El Maligno Torres y la “maldad” política en Argentina
Aunque Milei lo pretenda destruir, detrás del oro en BMX freestyle, única medalla argentina en los Juegos de París 2024, hubo un Estado presente: el de la provincia de Córdoba. El recuerdo de Diego Lamagna, precursor argentino en el deporte de la bicicleta, asesinado por la policía en la represión del 20 de diciembre de 2001.
José Torres Gil está a días de cumplir los 15 años. Vaga sin rumbo con Francisco, su hermano mellizo, por el barrio Urca de la ciudad de Córdoba. Son las vacaciones del verano de 2010. Patean una pelota de fútbol sin muchas ganas. Hasta que, a lo lejos, en el Parque de las Naciones, divisan una bici en el aire. Observan: hay también skaters. Se acercan. Y, cuando José ve a un chico girar de cabeza -hacer un flair, lo sabrá después-, le recorre una electricidad por el cuerpo. Intriga y adrenalina. José Torres Gil, el Maligno -por las travesuras y las bromas, como ponerle picante al café del hermano, y por la agresividad al montar la bicicleta-, dice que si no hubiera visto a esa bici no sabe a dónde estaría hoy, en qué andaría. Después de la mejor puntuación de su vida (94.82), el Maligno Torres ganó la 22° medalla de oro olímpica argentina en la historia, en la prueba BMX freestyle de los Juegos de París 2024, y se metió, como el 13°, en el selecto grupo de deportistas individuales dorados.
Pero el Maligno Torres no es un E. T. argentino, un extraterrestre. Y menos un héroe individual de la meritocracia. En tiempos en los que se pretende destruir el Estado (“Soy el topo que destruye el Estado desde adentro”, bramó Javier Milei), vale resaltar: el gobierno de Córdoba desarrolla desde hace 15 años los deportes extremos, urbanos y alternativos. Construyó skateparks, circuitos y rampas en espacios públicos. Se llenaron de gente. Se multiplicaron.
En 2019, el gobierno provincial llamó “Maligno Park” a la pista del Polo Deportivo Kempes, contiguo al estadio de fútbol. El Estado presente, acaso involuntariamente, porque el BMX freestyle recién debutó como deporte olímpico en los Juegos de Tokio 2020, asistió para que se proyectara una medalla de oro, la del Maligno Torres. Fue a través de la Agencia Córdoba Deportes, de financiamiento mixto, público y privado, con el programa CBA X, impulsado por Mariano Schiaretti, hijo de Juan Schiaretti (gobernador de 2007 a 2011 y de 2015 a 2023) y paracaidista. Aunque desde Córdoba me relativizan: “Más que una política deportiva, siempre sonó como el acomodado hijo del gobernador ejecutando un programa para satisfacer sus gustitos”. La Agencia Córdoba había sido creada en 1999 por el tres veces gobernador José Manuel de la Sota. En Buenos Aires, una de las pistas más grandes del país se encuentra en Tecnópolis, privatizado en la práctica, ipso facto, por el gobierno.
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Osvaldo Arsenio fue director de alto rendimiento de la Secretaría de Deportes de la Nación entre 2004 y 2014. Entrenador referencia de la natación mundial, desde Alemania, donde se radicó, Arsenio me marca, a partir de una mirada analítica sobre la última década: “El deporte no ha sido una prioridad en Argentina. ‘Hay otras prioridades’, es la frase más utilizada por muchos funcionarios, y es verdad, pero también es verdad que esas ‘otras prioridades’, como pobreza, educación y salud, no fueron atendidas convenientemente y cada año se alejan más de las posibilidades de la población. Uno de los principales problemas es que la enorme mayoría de los políticos argentinos no sabe de deportes. Hay muchos que creen que saben porque hicieron algo en su juventud o los hay como (Alberto) Fernández, que porque iba a ver a Argentinos Juniors y le contaban un par de chismes del fútbol, miraba con aires de superioridad”.
En relación al oro del Maligno, hasta ahora única y solitaria medalla argentina en París 2024, Arsenio contextualiza: “Era un integrante de la delegación casi desconocido para todos. Las becas, sabemos, son de montos muy bajos y no te permiten vivir. Si cuenta con una ayuda provincial vinculada a un hobby de allegados al poder, de todas formas sirvió. Puede ser un ejemplo de que todo tipo de ‘mecenazgo’ sugerido o dirigido desde el Estado puede ayudar a la política deportiva de un país. Pero hubo muy pocos años de una política deportiva continuada desde la restauración democrática. Un poquito con el gobierno de Alfonsín hacia el deporte social y un poco al principio de los gobiernos del kirchnerismo. En general, los presupuestos fueron irrisorios para lo que se maneja a nivel mundial. La inversión en infraestructura, bastante pobre. Y ahora con la expectativa de un negocio inmobiliario en el Cenard, que, a pesar de sus falencias, es de lo poquito que hay. Quizás lo peor de todo es la falta de estrategias”.
Y Arsenio se pregunta, y abre otras preguntas: “¿Queremos desarrollar el deporte social? Los Juegos Evita, con mejoras, son un instrumento muy importante. El alto rendimiento requiere de un estudio más profundo. Hoy somos un país pobre de 45 millones de habitantes, con escasa y mal distribuida infraestructura y con una población que se convirtió más en espectadora de espectáculos que en partícipe en deportes; se perdió cultura deportiva, cerraron clubes o se privatizaron. ¿En qué deportes nos podemos destacar por biotipo, tradición u oportunidad? La única política deportiva trascendente y continuada fue la de Perón, que además sabía bastante de deportes y lo que no sabía lo preguntaba a especialistas. Además de estrategia y presupuesto, debemos tener consensos mínimos en el desarrollo de una política deportiva a largo plazo”.
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SumateA principios del siglo XXI, antes del Maligno, hubo en la Argentina un talentoso rider. Diego “Nano” Lamagna daba exhibiciones de BMX freestyle y bicicross por el interior. Era uno de los mejores argentinos. Los chicos querían ser como él. Tenía patrocinadores, presentaba bicicletas de marcas y era instructor. Vivía en Sarandí. El 20 de diciembre de 2001, Lamagna fue asesinado de dos disparos en el pecho por la policía en plena revuelta por la crisis social y política, en Avenida de Mayo y Tacuarí. Tenía 27 años. Fue uno de los 39 muertos en el país durante la represión del gobierno de Fernando de la Rúa. En Wilde, a un costado del Acceso Sudeste, hay una pista en la que practican hoy chicas y chicos. Homenajea a Diego Lamagna. “Después de tantos años buscando justicia -me dice Karina Lamagna, su hermana-, la justicia la encontré en la memoria. Fue un precursor, un deportista solidario, apasionado y abnegado, y sigue siendo un referente en el mundo del BMX. Era un joven trabajador y deportista que vio las imágenes de las Madres pisadas en la Plaza y vio a su propia madre pisoteada, viuda y sin ayuda estatal”. Diego había viajado para colaborar en el armado de rampas de BMX a Córdoba, la provincia que “adoptó” al Maligno.
Escuchen, corran la bola: el Maligno Torres nació en Santa Cruz de la Sierra, mientras sus padres argentinos trabajaban en la ciudad boliviana (y, a los 12 años, llegó a Argentina). En Bolivia, un país que nunca ganó una medalla olímpica, se lamentaron en las últimas horas: el Maligno y su hermano mellizo supieron representar a su país de nacimiento, pero no les brindaron el apoyo necesario para desarrollarse en la bici. Como Cornelio Saavedra (Otuyo), primer presidente de un gobierno patrio, y la emancipadora Juana Azurduy (Toroca), el Maligno nació en Bolivia pero eligió ser argentino. “Todo lo que hago es para representar a mí país y a los latinos -terció-. Somos todo lo mismo cuando competimos afuera. Jamás tenemos las mismas posibilidades a la hora de competir. Siempre pesan las banderas, la localía y el contexto. Las potencias vienen con dos o tres bicis. Yo tengo una y media, porque la suplente no es igual”. El Maligno dejó atrás en el podio al campeón mundial británico Kieran Reilly y a la estrella francesa Anthony Jeanjean.
“Lo importante es que salimos vivos”, les dijo el Maligno, apenas consagrado, a sus familiares en una videollamada. Es un deportista individual, él había hecho las piruetas y los trucos extremadamente peligrosos en el aire parisino, y sin embargo el plural, la idea de lo colectivo. Y de sobrevivir. Cuando llegó a la Villa Olímpica tras el oro fue recibido por los otros deportistas argentinos. Les dijo: “Esta medalla los representa a todos ustedes. A los que saben lo duro que nos hemos preparado y no pudieron conseguir sus medallas. Pero estar aquí no se trata de medallas: se trata de la carrera”. El Maligno Torres quiere ahora hacer shows en las escuelas para que los jóvenes salgan un poco de los deportes convencionales. También le pidió al gobierno nacional que invierta en el deporte. “Quiero volver a Córdoba y salir a bicicletear con toda la gente para mostrar la medalla. No es solo mía, es absolutamente de todos”. Encontrará ahora más apoyos, pero las medallas en los Juegos comienzan muchos años antes que las urgencias y las necesidades de éxitos.
Flashes olímpicos
- Con cuatro oros, el francés Léon Marchand emerge como el más ganador en el medallero individual en lo que va de París 2024. En la historia de la natación moderna, nadie había logrado dos doradas en una noche -y con récords olímpicos-, hasta Marchand, de 22 años, en 200 metros mariposa (1:51.21) y 200 pecho (2:05.85). Su entrenador es Bob Bowman, ex de Michael Phelps, el olímpico con más medallas en la historia (28). Marchand le envió un mail en 2021 para que lo entrenara. Y Phelps celebró así su triunfo en los 200 pecho.
- La gimnasta estadounidense Simone Biles volvió a volar en París después de que declinara de competir en Tokio 2020 para preservar su salud mental. Sus presentaciones son verdaderas obras de arte para apreciar, más allá de que entendamos o no del deporte. Para dimensionar: Biles le da el nombre a cinco “elementos”. Desde 2023, al “Biles II”, salto más complejo y con mayor puntuación de la gimnasia artística.
- La ola (casi) perfecta del brasileño Gabriel Medina (9.90 puntos sobre 10), con “Misirlou”, de Dick Dale & His Del-Tones (el tema surf-rock popularizado en el inicio del film Pulp Fiction, de Quentin Tarantino), es todavía más espectacular. Y si faltaba más, la foto de Jerome Brouillet en la agencia AFP inmortalizó a Medina, señalando el cielo con el índice, “volando” sobre el mar de Teahupoo, en la Polinesia Francesa. “Me gusta decir que hacer fotos es un poco como hacer surf. Es una mezcla de preparación, dedicación, timing, algo de experiencia y un toque de suerte –posteó Brouillet en su Instagram-. Ese día, Gabriel Medina estaba en el agua en el lugar correcto, en el momento correcto, y yo también”.
- El video viral de la tiradora surcoreana Kim Ye-Ji no es de París 2024: es de la Copa del Mundo en Bakú, a principios de año. Ye-Ji, de 31 años, fue plata en la prueba de tiro con pistola de aire comprimido a 10 metros. Pero, al menos en Internet, fue su estilo, su mirada, su expresión: su look de asesina ciberpunk, de ficción, de animé. Ye-Ji compitió con un peluche de elefante atado a su cinturón, un amuleto que le dio su hija de cinco años. “Me he vuelto un poco famosa”, dijo. El tirador turco Yusuf Dikeç fue plata en la prueba mixta con pistola de aire comprimido a 10 metros. Pero fue su aspecto de bancario de 51 años y su actitud tranquila, una mano en la pistola y la otra en el bolsillo, sin lentes especiales sino con unos graduados, sin protectores auditivos. “No los necesito: soy un tirador nato”, afirmó. Él y ella fueron las estrellas del tiro olímpico que, en efecto, no sabíamos que necesitábamos.
- “Dar por hecho que una mujer con elevado nivel de testosterona es trans solo muestra una profunda ignorancia”, escribe Mariana García en elDiarioAR, a propósito de la boxeadora argelina Imane Khelif y la sarta de mentiras y los ataques después de que la italiana Angela Carini abandonase a los 46 segundos de la pelea por los cuartos de final de la categoría hasta 66 kilos (Khelif se aseguró ayer el bronce).
- Últimas dos recomendaciones: por un lado, la historia de los inmigrantes indocumentados, personas sin hogar y trabajadoras sexuales que fueron expulsadas de París por los Juegos, rescatada por Alejandro Wall en Tiempo Argentino; y, por el otro, la de los buquinistas, viejos vendedores de libros antiguos en los puestos a las orillas del río Sena, que sí resistieron el traslado, por Demian Paredes en Página/12.