Interna tóxica en Bolivia: la pelea Morales-Arce le allana el camino a la derecha
¿Qué llevó al expresidente a enfrentarse con su sucesor? ¿Cómo pasaron a denunciarse mutuamente de autogolpes y autoatentados? Crónica de una guerra fraticida.

El domingo 27 de octubre los teléfonos empezaron a sonar bien temprano. Con las primeras luces del día en la región, Evo Morales denunció un intento de magnicidio en el Trópico de Cochabamba, acompañado de un video en el que se ve a su vehículo con 14 disparos, cuando se encontraba yendo a Radio Kawsachun Coca, donde todos los domingos opina sobre política nacional. Como en una especie de devolución de gentilezas diferida, luego del debate golpe-autogolpe tras la asonada del general Zuñiga en junio pasado, desde el arcismo comenzaron a divulgar por lo bajo la idea del auto-atentado. Recién al día siguiente, el lunes 28 de octubre, el gobierno de Arce Catacora tuvo una manifestación pública que cambiaba su posición original: Eduardo del Castillo dijo que Morales había evitado un retén policial y que le había disparado a los uniformados.
El miércoles 30 de octubre, el presidente boliviano Luis Arce exigió el fin de bloqueos a carreteras encabezados por el evismo. “Hay un doble discurso: por un lado dicen preocuparse por la economía y en los hechos la estrangulan, perjudicando principalmente a las familias más pobres”, le dijo Arce a los manifestantes. Y luego habló de las tres búsquedas, desde su mirada, de los cortes: a) la imposición de una “candidatura inconstitucional” de Evo Morales; b) la anulación de las causas judiciales del expresidente; c) el acortamiento del mandato del propio Arce.
Al día siguiente, el jueves 31, Morales pidió una renuncia masiva de funcionarios públicos, bajo la argumentación de no ser cómplices del “peor gobierno de la historia”. No solo no logró su cometido, sino que la propuesta se transformó en un boomerang contra él mismo, con la aparición de sucesivos posicionamientos en respaldo a Arce. El comienzo de noviembre llegó con una huelga de hambre del expresidente en la sede de la Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba. En su histórico bastión, Morales decidió aumentar la presión contra el Gobierno, repudiando la intervención policial contra el bloqueo de carreteras y la detención de 66 manifestantes. En redes sociales fue más allá: comparó al presidente con el argentino Javier Milei.
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MAS: la línea de tiempo de una guerra fraticida
“El candidato a presidente del Movimiento al Socialismo es el licenciado Luis Arce Catacora”, dijo Evo Morales en el Hotel Bauen de Buenos Aires, ante aplausos de los presentes y algunas caras de sorpresa. Era un caluroso enero de 2020 y la decisión chocaba con la opinión de un sector de las bases en Bolivia, que pretendía que el aymara David Choquehuanca, quien fuera el histórico canciller de Morales y se distanciara de este en 2017, asuma las riendas del proceso de cambio. Se saldó -parcialmente- el tema con Choquehuanca como candidato a vice, cuando el evismo pretendía en ese lugar al joven influyente Andrónico Rodríguez, hoy presidente del Senado. En entrevistas públicas, antes de la decisión, Morales refería dos condiciones necesarias para la promulgación de la candidatura: garantizar la unidad, pero también el crecimiento económico.
Arce empalmaba en ese segundo anhelo, visto y considerando que era una de las caras visibles del entonces llamado “milagro económico boliviano”, que consistía en combatir la desigualdad garantizando, asimismo, un ordenamiento macroeconómico. Era, ni más ni menos, que el conductor de ese proceso. Por eso, a él y a su equipo se los conocía como los Chuquiago Boys, en contraposición a los Chicago Boys y la escuela ortodoxa que se implementó en diversos países latinoamericanos con Chile como punta de lanza. La ironía es fina: Chuquiago Marka es la denominación aymara de la ciudad de La Paz. Evo reía cada vez que, como presidente, explicaba esa referencia.
“Evo lo elige en México, en una situación de mucha adversidad e incertidumbre”, le cuenta a #MundoPropio el sociólogo y periodista Martín Sivak. “Lo elige por su lealtad y porque podía traer el recuerdo de los años de una bonanza económica. También porque Arce podía interpelar a los sectores que se habían alejado del MAS, a los votantes, a un electorado si se quiere más moderado”, remarca el autor de Jefazo, la más lograda biografía de Morales al calor de su ascenso político. Arce fue un excelente candidato para ganar la elección: entre barbijos en la capital argentina, en plena pandemia, Morales festejó el 55% que sacó “Lucho”, como siempre lo llamó. Su votación perforó en sectores medios urbanos que ya eran críticos al evismo, pero que veían una garantía en términos económicos. Darle la llave a uno que sepa, esa parecía ser una posible lectura luego de un año económico muy enmarañado, Covid y gobierno de facto (Jeanine Áñez) mediante. El pueblo boliviano parecía mandar dos mensajes en simultáneo: la necesidad de cambio (del gobierno de Áñez) y de búsqueda de estabilidad, sobre todo económica.
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SumateAhora bien: Evo volvió a Bolivia en noviembre de 2020, exactamente un año después de su viaje a México y luego a Buenos Aires. La enorme movilización popular que se vio en Chimoré le dio alas al histórico líder, que desde el Trópico de Cochabamba comenzó a mostrar su parecer sobre el rumbo del Gobierno. “Después de la victoria, era esperable y deseable que el lugar un poco secundario de Evo cambiara, pero eso no cambió”, cuenta Sivak y remarca un dato: Arce no menciona a Morales –jefe del partido– ni la noche de su victoria ni durante su juramentación. “Desde la asunción de Arce, la presencia de los evistas en el gobierno quedó reducida a la mínima expresión. Los evistas que asumieron se convirtieron rápidamente en ex-evistas”, remarca Sivak.
Morales hizo algo de manual: comenzó a pedir un cambio de gabinete, molesto particularmente con la figura de Eduardo del Castillo, el ministro de Gobierno. Desde su perspectiva, algunos cuadros de la nueva administración se habían burocratizado. En el fondo había otro tema: las lealtades habían cambiado. En junio de 2023, con un MAS ya partido en el legislativo, el evismo votó la censura del ministro de Gobierno junto a los partidos tradicionales de la derecha. ¿Qué hizo Arce? Lo ratificó en el cargo tomándole nuevamente juramento. En criollo: una maniobra para no entregarlo. “Al poco tiempo de asumir, el ministro de Gobierno encargó una encuesta y una de las preguntas era ¿usted cree que Evo Morales tiene lazos con el narcotráfico? Algo que era más propio del gobierno de Áñez que de un gobierno del MAS”, explica Sivak sobre la distancia que Morales tendría con Del Castillo desde inicios de la nueva administración.
García Linera, la unidad, el espejo argentino y la derecha
“Me llevo la tierra de mi patria”, dijo el entonces vicepresidente depuesto, Álvaro García Linera (AGL), en el aeropuerto de Chimoré, recogiendo literalmente parte del suelo lateral a la pista. En el exacto momento en el que el avión de la Fuerza Aérea Mexicana despegó, en noviembre de 2019, AGL no sabía cuándo ni cómo volvería. Un año después, en el mismo lugar, le dio la tierra a Morales, quien la aventó a la multitud. Pero la relación ya había cambiado: en el círculo evista destacan que ya en Buenos Aires la situación entre ambos se había enfriado, contraído, tal como se relata en el nuevo libro de Sivak, Vértigos de lo inesperado. Evo Morales: el poder, la caída y el reino.
Con las primeras escaramuzas públicas entre Arce y Evo, Linera le pidió públicamente al segundo que buscara tejer la unidad entre los diferentes sectores partidarios, como en el pasado. “Yo soy evista, pero lo quiero ver uniendo, como en 2003, 2004. ¿Por qué el liderazgo de Evo se impone sobre el de Felipe Quispe? Porque Felipe se repliega al Altiplano y Evo articula todo. El evismo es la capacidad de tejer alianzas. Evo tiene que recuperar ese espíritu: volver a unir a la sociedad boliviana, hablar para la gente y no de sí mismo”, caracterizaba Linera en Abya Yala TV. Evo se lo tomó mal, sin capacidad de digerir los grises que le planteaba un hombre que lo había acompañado en las horas más difíciles. “Tengo un enemigo más. Catorce años mi vicepresidente. Duele mucho. ¿Será porque soy indígena o será porque soy leal? Somos leales a los principios y valores que nos dejaron nuestros antepasados. Sólo decir: gracias Álvaro”, fueron las palabras de Morales en su medio audiovisual, Kawchasun Coca, donde tiene un programa todos los domingos. Las palabras finales sonaron a despedida. Sentida, pero despedida al fin.
En agosto de 2023, tras el triunfo de Milei en las elecciones PASO de Argentina que presagiaban destino de Casa Rosada para el libertario, García Linera fue al programa Piedra, papel y tinta. “Para los que toman decisiones en Bolivia, pónganle el ojito a lo que está pasando en Argentina. Espero que Luis y Evo estén leyendo de manera sólida y seria los resultados. No jueguen con fuego. Luego vienen los arrepentimientos que duran veinte años”, dijo allí, buscando acercar posiciones dentro de la interna en la cual los actores lo acusaban de jugar para el otro.
“El problema de fondo era la candidatura 2025. Los dos (Arce y Morales) se adelantaron tres años en esa discusión, lo que generó una competencia que se volvió muy virulenta. Y también una dificultad: no se encontró un mecanismo democrático interno para resolverlo. Evo Morales propuso primarias internas y Arce no quiso porque sabía que podía perder”, desmenuza Sivak. Desde su punto de vista, Arce consideró que con un gobierno bueno y estable se impondría en la competencia contra su mentor: la escasez de divisas y los problemas derivados de la caída de los hidrocarburos se acentuaron, provocando descontento y configurando un escenario económico sombrío. La consultora Gas Energy Latin America da cifras concretas al derrumbe: la producción de gas boliviano cayó 50% entre 2016 y 2023.
¿Y la derecha boliviana?, se preguntará el lector, buscando claves de interpretación futuras. El alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, tomó protagonismo en el último año y medio tras la detención de la estrella emergente y más radicalizada, el cruceño Luis Fernando Camacho –uno de los autores materiales de la insurgencia callejera devenida en golpe con la juramentación de Añez–. Reyes Villa anunció a fines de septiembre el registro de recolección de firmas para que su organización Súmate pase a ser partido político a nivel nacional. Marcelo Claure, influyente empresario boliviano-estadounidense con patrimonio neto de 2 mil millones de dólares de acuerdo a Forbes, saludó la decisión en X, con la frase “Más opciones para Bolivia”.
En el evismo ven articulación entre ambos. “Que el mundo sepa que Luis Arce ha reactivado el fascismo en Bolivia junto a su aliado Manfred Reyes Villa”, twitteó Evo a fines de octubre, denunciando el accionar de grupos paramilitares. “Morales intenta revivir un pasado de violencia que ya superamos. Su nombre es sinónimo de caos y confrontación”, dijo por su parte Reyes Villa, que llamó criminal confeso al expresidente, apuntándolo además por la investigación en relación a presuntos delitos de trata de personas y estupro que surgió en 2020 y volvió a reabrirse semanas atrás. “Hago un llamado a las autoridades de gobierno para restablecer el orden y hacer respetar la Constitución y nuestras leyes”, pidió el alcalde cochabambino antes que el gobierno de Arce comience el desbloqueo de rutas que provocó –detenciones mediante– la huelga de hambre de Morales.
“Adentro hay un volcán, que pronto va a estallar”, dice la canción Lamento Boliviano de Los Enanitos Verdes. La interna tóxica del MAS preanuncia tempestades inconmensurables.