Espectros, vampiros y fantasmas: ¿para esto usamos la inteligencia artificial?
Tres revelaciones modificaron la percepción de realidad: un autor que no existe, un teórico inventado y una comunidad que le chupó la sangre al Estudio Ghibli.
Hay una película que, siempre que la recuerdo, me produce una sensación inquietante: Sexto sentido (1999), de M. Night Shyamalan, protagonizada por Bruce Willis y un jovencísimo Haley Joel Osment. Haciendo un esfuerzo por no spoilear, diré que el origen de esa inquietud está en que durante el desarrollo de toda la historia conviven vivos y muertos sin que nos demos cuenta quiénes son los unos y quiénes los otros.
En las últimas semanas hubo dos episodios de revelación espectral que, aunque no estaban relacionados entre sí ni son equivalentes, contribuyeron a confirmar una percepción que tengo desde hace un tiempo: vivimos, como en Sexto sentido, rodeados de espectros. Una fue en el mundo de la filosofía, la otra en el mundo de la política. Y hubo una tercera revelación en el mundo de la animación, que no habla de espectros en un sentido estricto sino más bien de vampiros, pero que viene al caso porque nos mostró que nosotros mismos podemos ser inocentes verdugos, alegres succionadores de sangre ajena.
Primera revelación:
Hace un par de domingos, me encontré en la red social X con un post del escritor y crítico literario Jorge Carrión que remitía a su nota del diario español La Vanguardia: “El exitoso filósofo Jianwei Xun es en realidad una IA”. Glup. Antes de que se develara que el supuesto hongkonés es un espectro, yo había leído alabanzas a su libro Hipnocracia: Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad. Incluso, y aunque aún no circulaba la versión en castellano, algunas aparecieron en la prensa local. En prestigiosos congresos, el autor fue mencionado por distintos filósofos como cita de autoridad. Para dar más certeza de su existencia, Xun tenía su perfil en Academia.edu, un portal para académicos destinado a compartir artículos. Y en ciertos círculos era, sin dudas, el filósofo del momento. Un engaño que cada uno evaluará con mayor o menor severidad, pero que no podemos negar, porque como tal, de carne y hueso, con la imagen que había aparecido en la portada de sus libros y en algunas revistas, cara redonda, anteojos, pelo oscuro, flequillo corto peinado para el costado, Jianwei Xun no existe, es un espectro.
Suscribite para recibir un alerta cada vez que Claudia Piñeiro publique un nuevo artículo.
El libro en cuestión, Hipnocracia, sí existe. Pero se trata de un texto que surge de la conversación entre el ensayista y editor Andrea Colamedici y plataformas de inteligencia artificial. Colamedici sólo aparece en las primeras páginas señalado como “traductor”, función que podríamos decir que de algún modo cumplió. En ningún lugar del libro se advierte al lector que el texto fue realizado mediante una IA tal como exige la ley de la Unión Europea que regula su uso. El mismo Colamedici reveló la ficción que había creado, después de que varios periodistas buscaron infructuosamente al supuesto autor hongkonés para hacerle entrevistas.
Desde su aparición, Hipnocracia contó con reseñas positivas en publicaciones francesas e italianas, y hasta fue calificado por algunos como el libro del año. El concepto que desarrolla resulta paradójico ahora que sabemos que surgió de la conversación de un escritor con diversas IAs, especialmente Chat GPT de OpenAI y Claude de Anthropic: la hipnocracia sería algo así como la nueva dictadura digital, que usa los algoritmos para influir en la conciencia social, manipulando la percepción de la realidad. En esa suerte de “nuevo mundo”, personas como Donald Trump o Elon Musk, son presentadas como “sumos sacerdotes” del modelo de control social contemporáneo. Qué miedo que da, porque por más que Xun sea un fantasma, los otros dos no lo son.
Después de la “confesión” de Colamedici, quien aseguró que cada paso, incluso esa revelación, había sido fríamente calculado, el espectro de Jianwei Xun ya no pudo seguir deambulando entre nosotros como lo hacía hasta entonces. Sobre todo, después de que a principios de abril el semanario italiano L’Espresso sacó una portada ilustrada con un primerísimo primer plano de XUN y una bajada que decía: “il filosofo che non esiste”. Más de alguno que lo citó en los últimos tiempos se habrá sentido estafado. ¿Está mal escribir un libro de filosofía con inteligencia artificial? Podríamos discutirlo durante largas horas. Lo que seguro no está bien es que nos hagan creer que ese personaje que decía haber nacido en Hong Kong es alguien real, un humano, una persona. La hipnosis colectiva de la que habla Hipnocracia se cobró una nueva víctima, nosotros. En ese sentido y a pesar de la controversia, lo que Colamedici calificó de experimento filosófico y académico logró su objetivo: hacernos reflexionar sobre la manipulación perceptiva en la era digital.
Cenital no es gratis: lo banca su audiencia. Y ahora te toca a vos. En Cenital entendemos al periodismo como un servicio público. Por eso nuestras notas siempre estarán accesibles para todos. Pero investigar es caro y la parte más ardua del trabajo periodístico no se ve. Por eso le pedimos a quienes puedan que se sumen a nuestro círculo de Mejores amigos y nos permitan seguir creciendo. Si te gusta lo que hacemos, sumate vos también.
SumateSegunda revelación:
Para sumar más ejemplos a este nuevo mundo espectral, hace unos días me llegó un recorte del popular programa de televisión “The Rachel Maddow Show”, que se emite en la cadena estadounidense MSNBC. Rachel Maddow es una periodista muy reconocida, que suele presentar detallados informes sobre la actualidad política norteamericana, para luego analizarla con profundidad. Es muy rigurosa en sus trabajos y suele ser crítica con la administración Trump. En el informe, que tiene como antecedente una nota de Sara Ellison en la revista Vanity Fair de abril del 2017, Maddow expone inconsistencias y mentiras pronunciadas por Peter Navarro, el asesor más agresivo del presidente norteamericano, hoy consejero principal en comercio y manufactura. Parece que a Navarro también le gusta crear sus propios fantasmas, y esas mentiras están relacionadas con las fuentes en que se basan sus teorías económicas. En una parte del informe, Maddow pregunta a cámara si los norteamericanos recuerdan cuándo fue que Trump habló por primera vez acerca de tarifas. Y ella misma responde: fue durante su primera campaña electoral. Resulta que el ahora presidente de EE. UU. por segunda vez, en aquel entonces no tenía formalmente asesores económicos, por lo que le pidió a su yerno Jared Kushner que le propusiera algunos nombres. Según cuenta Maddow, Kushner, consustanciado con la tarea encomendada, y como parece que tampoco tenía mucha idea, decidió que lo mejor era entrar a Amazon.com a buscar libros que hablaran de los temas económicos que le importaban a Donald Trump. La periodista resalta con ironía: “Atención, no es que Jared leyó esos libros, sólo los buscó en Amazon.com. Los eligió por la tapa y el título, y se quedó con uno impactante: Death by China, escrito en coautoría por Peter Navarro, supuesto especialista en déficit comercial, que de inmediato aceptó sumarse a la campaña. La bajada del título del libro pregona: “Confronting the Dragon, a global call to action” (se puede traducir como: Enfrentando al Dragón, un llamado global a la acción). Navarro, por si no quedó claro, era y es un acérrimo defensor de políticas agresivas en materia de tarifas. Otra vez pregunta Maddow a cámara: “¿Saben de dónde sacó Navarro esta convicción acerca del manejo de las tarifas o al menos cuáles fueron sus fuentes? Bueno, efectivamente él tiene una fuente en la que basa sus propuestas, una fuente que citó al menos seis veces en sus libros, incluso en ese que vio Jared en Amazon: el experto en economía Ron Vara”. Incluso, cuenta la periodista que cuando Trump asumió la presidencia empezó a circular en Washington un memo del mismísimo Ron Vara en el que apoyaba que el nuevo presidente usara tarifas agresivas en su política comercial. Según el New York Times, el memo llegaba desde una casilla de mail a nombre de Ron Vara. Una frase del mencionado memo era casi una orden: “¡Lleva los aranceles hasta la victoria!”. Con todos esos antecedentes, Trump se lanzó a una de las guerras comerciales más temerarias de la historia e hizo temblar al mundo. Pero otra vez, se trataba de un espectro: el tal Ron Vara no existe. Es una ficción. (Esta gente nos va a terminar sacando el trabajo a escritores y guionistas). Peter Navarro inventó a Ron Vara como su fuente experta “así podía citarla una y otra vez en sus chiflados libros”, dice Maddow. Y el asesor estrella fue tan poco sutil al elegir un nombre que el que le puso no es otra cosa que un anagrama del suyo: Navarro, Ron Vara. Mortal. El espectro estaba allí, y pocos lo habían detectado hasta que, gracias a Trump y su consejero comercial, explotó el tema a nivel mundial con las consecuencias que ya todos conocemos y las que aún no.
Tercera revelación:
El tercer caso es en el mundo de la animación, y más que espectros se trata de vampiros. Esta vez una IA le chupó la sangre a un creador extraordinario, el japonés Hayao Miyazaki. Peor aún, muchos fuimos testigos y hasta activos participantes de esa sangría, cuando salimos a pedirle a Chat GPT que convirtiera nuestra foto favorita al estilo estudio Ghibli, sin hacernos cargo de la vampirización. Ghibli es el mítico estudio de animación japonés creado, entre otros, por Miyazaki, quien creó filmes inolvidables como El viaje de Chihiro o Mi vecino Totoro. Muy rápidamente la conversión de fotos al estilo Ghibli inundó todas las redes sociales, apareció en pantallas de TV, figuras famosas del espectáculo y de la política postearon la propia. ¿Qué opina Miyazaki de esta extracción de contenido/sangre no autorizada? No lo sabemos, pero ya hace unos años había dicho que el uso de la inteligencia artificial para la animación le parecía “un insulto a la vida misma”, y había asegurado que no la usaría jamás en sus películas. Se puede ver su declaración en el documental de Kaku Arakawa: Hayao Miyazaki, the one who never ends (2016). El hombre interminable. ¿Seremos los hombres, las mujeres, cualquiera de nosotros, interminables en este mundo en el que la inteligencia artificial todo reemplaza? ¿Sobreviviremos como espectros? En el docufilm, le presentan al director japonés un videojuego de terror, en el cual los creadores argumentaban haber recurrido a la IA para mostrar distintas etapas del dolor que, según ellos, los humanos no lograrían comprender. Miyazaki lo rechaza de plano, se enoja, se indigna, dice que es un insulto para las personas con discapacidad. Imaginemos cómo puede sentirse hoy el creador japonés frente a esta invasión de fotos artificiales al estilo Ghibli, un artista que dibujaba a mano, cuadro por cuadro, incluso cuando ya existía la posibilidad de hacerlo en una computadora. La belleza con la que Miyazaki hizo que se movieran las ramas con el viento, o los distintos verdes de la naturaleza, parecían imposibles de copiar. Hasta hace poco los generadores de imágenes de IA usaban los llamados modelos de difusión, que procesaban y refinaban datos aleatorios hasta que surgía una imagen coherente. En cambio, el nuevo método utiliza el llamado “algoritmo autorregresivo”, que trabaja con las imágenes como si fueran el lenguaje, dividiéndolas en “tokens”. Como un predictor de palabras puede completar las que siguen de acuerdo con un cálculo de probabilidades, ahora las nuevas IA pueden predecir los elementos que faltan en una imagen. Así se logran imitar distintos estilos con tanta facilidad que la herramienta la puede usar cualquiera. Las fotos recreadas invadieron las redes, se usaron como perfiles de WhatsApp, se enviaron a un lado y a otro hasta que se hicieron virales. Excepto para un grupo de personas muy fans de Miyazaki o muy preocupadas por los derechos de autor, todo parecía un juego, una broma divertida que nos regalaban las nuevas tecnologías sin costo. Todo tiene un costo, eso no hay que olvidarlo nunca, el asunto es quién lo paga. Los responsables de estas imágenes que succionaron la sangre de Miyazaki no sólo fueron usuarios individuales poco precavidos con respecto a los pruritos éticos involucrados: la Casa Blanca utilizó las imágenes Ghibli para ilustrar a una mujer deportada llorando.
Nuestros espectros
En nuestro país también conocemos de espectros, fantasmas y vampiros. El caso más famoso, el del perro al que un presidente se refiere como si estuviera vivo, mientras todos creemos que está muerto. El caso más querido, el del escritor chaqueño Carlos Busqued, que murió en 2021. Carlos se fue demasiado pronto, pero nos dejó el consuelo de una presencia viva, casi diaria, que a muchos nos sirve de catarsis y consuelo: a través de su cuenta “un mundo de dolor”, Busqued resiste en X, como si siguiera vivo. Desde hace un tiempo distintos usuarios rescatan sus tuits de hace años, diez, doce, pero que parecen escritos hoy. O ayer. O mañana. Algunos dicen que son premonitorios. Lo comparan con Roberto Arlt. A mí me remite al “El perseguidor” de Cortázar, y a esa frase icónica: “Esto lo estoy tocando mañana”, “Johnny siempre está tocando mañana y el resto viene a la zaga, en este hoy que él salta sin esfuerzo con las primeras notas de su música”. Carlos Busqued saltaba el hoy y le hablaba al futuro y no nos dimos cuenta. Cuando nos percatamos, ya era un fantasma. “No hay voces, no hay demonio, el perro no habla”, post del 24 de noviembre de 2019. “Dice que es nazi: es medio nazi. Dice que no es nazi: es recontra nazi”, del 18 de febrero de 2021. “Mes que viene todos minando criptomonedas en las bolsas de basura”, del 3 de octubre de 2018.
De todos los fantasmas y vampiros que nos rodean, creo que los más peligrosos por imperceptibles son los que abundan en la vida cotidiana. “¿Qué más puedo hacer por usted?”, nos pregunta el chat bot de nuestro banco después de que nos explicó cómo hacer una transferencia o un depósito. Esos fantasmas del día a día nos ordenan la vida a punto tal que su ausencia nos puede dejar huérfanos, inmovilizados, desnudos. Por eso recomiendo leer al filósofo francés Eric Sadin (éste, juro que existe, estuvo en Buenos Aires, yo lo vi). Y especialmente recomiendo su libro, La vida espectral, publicado por la editorial Caja Negra en 2024. Frente a inseguridad que nos puede provocar saber que estamos rodeados de espectros, yo regreso a este párrafo: “Frente al carácter mortífero de la racionalidad computacional, la automatización de todos los sectores de la sociedad y esta desencarnación empobrecedora, nos corresponde comprometernos con un proceso exactamente inverso: edificar modos de vida y de organización en común que favorezcan la mejor expresión de nuestras facultades, los lazos sensibles, constructivos y equitativos con nuestros semejantes, que sean plenamente respetuosos con la biosfera”.
Todo un desafío. Veremos si podemos.
Foto: depositphotos