Cómo enamorarse en 36 preguntas y 4 minutos

Un científico marxista, una película de Leo Di Caprio y un tampón moderno que nos ayudan a pensar en las muchas maneras que tenemos de amar.

Holis, ¿cómo andás? Yo acá, todavía un poco anonadada con las reacciones al Día de los Enamorados. Me resulta incómodo, forzado, una exhibición de parejas más que una celebración del amor. Algo que se hizo suceder más que una tradición que existe.

*Por primera vez en la historia de Que la ciencia te acompañe, repito un meme (al menos conscientemente). Pero es mi favorito indiscutido de la fecha y Ayrton es un gran amor romántico en mi vida.

Solo es cuestión de un verso

No voy a caer en lo de que San Valentín se inventó para vender cosas. Voy a elegir otro enfoque, igual de berreta, pero con leves modificaciones. Básicamente es una fecha que comercializa algo que no se puede comprar. Y dónde se crea una necesidad también se inventa una falta. En este caso, se introduce la idea de que no tener con quién pasar el 14 de febrero es un problema. Pero no es lo mismo que la ausencia de amor.

Nuestro sentido común asocia la palabra amor con las relaciones de pareja. Salud, dinero y amor es un gran ejemplo. Todos entendemos que el deseo es: bienestar físico, estabilidad económica, estar en pareja. La tríada para una vida completa. Porque aún hoy, aunque se pueda amar en un montón de relaciones, inclusive en vínculos que no son entre humanos, solo la falta de ese tipo de amor es percibida como incompletitud. 

Volviendo a la efeméride, el enamoramiento no es amor. Es muy lindo, sí, pero la de enamorados puede ser una relación superficial. El amor es una relación continua en la que la identidad se extiende para contener también aspectos de algo ajeno a nosotros, generando crecimiento mutuo. Y yo lo siento por muchas cosas. Así que en esta edición te invito a hacer un recorrido por mis romances y a que me respondas contándome sobre los tuyos.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

Es darse por completo

No siempre tuvimos un amorío la ciencia y yo. Siempre me gustó, pero por mucho tiempo me limité a tirarle ojitos, alguna que otra vez hicimos zaguán o le dediqué un tema en la radio. No mucho más. El amor llegó cuando pensé: “¿Qué onda con esta? es linda, inteligente, la pasamos bien cuando nos vemos, ya hace rato que venimos boludeando, ¿por qué no pongo un poco más de mí en esta relación?”. Y la conclusión de ese pensamiento fue elegir mi oficio, convertirme en comunicadora científica y tener una excusa para hablar todo el tiempo de mi chica.

Si al fin y al cabo las identidades sociales posibles son trabajadora o explotadora, cuando llegó la adultez, mi trabajo excedió el carácter de actividad mediante la cual gano dinero para ser una representación de mí misma. Además, mi trabajo me encanta. Y, si recordás la definición de amor que te propuse en el párrafo anterior, es lógico que del cruce de lo identitario, lo tenaz y la entrega mutua surja el amor.

Esa posibilidad de interacción virtuosa con las ciencias para mí es la epistemología. Esa cosa tan fascinante de las ciencias, que es definir por sí misma cómo se lleva a cabo, puede ser pensada, modificada y situada mediante la filosofía. Ahí descubrí el amor, oh, ¡el amor! Darme algo en qué no creer para darnos algo en qué pensar. 

Richard Levins (1930-2016) fue biólogo evolutivo, genetista y marxista. Como bien sabemos, el amor es un organismo que no puede pensarse como la suma de sus partes. Y Levins se amó con las ciencias involucrando todo lo que fue. El ensayo Diez postulados sobre ciencia y anticiencia, que forma parte del libro La biología en cuestión. Ensayos dialécticos sobre ecología, agricultura y salud constituye, según él, una presentación esquemática de “algunos postulados sobre la ciencia que han guiado mi trabajo como científico marxista”. Si tenés tiempo, te recomiendo leer entera esta preciosa declaración de amor. Si no, acá, acá este corazón delator te hace un resumen de sus partes favoritas:

  • Las ciencias no se aprenden de una forma distinta a como se aprenden las otras cosas. La guían la experiencia, la reflexión y la intuición. En todo caso, lo que es particular, es cómo se organiza ese aprendizaje en la división del trabajo y los métodos de producción. El conocimiento intuitivo y el científico no son diferentes en su génesis y no se excluyen entre sí.  Si se comprende que las ciencias se hacen a partir de mecanismos que ya poseemos, la complejidad que abordan deja de intimidarnos.
  • Todo conocimiento presupone un punto de vista. Ese punto de vista está condicionado por los medios sensoriales con los que contamos. Los humanos, por ejemplo, dependemos muchísimo de la visión, que limita a los objetos en sus contornos. Para las hormigas, la principal fuente de información es el olor, lo que, respecto a la visión, amplía los límites físicos del objeto observado. La universalidad de los puntos de vista en la ciencia no es la unificación de la experiencia, sino reconocer nuestras limitaciones y usar ese reconocimiento para la contemplación crítica de las opiniones que producimos y de las que producen los demás.
  • La ciencia nos da información sobre el mundo que nos rodea, sobre cómo nos relacionamos con él y es una herramienta para guiar nuestras acciones. A su vez, refleja las condiciones de su producción y los puntos de vista de quienes la ejercen. Qué conocemos y qué ignoramos está relacionado con cuestiones como el interés y la creencia. Que el punto de vista sea condicional no quiere decir que sea arbitrario. Quien hace ciencia debe tener en cuenta las interacciones entre el trabajo intelectual y los objetos a los que se aplica ese conocimiento en distintas condiciones de trabajo y estructuras sociales. “El arte de la investigación radica en tener la sensibilidad para decidir cuándo una simplificación útil y necesaria se ha tornado una noción simplista que solo genera confusión”.
  • “Al enfocar un nuevo problema, el marxismo hace que yo me formule dos interrogantes básicos: ¿por qué las cosas son como son en vez de ser un poquito diferentes, y por qué las cosas son como son en lugar de ser muy diferentes? Aquí, la palabra “cosas” tiene un doble significado, ya que se refiere a los objetos de estudio y al estado de la ciencia que los estudia”.
  • Las diferentes teorías, aunque tengan términos diversos, estudien cosas diferentes y persigan objetivos disímiles, no son inconmensurables entre sí. Las herramientas de investigación pueden tener una vida más larga que las teorías que las originaron. Galileo seguramente no sabría operar un telescopio actual, pero entendería para qué sirve y qué está observando. “La existencia de barreras teóricas no redunda en la soledad existencial que imaginan los observadores distantes”.
  • La gran variación de la naturaleza y de las sociedades no impide la comprensión científica por hacer que no puedan aplicarse reglas universales. Justamente, los patrones que pueden encontrarse en la diversidad también pueden dar cuenta de procesos únicos y exclusivos. 
  • Defender las ciencias no significa aceptarlas tal cual son.

Ya nadie se promete más allá del tiempo

Cuando estaba estudiando la Licenciatura en Ciencias Ambientales vi The Eleventh Hour, un documental sobre la crisis ambiental producido y narrado por Leonardo Di Caprio. Calentamiento global y Leo, my two true passions.

* El meme dice: muy vieja para Leo Di Caprio

Sé que es difícil pensar que alguien pueda sentir amor por un desastre (me refiero al cambio climático, no a Leo), pero ya dijimos que el amor no es un sentimiento, sino una estructura. Para muchos, implica comodidad, para mí, el centro del amor es el desafío. Especialmente porque la visión sentimental, combinada con la posmodernidad y el neoliberalismo, proponen al amor como una experiencia individual que se puede dar y recibir. Pensarlo más allá de algo que posee cada quien y que comparte con unos u otros y pasar a vivirlo como un borramiento de los límites de la personalidad es un gran desafío que subvierte las creencias más profundas de lo que implica ser alguien.

Volviendo a Leo y el cambio climático, este artículo del New York Times los nombra a los dos, pero esta vez por otra peli. En Don’t Look Up, una megaproducción de la reina de las plataformas, Di Caprio interpreta a un astrofísico que es el director de tesis doctoral de una estudiante interpretada por Jennifer Lawrence, que en una observación de rutina descubre un cometa que va a chocar contra la Tierra y destruirla. Lejos de ser una reversión de Armageddon, Don’t Look Up es una comedia en la que la presidenta de Estados Unidos, interpretada por Meryl Streep, no lo considera una emergencia hasta que tiene impacto electoral, los periodistas están más preocupados por los clicks que por dar información y en la que, por supuesto, se forman grupos negacionistas del cometa. 

Amanda Hess, la autora de la nota, dice que si bien Adam McKay, el director de la peli, declaró que es una alegoría de la inacción frente al cambio climático, su intención falla en varios puntos:

  1. Para empezar, Don’t Look Up evade la parte de la responsabilidad humana, central para el cambio climático e inexistente en el caso del cometa. La crisis climática no va a llegar en un momento dado desde el exterior del planeta. Ya está en todos lados y, aun los más preocupados, hacemos de cuenta que no existe cuando nos enfrentamos a ciertas situaciones. Hess cuenta, por ejemplo, que la aterran las consecuencias que el calentamiento global tendrá en la vida de su hijo, pero que, cuando se dispararon los casos de COVID en New York y se dio cuenta de que probablemente tuvieran que ir y venir de un hospital con frecuencia, se compró un auto.
  1. Al final de la película, el cometa llega a la hora señalada y mata a todos. Un final dramático y fácil de entender. Nada que ver con el cambio climático, que, según el ecofilósofo Timothy Morton, constituye un hiperobjeto, algo que es demasiado abarcativo como para ser comprendido por seres humanos.

Van algunos ejemplos para entender está noción de hiperobjeto aplicada al cambio climático: su escala no es histórica-humana sino geológica; ya está todo re jodido pero la catástrofe posta va a tardar en llegar; es un fenómeno global pero sus efectos se distribuyen de manera desigual; sugiere que los humanos somos lo suficientemente fuertes como para destruir el mundo pero muy débiles para impedirlo; nuestra sociedad está completamente orientada a la innovación para cambiar el mundo, pero somos inflexibles y reluctantes a abandonar las comodidades destructivas que alguna vez consideramos progreso (autos, carne, deliverys).

  1. Se ve que mostrar datos y hechos, inclusive gritarlos a los cuatro vientos en medios de comunicación de gran alcance falla a la hora de movilizar a las personas, algo que también sucede con el cambio climático, pero en ningún momento se pregunta por qué. Todos estamos convencidos de que tenemos que “escuchar a la ciencia” y cosas para escuchar no faltan, cada vez hay más informes e investigaciones. Otro concepto de Morton es la “silla de la ropa de información ecológica” (la traducción tan académica es mía), o sea, una estrategia en la que la información se acumula pero nunca la sacamos de ahí.

Hess señala que el contenido sobre cambio climático resulta hasta anestesiante. Las películas y documentales sobre el tema no son necesariamente un progreso respecto a las acciones contra él, ya que escenificamos sus efectos en formatos que diseñamos y controlamos nosotros mismos. Inclusive la figura de Greta Thunberg puede causar este efecto tranquilizante. Al posicionarla como una celebridad/oráculo, transferimos nuestras propias responsabilidades a una adolescente muy informada, corriéndonos del discurso de que “hay que parar el cambio climático para proteger a nuestros hijos” para pasar al que dice que  “nuestros hijos se van a encargar de detenerlo”. 

Por último, que nos estemos acostumbrando a la idea de que el calentamiento global no está bueno también proporciona una sensación de confort al hacernos creer que la angustia demuestra que nos tomamos el problema en serio.

Lo nuestro es algo eterno

Hablarte de desafíos me hizo acordar al día en que conocí a un gran amor en mi vida. Nos habíamos saludado porque los dos fuimos oradores en el mismo evento. Yo hablé sobre menstruación. Cuando me bajé del escenario,  lo primero que eligió decirme la primera vez que me dirigió la palabra fue: ¿Sabés que nunca había pensado en esto? Un desafío. Fuimos pareja varios años, seguimos siendo familia. Todavía me esfuerzo por decirle cosas en las que no haya pensado antes. Si bien el acto de amar no está restringido a la pareja, puede empezar así.

No creo en la buena suerte ni en las señales, pero contándote esta historia creo que cuando un amor se extiende hacia otro amor es un buen augurio. Así como tuve que repensar las prácticas atribuidas al amor para sentirme, ya no amable y amada, sino amorosa, repensar la menstruación transformó algo a lo que el universo racional solo le ha atribuido características fisiológicas en una experiencia que excede absolutamente lo que alguna vez pensé como posibles objetos del amor.

Dirigir mis pasiones hacia la menstruación me permitió ser parte de acciones amorosas con otras personas que menstrúan, como insistir sobre la responsabilidad del Estado en proveer productos de gestión menstrual de forma gratuita y conseguir que Argentina sea el primer país latinoamericano en tener leyes que lo garantizan; construir una campaña en torno a este reclamo junto a compañeras que usaron su expertise en otras áreas para generar conocimiento sobre el tema; viajar por el país y encontrarme con personas que me contaron sus experiencias, planes y expectativas respecto a la salud menstrual; dar talleres y encontrarme con otras vivencias; capacitar docentes y saber cómo contenían las experiencias de menstruar en instituciones que no las contemplaban. En fin, tuve la oportunidad de ver que la reflexión sobre la menstruación como factor de desigualdad impulsó a un montón de personas a intentar revertirla. Si bien al principio pensaba que era una cuestión de justicia, a medida que pasó el tiempo me di cuenta de que la justicia se imparte y acá no había ajusticiados y justicieros, sino el origen de una sensibilidad volcada a la preservación de la dignidad colectiva.

Y en esto del amor dirigido hacia el sangrado menstrual estaba cuando una lectora del news me extendió su cariño uterino y me pasó data sobre un proyecto llamado Tulipon, un tampón desechable y biodegradable que una vez inserto en la vagina se abre hasta tomar la forma de una copa menstrual y colecta el sangrado.

¿Qué ventajas presenta además de la biodegradabilidad?

  • Puede usarse hasta por 12 horas (los tampones normales se pueden usar hasta 6).
  • Tiene un recubrimiento antibacterial para minimizar el riesgo de Síndrome de Shock Tóxico.
  • Tiene una app que, si le sacás una foto al Tulipon cuando lo retirás y la subís, te tira datos sobre tu ciclo menstrual y los guarda para monitoreo (en la página no dice nada sobre cómo se van a usar esos datos así que todavía no lo pondría como ventaja absoluta).

El proyecto ya ganó varios premios destinados a startups y los socios están esperando a contar con el financiamiento necesario para desarrollarlo. Todavía no se sabe cuánto saldría o si tienen planeado algún tipo de programa para su distribución entre personas que actualmente no pueden acceder a otros métodos.

Bonus track: amar es algo hermoso

Durante esta entrega nos hemos entregado al amor. Lo diferenciamos del enamoramiento, lo sacamos de la pareja sin negar que también pueda darse en ese tipo de vínculo, lo propusimos como acto y no como sentimiento. En definitiva, hablamos de amor pensándolo como una forma de cercanía.

La primera vez que leí sobre este estudio fue en una noticia con un título tipo: “El método científico infalible para enamorarse”. El título del paper, sin embargo, se parece más a nuestra versión: “La generación experimental de cercanía interpersonal: un procedimiento y algunos hallazgos preliminares”.

El procedimiento al que se refiere el título es simple: hacer y responder 36 preguntas divididas en tres grupos y luego mirarse fijamente a los ojos entre 2 y 4 minutos. Las personas que lo hicieron no se conocían de antes y al final reportaron sentir bastante cercanía con sus compañeros de experimento. La verdad, siempre quise hacerlo y nunca me animé, me parece que da muy freak la propuesta ¿no?

La conclusión del trabajo me parece muy amorosa, así que te la copio acá:

“El estudio de las relaciones cercanas ha progresado en los últimos 15 años al liberarse de las restricciones de la interacción controlada y del experimento real. Pero, sin estas herramientas, nos enfrentamos constantemente a ambigüedades de interpretación y a obstáculos para identificar los detalles de los procesos hipotéticos. Este artículo no es un llamado a abandonar la riqueza de la experiencia del mundo real, particularmente en el área de las relaciones cercanas. Más bien es una invitación a alternar los métodos de campo y de laboratorio, correlacionales y experimentales. De este modo, el trabajo con las relaciones que se dan de forma natural puede refinarse y ordenarse a través de experiencias de relaciones generadas experimentalmente. Al mismo tiempo, el trabajo específico con relaciones generadas experimentalmente puede inspirarse en la realidad de las relaciones tal y como se dan de forma natural en el mundo y contrastarse con ellas. En resumen, ha llegado el momento de que los investigadores de las relaciones cercanas encuentren la manera de dar la bienvenida a nuestro amigo díscolo, el viejo y querido experimento”. 

En los muros casi nadie pinta corazones

Estas cartas están llenas de complicaciones y preguntas sin respuesta. Hoy no es la excepción, el amor es complicado y da respuestas a preguntas que no sabemos cómo hacer. La ciencia se encarga muchas veces de darnos capacidad de describir cosas que cada uno sabe que existen en sí mismo de una forma que las acepte como cuestiones que nos competen a todos. El amor es una versión de mí misma y la ciencia mi casa, así que en este hogar en eso estamos, tratando de describirnos, porque no sé tú, pero yo, como buena enamorada, no dejo de pensar.

Te mando un beso enorme, 

Agostina

p/d: si no estuviste tarareando las refes de este news acá te dejo la canción porque, creeme, lo que andás necesitando es gritarle al amor.

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.