Librerías, el lugar donde todo sucede

Vamos a elegir nuestra próxima lectura, pero también son protagonistas de libros y películas.

Me fascinan las librerías, tanto las ordenadas como las abarrotadas y caóticas. Me encanta visitarlas, entender cómo están ordenadas, qué propuestas nos hacen sus dueños o encargados desde las mesas de novedades y sobre todo a partir de la selección de títulos de sus estantes (algo que siempre miro, por ejemplo, es cuántos metros le destinan a la poesía). Creo que todavía son espacios para el hallazgo. En momentos en que los algoritmos buscan dirigir nuestros gustos bajo el manto de lo previsible, en las librerías todavía podemos toparnos con un libro que no sabíamos que estábamos buscando y permitir que la magia suceda. 

En lo personal, nunca trabajé de librera, aunque me hubiera gustado. A veces fantaseo con abrir una cuando me jubile, en algún pueblo que todavía no tenga, y vender novedades y usados de mi propia biblioteca. Lo que sí confieso es que conocí a mi pareja en una de ellas de casualidad, y cada vez que vuelvo a entrar ahí agradezco que haya sido el lugar del flechazo (me parece bastante romántico que dos lectores empedernidos hayan empezado su vida juntos justo en ese lugar). Pero basta de hablar de mí.

Las librerías, entonces. Para cubrir un espectro amplio de enfoques, vamos a dividir los comentarios en dos grandes grupos: las memorias de libreros y libreras, y las ficciones que tienen a las librerías como protagonistas. Empecemos

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MEMORIAS DE LIBREROS Y LIBRERAS

#1 Las anécdotas de Héctor Yanover

“Un librero es alguien que cuando descansa, lee; cuando lee, consulta catálogos de libros; cuando pasea, se divierte frente a las vidrieras de las otras librerías; cuando va a otra ciudad, o a otro país, visita a libreros y editores”, dice Héctor Yánover (1929-2003) en Memorias de un librero de 1994, un anecdotario ya famoso que tal vez inició el género en nuestro país. Él fue dueño de la librería Norte de la calle Las Heras (local que hoy atiende su hija) y decide narrar su vida desde ese punto de vista. Con mucha sensibilidad, al leerlo da la impresión de que Yánover, que vivió rodeado de palabras, se encontró a sí mismo en ese oficio. La forma en la que tipifica a los lectores de acuerdo a cómo piden los títulos que buscan es bastante divertida también, aunque implique a veces ponerlos en ridículo. Como esa señora que pide el Martín Fierro, y ante el despliegue de ediciones se decepciona porque está en verso… (ella buscaba la novela). Capítulo aparte merecen los fragmentos sobre qué hacer con los ladrones, un tópico que se repite en todas las crónicas de librerías que comentaremos a continuación. Acá se pueden leer algunos breves fragmentos.

#2 Aquilea y sus habitués

Hernán Lucas regentea hace años un amplio local de usados y saldos en plena avenida Corrientes, en la cuadra del Centro Cultural Rojas: Aquilea Libros. Es un espacio por el que pasa la fauna alocada del centro de la ciudad, gente de lo más extraña que busca clásicos como La Biblia, y algunas oportunidades y rarezas. Él se dedica a observar con mucha curiosidad a sus clientes ocasionales, y reúne sus impresiones en dos libros: Aquilea. Crónicas de una librería de 2013 y Música para librerías de 2022. Lucas conoce muy bien los gajes de su oficio (su padre también es librero), y el detrás de escena: las negociaciones de compra-venta de bibliotecas de difuntos, por ejemplo, deparan una gran cantidad de anécdotas, y lo mismo las transacciones por internet. Pero también están las pequeñas rutinas cotidianas de la atención al público: desde la decoración del local hasta lidiar con los regateos. Dos libros que con observaciones certeras y tono confesional se ocupan del recorrido fortuito que hace un libro hasta encontrarse con sus lectores.

#3 Ejemplares únicos

Y hablando de la venta de libros usados, otro volumen interesante es Ejemplares únicos, de Patricio Rago, el mentor de Aristipo Libros, un local sobre la avenida Scalabrini Ortiz que tal vez conozcan por sus famosas Francachelas, unas reuniones trimestrales en las que se corta la calle y los lectores se dan cita para comer algo rico, bailar y hablar de libros. En sus memorias, Rago deja volar la imaginación: a través de la descripción de algún visitante asiduo a su local, o de una señal misteriosa en alguna biblioteca privada que va a visitar para comprar, fantasea con historias posibles que no siempre terminan de desbaratarse del todo. ¿Qué misterio esconden los hombres pelados y con atuendos militares que compran las obras de Aristóteles siempre que las pone en la vidriera? ¿Dónde estará la contratapa desprendida de un ejemplar codiciado de la primera edición de Rayuela? El librero aquí aparece como un ser curioso, cautivante, que genera conexiones inesperadas y que habla incansablemente de libros con una pasión que no se termina nunca. (Rago es también uno de los organizadores de la FLU, la Feria del Libro Usado, que crece en convocatoria año a año y que se realizará el 7 y 9 de septiembre en la Plaza del Lector de la Biblioteca Nacional, de 12 a 19 horas. Vayan agendando). 

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#4 La librería como refugio 

Quizás la conozcan a Cecilia Fanti por La chica del milagro y A esta hora de la noche, sus libros anteriores. O quizás la recuerden de verla recomendando títulos con mucho entusiasmo en Céspedes, su librería. Pero no siempre Céspedes fue de Cecilia. En La invención de un lector, recientemente editado por la exquisita editorial mexicana Gris Tormenta, ella cuenta la historia de cómo un día decidió cambiar de vida y dejar su trabajo en un gran grupo editorial por la aventura de armar un espacio propio con libros del piso al techo. Así fue como adquirió una pequeña librería que estaba por cerrar y la transformó en lo que es ahora: un salón enorme y luminoso en el que dan ganas de quedarse un rato largo charlando de libros. La sensibilidad y el criterio estético a la hora de armar el fondo editorial se lleva buena parte de este breve volumen en el que alguien que quiera montar su propio proyecto encontrará consejos muy valiosos. “En gran medida, el trabajo consiste en la disponibilidad que tiene el librero para acompañar la experiencia del próximo lector que ingrese por la puerta. El oficio de librero tiene algo de generosidad virtuosa. El lector cruza el umbral con una propuesta, su propio bagaje y sus expectativas; el librero las toma e intenta, de ahí y a partir de una lógica relacional, ponerlas en circulación y en disputa para provocar algo nuevo. Leemos libros e intentamos leer a quienes tenemos enfrente”, dice en un pasaje. Con prólogo de Luigi Amara, en este libro de apuntes y reflexiones precisas, la librería pasa de ser un proyecto a convertirse en un destino concreto que implica toda una forma de vida.     

#5 Una librería en Viena

Algo parecido a lo de Fanti le sucedió a Petra Hartlieb: ella –vienesa de nacimiento– vivía en Hamburgo con su marido y sus dos hijos. Parecían tener la vida bastante resuelta, con buenos trabajos y círculos de amistades. Pero en un viaje fortuito a Viena se enteraron de que se transfería una librería antigua y encantadora y se embarcaron en la locura de rescatarla y mudarse de ciudad. Toda esta aventura, con sus contratiempos y desafíos permanentes, la cuenta con mucha gracia en Mi maravillosa librería, un libro que con una escritura muy ágil y anécdotas pintorescas, nos hace pasar por distintos estados: por momentos la admiramos, por momentos nos apiadamos de ella. En ese sentido, desmitifica el glamour y lo convierte en una realidad de deudas, remitos, pedidos a procesar y libros que envolver. Después de leer todas estas memorias queda claro que tener una librería no es nada fácil: condensar el talento para recomendar, con el criterio para seleccionar, con la capacidad de gestionar son valores que no siempre vienen juntos ni llegan a buen puerto a la hora de atender al público. Pero estos ejemplos también reivindican lo importante de la labor minuciosa y permanente de los libreros entusiastas y arriesgados que dejan todo por que encontremos un libro que nos plazca, y la falta que nos hacen siempre.   

FICCIONES SOBRE LIBREROS Y LIBRERÍAS

#1 La librería de Penelope Fitzgerald

Pasemos a las ficciones. Situada en un pequeño pueblo costero de Inglaterra en 1959, esta novela sigue a la intrépida Florence Green, una mujer que en la mitad de su vida decide abrir una pequeña librería en una casa que lleva años abandonada. Por motivos diversos, los personajes vetustos del pueblo intentan sabotear la idea y la resistencia, que al principio es cortés, se vuelve cada vez más insoportable. Su única cómplice es una nena de 10 años muy lectora, que empieza a trabajar en el lugar como ayudante. Las cosas se ponen del todo difíciles cuando Florence pone en venta Lolita, de Nabokov, en la edición de Olympia Press, un libro que causó polémicas de distinta talla cuando se publicó por primera vez. Por esta novela de 1978, Penelope Fitzgerald fue finalista del Booker. Es que tiene una frescura notable, y los diálogos logran reproducir con mucha exquisitez la psicología de los personajes, con esa perspicacia inglesa que cuida las apariencias y trata de no explicitar los sentimientos. La librería fue adaptada al cine en 2017 por la directora española Isabel Coixet y filmada en inglés, con protagónicos de Emily Mortimer y Bill Nighy y ganadora del Premio Goya a Mejor Película y Mejor Dirección.

#2 Hôzuki, la librería de Mitzuko

Japonesa pero residente hace muchos años en Canadá, Aki Shimazaki escribió una pentalogía muy interesante llamada La sombra del cardo en la que va desplegando libro a libro el destino de un grupo de personajes. Todos sus libros están situados en Japón y pueden leerse de forma independiente, o bien ir siguiendo la trama de sutiles engarces entre una novela y la otra. Una de las mejores es sin dudas Hôzuki, la librería de Mitsuko, sobre una mujer solitaria madre de un niño sordomudo que de día atiende su librería de usados especializada en filosofía, y de noche trabaja de otra cosa que no revelaremos aquí. Todo está en calma hasta que un día entra a la librería una señora y una niña pequeña y su delicado equilibrio tambalea. Mitsuko tiene varios secretos que se van desovillando con la librería como escenario de las conversaciones públicas y privadas. Un libro lleno de ambigüedades, de esos que se empiezan y no se sueltan hasta el final.

#3 El librero, de Roald Dahl

La librería puede ser también un lugar engañoso. O por lo menos eso propone el genio macabro de Roald Dahl en el relato El librero, en el que su protagonista, el señor William Buggage, aparenta vender ediciones raras, pero en verdad su local es la fachada de una estafa. Junto a su pareja y ayudante, la señorita Tottle, pergeñan una maldad que en tiempos de internet no sería tan fácil de realizar: consultan los obituarios de los diarios y les envían por correo notas membretadas a las viudas de hombres adinerados exigiéndoles el pago de una deuda por libros que sus parejas supuestamente adquirieron: ediciones privadas o lujosas con obras sobre pornografía o pedofilia, por ejemplo, que las mujeres desesperadas abonan sin chistar. Un cuento breve sobre libreros desagradables y retorcidos y sobre los misterios que pueden esconderse en un espacio lleno de libros inofensivos. Lo leí en esta edición ilustrada de Nórdica.

Antes de terminar, una última recomendación: un ensayo literario que ya se convirtió en clásico. Me refiero a Librerías, de Jorge Carrión, publicado por Anagrama, en el que el escritor y crítico cultural español analiza el rol de las librerías en la vida moderna a través de la historia de algunas de las más emblemáticas (Strand, Shakespeare & Co, City Lights, etc.) y su relación con un montón de escritores y bibliófilos que alguna vez las visitaron. Anoté muchísimas que me gustaría conocer cuando viaje (es que el libro se puede leer también como una crónica de viajes). Si les interesa el tema, acá hay una entrevista que le hice al autor cuando el libro se publicó en 2013. 

Nació en Buenos Aires. Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja como editora y periodista cultural. Forma parte del equipo de la editorial Caja Negra. Desde 2020 a 2024 escribió el newsletter El Hilo Conductor en Cenital. Fue editora en la revista Los Inrockuptibles, tuvo un ciclo de entrevistas con escritores en el Malba y fue columnista en Futurock. Participa también del podcast Algo Prestado.