El cuadrado roto

Cumple años La Plata. Mitos, nombres y curiosidades urbanas de una ciudad planificada con rincones inabarcables.

Hola, ¿cómo estás? Espero que bien. Podría contarte algo de mí antes de empezar, pero mientras termino de escribir este correo leo la noticia de que murió Lucas González, un chico de 17 que años que había recibido dos tiros en la cabeza provenientes del arma de un agente de la Policía de la Ciudad sin razón alguna mientras transitaba con dos amigos por el barrio porteño de Barracas. 

Vamos a lo nuestro. 

La semana pasada empecé a seguir esta cuenta de Twitter que relata en tiempo real los hechos del año 2001 y me alertó de que se cumplieron 20 años desde que se aprobó la Ley 671, que determinaba cómo tendría que ser la red porteña de subtes. Mirá lo que es este mapa: subteporn

No hace falta decirte que en dos décadas no se cumplieron las expectativas que marcaba esa ley. En 2007, Mauricio Macri asumió la Jefatura de Gobierno con la promesa de hacer 10 kilómetros por año pero estuvo muy lejos de cumplir su promesa. Desde que asumió su correligionario y sucesor,  Horacio Rodríguez Larreta, la performance fue aun peor, al punto tal que es la primera vez en casi sesenta años que no hay ninguna estación de subte nueva en construcción. El tema subtes da para larguísimo, así que te prometo que te escribiré más adelante sobre el tema. 

Hoy quiero concentrarme en otra efeméride. Cumple años una de las ciudades, por algunas de las razones que te voy a contar, más destacadas de nuestro país.   

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Del tablero al territorio

No creo demasiado en las ciudades planificadas. No es que no crea que un grupo de profesionales pueda sentarse a dibujar la trama de un territorio aún no urbanizado, con su equipamiento, sus calles, su espacio público y demás. Sino que me parece imposible que, una vez que ese espacio es apropiado por seres humanos, la ciudad no tome vida propia. 

El Estado, en su rol de planificador central y como hemos visto en este newsletter en reiteradas ocasiones, puede promover u obstaculizar que sucedan determinados acontecimientos en la ciudad, pero solo con algunos ejemplos desde el surgimiento de barrios informales hasta el uso de una fuente de agua para refrescarse en medio de una movilización masiva, podemos notar que los usos del territorio muchas veces no se pueden determinar de antemano desde un escritorio. Pero quizás vale la pena intentarlo. 

El arquitecto e ilustrador Abraham Gómez Reáte describe La Plata como una ciudad que pasó del tablero al territorio. Pero, ¿por qué hace 139 años se fundó una nueva ciudad? En 1880 la Ciudad de Buenos Aires fue declarada capital federal del país, institucionalizando en alguna medida la derrota de las provincias en la batalla de Pavón, casi dos décadas antes. Había que buscar una capital para la provincia de Buenos Aires. 

Acá surge otra pregunta: ¿por qué se decidió emplazar la capital provincial al lado de Tolosa, por entonces un poblado de 7.000 habitantes? Se habían barajado otras opciones como Mar del Plata y Campana pero la idea de hacer una ciudad desde cero -muy acorde con las corrientes de la época y con el crecimiento económico acelerado que transitaba el país- terminó por descartar las otras opciones. 

La tierra donde hoy se encuentra La Plata cumplía con varias condiciones excluyentes que impuso el entonces flamante gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dardo Rocha: debía posibilitar el desarrollo de un gran puerto para exportar materia prima -fundamentalmente a Gran Bretaña- que le compita de igual a igual a Puerto Madero, en la Capital. Al mismo tiempo se tenía que poder llegar relativamente rápido a la Ciudad de Buenos Aires, pero sin estar demasiado cerca de ella porque en ese caso se correría el riesgo de ser un apéndice de ella. Esa segunda condición la cumplían los terrenos señalados por la comisión encargada de elegir el lugar para la nueva ciudad. Desde 1872, el ferrocarril unía en aproximadamente tres horas Ensenada con el barrio porteño de La Boca. 

Además, las Lomas de Ensenada, la zona específica donde se ubicaría el casco original de la ciudad estaba elevado, lo cual evitaría que se inunde ante la posible crecida de los arroyos que la rodean y atraviesan. Todo indica que la inundación de 2013 fue provocada, por un lado, por la cantidad inusual de lluvias y, por otro, por la falta de adecuación de infraestructuras y la forma en que creció la ciudad más allá de su casco urbano eliminando superficies absorbentes.     

“El cruce de datos entre zonas de alerta hídrica y la densidad poblacional, determina que un 10% de los habitantes del Gran La Plata viven en constante riesgo hídrico. Es importante remarcar que El Gran La Plata se encuentra en constante crecimiento (…) En este sentido, el incremento de la densidad poblacional no ha hecho más que producir una expansión territorial desmedida”, cuenta Gómez Reáte.

La disputa por los nombres

Tal como cuenta Alain Garnier en El cuadrado roto, una segunda comisión tenía el trabajo más divertido: dibujar la ciudad. A la cabeza del “Departamento de ingenieros” fue designado Pedro Benoit, el hijo de un inmigrante francés con una mujer argentina, que nació en el porteñísimo barrio de San Telmo. 

Benoit es por lo general señalado como el diseñador de la ciudad, pero Garnier nos cuenta que lo más probable es que se haya tratado de un trabajo conjunto de todo el Departamento. De hecho, otros historiadores le atribuyen el primer dibujo de La Plata, publicado en abril de 1882, al arquitecto Juan Martín Burgos, miembro de la comisión.

Lo llamativo del trabajo en comisiones -había una tercera encargada de llamar a concursos para la construcción de los principales edificios- es que se dio de forma paralela y no en etapas. Es decir que mientras se dibujaban los planos de la futura capital provincial, se buscaban los mejores terrenos para su emplazamiento y se llamaba a concursos para la construcción de sus edificios. Todo al mismo tiempo y en el lapso de muy pocos años. Un síntoma de época.

Si de nombres se trata, un dato que me gustó mucho es que el entonces senador y escritor del Martín Fierro, José Hernández, fue quien sugirió llamar por el nombre del Río de la Plata a la futura ciudad. Pero no sería el único nombre que llevaría la capital provincial. 

Luego de la muerte de Eva Perón, en 1952, y hasta el golpe de Estado del 55, la ciudad llevó el nombre de la abanderada de los humildes. Casi todas las instituciones de la ciudad cambiaron también su nombre. Por ejemplo, el club Gimnasia y Esgrima de la Plata, aunque no estaba obligado a hacerlo, pasó a llamarse Gimnasia y Esgrima de Eva Perón. Estudiantes, en cambio, decidió conservar su nombre original.  

La Plata y el peronismo tienen una historia particular marcada por varios acontecimientos, dos de los cuales sucedieron el mismo año. En 1945, Perón fue encarcelado y desde La Plata y alrededores -más precisamente desde los frigoríficos de Ensenada- partieron las primeras columnas a Plaza de Mayo para reclamar su liberación. Menos de dos meses después, Eva Duarte y Juan Perón contraerían matrimonio en la parroquia de San Francisco de Asís de la ciudad de La Plata.

A nivel urbano el peronismo también incidió en la transformación de la ciudad. Fue durante el segundo año de gobierno que se expropiaron más de 10.000 hectáreas para construir el Parque Pereyra Iraola y preservar la zona con mayor biodiversidad de la provincia de Buenos Aires. El Parque y la Reserva Ecológica homónima, además, constituyen una barrera natural entre el Gran Buenos Aires y el Gran La Plata, de alguna manera evitando la unión entre ambas manchas urbanas.

Si el Parque Preyra Iraola estaba simbólicamente destinado a la ancianidad, la República de los Niños, inaugurada en 1951 y emplazada en la localidad de Gonnet, tenía como población objetivo a los únicos privilegiados según la doctrina peronista. Es el primer parque temático del continente y se trata de una ciudad de 35 edificios y espacios públicos de todo el mundo hecha a escala de niños y niñas de 10 años. Si bien no está confirmado, el rumor es que Walt Disney estuvo en la inauguración de “la Repu” y se inspiró en ella para años más tarde hacer el que sería su primer parque temático en California. Mito o no, lo cierto es que Disney visitó La Plata durante esos años y tenía vínculo con varios dibujantes y artistas argentinos de la época. 

Mitos y maldiciones

El departamento a cargo de Pedro Benoit determinó como perímetro un cuadrado perfecto de 38 cuadras por 38 cuadras, atravesado por 22 diagonales -2 mayores, 6 menores y 14 auxiliares- con avenidas cada 6 cuadras y una plaza o parque cada vez que se cruzaran dos vías anchas, lo que hace de La Plata -en realidad, su casco urbano fundacional- una de las ciudades más verdes del país. 

El corazón de la ciudad, de hecho, es un espacio verde: la Plaza Moreno, donde se encuentran sus dos diagonales principales. Enterrada en esa plaza está la piedra fundamental que colocó en 1882 Dardo Rocha, sin la presencia del presidente del momento, Julio Argentino Roca, con el que había tensiones porque sabía acerca del deseo del gobernador de llegar a la presidencia. 

Ese día nació el primero de los mitos que rodean a La Plata: «la maldición del gobernador”. Cuenta Abraham en este hilo que el 19 de noviembre de 1882 salió todo mal. La carne llegó podrida, el agua se terminó y la aristocracia -enviada por Roca- que llegó en tren desde Buenos Aires a la estación de Tolosa tuvo que caminar 4 kilómetros bajo un sol abrasador. 

En venganza por el mal recibimiento a sus invitados, se dice que Roca hizo que una bruja de Tolosa -tierra donde nació Cristina Fernández de Kirchner- profanase la piedra fundamental y maldijera al gobernador y sus sucesores para que no llegasen a la presidencia por el voto popular hasta que no se terminara la Catedral de la ciudad. Aún hoy la edificación de estilo gótico no está terminada al 100%.

La Catedral de la Plata se levanta imponente entre las avenidas 51 y 53, como casi todos los edificios oficiales emblemáticos de la ciudad. Es que la 52 se interrumpe hasta después del Parque San Martín para darles lugar a la Gobernación, al Ministerio de Seguridad, a la Legislatura, al Teatro Argentino y a la Municipalidad, entre otros. 

Un nuevo mito fundacional aparece en este punto: la incidencia masónica en el diseño de La Plata. Al parecer, el edificio desde donde gestiona el intendente le da la espalda a la Catedral porque la masonería, de la cual Pedro Benoit era un destacado miembro, estaba enemistada con el poder eclesiástico de la época. Con algo de esfuerzo, en el plano cenital de La Plata se puede ver dibujado un compás y una escuadra, símbolos de la masonería.

Otro más. Yo también creía -o quería creer- que La Plata está llena de túneles secretos pero parece que, aunque hay versiones encontradas, la mayoría de los túneles que se conocen son en realidad parte de un sistema de provisión de agua. Al respecto me pasaron este posteo sobre uno que encontraron hace poco.  

La higiene y las luces 

El enfoque higienista con el que se diseñó La Plata está profundamente vinculado con la epidemia de la fiebre amarilla y la del cólera que había castigado a Buenos Aires hacía muy pocos años y que casualmente había tenido su epicentro en el barrio de San Telmo, donde se crió Benoit. 

La circulación de aire, los espacios verdes, una infraestructura adecuada para el manejo de residuos, la provisión de agua potable y un crecimiento controlado de la ciudad eran principios no negociables. Casi el 10% del territorio estaba reservado para parques y plazas y un 35% para vías de circulación. La Plata fue una ciudad modernísima para la época, ya que fue la primera de Sudamérica en tener tendido eléctrico y tranvía. 

Los primeros pobladores de la ciudad fueron sus constructores en su mayoría provenientes de Italia, Portugal, España, Francia e Inglaterra. En los primeros años de vida, más del 80% de la población de La Plata eran hombres y sólo el 10%, argentinos. La composición de la ciudad iría cambiando con el correr de los años, primero con el crecimiento de las funciones administrativas y productivas de la ciudad y después con el aumento de población universitaria. La Universidad de La Plata, fundada pocos años después que la propia ciudad, llevó a que la población de la capital provincial sea bastante más joven que el promedio del país. Se estima que casi el 30% de la población de la ciudad está vinculada de alguna forma con la universidad. 

Sin embargo, poblar la ciudad planificada fue un proceso que duró mucho tiempo. González Reáte sostiene en un artículo que “La Plata nace en 1882 consolidando a Tolosa, Ensenada y Berisso como sus barrios periféricos inmediatos y es hasta la década del 70 que los apenas 25 km2 de su casco original terminan de ser loteados”. A partir de esos años puede ubicarse la etapa en la que se expande la mancha urbana de la ciudad de La Plata, bajo la forma de barrios informales, por un lado, y barrios cerrados, por otro. 

Pero volvamos al siglo XIX. El enfoque racionalista de la ciudad se ve claramente en su trazado. Con su cuadrícula atravesada por diagonales permite moverse más eficientemente por el espacio. Sin embargo, otros detalles hacen que, después de un tiempo de recorrerla, sea bastante intuitivo ubicarse. Las calles numeradas es uno de ellos. Cualquiera puede saber que una calle par sucede a otra par y lo mismo con las impares. Pero la altura de las calles, además, permite saber entre qué dos arterias se ubica una dirección. Esto es a través de una cuenta. Cálculos parecidos se pueden hacer en otras ciudades cuyas calles están numeradas como Manhattan.

En realidad ni siquiera es necesario leer un cartel para saber si la calle es par o impar. La forma y el color de las baldosas de las veredas del casco urbano, según una ordenanza municipal, varían de la siguiente manera: nueve panes para calles, vainillas para avenidas, de color amarillo con franja roja para calles pares y de color gris con franja negra para impares. Una técnica similar a la que se usó para ayudar a distinguir las estaciones de la primera línea de subte porteña, la línea A, donde cada estación tenía azulejos de diferentes colores para que las personas (en su mayoría inmigrantes) que no sabían leer pudieran ubicarse. 

Las diagonales te pueden ayudar a llegar más rápido de un punto a otro así como los colores y los números pueden orientarte si un día te perdés. Pero La Plata y su historia, me estoy dando cuenta ahora, tiene tantos rincones que es inabarcable. Mejor la seguimos otro día.  

Eso es todo por hoy.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

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Escribo sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de mi trabajo. Estudié Sociología en la UBA y cursé maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en mis ratos libres juego a la pelota con amigos. Siempre tengo ganas de hacer un asado.