Tres ataques de Israel en Líbano, Irán y Gaza relanzan una nueva escalada en Medio Oriente

Las especulaciones por una posible respuesta de Irán prenden las alarmas en la zona tras los asesinatos que incluyen menores y a dos máximos exponentes de Hamás. Las amenazas de venganza y las atribuciones de los hechos.

Mientras todos los ojos estaban puestos en la previa de las elecciones de Venezuela, desde el sábado 27 de julio se movieron en cadena una serie de piezas en el tablero de Medio Oriente. Ese día se vio una escena de “caos total” después de que un cohete proveniente del Líbano impactara en una cancha de fútbol en la localidad Majdal Shams, en el norte de Israel, donde un grupo de niños y adolescentes jugaban un partido, como en tantas otras tardes de verano. Doce de ellos murieron y más de veinte resultaron heridos. En los días siguientes, Israel mató a un líder de Hezbollah en Beirut, Líbano, y a dos máximos exponentes de Hamás: uno en Gaza y otro en Teherán, Irán. Y aunque este último no fue reivindicado, todos esos episodios terminaron con promesas de venganza. 

Primer acto, decena de muertos en un partido de fútbol 

Los menores asesinados eran parte de la comunidad drusa -árabes que profesan una rama del Islam minoritaria- que está instalada en la región de los Altos del Golán, internacionalmente reconocida como territorio sirio, pero que fue ocupado por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967 y anexada oficialmente en 1981. Allí, algunos -no muchos, pero cada vez son más– tienen ciudadanía israelí. Este combo instaló una pregunta: ¿de dónde son esos niños? Y la pregunta que le sigue sería: ¿quién los defiende?

Arriba, Líbano -prestale atención a Beirut para lo que viene-; abajo, Israel.

«Estos niños son nuestros hijos. Son los hijos de todos nosotros», quiso aclarar rápido el primer ministro israelí, Benjamin “BIbi” Netanyahu, la semana pasada cuando visitó el lugar y prometió que habría una respuesta “dura” por parte de Israel. Quienes lo escucharon no le creyeron y terminaron gritándole que se fuera.

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“Esos niños también eran ciudadanos israelíes. No eran ciudadanos sirios. Están bajo la responsabilidad de este gobierno, no de ningún otro (…) ¿De qué sirve decir, soy de aquí? Soy israelí. Soy sirio. Me da igual. ¿De qué sirve todo eso cuando hay niños muriendo?”, le dijo Safi Awidad, de 22 años, a la radio NPR mientras veía la escena.

La milicia y partido chiita libanés Hezbollah negó tener responsabilidad en el ataque con cohetes de aquel sábado en Majdal Shams, aunque reivindicó otros varios ese mismo día. Algunos analistas estiman que podría haber sido un “daño colateral” y no un ataque direccionado. Para Israel no hay dudas de la autoría y no evalúa la intencionalidad. 

Este episodio no fue el primero en la cadena de hostilidades entre Israel y Hezbollah, que han tenido un pasado de guerras y disparos mutuos. Solo desde el 7 de octubre, los ataques cruzados se cuentan en más de 14 mil -en su mayoría son desde Israel a Líbano según datos de los últimos tres informes del organismo de la ONU que registran violaciones a la resolución 1701 del Consejo de Seguridad y que data del final de la última guerra entre las partes en 2006-.

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Si bien sería mucho decir que hasta ahora habían sido ataques “performativos” -Hezbollah argumenta que son “en apoyo” a los palestinos de Gaza, e Israel sostiene que son “defensivos”-, las partes no usaron todas sus fuerzas en los últimos meses. Pero este episodio no solo no fue el primero, sino que tampoco fue “uno más”, porque Israel prometió vengarse. La respuesta no fue, hasta ahora, como dijo “una guerra total”, pero fue de una dimensión que no se veía hace años.

Segundo acto, asesinato en el barrio libanés de Haret Hreik

Solo tres días después del ataque a Majdal Shams, Israel mató a Fuad Shukr, una persona clave para Hezbollah. Tanto es así que el Ejército israelí lo describió como «el comandante militar de más alto» rango de la milicia chiita y «mano derecha» del jefe del grupo, Hassan Nasrallah. El Gobierno de Netanyahu lo responsabilizó, entre otras cosas, por el ataque en el que murieron los menores drusos, mientras que EE. UU. lo acusaba de un atentado en 1983.

La confirmación de la muerte de Shukr de parte de la milicia chiita llegó un día después. Mientras tanto, los equipos de rescate buscaban entre los escombros de un edificio residencial de Haret Hreik, un suburbio muy poblado ubicado a seis kilómetros al sur de Beirut. Así lo informó desde el lugar el Washington Post, que también publicó que el ataque israelí mató a al menos otras cinco personas -entre ellas tres mujeres y dos niños-. Y citó a la Cruz Roja libanesa sobre las al menos 80 personas que resultaron heridas. Según el Post, esto lo convirtió en “uno de los ataques individuales más mortíferos para la población civil en Líbano durante 10 meses”.

¿El resultado? Otra promesa de venganza. Esta vez, de parte del máximo líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, que el jueves dio un discurso televisado y retransmitido en el funeral de Shukr, donde dijo que los combates habían entrado en «una nueva fase», ya no solo de apoyo a Gaza y declaró una «batalla abierta en todos los frentes». 

Personas atentas al discurso de Nasrallah, en Tiro, al sur del Líbano, el 1 de agosto. Foto: Reuters/Aziz Taher

Hay que remontarse a 2016 para hablar de un asesinato en las primeras líneas de Hezbollah, cuando Mustafa Badreddine murió después de una explosión. La milicia chiita atribuyó el atentado a Israel, pero el país hebreo dijo que fue la misma organización la que lo mató.

Y mientras Hezbollah preparaba más bombardeos hacia el norte de Israel, Nasrallah dijo que ese país debe esperar «la ira y la venganza en todos los frentes de apoyo a Gaza” y que los israelíes «llorarán terriblemente» en los próximos días, porque -según consideró- Israel había «cruzado líneas rojas» con ese asesinato y con otro que sucedió horas después del primero. Se trata de la muerte de Ismail Haniyeh, uno de los jefes máximos de Hamás, y una de las caras más visibles desde las negociaciones con Israel después del 7 de octubre. 

Tercer acto, ceremonia presidencial y asesinato en Teherán

Ismail Haniyeh llegó a Teherán la semana pasada, pero la bomba que lo mató el miércoles ya estaba esperándolo en el lugar en el que se hospedaría desde hacía casi dos meses. No fue suficiente estar custodiado por la Guardia Revolucionaria iraní, según publicó el NYT. Además, el dispositivo habría sido instalado por uno de los servicios secretos israelíes, el Mossad, según fuentes consultadas por el portal Axios. Oficialmente, Israel no reconoció el ataque. 

Si esa información se confirma, el dispositivo se instaló a días o pocas semanas de que el expresidente Ibrahim Raisi falleciera en un accidente de helicóptero. Quienes colocaron el explosivo, probablemente, previeron el camino por la sucesión: elecciones y luego una ceremonia de asunción a la que invitarían a Haniyeh. Así fue como la asunción del presidente iraní Masud Pezeshkian terminó siendo la última ceremonia a la que asistió. 

Si ese fue el procedimiento y no fue Israel el responsable, ¿quién tendría la intención y la capacidad de hacer un atentado en el mismísimo Teherán el día de una custodiada asunción presidencial? En tanto, la Guardia Revolucionaria iraní dijo que se trató de “un proyectil”. La cadena Al Jazeera resaltó que ningún radar haya alertado sobre el supuesto proyectil y aclaró que Israel nunca lanzó un ataque aéreo dentro de Irán desde fuera del país, y menos contra Teherán. En cualquier caso, fue un golpe en el corazón de la capital, lo que significa una afrenta moral para el régimen. Alguien deberá dar explicaciones. 

Si algo funciona bien en Irán son las imprentas, ya que en Teherán se vieron esos carteles del presidente iraní levantando la mano de Haniyeh al otro día de su asesinato. Foto: AFP.

Hablemos de motivaciones, pero antes hagamos una salvedad, porque no se trata de justificar, sino de exponer los argumentos que ofrecen las partes para fundamentar sus acciones. Dicho eso, hay que mencionar que las motivaciones de Israel para matar a uno de los máximos líderes de Hamás, entre otras cosas, están en el 7 de octubre, a partir del atentado terrorista en su territorio en los que murieron 1200 personas (en su mayoría civiles) y 240 fueron secuestradas. Entre ellos había una veintena de argentinos. 

Lo que vino después fue una de las más dramáticas ofensivas de Israel sobre el enclave palestino, que ya dejó casi 40 mil muertos y más de 90 mil heridos. Te recomiendo mucho este reportaje a dos cirujanos estadounidenses: “Trabajamos juntos en más de 40 misiones quirúrgicas en países en desarrollo de cuatro continentes. Estamos acostumbrados a trabajar en zonas de desastre y guerra (…) Nada de eso nos preparó para lo que vimos en Gaza”.

En ese contexto, Haniyeh vivía en Qatar -y donde Israel decidió no atacar-, pero su familia estaba en Gaza -parte murió por ataques israelíes-. Él había ocupado un rol de negociador en las conversaciones con Israel que tuvieron como único punto de acuerdo el cese al fuego de noviembre pasado. Y si bien solo duró una semana, fue el hecho que permitió la mayor liberación de rehenes israelíes y de otras nacionalidades a cambio de presos palestinos.

En Medio Oriente todos alegan que sus acciones son “respuestas a” y en general no son prometedoras ¿Cuál fue la respuesta? Más amenazas y promesas de “venganza”.

Cuarto acto, confirmación de una muerte en Gaza 

Una noticia que pasó más desapercibida fue que esta semana Israel confirmó que mató a uno de los dos líderes palestinos del brazo armado de Hamás Mohammed Deif. La importancia de este miembro de la milicia islamista se grafican en la siguiente foto:

Foto: Gallant en su cuenta de “X”.

Allí se ve al ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, haciendo una cruz sobre la foto de Deif. Dos datos: en primer lugar, la ubicación -arriba de todo- en el organigrama que representa el ala armada del grupo; y en segundo, el detalle de la foto, que data de hace dos décadas y era la última que tenía Israel hasta el 7 de octubre. A partir de la actual contienda, Israel consiguió imágenes actualizadas de Deif y finalmente lo mataron con un ataque aéreo en el sur de Gaza, en Khan Yunis. Además de ser un enemigo jurado para Israel desde hace dos décadas por planificar atentados suicidas, fue uno de los líderes de la Segunda Intifada y uno de los cerebros detrás de los ataques del 7 de octubre.

“Nos esperan días difíciles”

Cada uno de esos episodios son como si un pirómano empezara a chisporrotear su mechero en medio de un campo raleado por una sequía. La obra aún no termina y lo que viene puede redefinir las lecturas retrospectivas de estos actos. 

Después de los movimientos de Israel, la próxima jugada está del lado de Irán. Este seguirá con los ataques a Israel a través de sus aliados en la región -desde Hezbollah en Líbano hasta los hutíes en Yemen ya prometieron continuar-, pero también podría apelar a un posible cruce directo como el que vimos en abril (y te lo contamos acá). 

El miércoles, después de una reunión con el Consejo de Seguridad de su país, el líder supremo de Irán, Alí Khamenei, “dio la orden de atacar directamente a Israel, en represalia por el asesinato en Teherán del líder de Hamás”, según fuentes iraníes consultadas por el NYT. En contraposición, una fuente de la oficina del máximo ayatolá negó que este haya dado la orden de “un ataque directo contra Israel” ¿La bajó? No. «La República Islámica buscará venganza para preservar su reputación, pero el objetivo aún no ha sido determinado (…) Podría ser una embajada israelí, un funcionario de un tercer país o incluso un lugar dentro de Israel», agregó.

En la escala de abril ya se habían corrido algunos límites, pero no se produjeron grandes daños. El problema es que para mantener la “disuasión”, los límites siempre se siguen corriendo. Una intervención directa hacia el país hebreo, permitiría a Netanyahu hacer la invitación que siempre anhela: que EE.UU. se involucre más directamente. Pero el presidente, Joe Biden, puso algunos frenos en las últimas horas. 

El primer ministro israelí ya anticipó a la población de lo que viene: «Ciudadanos de Israel, nos esperan días difíciles. Desde el ataque en Beirut, suenan amenazas en todas las direcciones. Estamos preparados para cualquier escenario», dijo Netanyahu el miércoles, después de la muerte de Shukr y Haniyeh, previendo que habrá respuesta.

En tanto, Hamás -que no es Irán- debate entre la lectura de no cerrar el diálogo con Israel y otra que suena así: “Haniyeh, miembro del ala más política, apostó por la diplomacia y terminó asesinado, entonces hay que cerrar la vía de las negociaciones”. Esa es la línea que Biden teme cuando dice que esa muerte «no es de ayuda» para las negociaciones de alto el fuego en Gaza. Presume que en la milicia islamista podría imponerse la visión más beligerante liderada desde el enclave por el referente del ala militar, Yahya Sinwar. Para algunos especialistas, el golpe de esta pérdida para Hamás fue duro, pero cuando sufrieron embates similares lograron reponerse, y otros estiman que esto solo logrará hacerlos más “obstinados y decididos”.

Habrá que atender también a la “popularidad” de Hamás, incluso en Cisjordania, donde se vieron manifestaciones masivas para despedir a Haniyeh. Asesinarlo, según muchos especialistas, es “jugar con una escalada”, por lo que ven con más chances una “guerra total”. Y a la vez que aumenta los riesgos de una guerra regional, no ofrece un plan para la salida de Gaza, ni para todas estas acciones en otros países del vecindario. 

A la orden de Netanyahu de esos tres asesinatos, no le siguió la frase “Bueno, ahora que estamos fuertes, sentémonos a negociar” y la liberación de los rehenes sigue pendiente. “Yo no estoy tan seguro de que estos ataques puedan hacer subir las acciones de Netanyahu, ya que prácticamente paraliza una negociación para liberar a los rehenes. No sé si gran parte de la sociedad israelí, que ha estado protestando todos estos meses para liberarlos, considere que la ejecución de Haniyeh ponga fin a esta guerra y permita el retorno a Gaza de los secuestrados que aún están con vida”, dijo Luciano Zaccara, profesor e investigador del Centro de Estudios del Golfo en la Universidad de Qatar, con quien dialogué y me compartió amablemente algunos de los informes que usé para este #MundoPropio.

“Táctica por sobre estrategia”, con esa frase resumió la carrera de “Bibi” el especialista en Medio Oriente Ezequiel Kopel y apuntó cuál podría ser el objetivo de las acciones del primer ministro israelí: “Mantenerse en el poder. Esa es la cuestión para Netanyahu. Pero las acciones para mantener esa obsesión pueden ser precisamente las que terminen con su gobierno”. 

¿Podría un cese al fuego en Gaza ser la única condición para desescalar? Podría, pero por ahora solo vemos a los pirómanos jugando con el mechero. 

Es periodista especializada en política internacional. Trabaja en la agencia Télam y colabora en medios como el diario italiano Il Manifesto, la revista Nueva Sociedad y El Destape. Hizo coberturas en Brasil, Chile, Colombia y España. Como freelance viajó a otra región que la apasiona: Medio Oriente, donde conoció Israel, Palestina y Egipto.