los que las víctimas fueron de clase media? ¿Cómo se construye el desprecio visceral por la pobreza, ese que lleva a las fuerzas de seguridad a torturar y matar y al resto de la sociedad a mirar para otro lado, en el mejor de los casos, y a considerarlo un acto de justicia en el peor?

Hay muchísimos ejemplos en los que las neurociencias podrían colaborar con este análisis, pero hoy elijo esta nota al investigador y neurobiólogo Sebastían Lipina a raíz de su libro Pobre cerebro por una razón: es la que elige citar César González en su último libro, El fetichismo de la marginalidad. Como yo no pertenezco al sector que sufre los vejámenes del odio policial, me parece especialmente pertinente tomar una fuente que a alguien que sí pertenece le resonó desde su formación y experiencia. 

Vamos con la nota entonces:

  • La tesis central de Lipina es que la falta de nutrición y un ambiente adecuado impacta negativamente en el cerebro y provoca angustia y estrés
  • Los efectos de la pobreza sobre los desempeños cognitivos de las infancias criadas en contextos de bajos recursos pueden ser revertidos con políticas públicas que estimulen el aprendizaje y mejoren el desempeño académico.
  • “Yo no coincido con esos parámetros que suelen acercar la disciplina al espectro de la derecha. Lejos de esas lecturas, creo que la evidencia nos dice que somos muy libres y dependemos del ambiente. Y el ambiente sí podemos organizarlo comunitariamente de manera de no excluir a los chicos cuando no se adaptan. No concibo una sola clase de alumno dentro del aula. Las neurociencias te permiten entender que cuando uno toma la epigenética con el nivel conductual se da cuenta de que los sistemas de procesamiento cognitivos asumen diferentes identidades para distintos contextos, lo que sugiere la evidencia es que dependiendo del contexto el chico se va a autorregular de una u otra manera. Con eso no estoy diciendo que haya que generar uno para cada niño. Lo que sostengo es que si pensamos en una perspectiva de derecho en la infancia entonces tenemos que ver las diferencias en lo cognitivo, en la valoración personal y en la manera en que un chico se relaciona con sus pares y, a partir de ahí, pensar alternativas múltiples. En eso ayudan las neurociencias cuando estudian la pobreza”.

Lo que me gustó de esta nota es que no es una expresión grosera de la cuestión, no es que Lipina dice lo que dice el meme, se nota en él un esfuerzo por entender los hallazgos de su investigación como un aporte a la comprensión de algo multidimensional como es el desarrollo de un individuo. No se trata de él y su propuesta, sino de las formas en las que la expresión mediática de su trabajo puede interpretarse.

Unas notas personales al respecto:

  • Las estrategias de reversibilidad que se citan en la nota están pensadas para la infancia, ¿qué pasa si un niño con estos déficits nutricionales y de estimulación llega a la adultez? ¿Ya no es reversible?
  • Se reduce la política pública a la acción de las instituciones educativas y se la propone como implementaciones sobre lo existente ¿Qué acciones se piensan para quienes no asisten a establecimientos escolares o no pueden permanecer en ellos? ¿Cómo se los lleva a la escuela o cómo se ponen en marcha por fuera?
  • Leyendo esta nota, todo pareciera indicar que los problemas cognitivos persisten si las infancias que se desarrollan en estos contextos no van a escuelas que implementen ciertas herramientas específicas para revertirlos. Esta no es una experiencia frecuente para las personas nacidas en la pobreza, por lo tanto, es muy fácil inferir que adultos y adolescentes pobres tienen dificultades para el procesamiento de información y razonamiento. En otras palabras, que son brutos e ignorantes. La diferencia radicaría en que esto no es innato como establecía la frenología, sino que es producto de no implementar ciertas estrategias pedagógicas en las escuelas y, por otro lado, que no vale la pena destinar recursos públicos a políticas dirigidas a personas pobres que no sean infantes.
  • Estas formas de presentar los hallazgos de una investigación se convierten en herramientas que nos permiten armar argumentos más o menos coherentes sobre la supuesta inferioridad cognitiva presente en la pobreza. Si a esto se suma un imaginario popular que construye la diferencia entre humanos y los otros animales a partir del raciocinio, no es difícil difundir la idea de que existe algún tipo de “subhumanidad” entre los pobres. De esta forma, los crímenes cometidos contra ellos pasan a ser menos graves a través de una cierta “animalización” que también es repetida hasta el cansancio en las caracterizaciones de estas personas en series y películas. 

Hasta acá mis preguntas y reservas. Para terminar, las de César: “Sería necio negar las consecuencias nefastas que tiene el hambre en las personas, pero se señala a los pobres como dueños del monopolio de la ignorancia y la pobreza y se intenta justificarlo a través de supuestos argumentos con base científica, lo cual es un insulto para la ciencia misma”. 

Somos los dueños del pabellón

Si de violencia institucional se trata, no puedo dejar pasar que esta es nuestra primera carta del mes en el que se van a cumplir 20 años de las manifestaciones del 19 y 20 de diciembre de 2001 y, mucho menos, que Aníbal Fernández, uno de los responsables políticos de “las dos nuevas muertes causadas por la crisis”, está al mando de las fuerzas de seguridad. 

El “que se vayan todos” suele ser convenientemente interpretado como una forma de antipolítica por analistas no muy incómodos con el statu quo bajo el provechoso latiguillo de “es más complejo”. Para mí, en cambio, constituye una deuda con la “reforma en serio” de la que hablé con Virgina en su entrevista, pero ya no circunscripta a las fuerzas de seguridad, sino extendida a todo nuestro sistema institucional.

Pensando en encontrarnos en la calle para honrar a los caídos en lucha más que para recordar a las víctimas, va un post que hice en 2017 sobre este estudio que analiza las consecuencias del uso de balas de goma en la dispersión y control de manifestaciones:

-¿Qué dice la noticia?

Los proyectiles de goma o plástico son inseguros para dispersar multitudes.

-¿Cómo lo supieron?

El equipo revisó los estudios disponibles sobre muertes y discapacidad generadas por disparos de balas de goma, plástico, balines redondos y otros proyectiles utilizados por fuerzas de seguridad publicados entre 1990 y 2017. Seleccionaron 26 artículos diversos, algunos que compararon personas expuestas a estos disparos y personas que no a lo largo del tiempo, otros que analizaron en profundidad más de 4 casos y otros que eran estudios experimentales de estas armas. Los datos incluían información sobre 1984 personas en contextos como manifestaciones, motines, eventos deportivos, arrestos, accidentes y entrenamientos militares y policíacos .

Al analizar las estadísticas encontraron que 53 habían muerto a causa de las lesiones provocadas por los disparos. Las defunciones y discapacidades permanentes frecuentemente eran consecuencia de disparos en el cuello o en la cabeza (49.1% de las muertes y 82.6% de las discapacidades). De las 2135 lesiones identificadas en aquellos que sobrevivieron, el 71% fueron catalogadas como severas. Lo más frecuentemente lastimado fue la piel o alguna extremidad. La gravedad del impacto era correlativa al lugar en el cuerpo, la distancia de disparo y el tiempo que demoró la atención médica.

-¿En qué avanza el estudio?

Los protocolos para el uso de la fuerza en concentraciones establecidos por la ONU son extremadamente generales, no especifican condiciones de necesidad ni proporcionalidad, ni explicitan que sea ilegal en casos de protestas pacíficas. Este estudio muestra que el uso de proyectiles no metálicos (algunos de los estudiados tenían partes metálicas recubiertas) es sumamente peligroso y causa lesiones graves, ya que, si son disparados de cerca, se hace con la misma potencia que las balas tradicionales, y, de lejos, son muy difíciles de apuntar, pues cambian de trayectoria más fácilmente.

Es necesario estudiar en profundidad el tema, ya que la selección de estudios puede tener varios sesgos. Por un lado, es probable que los estudios sobre lesiones graves o muertes tengan más chances de ser publicados o que ciertos casos tengan más probabilidades de ser atendidos en centros de salud y, por lo tanto, documentados. También es probable que en distintos lugares haya diferentes criterios para tomar los datos y no se hizo un meta análisis para comparar según locación geográfica. El filtro metodológico riguroso que se utilizó para la revisión entonces, si bien no permite dar estadísticas precisas sobre riesgos, es suficiente para afirmar que estos proyectiles son muy peligrosos.

-¿Para qué sirve?

Para no decirle “poner orden” a la represión.

Ahora nosotros tomamos el control

Bueno, sí, esta doña te hizo leer mil páginas de zurdismo antirrepresivo hasta que finalmente se dignó a hablar de lo que querés saber. Si necesitás que te resuma la situación de la nueva variante en una frase, acá va: el comportamiento de la variante Ómicron, así como sus efectos y consecuencias, solo pueden comprobarse mediante su interacción con el mundo real, por lo que ahora será mucho más determinante conocer qué medidas de políticas sanitarias se implementen al respecto que el análisis detallado de sus mutaciones en los laboratorios. Bonus track: más mutaciones no equivalen a mayor peligrosidad.

Si, en cambio, querés llegar a una conclusión por vos mismo, acá te traduzco los puntos más importantes de  la última información que se subió a la página de la OMS: 

Transmisibilidad: todavía no está claro si Ómicron es más transmisible (si, por ejemplo, se contagia más fácilmente de persona a persona) en comparación con otras variantes, incluida la Delta. El número de personas que testearon positivo ha aumentado en las zonas de Sudáfrica afectadas por esta variante, pero se están realizando estudios epidemiológicos para entender si se debe a Ómicron o a otros factores.  

Gravedad de la enfermedad: todavía no está claro si la infección por Ómicron causa una enfermedad más grave en comparación con las infecciones por otras variantes, incluida la Delta.  Los datos preliminares sugieren que hay un aumento de las tasas de hospitalización en Sudáfrica, pero esto puede deberse al aumento del número total de personas que se infectan, más que a una infección específica con Ómicron. Actualmente no hay información que sugiera que los síntomas asociados a esta nueva variante sean diferentes de los de otras cepas. Las primeras infecciones notificadas se produjeron entre estudiantes universitarios -personas más jóvenes que tienden a padecer una enfermedad más leve-, pero la comprensión del nivel de gravedad de la variante Ómicron llevará de días a varias semanas. Todas las variantes de COVID-19, incluida la variante Delta que es dominante en todo el mundo, pueden causar enfermedades graves o la muerte, en particular a las personas más vulnerables, por lo que la prevención es siempre fundamental. 

Eficacia de la respuesta inmune generada por infección previa por SARS-CoV-2: las pruebas preliminares sugieren que puede haber un mayor riesgo de reinfección con Ómicron, en comparación con otras variantes de interés (es decir, las personas que han tenido previamente COVID-19 podrían reinfectarse más fácilmente con Ómicron que con otras), pero la información es limitada. En los próximos días y semanas se dispondrá de más información al respecto. 

Eficacia de las vacunas: la OMS está trabajando con socios técnicos para entender el impacto potencial de esta variante en nuestras contramedidas existentes, incluidas las vacunas. Las vacunas siguen siendo fundamentales y efectivas para reducir la enfermedad grave y la muerte, incluso contra la variante dominante en circulación, la Delta.   

Medidas recomendadas a los países: dado que Ómicron ha sido designada Variante de Preocupación, hay varias medidas que la OMS recomienda a los países, entre ellas, mejorar la vigilancia y la secuenciación de los casos; compartir las secuencias del genoma en bases de datos de acceso público, como GISAID; notificar a la OMS los casos iniciales o los conglomerados; realizar investigaciones de campo y evaluaciones de laboratorio para comprender mejor si Ómicron tiene características de transmisión o de enfermedad diferentes, o si repercute en la eficacia de las vacunas, la terapéutica, el diagnóstico o las medidas sociales y de salud pública.

Los países deben, en general, seguir aplicando las medidas de salud pública eficaces para reducir la circulación de COVID-19, utilizando un análisis de riesgos y un enfoque basado en la ciencia. Deben aumentar algunas capacidades de salud pública y médicas para gestionar un aumento de los casos. La OMS está proporcionando a los países apoyo y orientación tanto para la preparación como para la respuesta.  

Además, es de vital importancia que se aborden urgentemente las desigualdades en el acceso a las vacunas contra el COVID-19 para garantizar que los grupos vulnerables de todo el mundo, incluidos los trabajadores sanitarios y las personas mayores, reciban su primera y segunda dosis, junto con un acceso equitativo al tratamiento y al diagnóstico. 

Quiero que todos se amotinen

La violencia institucional es una forma de odio de clase. Ya sea por pertenencia a la clase odiada en quienes son su objeto o por subversión a la solidaridad de clase en quienes son sus perpetradores, el racismo se hace carne en la aceptación de la estrategia institucional de erigir al pobre como enemigo de la sociedad, como impedimento para la concreción de los impulsos civilizatorios.

Mucho se habla del rol de la redistribución de la riqueza para la reversión de este fenómeno, pero poco de las ciencias como riquezas a ser redistribuidas en tanto herramientas de reasignación del conocimiento. No se trata del mantra vacío de “hace falta educación”, sino de crear las condiciones para el surgimiento del conocimiento posible, del que puede venir, que solo se logrará con una participación plena de toda la ciudadanía. 

El Estado no puede ser el administrador de las relaciones entre clases, tenemos que ser nosotros mismos quienes empecemos a habilitarnos lazos de construcción política conjunta que no se basen en el asistencialismo, sino en la redistribución de otra riqueza, la posibilidad de conocer la experiencia ajena.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: las referencias de este news son bien conocidas pero poco reconocidas.

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.