Megamillonarios vs. Estados soberanos: Elon Musk y la internacional reaccionaria

El extrovertido magnate juega en tándem con Trump, Meloni y Milei, mientras se posiciona sobre la política doméstica de países como Alemania, Reino Unido, Venezuela y Brasil a través de su cuenta en X. ¿Cuál es su rol en la internacional reaccionaria?

Cuando Elon Musk compró Twitter, plataforma utilizada principalmente en el ámbito político, evidenció una búsqueda que luego fue profundizando a través de sus posicionamientos públicos. El ahora dueño de X, como rebautizó a la red social, intervino en debates virtuales sobre países tan diversos como Alemania, Reino Unido, Brasil y Argentina. A la decisión de apoyar a Donald J. Trump de cara a las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos hay que sumarle el anuncio de mudanza de X y SpaceX de California a Texas. ¿Cuál es la ambición política del extrovertido magnate?

Elon Musk, de Sudáfrica al mundo (y más allá)

Nacido y criado en una familia rica de Pretoria, capital administrativa de Sudáfrica, Musk se mudó a Canadá a los 17 años. Joven de oportunidades y aventuras, tras pasar por las universidades de Queen, Pensilvania y Stanford, cofundó una empresa de software que vendió por más de 300 millones de dólares. La siguiente ocurrencia de este graduado en Economía y Física fue un banco online que, fusión mediante, terminó convirtiéndose en PayPal. El año 2002 fue bisagra en su vida empresarial: eBay desembolsó 1.500 millones de dólares para hacerse con el holding de transferencias y métodos de pago. Ese mismo año fundó la empresa de fabricación aeroespacial SpaceX, con la cual planea establecer una ciudad autosuficiente en Marte. The New York Times describió la obsesión de Musk con el planeta rojo, al que pretende transportar un millón de personas hacia el año 2050 a través de Starship, un cohete de 122 metros. “Un equipo diseña planos para pequeños hábitats en forma de cúpula, que incluyen los materiales que podrían usarse para construirlos. Otro trabaja para confeccionar trajes espaciales que sean resistentes al ambiente hostil de Marte, mientras que un equipo médico investiga si los humanos pueden tener hijos ahí”, reseñó el NYT

De acuerdo al índice de multimillonarios de Bloomberg, Musk es la persona más adinerada del mundo, con una fortuna de 269 mil millones de dólares. Cuatro años atrás, cuando era la tercera persona más acaudalada, caracterizó a las medidas de confinamiento contra el Covid-19 como un “arresto domiciliario de facto”. En esa entrevista, con la periodista Kara Swisher, Musk dijo que no se vacunaría y que no estaba en riesgo ante la enfermedad que se expandía. “El posicionamiento de Elon es mantener un alto nivel de comentarios escandalosos”, dijo en ese entonces Bill Gates, quien lo instaba a no involucrarse en temas de los que no tenía grandes conocimientos –vacunas– y a ceñirse a lo que sabía hacer: autos eléctricos (Tesla) y cohetes. 

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“¡Derrocaremos a quien queramos! ¡Bánquensela!”, contestó Musk de forma provocadora en julio de 2020, cuando un usuario lo acusó de estar detrás de la destitución de Evo Morales, expresidente de Bolivia, con el litio como objetivo de fondo. Sobre ese tweet se montó el jefe de Estado depuesto para acusar a Musk de financiar al gobierno de facto de Jeanine Añez en busca de obtener recursos naturales: “Este es un golpe al litio”, denunció el exdirigente cocalero desde su exilio en Buenos Aires. La generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, destacó la importancia de la región del triángulo del litio (además de Bolivia, Argentina y Chile): “Hay mucho en juego y tenemos mucho para hacer”. 

En diciembre de 2023, Musk participó del festival Atreju, organizado por las juventudes de Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), el partido ultra de la primera ministra Georgia Meloni. “La inmigración no es suficiente para combatir la reducción de la población. Las culturas tienen valor, no queremos que Italia como cultura desaparezca, queremos mantener una identidad cultural razonable de esos países o ya no serán esos países», dijo Musk en una advertencia sobre la disminución de la natalidad. “Mi consejo a todos los líderes de gobierno y a las personas es que traten de tener hijos para crear una nueva generación”, resumió su idea minutos antes de abrazar a uno de sus vástagos. 

Musk y uno de sus hijos, durante la participación en el festival organizado por Meloni en el que llamó a aumentar la tasa de natalidad. Fuente: Reuters

En las ediciones previas de Atreju habían estado el primer ministro húngaro, Viktor Orban, y el ex asesor de Donald Trump y gurú de la extrema derecha internacional, Steve Bannon. En suelo italiano, Musk pudo conversar con el líder de Vox, Santiago Abascal, a quien había elogiado públicamente meses atrás por su entrevista con Tucker Carlson. En la charla, el líder de Vox le resaltó la importancia de X para “combatir la cancelación ideológica de la cultura woke”. 

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Abascal (Vox) y Musk en su encuentro en Roma. Fuente: Vox

Alemania, Reino Unido y Venezuela

En junio de 2024, Musk posteó en su cuenta de X: “¿Por qué algunos reaccionan tan negativamente a AfD (Alternativa por Alemania)? Siguen diciendo extrema derecha, pero las políticas de AfD sobre las que he leído no suenan extremistas. Quizás me estoy perdiendo de algo”. El contexto: las elecciones al Parlamento Europeo con triunfo ultra en Italia, Francia, Austria, Países Bajos y un destacado segundo lugar en Alemania, por encima de la socialdemocracia del primer ministro Olaf Scholz. 

Musk se perdía de algo (o lo omitía intencionalmente): en mayo Maximilian Krah, quien era cabeza de lista de AfD para las europarlamentarias, anunció que dejaba la dirección de la formación y se abstendría de seguir participando en la campaña tras declarar, al diario italiano La Repubblica, que era «un error» considerar que «todos los que llevaban un uniforme de la SS eran automáticamente criminales». La declaración benevolente en torno a la organización paramilitar nazi SS generó tal polémica que Marine Le Pen declaró que «era urgente establecer un cordón sanitario» con el grupo alemán, que acumulaba «provocación tras provocación». 

Las protestas en el Reino Unido de agosto de 2024 se dieron apenas un mes después del triunfo del laborista moderado Keir Starmer. Al asesinato de tres niñas menores de edad en la localidad de Southport, a manos de un joven de 17 años, le siguió una fake: en redes sociales se identificó erróneamente al presunto asesino como un inmigrante ilegal de origen musulmán. La noticia posterior fue que grupos ultras atacaron edificios destinados a inmigrantes, y la reacción de Musk fue twittear que “la guerra civil es inevitable”, en respuesta a una publicación que asociaba las violentas manifestaciones con la «migración masiva y las fronteras abiertas». Luego Musk fue más allá: “¿Por qué no están protegidas todas las comunidades en Gran Bretaña?”, le preguntó a Starmer arrobándolo en un posteo que alegaba que «miembros armados de la patrulla musulmana» estaban atacando a personas de derecha en la ciudad de Birmingham. 

La reciente elección fallida en la República Bolivariana de Venezuela fue otra oportunidad en la cual Musk eligió posicionarse. En ellas, Nicolás Maduro fue declarado ganador por el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia sin números desglosados por centro electoral y con denuncias de irregularidades por parte de los observadores del Centro Carter y del Panel de la Organización de Naciones Unidas. “Adiós Dictadora (sic) Maduro”, escribió Musk al repostear un video de una estatua de Hugo Chávez siendo derribada durante las protestas posteriores al anuncio del CNE, en las cuales los manifestantes denunciaron fraude. “Como decimos en el barrio, si tú quieres, yo quiero. ¿Quieres pelea?, vamos a darle», propuso Maduro un enfrentamiento físico entre ambos, mostrando sus puños a cámara. Musk aceptó con una insólita propuesta: “Si yo gano, él dimite como dictador de Venezuela. Si él gana, le regalo un viaje gratis a Marte». La tragicomedia siguió. Maduro propuso el Poliedro de Caracas, estadio cerrado con capacidad para más de diez mil personas, como lugar para la disputa entre ambos y aceptó el viaje al segundo planeta más pequeño del sistema solar, pero con una condición: “te vas conmigo”, le dijo. 

USA y Brasil: trumpismo y bolsonarismo

Durante la presidencia de Donald J. Trump, el supremacismo blanco se armó (metafórica y literalmente) y creció: en 2020 se produjeron 107 ataques, más del doble que el año previo, de acuerdo a información suministrada por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. El actual presidente Joseph Biden suele caracterizar al supremacismo blanco como un veneno, dando cuentas de actos que rotula como parte de un “terrorismo doméstico” que enfrenta la (todavía) principal potencia del planeta. 

El intento de retorno de Trump se da apenas cuatro años después de la toma del Capitolio por parte de sus simpatizantes, los que desconocieron el triunfo del Partido Demócrata arropados por las fake news de su máximo dirigente, quien sigue mencionando que ganó las dos elecciones presidenciales que disputó (en la primera ganó vía colegio electoral, perdiendo el voto popular con Hillary Clinton; en la segunda fue derrotado en ambas). La contienda de 2024, que se da en un marco de gran polarización, encuentra a Musk jugando abiertamente para el retorno del magnate a la Casa Blanca. 

Ejemplo de ello es el live que ambos protagonizaron en X, en el que elogiaron al presidente argentino, el libertario Javier Milei. “Lo que Milei está haciendo es recortar el gasto público, está simplificando las cosas. Argentina de la noche a la mañana está experimentando una gran mejora y prosperidad”, afirmó Musk. “Es un gran fan de MAGA. Lo está llevando al extremo”, dijo Trump sobre su Make America Great Again, el slogan que a su vez patenta a su movimiento político-electoral. La conversación, que se dio tras cuarenta minutos de retraso y numerosos problemas técnicos, marcó el retorno de Trump a la red social de la cual fue suspendido días después de la insurrección de enero de 2021. “Hemos decidido suspender permanentemente la cuenta @realDonaldTrump debido al riesgo de mayor incitación a la violencia”, fue la explicación que en ese momento dio la red social, que ahora vuelve a cobijar, con otro nombre y otros dueños, al dirigente del Partido Republicano.

El anuncio de Elon Musk de cerrar las oficinas de X en Brasil se dio tras una decisión de Alexandre de Moraes: el magistrado advirtió con multar y hasta detener a la representante legal de la empresa si esta incumplía la orden de suspender y dar información en torno a una decena de cuentas, entre las cuales se encontraba la de Fernando Cerimedo, estratega digital de Javier Milei, investigado por la justicia brasileña por su actuación en el marco de las milicias digitales del bolsonarismo. “La decisión de cerrar la oficina de X en Brasil fue difícil, pero, si hubiéramos accedido a las exigencias (ilegales) de Alexandre de censura secreta y entrega de información privada, no habría forma de explicar nuestros actos sin avergonzarnos”, dijo Musk. “El pueblo de Brasil tiene que tomar una decisión, la democracia o Alexandre de Moraes”, exageró la cuenta oficial de X sobre el tema.

La internacional reaccionaria 

En su libro de conversaciones con Hinde Pomeraniec, titulado “Consejos no solicitados sobre política internacional”, Juan Gabriel Tokatlian elabora un concepto que nos sirve para entender a este núcleo de ideas-valores: la internacional reaccionaria. Para Tokatlian, colaborador de Cenital, la articulación de las extremas derechas en esta época histórica se da como espejo invertido de lo que sucedía con las izquierdas en el siglo XX, articuladas bajo el paraguas de la Internacional Comunista. Lo que articula a estas derechas radicales son sus proyectos políticos y económicos comunes, pero fundamentalmente su concepción cultural, con una apelación a un supuesto pasado de grandeza nacional. 
Musk parece querer ser un articulador extra político, en su rol de empresario-comunicador-influencer de esa internacional reaccionaria. Si bien Trump lo ha invitado recientemente a sumarse a su gabinete en caso de vencer a Kamala Harris, es probable que espere su propio turno mientras busca una “civilización multiplanetaria sostenible”, según sus propias palabras. Tiempo tiene, recursos también. ¿Lo hará o le parecerá un puesto menor?

Otras lecturas

Se dedica al periodismo político internacional desde hace más de una década. Es politólogo y magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Escribió el libro "Lula, de la cárcel a la presidencia". Es hincha y socio de San Lorenzo.