El giro de Bolivia: la sorpresa más anunciada de la historia
Quién es el candidato que disputará la segunda vuelta con Tuto Quiroga. Evo Morales mostró músculo con el voto nulo pero la izquierda no disputará el ballotage.

Rodrigo Paz Pereira se impuso sorpresivamente en la primera vuelta electoral boliviana, cuadruplicando las cifras con las que aparecía en las diversas encuestas previas. Nacido en Santiago de Compostela en 1967, Paz Pereira es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora –exiliado en Galicia al calor de los golpes militares característicos en el siglo XX boliviano, antes de arribar al Palacio Quemado entre 1989 y 1993–. Hizo campaña con el slogan “capitalismo para todos”, rechazando la expansión estatal bajo la esfera del MAS y prometiendo reducir impuestos.
Actualmente senador, la candidatura de Paz Pereira se hizo viral por su candidato a vicepresidente, el capitán Edman Lara, un expolicía furor en TikTok. “Las clases subalternas están con el capitán Lara y los altos mandos están temblando”, dijo Lara al prometer cambios estructurales en la policía boliviana si la fórmula es elegida en la segunda vuelta, prevista para el 19 de octubre. «El problema no es ideológico, es la corrupción. Hay que mirar al frente, es tiempo de nuevas ideas», propuso el hombre viral, de gira mediática, y con cita a Nayib Bukele, presidente de El Salvador, cómo su referencia internacional.
En 2023, tras el triunfo de Javier Milei en Argentina, una empresa de servicios digitales llamada Coolosa le preguntó a más de 4 mil personas quién podría ser un Milei boliviano. Lara ganó aquella votación con 21.6%, por sobre otras figuras como Luis Fernando Camacho y María Galindo. Otra curiosidad adicional es que también figura en ese sondeo, aunque más relegado, el propio candidato a presidente, Rodrigo Paz Pereira.
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El binomio irá al ballotage con el exmandatario Jorge Tuto Quiroga, que focalizó su campaña en evitar que Bolivia se convierta en Venezuela, Cuba y Nicaragua, a las que llamó dictaduras trogloditas. “Va a llegar el amanecer de un largo y eterno día. El sol de Bolivia va a tener impacto regional”, prometió Quiroga a NTN 24 en la previa de la primera vuelta. Su candidato a vice, Juan Pablo Velasco, impuso en la campaña una gorra que copia la estética del presidente estadounidense Donald Trump, bajo la consigna aggiornada de “Make Bolivia Sexy Again”.
Grandes perdedores: Samuel, Claure y Arce
Los grandes perdedores de la elección fueron Samuel Doria Medina y el gobierno de Luis Arce Catacora. El empresario cementero- gastronómico- hotelero posó de outsider en los debates e intentó copiar a Milei con una propuesta titulada “100 días, carajo”. Contó con el apoyo público de Marcelo Claure, el multimillonario boliviano dueño del Bolívar, uno de los principales equipos de fútbol del país (que llegó a las semifinales de la Copa Libertadores 2014 que ganó San Lorenzo). Claure, cuya fortuna asciende a dos mil millones de dólares, intentó desde 2024 incidir en la política boliviana con entrevistas en directo desde EE.UU., donde vive.
Algunos analistas creen que su apoyo explícito fue uno de los principales errores de Samuel: quedó claro que el magnate, admirador de Elon Musk, también anhelaba el litio. «El ciclo del MAS se acabó. Me comprometo a apoyar toda iniciativa que saque a Bolivia de la crisis. Prometí apoyar al primero y ese candidato es Rodrigo Paz Pereira», dijo Doria Medina el mismo domingo, aceptando otra derrota en su extenso historial.
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SumateEl candidato de Arce, Eduardo Del Castillo, sacó 52% menos que el actual presidente en 2020, lo que demuestra estadísticamente el rechazo que la población boliviana sintió por el gobierno de Lucho, marcado por la escasez de dólares, la caída en las exportaciones de gas, el desabastecimiento de combustible y un aumento en los precios de los alimentos. Tampoco el masismo decantó masivamente por Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y (ex) ladero de Evo Morales en las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba: el líder cocalero se sintió traicionado por Andrónico y no acompañó su candidatura, que se fue diluyendo con el correr de las semanas: sin rumbo claro, sin asistir a los primeros debates y bastante descafeinado en las intervenciones públicas. Morales llegó a catalogar al joven politólogo como “candidato de Lucho Arce, de Marcelo Claure, y del imperio”. Exageró, pero a la vez lo encapsuló y acorraló.
Evo, el nulo y la obstrucción de la izquierda en el ballotage
No habilitado para disputar un nuevo mandato presidencial, Evo definió junto a sus seguidores la estrategia de voto nulo, consistente en denunciar la irregularidad de los comicios sin su presencia. “Una elección sin el pueblo. Una democracia sin la Bolivia profunda. Ojalá la OEA entienda esto. Ojalá la Misión Europea entienda esto. No quiero pensar que quieran avalar una proscripción. No dijeron la verdad sobre estas elecciones”, se pronunció sobre las delegaciones de observación internacional tras votar –custodiado por sus seguidores– en el Trópico de Cochabamba, bastión donde resiste una orden de detención.
“Con el ingreso del voto del campo va a seguir creciendo el voto nulo. El nulo está en tercer lugar. Con nulo y blanco, en segundo lugar. Si sumamos ausentismo, blanco y nulo estamos primeros”, dijo Evo el lunes posterior a la elección, a primera hora, en Radio Kawchasun Coca, su medio en Chapare. Una originalidad matemática para buscar presentarse aún más vencedor –en la interna lo es– en una elección donde el masismo fue ampliamente derrotado.
Hay una particularidad poco explorada en los análisis sobre Morales y la elección 2025. El histórico líder del proceso de cambio boliviano no podía presentarse como candidato presidencial. Pero sí podía hacerlo, tal como buscaron Andrónico Rodríguez y hasta dirigentes del arcismo, en las categorías de senador, diputado y hasta vicepresidente. De haberlo hecho, seguramente, otro hubiera sido el desenlace.
García Linera y la interna fraticida
Contundentes palabras le puso al cuadro electoral el histórico vicepresidente de Evo, leal hasta en el exilio, Álvaro García Linera. “Un mediocre economista que está por casualidad como presidente y que creyó que podía desplazar al líder carismático indígena (Evo) proscribiéndolo electoralmente. Por otro, el líder que, en su ocaso, ya no puede ganar elecciones, pero sin cuyo apoyo tampoco se gana, y que se venga ayudando a destruir la economía sin comprender que en esta hecatombe también se está demoliendo su propia obra”, sintetizó, demoledor sobre la interna fraticida, García Linera en su columna de opinión en el periódico La Jornada de México.
Refugiado en la Argentina durante el inicio del gobierno del Frente de Todos, García Linera fue advirtiendo a sus compañeros de ruta bolivianos de los peligros que conllevaba desarrollar una interna a cielo abierto en un gobierno que a su vez no podía contener el aumento de precios. Ni Evo ni Arce ni Choquehuanca ni Andrónico Rodríguez parecieron tomar real dimensión de los presagios de tempestades que hoy ya son diluvio presente. Todos, en mayor o menor medida, pagarán las consecuencias de la derrota que no es solo electoral, sino también política.
La proyección legislativa también es incontrastable para graficar la debacle: apenas seis diputados y cero senadores (sí, cero) representarán a un bloque que, elegido mayoritario en 2020, ya se había partido al compás de la disputa interna.
Lo que viene
“Gobernará Paz, y todo el equipo del padre de Paz, el mirismo de los 90. Pero ganó la elección Lara”, le dice a Cenital en off una fuente que conoce de primera mano el pasilleo de la política boliviana, con la hipótesis de un posible triunfo de la revelación electoral. Falta mucho para comprobar eso: Quiroga cuenta con probados contactos en el escenario internacional que apoyarán al viejo conocido antes que a un nuevo por conocer. Durán Barba, estratega de Tuto, lo sabe. Pase lo que pase, Bolivia dejará atrás el ciclo masista por primera vez tras una elección (lo que no sucedió en 2019, con Morales depuesto por una insurrección que derivó en un golpe de Estado).
¿Qué hará el gobierno entrante con la orden de captura que pesa sobre Evo? ¿Ordenarán un mega operativo sobre Chapare que pueda a su vez derivar en mayor conflicto social con la muy probable resistencia de los partidarios evistas? ¿O negociarán con el expresidente un salvoconducto a otro país? Todas las hipótesis están sobre la mesa. Incluido el sueño húmedo de la extrema derecha boliviana: una extradición del expresidente a Estados Unidos. Antes vendrá la segunda vuelta. Morales, por ahora, resiste, confiado en que tras el ajuste venidero (vendrá, concluyen todos) se produzca un revulsivo social que lo lleve en andas a la Plaza Murillo.