La rabona de Cherki y los futbolistas de almas libres

Esteta de vieja escuela, el joven francés se propone devolverles la diversión a los niños. “Hoy los jugadores son menos creativos y más repetitivos”, dice Bichi Borghi, el gran tirador argentino de rabonas.

El “¡wowww!” inunda el Etihad Stadium cuando repiten la jugada del gol por la pantalla gigante. Los hinchas aplauden. Es el 3-0 de Manchester City ante Sunderland por la fecha 15 de la Premier League. Lo que los asombra es el truco de Rayan Cherki, quien pasó el pie derecho por detrás de la pierna izquierda –la de apoyo– para envolver la pelota y ponérsela en la cabeza a Phil Foden. La rabona se la suele tirar con el pie hábil. Cherki, en apariencia zurdo, la ejecutó con el pie derecho. En concreto, él no tiene un pie “inhábil”.

En la conferencia de prensa posterior al 3-0 ante Sunderland, Pep Guardiola, DT de Manchester City, lo apercibe: “Los centros están bien. No importa si es con el pie derecho, con el izquierdo, con la parte exterior, con la cabeza; da igual. Si son efectivos, bien. Pero me gusta la simplicidad, la sencillez. Lo aprendí de Messi, que nunca se puso hacer esas cosas y que nunca se equivocaba en las más sencillas. Lo que quiero de los jugadores es que las cosas sencillas las hagan bien, y después, si asisten de rabona, bien. Pero si no funciona, tenemos un problema, ahí estarás en problemas”.

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Cuatro días más tarde, el miércoles, en el 1-2 ante Real Madrid en el Bernabéu por la Champions, Cherki no tiró ninguna rabona. Y, dentro de un plan de juego más conservador, el “maestro” Guardiola lo mandó al rincón. Lo “retó” a respetar más la posición, a estacionarse sobre la banda derecha –a diferencia del partido ante Sunderland, más omnipresente–, acaso porque se había mandado la rabona, como también se conoce en Argentina a la acción de faltar a la escuela. Pero Cherki, una fuerza bruta del fútbol, igual se las ingenió en la búsqueda de zonas para recibir la pelota y así, ya desprendido, exhibir el filo metálico de las navajas que son sus pies.

Futbolista en extinción, que marcha en lugar de esprintar, que pausa y que engaña en medio del vértigo y los pelotazos, Cherki, como escribió Quentin Ballue en la revista francesa So Foot, es “un esteta que Inglaterra (re)descubrió”. “La rabona es mi creatividad –dijo el francés después de tirarla frente a Sunderland–. Lo hago en todos los partidos: todo el tiempo juego como un alma libre porque es mi vida. Quiero disfrutar y quiero dar placer a los aficionados”.

Un futbolista de la vieja escuela

Cherki (22 años, hijo de padre de ascendencia ítalo–argelina y madre argelina, criado en Pusignan, al este de Lyon) se incorporó al City en la actual temporada. En Olympique de Lyon debutó a los 16 años (había llegado a los siete). En la temporada pasada, según Opta Analyst, Cherki creó más oportunidades de gol por 90 minutos que cualquier otro jugador de las cinco principales ligas de Europa (3,7 por 90 minutos). En el partido del pase gol de rabona, ante Sunderland, de hecho, el francés generó seis oportunidades de goles, como ninguno jugador en un encuentro de la Premier en la temporada (tres desde el botín derecho y tres desde el izquierdo).

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“No soy un experto en estadísticas. Eso se nota en mi forma de jugar. Juego al fútbol a la vieja escuela, y en la vieja escuela no nos fijábamos en las estadísticas. Ahora sé que en el fútbol moderno son muy importantes. La temporada pasada marqué 13 goles y di 21 asistencias. Necesito estar al mismo nivel, o mejor”, respondió Cherki en una entrevista reciente con Téléfoot, programa de fútbol clásico de la TV francesa.

“Soy más del fútbol de la vieja escuela gracias a mi papá y mis hermanos –había contado en una edición especial dedicada a su historia–. El juego de hoy es menos bonito, hay menos errores pero también menos riesgos. Quiero traer de vuelta esa chispa y darles a los niños la alegría que tenía antes”.

¿Temen los entrenadores modernos a los futbolistas de almas libres?

Cherki pudo haber enfrentado a Argentina en el debut del Mundial 2026 con la selección de Argelia por las raíces de sus padres. Pero en noviembre fue blindado tras jugar su tercer partido de bleu. Francia aspira a su tercera final mundialista consecutiva (en la historia, solo Alemania lo logró en España 1982, México 1986 e Italia 1990). Campeón en Rusia 2018 y subcampeón en Catar 2022, el técnico Didier Deschamps continúa al mando. En el abanico de talentos ofensivos cuenta con Kylian Mbappé, Ousmane Dembélé, Désiré Doué, Kingsley Coman, Michael Olise, Bradley Barcola, Marcus Thuram y Randal Kolo Muani. ¿Cherki oficiará como “pegamento”?

“El mundo entero se está enamorando de Rayan, excepto Deschamps, quien probablemente preferirá a Moussa Sissoko en la convocatoria del Mundial”, asentó Ballue en So Foot (Sissoko es un laborioso mediocampista defensivo). ¿Los entrenadores modernos, como Guardiola y Deschamps, les “temen” a los talentos de almas libres? ¿Los opacan a ellos mismos en la centralidad de los equipos y entonces actúan como celadores de un correccional de régimen cerrado? “Siento que en los últimos dos años no disfruté del fútbol tanto como debería, me desenamoré –admitió Jack Grealish tras dejar el City de Guardiola y pasar al Everton–. Y no es culpa de nadie. Me encanta el fútbol y quería volver a tener esa sensación de despertarme el día del partido y estar emocionado por jugar”.

Grealish también había sido mandado al rincón por Guardiola en el City, domado en la mecánica repetitiva de controles orientados y triangulaciones hasta poner mano a mano al extremo “fijado”, porque “si tiene que gambetear a cuatro, no sirve”. Mientras perdía estilo y luz propia, Grealish ganaba tres Premier, una Champions y un Mundial de Clubes (y disciplina táctica). Pero parecía un payaso triste. La alegría de jugar al fútbol vale más que los títulos, la eficiencia, la optimización y las estadísticas. “En este momento, Cherki no es el mejor jugador del mundo, pero es el más importante del mundo”, apuntó el anónimo-seudónimo József Bozsik en X.

Bichi Borghi: “Hoy los jugadores son menos creativos y más repetitivos”

El lunes pasado se cumplieron 40 años de la final Argentinos Juniors–Juventus en Tokio por la Copa Intercontinental 1985, quizá la mejor de la historia. Empate 2-2 y triunfo italiano por penales (4-2). La estrella de Argentinos era Claudio “El Bichi” Borghi, campeón del mundo en México 86, el gran tirador de rabonas del fútbol argentino. Borghi la rompió ante la Juve de Michel Platini. Y, en 1987, fue comprado por el Milan de Silvio Berlusconi. Con su pase gol de rabona, Cherki homenajeó al Bichi.

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“La rabona –explicó una vez Borghi– es un defecto que la gente transformó en virtud. Jugué 20 años en Primera y no sabía patear con la izquierda. Para pegarle de rabona hay que doblar el pie y hay que tener mucha fuerza para levantar la pelota. Yo hacía siempre rabonas, ganando o perdiendo”.

En 1986, tres meses antes del Mundial, tiró una con la selección en la derrota 2-0 ante Francia en un amistoso en París. Desde Chile, donde vive hace 33 años, el Bichi me dice ahora: “Hoy los jugadores son menos creativos y más repetitivos por la repetición de trabajos que hacen. Los creativos son transformados porque tienen que jugar en un sistema donde todos corren; eso es bueno. El problema es que aquellos que jugaban diferente están más preocupados de correr que de crear”.

Fútbol no es ajedrez

A principios de noviembre, Guardiola, quien pasó la barrera de los 1.000 partidos dirigidos, había dicho acerca de Cherki: “Es un jugador especial. Los técnicos queremos hacer de esto un juego de ajedrez y él es un alma libre, hay que entenderlo. Es muy joven y probablemente aprenda lo que el equipo necesita de él con y sin la pelota, pero nos da algo arriba que es único”. Y Cherki había dicho sobre Guardiola: “Es genial. Es un loco como yo. Hablamos de todo. El fútbol es mi vida. Como fútbol, ​​duermo fútbol, ​​me ducho fútbol”.

¿Por qué Cherki debe actuar a partir de la fenomenología de Messi? ¿No jugó en equipo con el pase gol de rabona, técnica “sencilla” para él? “El control es fundamental porque conduce a la consistencia. Tomá riesgos calculados y sé impredecible en un entorno controlado donde un error no ponga en riesgo al equipo. No arriesgues al equipo innecesariamente. No me gusta esta forma de pensar, pero no he ganado seis títulos de Premier”, escribió Kyle Boas en Tactics Journal luego de las declaraciones de Guardiola.

El último club argentino en ganar la Copa Intercontinental fue Boca, ante Milan en 2003. Y el anteúltimo, también Boca, ante Real Madrid en 2000. En el marco del aniversario de los 25 años, Carlos Bianchi, entrenador tres veces campeón de la Intercontinental –la primera vez con Vélez ante Milan en 1994–, expuso: “El fútbol es simple. Hay muchos que creen que es complicado, y no es para tanto. El asunto es comprenderlo. Si el fútbol hubiera sido muy complicado, no jugaría tanta gente. Al ajedrez no juegan todos”.

Cherki, una debilidad de Zinedine Zidane, no es una pieza de ajedrez. Tampoco juega para un showreel de trucos en TikTok. Es un artista del fútbol–juego. Y la rabona, una pincelada en el cuadro.

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Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.