Al mundo le quedan tres años para bajar las emisiones

Nuevo informe del IPCC sobre mitigación del cambio climático. Qué es el presupuesto de carbono. Qué tiene que hacer el mundo. ¿Quiénes son responsables?

¡Hola! ¿Cómo estás?

Te escribo desde una Múnich que pasó de veranito a nieve, a modo lluvia, gris y frío, hasta una primavera suave. Todas las estaciones en dos semanas. Me parece bien como para conocernos intensamente de entrada.

Frente a esta variabilidad climática, el departamentito en el que me estoy quedando tiene algunas medidas conducentes a la eficiencia energética que me parece interesante contarte. En primer lugar, las ventanas son de doble acristalamiento, lo que las hace generar un aislamiento térmico (y acústico) súper fuerte.

A su vez, las ventanas tienen un mecanismo de contacto que te inhabilita a usar el sistema de climatización si tenés la ventana abierta. Y ese mismo sistema tiene opciones de temperatura limitadas a un rango entre 19 a 25 grados. Parecen cosas chiquitas, pero en el agregado son medidas clave para aumentar la eficiencia energética de las viviendas.

En el mismo sentido, me gustó este tweet sobre formas de fomentar el consumo responsable, en este caso el evitar el uso de descartables.

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Este tipo de acciones son clave en el marco del tema de hoy: el nuevo informe del IPCC sobre qué podemos hacer para mitigar el cambio climático. 

Recordarás que justo hace poco hablamos de otro reporte del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático, por sus siglas en inglés). ¿De repente están publicando un montón? Sí, pero es porque se superpusieron las fechas de publicación de los tres grupos de trabajo. El que vimos la vez pasada era sobre adaptación, y este es sobre mitigación (reducción de emisiones) del cambio climático.

Vamos a ver tres grandes dimensiones: un repaso de cómo estamos, qué se puede hacer y cuáles son los desafíos. 

¿Cómo se hizo este reporte?

Como ya contamos, el IPCC no produce información propia, sino que analiza y procesa todas las investigaciones producidas sobre cierto tema en cierto período de tiempo. 

En este caso, 278 científicos de 65 países analizaron más de 18.000 estudios publicados desde el 2014 (año en que se realizó el informe anterior) para identificar vías para limitar el calentamiento global a 1,5 grados C y evaluaron la viabilidad, la eficacia y los beneficios de diferentes estrategias de mitigación.

Como sucede cada vez más, en la medida que este tipo de reportes adquiere mayor relevancia, las reuniones virtuales se extendieron por más de 150 horas a causa de las tensiones sobre el texto final del resumen.

¿Cómo estamos?

Como gran conclusión general, los autores del reporte encontraron que el mundo debería alcanzar su punto máximo de emisiones en 2025, para al menos preservar la posibilidad de alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de no exceder el aumento de 1,5 grados C. Es decir, en 2026 las emisiones deberían empezar a decrecer en términos absolutos. Y luego deben caer un 48% por debajo de los niveles de 2019 en 2030, alcanzando el cero neto para principios de la década de 2050. 

Tal vez lo primero que deberíamos hacer es interiorizarnos en el concepto de presupuesto de carbono (carbon budget): la cantidad de carbono que podemos emitir antes de llegar a una acumulación de gases tal que ya implique definitivamente el aumento de la temperatura en 1,5°C. 

Imaginate como si fuese un balde que fuimos llenando a partir de la Revolución Industrial y en el cual queda solo un poco de espacio antes de rebalsar, o llegar a los 1,5 grados.

¿Cuánto es en concreto ese presupuesto que nos queda?

Aproximadamente, lo mismo que emitimos globalmente en la última década. Es decir, si de 2020 a 2029 volvemos a emitir al menos lo mismo que entre 2010 y 2019, terminaríamos de llenar el balde y agotaríamos el presupuesto de carbono.

Entonces, ¿cómo evitamos gastar el presupuesto de carbono?

Lograr evitar alcanzar un calentamiento global de 1.5°C o 2°C implica reducciones de emisiones «rápidas y profundas» en «todos los sectores» de la economía global. Sin embargo, aunque se ha ralentizado el aumento, las emisiones siguen aumentando y si seguimos en esta trayectoria, será imposible mantenernos por debajo de 1,5°C sin una acción climática más fuerte esta década.

¿Qué significa esa acción climática más fuerte?

Un poco todo lo que ya conocemos: 

  • reducciones sustanciales en el uso de combustibles fósiles (para 2050 el carbón debería estar eliminado)
  • eficiencia energética
  • electrificación 
  • adopción de fuentes de energía de bajas emisiones
  • uso de fuentes de energía alternativas, como el hidrógeno.

Además de las reducciones de emisiones, el informe sostiene algo que está causando bastante polémica entre los científicos y militantes climáticos que es que la eliminación de dióxido de carbono (CDR, por sus siglas en inglés) de la atmósfera será «inevitable» para alcanzar el objetivo de las emisiones netas cero (es decir que el balance entre lo que emitimos y lo que absorbemos de la atmósfera sea igual a cero).

¿Por qué causa polémica?

Dos cuestiones principales. En primer lugar, la tecnología aún no está desarrollada a escala, con lo cual no tenemos un 100% de certeza de que sea efectiva y accesible. Segundo, la preocupación es que la consideración de esa opción como válida relaje la urgencia de llevar adelante medidas que reduzcan las emisiones.

Otra novedad es que el reporte incorpora recomendaciones del lado de la demanda, como las dietas (a tono con el news anterior sobre los impactos ambientales de lo que comemos) y los patrones de consumo. 

¿Qué se estuvo haciendo hasta ahora?

Si bien, como decíamos, el mundo estuvo avanzando en las políticas climáticas y se redujo la tasa promedio de aumento anual de las emisiones, según el informe, el cumplimiento de los compromisos actuales haría imposible limitar el calentamiento a 1,5°C e incluso hace difícil limitarnos a los 2°C.

El cuadro muestra la evolución de las emisiones de los diferentes gases de efecto invernadero desde 1990 hasta 2019. En azul, el total de emisiones antropogénicas de CO2 de combustibles fósiles e industria, en amarillo las emisiones de CO2 provenientes del uso de la tierra y cambio de uso de la tierra, en naranaja las emisiones de metano, en azul oscuro el óxido nitroso y  en verde los gases fluorados.

El cuadro muestra la evolución de las emisiones sectoriales entre 1990-2019. Los colores representan los diferentes sectores: edificios (verde), transporte (rosa), AFOLU (azul), industria (naranja) y energía (verde azulado).

Es decir, hay que aumentar la ambición de estos compromisos. La buena noticia es que, en coincidencia con la mayoría de la literatura, el IPCC afirma que el beneficio económico global de limitar el calentamiento a 2°C supera el costo de la mitigación. Aunque esto obviamente es en el agregado, no necesariamente aplica linealmente a todos los casos, por lo cual la preocupación por la justicia de la transición es absolutamente relevante.

De hecho, más allá de las diferencias entre países que veremos en breve, las emisiones también varían con el nivel de ingresos dentro de cada país. En términos generales, el 10% de las personas más ricas de cada país son responsables del 34-45% de las emisiones de los hogares basadas en el consumo. 

Y el consumo de los hogares (en combinación con las emisiones de la producción de los artículos y las emisiones directas de la energía y el transporte asociadas) suele ser el mayor contribuyente a las emisiones de los países. En los desarrollados, el transporte, la vivienda y el consumo de alimentos tienen la mayor contribución a la huella de carbono de los hogares. Por ejemplo, en los países europeos, estas categorías suman el 58,5% de la huella del hogar promedio y en Estados Unidos, solo el consumo de carne contribuye con el 5,2% de la huella de los hogares. 

¿Cómo han hecho entonces los países que han logrado reducir sus emisiones?

Según el informe, la mayoría de las reducciones se produjeron en los sectores de energía y calefacción, mientras que las emisiones del transporte han seguido aumentando. 

La reducción de las emisiones provenientes del sector energético tuvo muchísimo que ver con la disminución de los costos de las tecnologías renovables (eólica, solar y baterías).

La imagen muestra los cambios en el costo y la adopción de energía fotovoltaica (PV), energía eólica terrestre, energía eólica marina, energía solar de concentración (CSP) y baterías y vehículos eléctricos.

¿Qué significa todo esto para Argentina?

Como siempre, para este newsletter esa es la pregunta clave, porque a menos que trabajemos o nos dediquemos a las negociaciones internacionales, el principal desafío que enfrentamos es qué hacer con esta situación desde nuestro país y atendiendo a las necesidades de nuestra población.

Acá voy a discutirle un poco a Antonio Guterres, secretario General de las Naciones Unidas, que sostuvo que “los activistas climáticos a veces son representados como radicales peligrosos. Pero los radicales verdaderamente peligrosos son los países que están aumentando la producción de combustibles fósiles… [El informe] establece opciones viables y financieramente sólidas [para reducir las emisiones] en todos los sectores que pueden mantener viva la posibilidad de limitar el calentamiento a 1,5°C”.

Más allá de que coincido con que está claro que los activistas climáticos no son radicales peligrosos, veo dos problemas en la instalación de este discurso: 

i) Poner a todos los países en la misma bolsa como si fuese lo mismo que Alemania explore yacimientos offshore en el Mar del Norte que si lo hace Argentina o Sudáfrica. Es ignorar la responsabilidad absolutamente desigual entre los países desarrollados y los que no.

ii) Sostener que porque en el informe se mencionen opciones viables y sólidas financieramente eso sea sencillo de implementar en nuestros países es, de vuelta, ignorar las capacidades diferenciadas que tienen las naciones más y menos desarrolladas para llevar adelante políticas de mitigación. Sin ir más lejos, en la misma presentación del informe se habló de los costos del capital de los países en vías de desarrollo y cómo eso era un obstáculo a resolver.

Incluso el mismo informe detalla que las emisiones totales, per cápita y las tendencias, divergen marcadamente entre países y regiones. Los países desarrollados siguen teniendo altos niveles de emisiones per cápita. De hecho son más del doble de las emisiones per cápita de Asia y el Pacífico, África o América Latina. Esto es aún más marcado si miramos la acumulación histórica de emisiones.

Ahora, obviamente pelearnos con Guterres no va a ser nuestra estrategia frente al cambio climático, sino que, a partir del reconocimiento de este proceso global, de las responsabilidades que nos caben por aportar aproximadamente el 0,7% de las emisiones mundiales anuales y las deudas sociales que acarreamos, debemos evaluar cada nuevo proyecto y elaborar nuestra vía propia hacia la descarbonización.

En este sentido, el jueves Cecilia Nicolini, la nueva secretaria de Cambio Climático, contó que se retomaron los encuentros con las y los representantes de los ministerios en la primera Mesa de Puntos Focales del Gabinete Nacional de Cambio Climático de 2022 para llevar adelante la redacción del Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al 2030 y la Estrategia de desarrollo resiliente con bajas emisiones a largo plazo al 2050, que se presentarán en la COP27 en Egipto.

Eso es todo por hoy. Te dejo con una foto de Múnich versión invernal.

Te mando un abrazo, nos leemos en dos semanas. 

Eli

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Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.