Los Juegos Olímpicos en 15 minutos
Se presentaron al mundo como los más urbanos de la historia. Carlos Moreno, el ideólogo de la Ciudad de los 15 minutos, estuvo de visita en Argentina y habla de por qué ese modelo es más sustentable e inclusivo.
Los grandes eventos deportivos y las ciudades nunca se llevaron demasiado bien. En Argentina lo sabemos por experiencia propia. En los días previos al Mundial de 1978, la dictadura usó como excusa el evento para llevar adelante el Plan de Erradicación de Villas. Días antes del partido inaugural, en la cancha de River, la topadora del brigadier Osvaldo Cacciatore empezó a barrer con la villa del Bajo Belgrano, a metros del Monumental, donde vivía la familia del loco René Houseman, un crack que formaba parte de los convocados para jugar en la Selección.
Más recientemente, en Brasil, las primeras protestas contra la entonces presidenta Dilma Rousseff tomaron fuerza a medida que se acercaban la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos 2016, que sirvieron para “pacificar” muchas favelas a fuerza de expulsiones con la excusa de abrir paso a grandes obras de infraestructura que no tenían un beneficio social demasiado claro.
Durante los Juegos de Barcelona, en 1992, se intentaron maximizar esos beneficios y reducir los daños. El alcalde de entonces, Pasqual Maragall Mira, aprovechó el evento para hacer una profunda renovación urbana que incluyó el programa Barcelona ponte guapa, que se encargó de restaurar 27.000 edificios y monumentos, casi un tercio de la ciudad. Esa iniciativa, junto con el uso de las instalaciones deportivas de la Villa Olímpica de Montjuic, se extendió más allá del año de los Juegos Olímpicos, perdurando hasta 2009.
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Otro cambio urbano fue el comienzo de la expulsión de automóviles desde el centro de la ciudad hacia avenidas de circunvalación y la construcción de un Puerto Olímpico, que si bien buscaba reconectar la ciudad con el mar, trajo un problema que Barcelona sufre hasta hoy: el desembarco desde cruceros de decenas de miles de turistas que irrumpen en la dinámica urbana diaria de la ciudad.
Los juegos más urbanos de la historia
Hay muchos elementos para definir a París 2024 como los JJOO más urbanos de la historia moderna. Por primera vez, la ceremonia de inauguración se llevó a cabo en varios puntos emblemáticos de la ciudad en lugar de realizarse en un estadio, y muchas de las competencias se desarrollaron en espacios icónicos. Por ejemplo, el oro argentino obtenido por José Augusto “El Maligno” Torres Gil en BMX tuvo como escenario la Plaza de la Concordia, el corazón de París.
Si la París de los JJOO de 1924 era la de los bulevares y las grandes arterias ideadas por George-Eugène Haussmann y del funcionalismo de su heredero Le Corbusier, la París de 2024 es (o intenta ser) la ciudad de los 15 minutos de Carlos Moreno, el principal asesor urbano de Anne Hidalgo e ideólogo de ese concepto que tomó muchísima relevancia en los debates urbanos recientes.
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Sumate“No es tan importante si son 15, 20 o 25 minutos. La idea detrás del título es la proximidad, que los beneficios de la ciudad le lleguen a todos y para eso hay que igualar el tiempo que perdemos en desplazarnos, es una lucha contra la pobreza de tiempo, que va más allá de la pobreza de ingresos”, me dice Moreno, café de por medio, en un aula de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de La Plata, donde la semana pasada el matemático devenido en urbanista estuvo dando charlas en el contexto del lanzamiento de la Cátedra Franco-Argentina de Urbanismo y Sociedad.
Nacido en Colombia y exiliado en Francia desde 1979, Moreno puso en un envase muy fácil de vender -la ciudad de los 15 minutos- la idea de que el paradigma funcionalista, donde cada área de una urbe cumple una función (trabajo, educación, cultura, deporte, etc.), ya no es sustentable ni deseable en el siglo XXI.
El máximo objetivo urbano en el contexto de los juegos fue la limpieza del río Sena, no sólo para que varias competencias se celebrasen ahí sino para recuperar la “balneabilidad” del río que atraviesa la ciudad, una de las más ambiciosas propuestas de la alcaldesa Anne Hidalgo, quien para demostrar que estaba limpio se metió a nadar al Sena a pocas semanas del inicio de los juegos. Hacía exactamente un siglo, justamente durante el anterior juego olímpico organizado en París, que estaba prohibido bañarse en el Sena. Aunque la construcción de una nueva cuenca de almacenamiento de aguas pluviales, la cuenca de Austerlitz, haya sido una de las principales inversiones públicas de París 2024 (entre el gobierno nacional, local y financiamiento de la Unión Europea costó alrededor de 1.400 millones de euros), no se alcanzó la perfección buscada. Se pospusieron varias competencias y hubo deportistas que se quejaron de la calidad del agua.
Así y todo, la limpieza del Sena fue celebrada no solo por Hidalgo, sino también por Emmanuel Macron, quien no tiene una relación demasiado cercana en términos ideológicos con la alcaldesa socialista. Mientras tanto, se espera que en mayo de 2025 ya haya playas disponibles a la vera del Sena.
Pero, en cada una de sus conferencias, Moreno no destaca tanto la limpieza del Sena como la eliminación de las avenidas que lo rodeaban, que ahora son de uso exclusivo peatonal. “Tuvimos que enfrentar decenas de juicios de asociaciones de automovilistas, pero el tiempo nos dio la razón, porque hoy el Sena es mucho más disfrutable, no está solo para ir y sacar una foto linda”, relata un orgulloso Moreno. Es que para barrer con el paradigma de ciudad industrial y funcionalista Hidalgo planteó, por consejo de Moreno, una lucha sin cuartel contra el uso del auto a través de la peatonalización de muchas calles emblemáticas de la ciudad, entre las cuales está parte de la Avenida Champs Elysées, que fue completamente rediseñada.
Los JJOO, además, sirvieron de alguna manera como excusa para seguir ganando esa batalla contra el auto individual. El objetivo es que se pudiera llegar a todos los eventos en bicicleta. Para eso se agregaron 30 kilómetros más de bicisendas, 3.000 bicicletas al sistema compartido de bicicletas públicas y 10.000 lugares en los estacionamientos para bicis. La plaza de la Concordia, que se volvió peatonal para los juegos y va a quedar así una vez terminados, es otro de los ejemplos que destaca el urbanista como una herencia positiva, así como también el hecho de que solo el 3% de las infraestructuras usadas se construyeron especialmente para los juegos.
Las villas olímpicas (en plural porque son tres complejos separados) también fueron concebidas bajo el paradigma del cuarto de hora y una vez terminados los JJOO pasarán a ser barrios con mixtura de usos y mixtura social. Lo primero se va a ver reflejado en que parte las edificaciones serán destinadas a oficinas y otra parte a viviendas, mientras que la mixtura social la va a garantizar el hecho de que cerca del 40% de esas viviendas van a pasar a formar parte del parque público de viviendas y ser ofrecidas a precios por debajo del mercado. Además, los tres complejos están pensados para recorrerse a pie, tienen estaciones de metro cercanas, gimnasios, parques y supermercados a pocos metros de las viviendas.
Es mucho de lo que prometen algunos barrios cerrados de lujo, pero sin barreras y al alcance del transporte público. Dos detalles que hacen que Moreno se enoje cuando algunos desarrolladores urbanos venden sus countries como ciudades de 15 minutos. “He rechazado muchas invitaciones de ellos porque el modelo de barrios privados no tiene nada que ver con lo que yo planteo”, aclara en un momento de su conferencia.
De hecho, Moreno destaca que los proyectos para mejorar el acceso a la vivienda en París no buscan construir grandes proyectos habitacionales en las afueras de la ciudad, sino generar mixtura de usos y social dentro de ella. Por eso, uno de los que más menciona es un barrio en el parque Martín Luther King, que fue diseñado con todos los servicios y equipamiento para albergar a familias de distinta composición sociodemográfica: 50% para familias de ingresos bajos y el resto para familias de ingresos medios y altos.
La idea es romper con la idea de una París del este (más pobre) y del oeste (más rica). Para eso, el gobierno local ideó un plan para que parte de las viviendas nuevas en zonas renovadas del centro parisino sean dedicadas a alquileres accesibles. El caso La Samaritaine es el más conocido, pero no el único. Las autoridades también decidieron mudar el Ministerio de Defensa a otra zona de la ciudad menos céntrica (parecido a lo que hicieron las autoridades porteñas mudando la sede del Gobierno a Parque Patricios), pero en lugar de venderle el edificio a un desarrollador urbano, rediseñó el edificio y lo destinó a vivienda social en una de las zonas más caras de la ciudad.
Limpieza social, turistificación y un impuesto que funciona
No todo el proceso de París 2024 fue tan inclusivo. Los barrios olímpicos se construyeron al norte, fuera de los límites administrativos de la ciudad, en una ex zona industrial poblada por familias de ingresos bajos, un tercio de las cuales son migrantes. Antes y durante su construcción, alrededor de 5.000 personas que vivían en carpas o en casas ocupadas en esa zona fueron expulsadas de su barrio. El Gobierno de Macron fue acusado de estar haciendo una “limpieza social” de pobres e inmigrantes antes del comienzo de los juegos, quienes fueron en muchos casos trasladados a otras ciudades con la promesa de una vivienda nueva que no fue cumplida.
Es que si bien la capital francesa ya era una de las más turísticas de Europa, todas las ciudades olímpicas atraen nuevas manadas de visitantes. No es casual que Airbnb sea uno de los patrocinadores de París 2024 y al mismo tiempo uno de los dolores de cabeza de Anne Hidalgo, quien impuso una restricción de 90 días al año para los alquileres a través de esta plataforma.
“Me parece un límite bastante alto, debería ser menos”, analiza Moreno. Es que el alquiler temporario de viviendas choca de frente con la idea de una ciudad de cercanía con mixtura de usos, porque aleja a la gente de las zonas mejor servidas, que quedan para el turismo: “(…) la gente que vive permanentemente allí se tiene que ir a otro lado, quedan lugares vacíos tal vez más del 50% del tiempo y además son personas con consumos distintos, entonces aparecen comercios que no son para todos los días (…). Eso es inadmisible porque mata la vida del barrio”, concluye.
Si bien en cada conferencia que da Moreno se encarga de aclarar que él ha asesorado a gobiernos de izquierda y de derecha (trabaja con Hidalgo que es de izquierda y asesoró al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que define como de centro-derecha), el urbanista colombiano asegura que si bien “necesitás que en una ciudad haya riqueza [tiene que] ser distribuida y se cuide el bien común. Y un bien común importante es la vivienda accesible y en buenas condiciones. Por eso, nosotros decidimos invertir 200 millones de euros a través de nuestra empresa pública de desarrollo urbano”. Esa empresa, París Hábitat, administra alrededor de 125.000 viviendas en el área metropolitana de la ciudad, lo que equivale a decir que 1 de cada 9 parisinos vive en una vivienda pública.
Moreno sabe también que para generar esa mixtura social que tanto desea dentro de la ciudad consolidada debe combatir el fenómeno de la vivienda vacía: “Si un propietario tiene un apartamento vacío porque está esperando que los precios suban, eso atenta contra el bien común, entonces creo que está bien que pague un impuesto más alto que aquel apartamento usado por alguien que lo necesita”. París aplica este impuesto desde 1999 (con impactos positivos) pero Hidalgo lo triplicó en 2017 desde el 20% al 60% del valor del inmueble. Así como su enemistad con los automovilistas, ninguna de estas regulaciones o intervenciones al mercado, que en casi cualquier parte del mundo actual serían tildadas de extrema izquierda, le impidió ser reelecta y posiblemente tampoco impidan que el socialismo siga gobernando la ciudad.