Estados Unidos y el cerco sobre Maduro: ¿invasión a Venezuela?

Una impactante flota está desplegada en el Mar Caribe y ya atacó una embarcación. ¿Trump va por la opción militar? Las acusaciones, del Tren de Aragua al Cartel de los Soles.

Tras el anuncio de un aumento en la recompensa por información sobre el presidente venezolano Nicolás Maduro, por considerarlo líder del Cártel de los Soles, Estados Unidos desplegó tres destructores Aegis en el Mar Caribe. Las embarcaciones Gravely, Jason Dunham y Sampson poseen más de 90 misiles Tomahawk por unidad y transportan helicópteros MH-60 Seahawk. A eso hay que sumarle el buque de asalto anfibio Iwo Jima; el de transporte anfibio San Antonio; y otro de desembarco, el Fort Lauderdale. La flota se completa con un crucero de misiles guiados –Lake Erie–, un submarino nuclear de ataque rápido –Newport News–, y un buque de combate litoral –Minneapolis-St. Paul–. Una infinidad de nombres propios que demuestran la potencia de la operación en curso. En ese marco, el martes 2 de septiembre, desde México, donde realiza una visita oficial, el secretario de Estado Marco Rubio anunció “un ataque letal en el sur del Caribe contra una embarcación de drogas que había salido de Venezuela y estaba siendo operada por una organización narcoterrorista designada”.

“El régimen de Maduro no es el gobierno legítimo de Venezuela. Es un cartel narco. Maduro no es un presidente legítimo. Es un jefe fugitivo de este cartel de drogas”, dijo la semana pasada la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karolina Leavitt, para justificar el abundante despliegue cerca de Venezuela. “No me adelantaré al presidente (Donald Trump) sobre ninguna acción militar. Lo que diré es que muchas naciones caribeñas y latinoamericanas han aplaudido las operaciones antidrogas de la administración. El presidente está dispuesto a utilizar todos los elementos del poder estadounidense para evitar que las drogas inunden nuestro país. Y llevar a los responsables ante la justicia”, anunció. A remarcar: todos los elementos del poder estadounidense. 

Si bien los estadounidenses lo votaron, en su mayoría por el precio de los alimentos –en especial el huevo–, y paradójicamente, para no intervenir en otros países, Trump presenta antecedentes complejos en relación al tema Venezuela. En el libro The Room Where it Happened, el ex asesor de Seguridad Nacional de la primera administración Trump, John Bolton, da cuenta de que el magnate barajó opciones militares contra Maduro, visto y considerando que veía débil –spoiler: tenía razón en esto– el liderazgo de Juan Guaidó. “Trump insistía en opciones militares para Venezuela, diciéndole a sus asesores que Venezuela era realmente parte de Estados Unidos”, es la frase que Bolton elige en el libro para ilustrar la idea de patio trasero, fundante de la intervencionista Doctrina Monroe que la actual administración hace suya

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Las reacciones en Caracas

“No hay forma que le entren a Venezuela. Estamos recibiendo la comprensión del mundo entero, de todas las civilizaciones. Desde las más antiguas en el Asia (China, Rusia, India), hasta las más cercanas, nuestros hermanos del continente latinoamericano y caribeño”, afirmó Maduro en una demostración de fuerza militar transmitida por Venezolana de Televisión. «Le digo yo a los imperialistas del norte que nosotros estamos preparándonos y vamos a luchar. Vamos a luchar si ustedes se atreven a poner un pie en Venezuela», dijo por su parte el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, que destacó la movilización de miles de miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).  

“La batalla en la calle va a ser en moto. Algunos creen que la cosa es ‘pasaron los aviones’. ¿Y cuándo van a poner los pies en el suelo? Cuando pongan los pies en el suelo acá van a estar los hijos de Guaicaipuro”, toreó, por su parte, el número dos del gobierno bolivariano, Diosdado Cabello, desde su programa de televisión llamado Con el mazo dando. Cabello habla de algo que no tuvo Juan Guaidó cuando se autojuramentó presidente interino de Venezuela: control territorial. El madurismo, aún erosionado por la fuga hacia adelante que significó la elección de julio de 2024, en la cual se autoproclamó ganador sin evidencia estadística alguna, tiene aún evidentes resortes de poder fáctico. 

En una conferencia de prensa con medios nacionales e internacionales, este lunes 1 de septiembre, Maduro fue un paso más allá: dijo que si Venezuela fuera agredida, pasaría inmediatamente al período de lucha armada “en defensa del territorio nacional, de la historia, y del pueblo”. También calificó al operativo en curso como “la más grande amenaza que se haya visto en nuestro continente en los últimos cien años”. 

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Ahí Maduro buscó polarizar con Marco Rubio, el secretario de Estado nacido en Miami, de familia cubana anticastrista, pero a su vez tender algún puente con el propio presidente estadounidense, a quien llamó inteligente y audaz. “Mr. President Donald Trump: usted tiene que cuidarse, porque Marco Rubio quiere manchar sus manos de sangre. Con sangre suramericana, caribeña, con sangre venezolana: lo quieren llevar a un baño de sangre y que su apellido, Trump, se manche de sangre por los siglos de los siglos, con una masacre contra el pueblo de Venezuela, con una guerra terrible contra Sudamérica y el Caribe, porque esto sería una guerra completa en todo el continente”, dijo el excanciller de Hugo Chávez. Incluso dijo tener dos canales de diálogo abiertos con la Casa Blanca. 

Capriles y su nota a la CNN

Por fuera del ámbito gubernamental se pronunció el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski, quien perdiera ante Chávez en 2012 y ante el propio Maduro, tras el fallecimiento del nacido en Sabaneta de Barinas, en 2013, luego de un cáncer letal. Cuestionado por la oposición más radicalizada al madurismo, quienes lo catalogan como un colaboracionista del régimen, Capriles parece apostar a una hipotética transición futura. Posiblemente por ello mostró un tono diferenciado en la entrevista que dio a la cadena CNN en inglés, que le valió ser funado en redes sociales, donde lo tildaron de alacrán (tal como llaman a los opositores cooptados, habilitados o permitidos). 

“En el mundo hay muchos conflictos y lo que menos necesitamos es un conflicto armado en Venezuela. Sigo creyendo que la vía para encontrar una solución no es acudir a la fuerza, sino insistir en los procesos de negociación”, comenzó. Luego fue más allá: citó los diálogos de Trump con Putin, Kim Jong Un o Xi Jinping, titulares de Ejecutivos a los que también caracterizó de autoritarios, abriendo la puerta a una distensión futura entre ambas administraciones. “Yo soy anti guerrerista. No puedo estar de acuerdo en que pensemos que una intervención militar va a significar la recuperación democrática de América Latina”, razonó en la cadena norteamericana que se suele vincular al Partido Demócrata. 

Consultado sobre su percepción en torno a Maduro y su presunta participación en el mundo del narcotráfico, Capriles pidió mayor contundencia probatoria a la Casa Blanca. “La acusación del Cartel de los Soles es muy grave. EEUU tiene que mostrar las pruebas. Los venezolanos no sabemos quienes integran el Cartel de los Soles. Estados Unidos, con una acusación tan grave, tiene que poner las pruebas sobre la mesa”, dijo el exgobernador del estado Miranda. 

Si antes la acusación de Washington tenía que ver con presuntas vinculaciones del gobierno con la organización delictiva Tren de Aragua, ahora diseminada por América del Sur, ese señalamiento ha virado en los últimos meses hacia un posible nexo con el Cartel de los Soles. Como dice Radonski, es necesario material probatorio para esa acusación. 

El posicionamiento regional

Tras el cambio de enfoque, algunas administraciones sudamericanas han avanzado en el reconocimiento del Cartel de los Soles como organización terrorista, a gusto y piacere de la Casa Blanca: la Argentina de Javier Milei, el Paraguay de Santiago Peña, y el Ecuador de Daniel Noboa. Estos países están a favor de un cambio de régimen en el país sudamericano-caribeño. Maduro, en tanto, consiguió el apoyo –se daba por descontado– de los países del ALBA TCP, entre los cuales se cuentan sus históricos aliados Cuba y Nicaragua. 

“No puedo esconder que veo con preocupación esa movilización”, declaró sobre el despliegue de buques en el Mar Carise el asesor del presidente brasileño Lula da Silva, Celso Amorim. Fue durante una audiencia en la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de su país. Amorim, quien fuera canciller durante los primeros gobiernos de Lula, subrayó que “el principio de la no intervención es fundamental” y fue uno de los pilares de la política exterior de Brasil. 

También reiteró que el gobierno brasileño, pese a no haber reconocido el resultado de las elecciones del año pasado, mantiene con Venezuela “una relación de Estado”. Este último punto no es menor: fue el propio Amorim el que volvió a Brasilia desde Caracas con la promesa de unas actas que, aún un año y un mes después, jamás aparecieron. La decisión del gobierno bolivariano significó costos que hoy repercuten directamente en la posibilidad de generar lazos para, con otra espalda, buscar frenar la intentona trumpista. 

¿Avanzará EE. UU. en una invasión a lo Panamá en 1989? ¿Buscará una extracción de Maduro y Cabello, como plantean algunos analistas? ¿O simplemente dejará el operativo en marcha para avanzar en una negociación, tal como ya lo hizo a través de Richard Grenell con intercambio de prisioneros y flexibilización de licencias petroleras? Las primeras dos opciones podrían tener consecuencias regionales impredecibles. Los próximos días y semanas serán claves para comprender la magnitud de los acontecimientos en curso.  

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Se dedica al periodismo político internacional desde hace más de una década. Es politólogo y magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Escribió el libro "Lula, de la cárcel a la presidencia". Es hincha y socio de San Lorenzo.