El Brasil de Lula

Las tres caras del ballotage de Brasil del domingo pasado: la electoral, la de los gobernadores y la del Congreso. La remontada de Bolsonaro: cómo y dónde. Gráficos coloridos y lindos con un bonus para descargar. Pintorescas sobre Dinamarca, Israel y EE.UU.

Hola, ¿cómo estás?

Esta semana comenzamos la cobertura sobre el ballotage en Brasil con un resumen datero que armamos con Tomi, una bella crónica desde el corazón de Juano y un acertado panorama regional e internacional de María Esperanza. Se viene, además, el último capítulo de “La Revancha” (con cositas). Honestamente, mientras estés leyendo esto no sé cómo estará la cosa. Si Bolsonaro se mandará alguna después de semi-reconocer el resultado. Si habrán vuelto los cortes de ruta luego de haberlos levantado. Si los camioneros volvieron a sus casas. Si se viene otra toma de una institución pública por un presidente que no termina de reconocer un resultado legítimo de una elección organizada de manera transparente, justa e íntegra.

Pero lo que sí podés hacer mientras (no) ocurre todo eso es encontrar acá algunas claves y datos que te ayuden a comprender por qué, cómo y, sobre todo, dónde pasó lo que generó la sucesión de hechos de esta semana. Si logro eso, yo ya gané.

Lula lo hizo allá. Y este es el Brasil que se va a encontrar desde el 1° de enero.

Hay 3 brasiles

El Brasil de los votos. Es un país partido en dos. El mapa 2022 es bastante parecido al de 2018. De hecho, solo cambiaron Amazonas y Minas Gerais, ambos fueron de Jair Messias Bolsonaro en 2018 y ahora, en 2022, son de Lula Inácio da Silva. Esta big picture explica bastante el resultado final y el retorno de una coalición apuntalada por el Partido de los Trabajadores al Palacio del Planalto. Sin embargo, la chiquita nos muestra otra historia. La historia de que el Messias casi la da vuelta por obra divina.

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El gráfico anterior muestra la distribución territorial del voto en cada una de las unidades federativas del Brasil, los Estados. Son 27 puntitos en total (26 más el Distrito Federal). El eje vertical indica el porcentaje de votos obtenidos en cada uno, tanto para Bolsonaro (azul a la izquierda) como para Lula (rojo a la derecha). Esto para la primera vuelta (gráfico a la izquierda) y para el ballotage (gráfico a la derecha). Agrega, además, los dos Estados con mejor y peor desempeño para cada uno, y los tres más importantes en Brasil: San Pablo (22% de la población), Minas Gerais (10%) y Río de Janeiro (8%). Donde mejor le fue a Bolsonaro fue en dos Estados del Norte: Roraima y Rondonia. En una elección claramente polarizada, fue donde peor le fue a Lula. A la inversa, donde mejor desempeño tuvo el PT fue en Piauí y Bahía (ambos en el Nordeste), los de peor desempeño para el Partido Liberal (PL) del presidente de turno. Acá surge un dato no menor: Bahía es el 4° Estado en importancia en Brasil (7% de la población). Si a eso le sumamos muy buenos desempeños de Lula en Minas Gerais (ganó) y una mejoría para el ballotage en San Pablo y Río de Janeiro (ambos perdidos), entonces la victoria presidencial se explica por esta mesa de cuatro patas.

Otra cosita que se desprende es la comparación entre elecciones. Vas a ver que en el gráfico de la primera vuelta los puntitos de Bolsonaro están un poco más hacia abajo que los de Lula, pero en el de ballotage están casi a la misma altura. Esto es una manera colorida de decir que Jair se recuperó mucho entre rondas electorales. Y eso lo podemos ver mejor acá.

Este segundo gráfico tiene en el eje horizontal la diferencia porcentual de votos entre la primera y la segunda vuelta un mes después. En el eje vertical se calcula la proporción de Estados. Vas a ver que hay una línea punteada negra que dice “sin cambios”. Indica exactamente el punto cero del eje horizontal, lo que significa que no hubo cambios en la proporción de votos obtenidos entre rondas electorales. Hacia la izquierda, significa una pérdida de apoyos. A la derecha una ganancia. Combinado con el gráfico anterior, Bolsonaro recuperó mucho terreno. Ganó votos en todos los Estados, y lo hizo en una mayor magnitud que Lula: entre 3% y casi 8%. Por eso la mancha azul está más a la derecha. Una remontada feroz. El hombre de la voz ronca perdió votos en unos poquitos (Acre, Amapá, Amazonas y Roraima) y creció en casi todos, pero lo hizo en menor medida: entre 0,4% y 4%. Un susto.

Esto a mí me llamó mucho la atención. ¿Por qué? Por los dos gráficos a continuación.

El primero hace la misma comparación, pero entre la primera vuelta de 2022 y el ballotage de 2018, cuando compitió Fernando Haddad (PT). El Bolsonaro presidente perdió votos respecto del Bolsonaro candidato de cuatro años atrás. Solo en algunos pocos Estados aparece a la derecha de la línea negra punteada. Lula, en cambio, tuvo una mejora sustancial respecto del desempeño electoral de su heredero en la elección presidencial anterior. En todos los Estados hubo un crecimiento y fue grande (cerca del 20%). Lo cual, al mismo tiempo, muestra que el líder histórico de la izquierda brasileña llegó a su techo en la elección del 2 de octubre. El esfuerzo de quedarse en las puertas de la victoria en primera ronda dejó poco de donde rascar para el domingo pasado.

Una imagen similar nos muestra este otro, que pone al ballotage 2022 sobre el ballotage 2018. Lula un poco más hacia la derecha (aunque con algunas pérdidas en Estados puntuales) y un Bolsonaro más hacia la izquierda (con más Estados con merma que con ganancias).

¿Qué fue entonces lo que motivó que Bolsonaro creciera tanto entre el 2 y el 30 de octubre? Dos elementos. El primero es una mejora en su imagen pública desde el comienzo de año hasta las elecciones que las encuestas de intención de voto matizaron. Eso lo podés ver acá y acá en sendos informes que armamos con Felicitas Torrecilla y equipo. El segundo es complementario (aunque suene contradictorio): el antipetismo y el antilulismo. Los gráficos muestran de manera muy clara que ese sentimiento fue un motor movilizador para un electorado que no lo acompañó tanto en la primera vuelta y que le soltó un poco la mano cuando se la había dado en 2018. Con una gestión económica que solo mostró algún indicador positivo en el segundo semestre de este 2022; una gestión de la pandemia calamitosa; un discurso público incendiario y fuera de las normas comúnmente aceptadas; el incentivo constante a la violencia política; la debilidad de sus credenciales democráticas; y la mentira como principio rector de su gobierno, quedan pocos argumentos para sostenerse en pie y fuerte en un mes adicional de campaña. Los que saltaron a apoyarlo lo hicieron porque las antípodas de Lula no dejaban otra opción. Esto aparece reforzado porque votó casi la misma cantidad de gente entre las dos vueltas. Full voto estratégico.

Si la primera fue de Lula, la segunda fue de Jair. No alcanzó para quedarse en Planalto, pero sí para amagar con cambiar la cerradura. Acá te dejo más claves que armamos con Felicitas para que sacies tu sed de datos. Con este electorado semiconvencido de su referente pero autoconvencido de la corrupción tendrá que lidiar Lula en su tercer mandato.

El Brasil de las gobernaciones. Como te contamos con Tomi el lunes pasado, también se definieron los titulares de las entidades federativas. De las 27, 15 resolvieron sus disputas subnacionales el 2 de octubre: 7 las ganaron candidatos identificados con Bolsonaro, 5 con Lula y 3 con fuerzas no alineadas con ninguno de los dos (los llamamos con Pato Talavera “los flotantes”). Las 12 restantes tuvieron 10 candidatos bolsonaristas, 7 lulistas y 7 que fluctúan entre ambos espacios. El dato para asado es que Rondonia, el segundo mejor Estado de Jair, es tan pro Messias que llegaron a la segunda vuelta dos competidores identificados con el atrincherado presidente: Marcos Rogério (PL) y Marcos Rocha (União Brasil). Otro dato para asado es que União Brasil es la fusión de Demócratas (DEM) con el Partido Social Liberal (PSL), sello por el que compitió Bolsonaro en 2019 y que dejó el año pasado para unirse al PL. La fluidez como norma.

¿Y qué mapa de poder federal quedó? Este. Que es bastante similar a este de 2018. A diferencia nuestra en Argentina, son mapas bien coloridos. Distintos partidos ganan diferentes Estados, aunque algunos sean bastiones como el caso de Bahía para el PT. De los 27, 11 quedaron para partidos bolsonaristas, 8 para lulistas y otros 8 no alineados. De los 8 pro-Lula, 4 son del PT: el mencionado bastión, Ceará, Río Grande del Norte y Piauí. Todos en el poderoso y rojo Nordeste. El Partido Socialista Brasileño (PSB), un viejo aliado de Lula, se quedó con 3 (Maranhão, Espírito Santo y Paraíba) y Solidaridade, un partido relativamente nuevo, con 1 (Amapá). Salvo Bahía, todos son entre chicos y medianos por peso poblacional: reúnen al 22% del país. Poco.

Pero sin desesperar. Por dos motivos. El primero es que los 8 partidos flotantes que ganaron los propios son propensos al diálogo. El Partido Social Democrático (PSD) con 2, y los viejos PSDB y MDB con 3 cada uno alcanzarán el 25% de la población del país. Son, también, Estados chicos y medianos. Entre lulistas y flotantes ya vamos casi la mitad del país. Estos partidos son, además de potenciales aliados circunstanciales, viejos actores del sistema partidario que están buscando sobrevivir luego que la aplanadora Bolsonaro los dejara huérfanos de electores nacionales desde el 2018. Rearmarse en los Estados siempre ha sido una estrategia de supervivencia. El consenso de las cajas.

El segundo motivo es más futurología, pero me siento capacitado para desarrollarlo. El bolsonarismo se queda gobernando a poco más del 50% de la población, con tres Estados grandes (San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro) y presencia en casi todas las regiones del país. Los ganadores: Republicanos (2), Novo (1), PL (2), PP (2) y União Brasil (4). A primera vista, parece una máquina de impedir antes de asumir. Sin embargo, yo soy algo escéptico sobre el potencial trumpista del liderazgo de Bolsonaro una vez que deje el poder. A diferencia de Estados Unidos, Brasil tiene un mercado de partidos políticos con exceso de oferta. Armar uno para competir en elecciones es como sumar una hamburguesería más a Palermo. Eso deja tres comportamientos usuales de la dirigencia política: el transfuguismo (saltar de partido en partido), romper todo (irme con los míos a otro nuevo) y juntarnos (unirnos para no perder la personería). Esto hace que las fidelidades sean fluidas y los alineamientos transitorios antes que duraderos. Solo el PT escapa un poco a esa lógica, y hasta ahí. De modo que es posible pensar que todos los gobernadores que se colgaron de Bolsonaro y sus recursos políticos para ganar en los Estados que compitieron bien pueden sentarse a negociar con un Lula presidente, antes que atacar como si fuera una campaña constante. Los gobernadores negocian, no (siempre) incendian. Pasa en los federalismos, pasa en TNT. Uno ya tomó la posta. Justo el de más peso.

El Brasil del Congreso. Y esa futurología me abre la puerta para hablar del tercer Brasil: el de las dos cámaras. Esto se definió en la primera vuelta presidencial. Algunos afirman que hubo una continuación de la elección 2018 que definió un giro a la derecha en ambas cámaras. Otros dicen que el Congreso será más centrista que de derecha. Para las categorías que estoy usando acá, la cosa quedó así para Diputados.

Fuente: elaboración propia en base a datos del TSE.

Y así para el Senado Federal.

Fuente: elaboración propia en base a datos del TSE.


En términos de ganancia y pérdida, Lula con sus aliados salieron en pardas. No ganaron mucho ni tampoco perdieron tanto en las dos cámaras. Los que sí cayeron un poco fueron los flotantes, cuyas bancas fueron a parar a manos de los partidos alineados con Bolsonaro. Estas transferencias no fueron grandes en Câmara dos Deputados (solo el 1%), pero sí en el Senado (1/3 de las que se pusieron en juego). Si consideramos que se eligió una banca por Estado y el mapa de gobernadores arrojó una mayoría de bolsonaristas, entonces la matemática es bastante sencilla.

Este escenario, claro, deja una relación de fuerzas poco propensa para el progresismo y la redistribución. Los bolsonaristas (todos los mencionados más el PSC, Patriota y PTB) se quedaron con el 51% de la Câmara dos Deputados do Brasil. Lula tendrá el 21% del recinto (PT, PSB, PCdoB, Solidariedade, Avante, PROS, PV y REDE), mientras que los flotantes (todos los que ganaron Estados, más PDT, Podemos, PSOL y Ciudadanía) el 28%. El Senado Federal queda para los próximos cuatro años con el 44% de las bancas para los que dejan el gobierno, el 15% para los que lo agarran y el 41% para los que quedaron en el medio de las dos potencias.

Igual, a no desesperar: el presidencialismo brasileño sí es propenso a la negociación. Un temor reciente fue asimilar que la mayoría de partidos identificados con Bolsonaro estaban cerca de juntar los números necesarios para que Lula quede a tiro de impeachment. Como Dilma, como farsa y tragedia. Pero en el Brasil legislativo aplica la misma lógica que en el Brasil de las gobernaciones. Transfuguismos, rompimientos y juntadas son práctica usual. De ahí que de acá al 1° de enero y al 1° de febrero se construya gobernabilidad. Primero para darle forma a la coalición de gobierno de Lula. Segundo para ampliar la coalición legislativa en el Congreso. No deberá sorprendernos que se produzca algún que otro pase que permita a Inácio Corazón de León ampliar su base política y comerles espacio a sus rivales. En Brasil aplica un dicho que dice que “el Estado brasileño es como el sol: pocas cosas viven lejos de él”. Recursos no sobran, pero hay. Políticos, institucionales y económicos. Las autoridades de las cámaras, por ejemplo, tienen poder, incidencia y decisión. Serán cargos claves a observar.

El Brasil de Lula, entonces, tendrá una cara enojada y dos potencialmente negociadoras. Algo similar al mismo que se encontró en 2002, cuando también se corrió al centro para desterrar mitos. Queda, sí como singularidad, un rival político que creció, se alimentó y potenció por oposición a él mismo. De Bolsonaro depende que el antilulismo y el antipetismo se apacigüen y se quede solamente como una expresión electoral que se activa cada cuatro años. Al mundo le alcanza con un solo Trump. Brasil y América Latina necesitan a este Lula.

Elecciones pintorescas

  • Una vez más, Borgen es real. Tomi te contó el 6 de octubre pasado que había elecciones anticipadas en Dinamarca por un escándalo con visones. Se celebraron hace dos días. El gobierno socialdemócrata metido en el escándalo convocó a elecciones anticipadas y, automáticamente, empezó a subir en las encuestas. Lo que todo presidente quiere. Así le ha ido a la rosa históricamente. ¿Resultado? Ganaron los asesinos de visones. Y si Brasil fue para el infarto, allá la última banca definió la mayoría de izquierda. Más adelante dedicaré alguna entrega a contar el quién es quién.
  • Y junto a Dinamarca y después de Brasil, también votaron en Israel. Con ésta, desde 2019 fueron 5 veces a las urnas. Sí, una por año. Hermoso. Sobre este punto también dedicaré alguna entrega, pero mientras tanto andá leyendo sobre el contexto. Al cierre de esta edición, la cosa venía así.
  • Y una semana después que Israel y Dinamarca, son las mid-term de Estados Unidos. Acá te conté que Juan Domingo Biden venía mal, pero acá que mejoró. La semana que viene escribiré una nota específica con el resultado puesto. Mientras tanto, te dejo el listado de candidatos trumpistas que compiten para que cruces dedos. Las últimas proyecciones dan una House roja y un Senate peleado. Esta cuenta va a sacar el minuto a minuto durante todo el martes. Pedite día de jomofis.

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Un abrazo electoral,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.