Cómo ganó Rodrigo Paz en Bolivia y el rol de Evo
El antagonismo oriente-occidente explica el triunfo del candidato del PDC. Los desafíos del presidente electo: economía, partido, parlamento y vice.
Los números son elocuentes: el 55% que sacó Rodrigo Paz (PDC) es el mismo porcentaje que años antes tuvo Luis Arce Catacora (MAS) en 2020. La distribución del voto por departamento fue idéntica: el actual mandatario y el ahora presidente electo ganaron en La Paz, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Oruro y Pando; y perdieron en Santa Cruz, Beni y Tarija.
¿Qué nos dice esta distribución del voto? Algo sencillo: los pueblos eligen su representación posible entre las ofertas disponibles. Evo Morales jugó a un doble no: si su apuesta al voto nulo en la primera vuelta fue un rechazo a Andrónico Rodríguez y a Eduardo del Castillo –candidatos de las nuevas camadas masistas perjudicadas por el mal gobierno de Arce– subterráneamente (y no tanto) prefirió a Paz antes que a Quiroga en el histórico ballotage. Así lo demuestra el voto cocalero en Chapare, el bastión evista, mayoritariamente a la fórmula del PDC.
«Paz y Lara ganaron con el voto evista, el voto de los indignados por la proscripción y la exclusión electoral. Los 1,3 millones de votos nulos definieron la segunda vuelta. Está claro que el voto fue más contra Tuto, el eterno perdedor, hijo del dictador Banzer y aliado de Jeanine Áñez», escribió Evo en sus redes sociales al conocer los resultados en el Trópico de Cochabamba, donde permanece recluido. En Radio Kawchasun Coca, su medio, reconoció los resultados tal como lo hizo el propio Quiroga, que sí competía en los comicios.
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Pero las lealtades nunca son eternas. “Se está produciendo una recomposición compleja, en la que por primera vez las mayorías se alinean detrás del poder sin la mediación del MAS”, escribe Susana Bejarano, aguda analista que intentó ser senadora por el espacio de Andrónico Rodríguez. Para Bejarano, tanto Morales como Arce priorizaron sus intereses individuales por encima del interés colectivo, lo que terminó dejando al MAS fuera de la contienda real por primera vez en décadas. “La división interna, la disputa por la reelección, la mala gestión de Arce, la inhabilitación de Morales –quien llamó a anular el voto– y, en especial, la fatiga del llamado «proceso de cambio» dejaron al MAS no solo fuera del ballotage, sino también casi sin representación política institucional”, resume José Luis Exeni Rodríguez en un artículo publicado en la revista Nueva Sociedad.
Un viejo tuit de Velasco, revulsivo electoral
“A los collas hay que matarlos a todos”, escribió en 2010 en su entonces cuenta de Twitter (hoy X) el candidato a vicepresidente de Quiroga, Juan Pablo Velasco. El carpetazo salió a la luz en septiembre y tomó notoria relevancia en el debate público boliviano. “No hay espacio para la guerra sucia, no hay espacio para la división, al menos desde nuestro lado”, intentó justificarse JP, difuso, denunciando un supuesto hackeo. Pero la plataforma de verificación de datos Bolivia Verifica confirmó a través de la herramienta Archive.today que dicho tuit fue publicado en la cuenta @Jpvel hace 15 años, entre el 24 y 25 de agosto de 2010. Todo está guardado en la memoria (o en la nube).
Al decir de Bejarano, tras la revelación se activaron clivajes que hasta ese momento no estaban presentes en esta campaña electoral: el histórico antagonismo entre el oriente (Santa Cruz) y el occidente del país (La Paz). Quien aprovechó el momento fue el ex policía de alto perfil mediático, Edman Lara, que fue clave para el ingreso de la fórmula a la segunda vuelta y hoy es vicepresidente electo. Lara toreó a Velasco en el debate de vices: cedió parte de su tiempo proponiéndole que pida disculpas al pueblo boliviano por sus dichos racistas del pasado. Errático, el impulsor del trumpista slogan Make Bolivia Sexy Again, no supo qué responder ante el capitán plebeyo, que vestía la remera de la Selección Boliviana de Fútbol.
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SumateLogias y regionalismo en Bolivia
Antes, Lara había dicho que Tuto Quiroga representaba “a las logias, a esos grupos de poder que odian a la clase media, a la clase baja, a la clase campesina. Porque ellos son racistas, son logieros, son discriminadores y son regionalistas”. En ese mismo discurso, Lara recordó la crisis política de 2008 entre la denominada Media Luna –los departamentos del oriente que buscaban mayor autonomía– y el gobierno de Evo, que avanzaba en una nueva constitución que derivaría en la creación del Estado Plurinacional de Bolivia.
“No vamos a permitir que vuelvan a dividir a los bolivianos, esos que están ahí son los que patrocinaron la Media Luna. ¿Se acuerdan? Los que querían separar a Bolivia. No podemos permitir que vengan a sembrar odio a las familias de los bolivianos. No más regionalismo, no más racismo, no más matonaje. Estos matones no van a volver a someternos. Nosotros no tenemos nada en contra de los ricos, pero nos llevamos mejor con los pobres”, sintetizó Lara, mostrando cercanía con el histórico electorado masista.
En Santa Cruz cantan fraude
“Esa mierda, quemen esa mierda carajo”, dicen jóvenes de gorrita mientras un encapuchado quema una bandera del PDC, el partido que llevó a Paz Pereira a la contienda electoral. Otros, decenas, filman la secuencia, en la época de la inmediatez de las redes sociales, donde todo se registra y poco se sube. “El sistema se cortó, como siempre. Es la misma maña del masismo: todo el tiempo cortan el sistema antes de dar los resultados”, grita y todos empiezan a corear “Tuto, Tuto”, por el candidato perdedor (que ellos creen o imaginan ganador, a contramano de la verificación realizada por los observadores internacionales).
La escena es en el Cristo Redentor, el lugar donde Luis Fernando Camacho calentó calles y discursos en rechazo a las elecciones de 2019, que derivaron en el exilio de Morales y Jeanine Añez juramentándose sobre dos masacres (Sacaba y Senkata), algo que unos calificaron como golpe y otros como “gobierno de transición”. Los jóvenes cruceños, clase media-alta acomodada, parecen estar en un loop permanente de descrédito al ente electoral. El pataleo es constante: no acreditan perder –otra vez– frente a la muchedumbre de La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba, departamentos con fuerte impronta indígena y obrera.
Unas 48 horas después de la elección, la Alianza Libre, que postuló a Jorge Tuto Quiroga a la presidencia, presentó dos notas formales al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para solicitar la publicación de todas las actas utilizadas en la segunda vuelta electoral, con el fin de verificar posibles inconsistencias en el conteo de votos. “Hemos pedido la entrega o publicación de las 34.026 actas que fueron consignadas en el sistema de resultados preliminares del Sirepre, así como de las hojas de trabajo que generaron observaciones de parte de la ciudadanía”, declaró el diputado electo de Libre, Rodrigo Antonio Loma.
Paz Pereira y sus desafíos
“Paz, economista de profesión, hereda urgencias que afectan severamente la vida cotidiana de los bolivianos, como la escasez de combustible con largas filas en las estaciones de servicio, inflación en un país que conoce el trauma de la hiperinflación y el aumento del precio del dólar”, enumera Martín Sivak en El País. Luego marca dos desafíos adicionales a los económicos: el partidario y el parlamentario. Es que a Paz le ofrecieron la chapa del PDC “en un mercado interno informal en la que los dueños colocan sus siglas a cambio de cargos o estímulos materiales y la promesa de alguna coincidencia”. Concluye Sivak que además tampoco cuenta con mayorías legislativas y que su propio bloque en el parlamento es heterogéneo. Como se ve, un horizonte plagado de nubarrones para el hijo de Jaime Paz Zamora.
En su artículo Bejarano da a entender que tanto Tuto como Evo, dos peces gordos experimentados, apostarán ahora a un repentino colapso de la administración que jurará el próximo 8 de noviembre. “El MAS construyó una maquinaria estatal compleja, grande, incomprensible. El nuevo gobierno llegará, botarán a todos (los funcionarios) y no sabrán cómo funciona nada”, le dice a Cenital en off una fuente que sigue el pasilleo de la política boliviana y que da a entender que el problema será el manejo de la botonera estatal.
“La gente necesita gasolina y dólares; eso no llegará e iniciarán los problemas. Entonces para calmar a la jauría entregarán cabezas: por necesidad más que por justicia”, pronostica mi fuente, con escepticismo. Martín Sivak dice algo similar en su nota: “Arce va camino a convertirse en el malo perfecto de la retirada del MAS del poder con temas judiciales sensibles y sin apoyos políticos y sociales”, relata sobre el todavía hoy mandatario, acorralado con una serie de procesos y sin capacidad de movilización, como todavía conserva Evo. El martes postelectoral se conoció otra noticia relevante: la fiscal departamental de Tarija presentó una acusación formal contra Morales por el presunto delito de trata de personas agravado.
El impacto del ajuste en los sectores populares vendrá, afirman todos, aunque es de esperarse un mayor gradualismo y no el shock que, desde el día uno, proponía Quiroga. Una duda razonable emerge, también, sobre la futura convivencia entre el outsider pirotécnico Lara, con destreza comunicacional propia como estrella de TikTok, y el político profesional Paz, hijo de un expresidente. La noche electoral los mostró en diferentes lugares. “Dios es grande, nunca dudamos de nuestra fe”, primereó Lara desde Santa Cruz, nuevamente con la camiseta de la selección boliviana, intentando mostrarse como el primer ganador. “Todos los hombres o mujeres que quieren ser parte del desarrollo y del destino del país tienen a Rodrigo Paz como su más humilde servidor”, dijo por su parte el presidente electo desde La Paz, con tono sereno, conciliador, y con su familia de fondo.
¿Podrán convivir en relativa armonía o es de esperar un quiebre como sucedió recientemente con vicepresidentes de alta exposición? Los ejemplos recientes de Ecuador (Noboa-Abad), Argentina (Milei-Villarruel), Colombia (Petro-Márquez) dan cuenta de complejidades que exceden largamente el caso boliviano. Paradójicamente Álvaro García Linera, leal hasta en el exilio mexicano-argentino, también fue catalogado de traidor por Morales, que derramó esa categoría a gusto y piacere. Por lo pronto, Evo ya jugó fichas en la interna del futuro gobierno: “El evismo de manera voluntaria y espontánea, votó, no sé si por Paz, pero fundamentalmente pienso que es por Lara”.
A partir del 8 de noviembre próximo — o antes, cuando se comience a delinear el gabinete — sabremos.