América Latina, el territorio clave de la disputa entre Trump y China
Milei se retrató con Donald Trump y Elon Musk en Mar-a-Lago. El presidente chino Xi Jinping inauguró junto a Dina Boluarte el megapuerto de Chancay, en Perú. La designación del halcón antichino Marco Rubio como Secretario de Estado. ¿Guerra fría 3.0?

La nominación de Marco Rubio como Secretario de Estado de la administración Trump II va en consonancia con los otros nombramientos: el senador por Florida es un halcón. “Será un líder muy respetado y una voz muy poderosa para nuestra nación, un verdadero amigo de nuestros aliados y un guerrero osado que nunca se acobardará ante nuestros adversarios”, dijo Donald J. Trump en el comunicado de announcement de Rubio. El subrayado: guerrero osado. ”Bajo el liderazgo del presidente Trump, lograremos la paz a través de la fuerza y siempre pondremos los intereses de los estadounidenses y de EE.UU. por encima de todo lo demás”, explicitó el propio Rubio sus intenciones. El resaltado: lograremos la paz a través de la fuerza.
Nacido hace 53 años, el futuro secretario de Estado habla español con notoria fluidez. Nieto e hijo de inmigrantes cubanos, su abuelo materno, Pedro Victor García aterrizó en Miami en agosto de 1962, consiguiendo la residencia permanente recién en 1967. Sus padres trabajaron en oficios precarizados como barman y mucama de hotel. Rubio suele contar su historia para ilustrar el American Dream: de una familia que deja su país tras una revolución socialista a un hombre que llega al Capitolio. Self made, hecho a sí mismo, estadounidense de primera generación, promocionado por el capitalismo y el libre mercado. Esa es su propia versión del sueño americano.
“Mis padres y abuelos siempre me hablaron con nostalgia de Cuba. Recuerdo a mi abuelo, con su tabaco y sus historias del campo” enumeró en 2018 Rubio para el portal anticastrista CubaNet. “No puedo comenzar el día sin un poco de café cubano. Y también durante la Navidad me van a encontrar haciendo La Caja China”, dijo allí, sobre dos costumbres arraigadas (la última, una parrilla característica para cocinar cerdo en nochebuena). “Mi abuelo huyó del régimen socialista de los Castro, y aunque hoy el llamado presidente de Cuba no tiene el apellido Castro, absolutamente nada ha cambiado en la isla con la transición fraudulenta de poder”, continuó, haciendo énfasis en la represión a miembros de la sociedad civil, opositores políticos y medios de comunicación independientes.
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Rubio había sonado como posible vicepresidente, proyecto abortado por la elección de JD Vance. La recompensa fue alta: le ganó la pulseada al exembajador en Alemania, Ric Grenell, y a partir de enero de 2025 se convertirá en el mandamás de la diplomacia de la todavía primera potencia mundial. “Se espera que dedique considerable atención a lo que durante mucho tiempo se ha denominado despectivamente el patio trasero de Washington”, analizó Associated Press sobre el horizonte tras el anuncio.
La designación de Rubio es una mala noticia para Nicolás Maduro: el mandatario venezolano dijo estar dispuesto, luego de la elección de Trump, a un “nuevo comienzo” con el líder republicano. Venezuela pasó, en pocos años, de la autoproclamación de Juan Guaidó en 2019 a la autoproclamación de Nicolás Maduro –vía Consejo Nacional Electoral y Tribunal Supremo de Justicia– en 2024. A diferencia del primero, quien hoy vive en Miami, el segundo efectivamente gobierna su territorio, pero no ha podido demostrar aún que sea el victorioso de la elección presidencial del pasado 28 de julio. Su muy probable juramentación el 10 de enero se dará apenas diez días antes del arribo de Trump a la Casa Blanca.
El affaire del pedido de actas tras las elecciones en Venezuela llevó a que Brasil pusiera reparos en el intento de ingreso de ese país a los BRICS Plus, que contaba con el aval explícito de Vladimir Putin y Xi Jinping. A Lula le fastidió la promesa de Miraflores en relación al desglose electoral (realizada ante Celso Amorim, asesor especial de Lula), algo que jamás sucedió y que ya nadie siquiera pide. También molestó en Planalto que funcionarios chavistas, como el fiscal Tareck El Aissami, le dijeran agente de la CIA en una escalada discursiva rocambolesca donde insinuaron que Lula había sido cooptado durante su paso por la prisión. Maduro, que viajó especialmente a Rusia para buscar el ingreso de Venezuela, volvió a Caracas con las manos vacías. Por su parte, el presidente brasileño, que no asistió a Kazán por un accidente doméstico, buscó descomprimir en la última semana con la vuelta de Trump ya consumada: dijo que Maduro era un problema de los venezolanos. “Estoy de acuerdo con Lula. Cada país tiene que resolver sus problemas. Brasil con sus instituciones y Venezuela con sus instituciones. Fue una reflexión sabia. Punto a favor de Lula”, dijo el nacido en Caracas en su propio programa de televisión.
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SumateEn relación con América Latina, Rubio no solo intervino frente al bloque bolivariano. En 2022 criticó a Andrés Manuel López Obrador, al decir livianamente que el fundador de Morena y entonces presidente “entregó partes de México a los cárteles de la droga”. En abril de 2024, Rubio insinuó connivencia entre la administración Boric en Chile y el grupo Hezbollah. “Chile se ha abstenido de designar a Hezbollah como organización terrorista ¿Creemos que están haciendo lo suficiente para reprimir las operaciones de Hezbollah en el país?”, fueron sus dichos en ese entonces. Esto provocó un escrito del embajador chileno, Juan Gabriel Valdes. Pero luego Rubio fue más allá: “Chile es un gran país, pero lamentablemente actualmente tiene un presidente anti-Israel/pro-Hamás y empresas de Hezbollah que operan en sus zonas de libre comercio”, escribió en su cuenta de X.
Cuando Colombia rompió relaciones con Israel, Rubio calificó al presidente Gustavo Petro de “simpatizante terrorista que quiere ser la versión colombiana de Hugo Chávez”. Luego, tras las elecciones venezolanas de 2024, cuestionó el accionar de Petro, quien coordinara una posición conjunta con AMLO y Lula: aseguró que Colombia se encontraba liderado por “izquierdistas dispuestos a perseguir opositores de Maduro y apaciguar a narcoguerrillas”.
La derrota del kirchnerismo en las elecciones presidenciales de Argentina 2023 también lo envalentonó. “Es vital que Estados Unidos tome medidas inmediatas para responsabilizar a Cristina Fernández de Kirchner, ex presidenta y ex vicepresidenta de la Argentina, y a sus familiares por actos de corrupción significativa”, afirmó en sus redes sociales en diciembre, cuando ya había asumido el gobierno libertario. En una carta dirigida a la administración de Biden, el entonces vicepresidente del Comité de Inteligencia y miembro sénior del Comité de Exteriores calificó a la dirigente peronista como una “cleptócrata convicta que robó miles de millones”.
Milei con Trump en USA, Xi Jinping en Perú y Brasil
El jueves 14 de noviembre, el argentino Javier Milei tuvo su esperada fotografía con el presidente electo de Estados Unidos, Donald J. Trump. También participó del evento organizado por el think tank America First Policy Institute el influyente empresario Elon Musk, que encabezará el Departamento de Eficiencia Gubernamental. “En 1848, Marx comenzó aquel panfleto siniestro, que fue su Manifiesto Comunista, diciendo que un fantasma recorría Europa, el fantasma del comunismo. Hoy un fantasma distinto recorre el mundo, el fantasma de la libertad”, exageró Milei ante los presentes, resaltando los valores de Occidente y proponiendo una “alianza de naciones libres” para hacerle frente al virus woke, tal como lo llamó.
A la misma hora, a 4160 km de distancia, en Chancay, Perú inauguraba un megapuerto con 60% de capital chino y el restante de inversión peruana. Cosco Shipping Ports Limited, uno de los mayores conglomerados navieros en el mundo, tiene al Estado chino como su principal accionista. La contraparte local, minoritaria, es la empresa Inversiones Portuarias Chancay. La primera fase de construcción del megapuerto de Chancay costó 1.300 millones de dólares y en las cinco fases siguientes se invertirán otros 2.300 millones de dólares, hasta 2032. “Nuestro objetivo es convertirnos en el Singapur de América Latina”, se sinceró Raúl Pérez Reyes, ministro de Transporte del gobierno de Dina Boluarte, quien asumió tras la destitución y detención de Pedro Castillo.

“Le estamos brindando a nuestros socios latinoamericanos una puerta de conexión en ambos sentidos con la región más dinámica del mundo, el Asia-Pacífico”, enfatizó Boluarte, haciendo hincapié en la búsqueda de ser un hub a mediano plazo. Este punto le da mayor centralidad a la inauguración: hasta ahora los barcos de más de 50 mil toneladas no llegaban a América del Sur, debiendo hacer transbordos en embarcaciones más pequeñas desde Los Angeles (USA) o Manzanilla (México). El ahorro en tiempo y fletes sería importante: de acuerdo a las proyecciones Chancay reduciría en promedio diez días el viaje a Asia, bajándolo de 35 a 25 días. En el spot oficial, con música épica, los trabajadores del megapuerto repiten la frase: de Chancay a Shangai.
Xi Jinping se entusiasmó tanto con el vínculo con Perú que en un artículo para el diario El Peruano citó al pensador José Carlos Mariategui, pionero del marxismo latinoamericano. “Espiritual y físicamente, la China está mucho más cerca de nosotros que Europa. La psicología de nuestro pueblo es de tinte más asiático que occidental”, había escrito Mariategui en un texto llamado La Revolución China.
¿Cómo impactó la inauguración de este megapuerto en el staff republicano? “Cualquier producto que pase por Chancay o cualquier puerto de propiedad o controlado por China en la región debería estar sujeto a un arancel del 60%, como si el producto fuera de China”, dijo en una entrevista a Bloomberg el asesor del equipo de transición de Trump, Mauricio Claver-Carone. “Estados Unidos, para quien la creciente influencia china en América Latina representa un problema estratégico, advirtió que el puerto podría ser utilizado por buques de guerra chinos. Y este acontecimiento puede presentar un área de discordia con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, mientras adopta una línea más dura contra China”, analizaron Joe Daniels y Steven Bernard en el Financial Times.

Además de la inauguración del imponente megapuerto de Chancay, el presidente chino participó en Perú de la reunión del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC), que también contó con la presencia del presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden. Curiosamente (o no), Xi advirtió sobre “la propagación del unilateralismo y el proteccionismo”, en un mensaje escrito citado por la agencia estatal Xinhua, que pareció un tiro por elevación a Donald J. Trump. En el mismo sentido, consideró que la “fragmentación de la economía mundial” está en aumento y remarcó que el mundo se enfrenta a una fase de turbulencias y transformaciones. “Obstaculizar la cooperación económica con diversos pretextos, insistiendo en aislar al mundo interdependiente, es invertir el curso de la historia”, remarcó el también secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh).
Rubio no es el único halcón anti-China del gabinete inicial de Trump II: Michael Waltz, el próximo asesor de Seguridad Nacional, es crítico de la creciente influencia china en la región Asia-Pacífico. El presidente electo lo describió como “un experto en las amenazas que plantean China, Rusia, Irán y el terrorismo global”. En su último libro, titulado “Hard Truths: Think and Lead Like a Green Beret” (Verdades duras: Pensar y liderar como un boina verde), Waltz propone armar a Taiwán con mayor rapidez, además de efectuar una modernización de la flota de aviones y barcos de USA, para contrarrestar el poder de Beijing. Al frente del Pentágono estará el ex presentador de Fox News, Pete Hegseth, que en el pasado instó a Trump para indultar a los militares estadounidenses acusados de crímenes de guerra.

La escalada arancelaria durante la primera temporada de Trump en la Casa Blanca es un antecedente que ahora podría recrudecer, visto y considerando la acumulación de poder (Capitolio + Corte Suprema + redes sociales) con la que cuenta el republicano, que llegará con toda la botonera a su disposición, incluído un staff literalmente anti-China. Si el Make América Great Again surge como slogan frente al declive estadounidense y el sostenido crecimiento chino, Trump parece ser la figura con la que el círculo rojo norteamericano pretende dar la batalla contra el gigante asiático.