El que estabiliza tiene premio

La necesidad de un programa económico que genere certidumbre, tarea de la política. Resultados o ideología, las diferencias de Cristina con Alberto. Qué significa el acercamiento entre CFK y Massa. Precios, salarios e inflación. El almuerzo de Patricia Bullrich en AEA y el crecimiento de Javier Milei.

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El principal problema del gobierno no es el marco de la coyuntura política en el que parece que la interna oficial absorbiera cada debate sino una actualidad compleja en la que las promesas de recuperación del bienestar promovidas por el Frente de Todos en la campaña presidencial de 2019 aparecen cada vez más difícilmente realizables. Tras dos años de pandemia y dos más de crisis, el 2022 demanda una recuperación salarial que, en las condiciones actuales, muy difícilmente se produzca en la escala necesaria. 

Las presiones inflacionarias actuales son veneno y los anticipos del número de inflación de marzo -que se ubican por encima del 6% mensual con la canasta básica subiendo nuevamente por encima de ese nivel general de precios- significan que la dosis es intolerable. Cuando la inflación es del 60 o 70% anual, es improbable que funcionen los mismos remedios que se aplicaban a una del 25. No es sólo el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sino el actual nivel de inflación lo que impide usar el tipo de cambio como ancla. Un recurso que, por lo demás, se agotó el último año, cuando su crecimiento por detrás de la inflación no impidió que esta superara el 50%. Sin soluciones claras a la vista, el debate en el seno del oficialismo es inevitable. Los intentos de controlar precios en forma pretoriana, más que una herramienta eficaz o un diagnóstico correcto -ya que ve las causas de la inflación en la concentración-, aparecen como un intento desesperado de corregir la rentabilidad empresaria en función de los bajos niveles de salarios. 

Del lado sindical, la renovación que esboza especialmente la modificación de la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica y, al menos parcialmente, el cambio en la conducción de otros gremios hace prever que la caída del salario real -más de 20% por debajo de su nivel de 2017- esté impulsando un aumento de la conflictividad social. Un círculo vicioso que recuerda a la Argentina de mediados de los 80 y aquella extraña actualidad que la Cristina Fernández de Kirchner asignó a la crónica que el sociólogo Juan Carlos Torre escribió sobre sus días al lado del ministro Juan Sourrouille durante el primer gobierno democrático. Como en aquel entonces, la coyuntura no ayuda. El contexto global inflacionario golpea a casi todos los países y hace mucho más difícil el éxito de cualquier enfoque. Mientras Alemania, España o los Estados Unidos padecen la inflación más alta en décadas, los países con problemas preexistentes en este rubro sufren especialmente. El dato de Turquía, donde la inflación pasó en los últimos seis meses del orden del 10 al 60% anual, es elocuente sobre las dificultades contextuales que enfrenta nuestro país.

Los socios fundadores del Frente de Todos empiezan a intentar una nueva ingeniería que le permita a la coalición salir de la parálisis en la que se encuentra desde 15 días antes del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. “Con operaciones no me van a dividir del Presidente”, le dice Sergio Massa a #OffTheRecord luego de una versión que emanó desde sectores vinculados a la oposición sobre un posible alejamiento del tigrense por fuera de las fronteras oficialistas. Massa es moderadamente optimista con la sutura. También lo son las segundas líneas del kirchnerismo y ministros albertistas que conversaron con este medio. El titilante brillo en el horizonte no resuelve por sí solo ninguno de los problemas que trajeron hasta acá a ese artefacto complejo que es el FdT. La insistencia de un cambio del equipo económico por parte del kirchnerismo colisiona con dos aspectos. Uno es la negativa del Presidente. Si el cambio de sus alfiles es impostergable, Alberto Fernández debería hacerlo por iniciativa propia. No ocurrirá a la brevedad. 

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El otro punto es menos abordado: ¿quién querría hacerse cargo de una gestión que tiene, a la vez, que bajar el déficit, la pobreza y la inflación, subir los salarios y acumular reservas en un escenario de debilidad política? No sobran candidatos. Más: no está claro que las posibles alternativas que podrían ser toleradas por toda la coalición -si es que esos nombres existen- harían algo demasiado distinto a lo actual en términos de trazo grueso. Lo sabe Roberto Feletti a quien llevaron a la Secretaría de Comercio para que resuelva el aumento de los precios y empezó abril diciendo “milagros no hago”. Tiene razón y, a la vez, explicita la poca utilidad de uno de los mantras de la heterodoxia local: los acuerdos de precios. Se podría inferir, entonces, que la discusión no es personal ni ideológica sino de eficacia política. Volvamos a Torre. El plan Austral, durante el breve plazo en que se mantuvo exitoso, fue también muy popular a pesar de ser un «ajuste». También lo fue, al inicio, la convertibilidad.

El que estabiliza tiene premio. Los guiños de CFK a Massa, parecen apuntar en la dirección de quienes miran al mundo con ese lente. Uno pragmático cuyas críticas a la gestión de Alberto Fernández y sus colaboradores parecería ser de resultados. Quienes, en cambio, desde el kirchnerismo impugnan a Martín Guzmán o Matías Kulfas por ortodoxos o cercanos a las empresas deben imaginar que el ex Presidente del Banco Central, Martín Redrado, o el ex titular de la Aduana, Guillermo Michel, ambos cercanos colaboradores de Massa, de ser designados responsables de la economía impulsarían la abolición de la propiedad privada.

La pregunta de fondo parece ser otra: ¿la gestión del gobierno es mediocre por responsabilidad del Presidente o por el bloqueo de su vice? El albertismo patalea. Luego del cierre de la negociación con los privados -en el que CFK tuvo un protagónico y terció a favor del acuerdo- empieza a bajar el riesgo país porque el mercado descontaba que se acercaba un entendimiento con el FMI. Acá las versiones se bifurcan. En el entorno del Presidente dicen que Cristina rechazó esa opción para no pagar el costo simbólico de un acuerdo en año electoral. Su entorno lo niega. Los datos son más elocuentes. El dólar llegó a 230 y el contrafáctico es evidente: luego del acuerdo, la divisa bajó 50 pesos. ¿Qué hubiera pasado, entonces, de llegar a un entendimiento con el FMI antes de las elecciones? 

La hipótesis del acompañamiento es atendible, pero pierde de vista algunos puntos. Argentina después de Macri está sometida a racionamiento externo. Como se mencionó anteriormente, cuando se reestructuraron los bonos el gobierno estaba en su pico de armonía y los precios de los títulos nuevos siguieron a niveles de default con pequeños momentos de efervescencia del mercado como tuvieron JxC o la Alianza cuando anunciaron Megacanje, Blindaje o el acuerdo con el Fondo. Esto plantea otro inconveniente: con el mercado racionado, no son pocos los que asumen un nuevo default en 2025.

La influencia de CFK en política económica, entonces, está acotada a un tema, pero muy significativo: las tarifas de la energía y los subsidios para mantenerlas. Con una conducción tóxica del área de sus principales referentes -a excepción de YPF donde rige la lógica de mercado-, el kirchnerismo insiste con un mecanismo que ya fracasó. Un día antes de que el presidente anunciara el entendimiento con las autoridades del Fondo Monetario Internacional, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China anunciaba una reforma integral del sector eléctrico. El nuevo modelo espera alcanzar, agresivamente, condiciones plenas de mercado, con un régimen nacional de competencia para 2025 y un régimen integrado -nacional, provincial y municipal- basado en incentivos de mercado en 2030. Si observamos el comunicado dado a conocer en su momento por el staff del Fondo Monetario, el sector energético es el único donde se anunció un intento concreto y dirigido -luego de la guerra en Ucrania, con pocas chances de éxito- de modificar la que ha sido una política pública de este gobierno. Aunque sería deseable que no existiera ninguna condicionalidad política, la preocupación sobre la calidad del gasto público -cuando el margen para aumentarlo es estrecho- debería informar las decisiones sobre su composición. En el caso de la política de subsidios, Argentina no va a contramano de la orientación del Fondo Monetario sino de casi todo el mundo, incluyendo la economía planificada más importante y exitosa de todas.

La mesa de decisiones está dividida entre Martín Guzman, Miguel Pesce, Cecilia Todesca, Matías Kulfas, Claudio Moroni, Eduardo Hecker y Mercedes Marcó del Pont. Todos albertistas de máxima pureza. Salvo en el mencionado tema tarifas, entonces, el equipo económico del Presidente tomó las decisiones que entendió correctas respecto a los bonistas, el FMI, la tasa de interés, la política industrial, la social y la salarial. Usar el argumento de Cristina para explicar la ausencia de resultados solo convence a economistas. 

Mientras tanto, Patricia Bullrich continúa con el ímpetu que le dan las encuestas. La semana pasada compartió un almuerzo con la mesa chica de la Asociación Empresaria Argentina. Según pudo saber #OffTheRecord, escucharon a la licenciada recibida en la Universidad de Palermo: Héctor Magnetto, Luis Pagani, Carlos Braun, Paolo Rocca y otros dos comensales. Ante la consulta de este medio, allegados a los hombres de negocios dijeron que no fue el único encuentro que se hizo y que el objetivo de la entidad es compartir esos espacios con los principales líderes políticos del país. Cenital consultó al asalariado formal Jaime Campos sobre cuáles habían sido los otros encuentros y no obtuvo respuesta. Los empresarios se llevaron una muy buena impresión de Bullrich y sobre todo del ex moderado Luciano Laspina, a quien la ex ministra presentó como el líder de su equipo económico. Una situación incómoda para Larreta que, a pesar de semanas complejas, sigue siendo el político con mejor imagen neta del país según el último sondeo de la consultora Fixer. El círculo rojo es la garantía para que Larreta someta a sus competidores internos por una certeza inapelable: si gana Macri, Argentina es Cali en 20 días. La renovación que piden los empresarios para la política no parece ser la característica más destacada de una Bullrich que ya tenía recorrido a mediados de los 80. Volvamos a Torre nuevamente. En referencia a un discurso “desmovilizador” del 26 de abril, el ex Presidente Raúl Alfonsín recuerda en Diario de una temporada en el quinto piso: “Fue un momento muy desagradable. Yo estaba muy nervioso: sabía que iba a decir cosas terribles, muy distintas de las que la gente esperaba escuchar, pero consideraba que era necesario decirlas. Era, por lo tanto, un discurso difícil. Yo necesitaba contar con toda mi capacidad de concentración, pero las cosas no se dieron de ese modo. Un grupo de la Juventud Peronista dirigido por Patricia Bullrich logró abrirse camino en medio de la multitud para situarse con un camión y un megáfono a muy corta distancia de donde yo estaba. No me dejaron hablar en paz. Me gritaron consignas en forma permanente. Habría querido modular la voz de acuerdo al sentido de lo que estaba diciendo, pero esos gritos amplificados de la JP me obligaron a gritar todo el discurso”. Un track record de armas innobles y eficientes.

La prolongación del problema inflacionario, cuando se percibe fuera de lo tolerable, trae consigo otras dos dificultades adicionales. La deslegitimación de la dirigencia política tradicional -y hasta de los técnicos- y el avance de soluciones de formulación simple y sustancia problemática que se proponen mágicas. Sobran botones. Florencia Arietto, una de las colaboradoras más cercanas de la presidenta del PRO descalificó la designación de Daniel Schteingart al frente del plan de desarrollo de largo plazo que presentó recientemente el gobierno por ser sociólogo. Arietto saca a pasear su ignorancia con frecuencia, pero hace menos daño que cuando gestiona, como recuerdan los hinchas de Independiente. El sociólogo Fernando Henrique Cardoso fue dos veces Presidente de Brasil y llegó a la primera magistratura tras haber encabezado, como ministro de Hacienda, la implementación del Plan Real que en la década del 90 terminó con la hiperinflación brasileña. Bullrich se ubica en los primeros lugares de los sondeos de opinión. Arietto es una más en un grupo de colaboradores de opiniones responsables, oportunas y fundadas en el rigor que también integran los diputados Gerardo Milman, Waldo Wolff y Fernando Iglesias. 

Alejandro Cacace, el parlamentario de la fracción radical que tiene a Martín Lousteau como referente más visible, presentó un proyecto para dolarizar la economía argentina. Martín Tetaz manifestó su apoyo a considerar la idea. De concretarse, nos volvería a todos inmediatamente mucho más pobres. El valor de conversión que prevé ronda los cuatrocientos pesos por dólar. Casi cuatro veces el valor oficial y el doble que la peor cotización del paralelo. La iniciativa, sin embargo, logró resonar. Su atractivo es evidente. Ofrece una salida sencilla al problema de la inflación y lo hace a partir de un medio de ahorro y unidad de cuenta que está culturalmente arraigado en las y los argentinos. Las consecuencias de quedarse sin moneda en una economía proclive a los shocks externos y extremadamente vulnerable a las oscilaciones de las commodities podrían ser trágicas. La dolarización, sin embargo, cumpliría lo que promete y posiblemente solucionaría la inflación. Los costos económicos y sociales, claro, serían enormes. Es una cárcel para la política económica que ni siquiera Rafael Correa en Ecuador, y desde la izquierda, pudo dejar atrás. Pero difícilmente alguno de estos argumentos resulte pregnante sin una verdadera política de estabilización que permita ofrecer alternativas mejores a la adopción del dólar. 

Sin embargo, el problema de los halcones del PRO es otro. Javier Milei crece sostenidamente en términos de intención de voto que no se traduce en grandes modificaciones en su imagen. Su principal caudal, según Fixer, está entre los hombres, jóvenes, los menos instruidos y cruzados por un enorme enojo con la economía y la política. Entre los votantes de Milei, el 75% cree que la situación económica va a ser peor que la actual en dos años y el 93% cree que la inflación del próximo mes va a ser más alta. Una juventud sin esperanza y descreída del sistema político. No se los puede culpar. Un dato más -de un informe reservado al que accedió #OffTheRecord– es que el principal factor que atraviesa a los votantes de Milei es el antifeminismo. En este escenario singular, el kirchnerismo se abraza a una posibilidad cada vez mayor: que la Libertad Avanza presente un candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires. 

Last but not least. En sintonía con la tradición de sus predecesores, el presidente chileno, Gabriel Boric Font, arrancó sus viajes oficiales con una visita de Estado a Argentina. Boric despertó entusiasmo con la altura de sus declaraciones y su coherencia ante medios disímiles como Clarín o Página 12. Antes, lo había hecho con la designación de su gabinete: de perfil muy profesional y en un país donde la imagen de la dirigencia está muy dañada, ya ha sido presentado como ejemplo por sectores de lo más disímiles. Las perspectivas para su joven gobierno, sin embargo, son complejas. Deberá gestionar enormes expectativas de cambio expresadas en las manifestaciones populares iniciadas en 2019, en un contexto donde la inflación se ubica en máximos de varios años, el crecimiento no sería demasiado grande y el establishment resiste a los cambios y se beneficia de la sensación de caos que se apodera de las deliberación de la nueva constituyente. De acuerdo al sondeo de Cadem -uno de los más importantes para la opinión pública chilena- los votos de rechazo a la nueva constitución superarían, por primera vez desde que se mide, a los aprobatorios. La vieja norma fundamental, cuya versión original fue aprobada por la dictadura de Pinochet -y que desde entonces sufrió modificaciones importantes-, permanecería vigente y para Boric sería una derrota personal seria. La ultraderecha, que encabezó la primera vuelta en las últimas elecciones, se fortalecería, mientras el sector más radicalizado del estallido social podría volver a la violencia callejera. La encerrona se repite en temas como los fondos de pensión o el enfoque sobre la violencia en la región de la Araucanía. El sentido común de un sector importante de la sociedad se opone al de las bases militantes que lo eligieron como la alternativa presidencial ante el ultraderechista Alejandro Kast. Si la política es gestionar y -algunas veces- satisfacer demandas, la conciliación de demandas opuestas que Boric tiene por delante equivale casi a la cuadratura del círculo.

En su viaje, las autoridades de ambos países exploraron un paliativo para la provisión de gas para el nuestro. Para este invierno, se habló de la posibilidad de inyectar gas a la altura de Vaca Muerta y que Chile reinyecte en el Norte a través de Mejillones. Sin embargo, eso podría no ser necesario si en la visita de Luis Arce se confirma que el intercambio con Bolivia pasará de 7 a 12.5 millones de metros cúbicos. En sintonía con este abordaje, las autoridades argentinas advirtieron con cierto alivio que empezaron a aparecer gasoil y GNL en las licitaciones que mostraron escasez luego del comienzo de la guerra. Esto, más un racionamiento bien diseñado, podría hacer que el invierno no sea tan duro.

Ojalá hayas disfrutado de este correo tanto como yo. Estoy muy agradecido por tu amistad que, aunque sea espectral, para mí no tiene precio.

Iván

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.