El juego (geo) político del papa Francisco: ¿por qué cuestionó a Milei?
Impuestos a grandes fortunas y crítica a los paraísos fiscales; defensa de la justicia social y reivindicación de las tres T: tierra, techo y trabajo. El posicionamiento de un Vaticano desde los márgenes. ¿Está ordenando su sucesión?

En el Encuentro de Movimientos Populares, realizado días atrás en el Vaticano bajo el lema Plantando bandera frente a la deshumanización, el papa Francisco se refirió a la situación política de la Argentina. “Me hicieron ver una represión. Gente que pedía por sus derechos en la calle. Y la policía los rechazaba con gas pimienta de primera calidad, lo más caro que hay. El Gobierno, en vez de pagar justicia social, pagó gas pimienta”, dijo el Sumo Pontífice, en referencia directa al accionar del gobierno de Javier Milei respecto a las marchas contra el veto presidencial al aumento de las jubilaciones. Esto generó la atención inmediata de diversos medios y comunicadores, algunos de los cuales simplificaron el contenido (suele suceder en momentos de recortes en redes sociales) para “traer” a Francisco al barro de la discusión política argentina.
Pero también hizo alusión a los portadores de grandes fortunas, en momentos en los cuales se debaten, a nivel global, impuestos a los sectores más acaudalados. “Si ese porcentaje tan pequeño de billonarios que acapara la mayor parte de la riqueza del planeta se animara a compartirla, pero no como limosna, sino a compartirla fraternalmente, si se animan a compartirla, qué bueno sería para eso mismo. Y que justo sería para todos. Pido a los privilegiados en este mundo que se animen a dar este paso, van a ser mucho más felices y seremos más hermanos todavía”, dijo ante los presentes, entre los cuales se encontraba Juan Grabois.
Durante el encuentro, Francisco le pidió a los magnates tecnológicos que sean respetuosos de los países donde funcionan, reclamando que dejen la arrogancia de creer que están por encima de la ley.
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“Personajes como Elon Musk y en nuestro país Marcos Galperin son la cara más visible y despiadada del proceso de acumulación, de concentración del capital. Si bien en el encuentro no se habló de nombres en particular, el papa Francisco como líder mundial es la voz que más fuerte señala y crítica las consecuencias que genera este sistema capitalista altamente concentrado”, le dice a #MundoPropio Alejandro “Peluca” Gramajo, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), presente en el Vaticano para participar del evento. Gramajo rescata una profundización de la cultura del encuentro en el ideario de Francisco, “sobre todo con los que el sistema descarta, excluye, margina, discrimina”.
En el primer papa argentino y sudamericano hay una recuperación de la política –para muchos hoy una mala palabra– frente a un paradigma tecnocrático que intenta imponerse a escala global. “Siempre existe la tentación de uniformizarlo todo”, justifica Francisco su defensa en relación a que la política sirve (en términos de utilidad). Suele citar, en ese contexto, el libro Señor del mundo de Robert. Hugh Benson: “Una novela inglesa que muestra el futuro sin política, un futuro uniformador”.
Una línea de tiempo
En noviembre de 2013, apenas meses después de iniciar su papado, Francisco publicó la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, donde criticó la teoría del derrame y la cultura del descarte y la exclusión. “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”, escribió en esas páginas. Meses antes, en julio de ese año, había dicho el famoso “hagan lío”, en la Catedral de Río de Janeiro, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud. En ese recordado speech criticó a la “civilización que se pasó de rosca con el culto que ha hecho del Dios Dinero”.
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SumateEn octubre de 2014 Roma fue sede del I Encuentro de Movimientos Populares. Fue la primera vez que Francisco hizo referencia a las 3T: tierra, techo y trabajo. “Eso por lo que ustedes luchan son derechos sagrados. Reclamar esto no es nada raro, es la doctrina social de la Iglesia”, refirió ante los presentes que lo escuchaban en el Aula Vieja del Sínodo, reflotando las raíces del papado de Juan XXIII.
En julio de 2015, en la Expo Feria de Santa Cruz de la Sierra, Francisco realizó un discurso en el marco del II Encuentro de Movimientos Populares. “Digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra, como decía San Francisco”. Allí el Pontífice habló de una necesaria globalización de la esperanza que, para él, sustituya a la globalización de la exclusión y la indiferencia. También de la necesidad de poner la economía al servicio de los pueblos. “Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”, fue posiblemente la frase más rutilante que lanzó en aquella ocasión. Lo escuchaba el entonces presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, el anfitrión, Evo Morales. Eran tiempos de gobiernos progresistas, nacional-populares, transformadores de la vida de millones de personas, pero ya se evidenciaba el inicio de un cambio de ciclo, que se vería con mayor nitidez con el triunfo de Mauricio Macri en Argentina (2015), el impeachment a Dilma Rousseff en Brasil (2016) y el viraje político-ideológico de Lenin Moreno en Ecuador (2017).
En enero de 2018 Francisco visitó Perú. Allí criticó el fenómeno de los mal llamados paraísos fiscales: las guaridas que ofrecen nula tributación. Y también se permitió una reflexión más panorámica sobre la situación regional: “América Latina estaba buscando un camino, la patria grande, y de golpe con los años está sufriendo bajo un capitalismo liberal deshumano”, afirmó. El contexto: Lula estaba a las puertas de ser detenido en Brasil, lo que abriría paso a la presidencia de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de ese mismo año.
La pandemia no frenó las intervenciones de Francisco: en octubre de 2021 grabó un video para el IV Encuentro de Movimientos Populares. Reclamó la liberación de las patentes de vacunación a los grandes laboratorios farmacéuticos. “Tengan un gesto de humanidad y permitan que cada país, cada pueblo, cada ser humano tenga acceso a las vacunas”. También le pidió a las grandes corporaciones alimentarias dejar de imponer estructuras monopólicas de producción y distribución “que inflan los precios y terminan quedándose con el pan del hambriento”. Tras ello defendió la idea de “un salario universal, para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida” y abogó por la reducción de la jornada laboral.
En el mismo encuentro habló de otra pandemia: la falta de perspectivas de futuro para adolescentes y jóvenes, haciendo hincapié en la hiperconectividad, el estrés y la ansiedad crónica. Además, cuestionó a los gigantes de la tecnología por el aumento de los discursos de odio, el grooming, las fake news y la divulgación de teorías conspirativas. Y le pidió a todos los líderes religiosos no usar el nombre de Dios para fomentar guerras ni golpes de Estado (apenas dos años antes Luis Fernando Camacho y Jeanine Añez habían asaltado el Palacio Quemado de Bolivia, biblia en mano, deponiendo a Evo Morales).
En junio de 2024 el papa intervino como invitado especial en la sesión conjunta del G7 en Borgo Egnazia, Italia. Allí se permitió reflexionar en torno a la IA y sus dilemas de implementación. “La inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad de delegar a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo, podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una cultura del encuentro y favoreciendo una cultura del descarte”.
El papa de las periferias
Francisco fue catalogado como ‘el papa de las periferias’ no solo por su procedencia sudamericana, sino también por los lugares a los cuales viajó durante su papado. “Siempre pensé que uno ve el mundo más claro desde la periferia, pero en estos últimos siete años como papa, terminé de comprobarlo. Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia”, escribió Francisco en el libro Soñemos juntos, de diciembre de 2020.
En América Latina visitó México, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Chile, Perú, Colombia, Cuba (en dos ocasiones). En África, Kenia, Uganda, Egipto, Mauritania, Mozambique, el Congo y Sudán del Sur, el segundo país más pobre del planeta. En Asia, Corea del Sur, Bangladesh, Tailandia, Japón –fue a Hiroshima y Nagasaki, lugares atacados por bombas nucleares de la principal potencia de este planeta–, Mongolia, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. En Medio Oriente, el viaje más significativo probablemente haya sido a Irak: hay fotografías impactantes en Mosul, con Francisco testigo de la devastación producida por el llamado Estado Islámico. En el Vaticano, intermedió entre Shimon Peres y Mahmoud Abbas, cuando la situación entre Israel y Palestina no era la que hoy vive la Franja de Gaza, de devastación y miles de víctimas civiles.
Es, entonces, un papa que no se ha mostrado prioritariamente en los grandes centros de poder mundial: fue a EE.UU., sí, pero antes pasó por La Habana en plena discusión por el deshielo entre las administraciones Obama y Castro. “Yo estoy dispuesto a ir a Kiev. Quiero ir, pero con la condición de ir a Moscú. Voy a los dos lugares o a ninguno”, le manifestó a Elisabetta Piqué cuando la periodista de La Nación lo consultó sobre la guerra en Ucrania y su posible intermediación en un servicio de paz, tal como él mismo lo llamó. Respecto a Europa, estuvo en Grecia (Lesbos), Portugal, Italia (Lampedusa), siempre con un enfoque donde la migración resultó una preocupación central.
Ha puesto en agenda temas que tradicionalmente no se discutían dentro de la Iglesia Católica: la homosexualidad, el divorcio, la ordenación de la mujer (incluso se ha incrementado la cantidad de trabajadoras que cumplen funciones dentro de la propia institución); no así el aborto. También puso sobre la mesa la cuestión medioambiental, a través de una de sus encíclicas, Laudato Sí. “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución son una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”, manifestó allí.
En cuanto a la estructura interna, el papa jesuita impulsó un crecimiento del llamado Colegio Cardenalicio, que es el organismo que básicamente elegirá a su sucesor. De acuerdo a la reconstrucción realizada por #MundoPropio, de los 134 cardenales electores, 97 fueron nombrados por Francisco, quien ya lleva nueve consistorios de creación de cardenales, donde se evidenció un gran peso de América Latina, Asia y África. Para ponerlo en números aún más simples: Francisco eligió al 72% de los cardenales que, en caso de fallecimiento o renuncia, elegirán a su sucesor.
La aparición de un texto anónimo llamado “El Vaticano de mañana” lo acusa de “autocrático y confuso” y demuestra que el ala conservadora del Vaticano intentará reordenarse para disputar la conducción. “Entre los signos del actual pontificado está su excesiva dependencia del motu proprio como instrumento de gobierno y una general falta de atención y disgusto por los detalles canónicos”, reza el mismo. A juzgar por los números, ampliamente favorables a la corriente de Francisco, el Vaticano de mañana será parecido al de hoy.