Ajuste histórico y menos pobres: ¿cómo se explica?

Tras aplicar uno de los recortes del gasto público más grandes que se recuerden, los datos oficiales de pobreza ayudan al Gobierno. Las razones y la cuestión metodológica.

En 2024, Milei llevó a cabo uno de los ajustes más grandes de la historia argentina. La reducción del gasto fue del 27% medido en términos reales o de 4,5 puntos medido en términos del PIB. Hay que remontarnos a 1965 para encontrar una caída superior (de 5,7 puntos en términos del PIB).

Muchos creyeron que iba a ser imposible que lo hiciera, bajo la premisa de que la sociedad argentina –o una parte importante de ella– no iba a tolerar algo así, y que eso terminaría en un estallido social (Guillermo Moreno, por ejemplo, sostuvo que iba a ser peor que la crisis del 2001 y que Milei iba a durar 6 meses).

No solo el estallido no ocurrió, sino que buena parte de los indicadores económicos al finalizar 2024 se encontraban por encima o en niveles similares a los que había dejado la gestión del Frente de Todos. El ejemplo más elocuente es quizás el de la pobreza. Si bien mañana se conocerán los datos oficiales del segundo semestre del 2024, las proyecciones para esta variable suelen ser muy precisas y no solo adelantan una caída muy significativa de la pobreza, sino que la ubican por debajo del segundo semestre del 2023.

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Como explica acá Leo Tornarolli (una de las personas que más sabe en Argentina sobre estos temas), hay algunas cuestiones metodológicas sobre su medición –especialmente en contextos de inflación alta y volátil como la que hubo durante 2024- que, al ser tenidas en cuenta, ubicarían a la tasa de pobreza unos puntos por encima de los niveles del 2023.

De todos modos, eso no modifica el punto central (que es lo que trataremos de explicar a continuación), que es el hecho de que tras aplicar uno de los ajustes más grandes de la historia, la tasa de pobreza se mantuvo prácticamente inalterada. Como dato adicional para reforzar el argumento, el indicador adelantado para estimar la pobreza que elabora Martín Gonzalez-Rozada marca que siguió reduciéndose en los primeros meses de este año.

¿Cómo se explica que un ajuste de tal magnitud no haya provocado prácticamente ningún cambio en los niveles de pobreza? Si bien es imposible dar una respuesta taxativa, dado que fueron varias las políticas económicas implementadas al inicio de esta gestión (lo cual hace muy difícil aislar el efecto de cada una), la clave está en sus resultados. En particular, la reducción de la inflación. Durante el segundo semestre del 2023 la inflación promedió un 13% mensual, frente al 3,2% que mostró en el segundo semestre del 2024, una caída sumamente grande.

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Y, si bien es un fenómeno repetido y documentado a lo largo de la historia argentina, muchos desconocen –o se olvidaron– que los procesos de desinflación son expansivos y progresivos (su impacto es proporcionalmente mayor en los sectores de menores ingresos que en los más ricos).

Respecto de lo primero, la actividad económica para diciembre del 2024 fue 3,2% superior a la de noviembre del 2023 (los resultados se mantienen si se quita al sector agropecuario, para descontar el efecto que tuvo la sequía).

Para entender su efecto progresivo, lo primero que hay que remarcar es que la canasta de consumo de los hogares de menores ingresos es muy distinta de la que tienen los hogares de mayores ingresos y, por ende, el impacto que tienen los aumentos de los rubros que componen el índice de precios (IPC). Como se puede apreciar, en los hogares de menores ingresos el rubro Alimentos y Bebidas es, por lejos, el de mayor incidencia (seguido, de lejos, por el resto en proporciones similares); mientras que en los ingresos más altos la incidencia más grande se observa en Esparcimiento y Comunicaciones.

Incidencia de la inflación en los distintos deciles

Fuente: Ecolatina.

Lo segundo que hay que tener en cuenta es que en los episodios donde la inflación se incrementa, eso por lo general viene liderado por los bienes (en particular, los alimentos), mientras que los servicios se rezagan (por tener un componente salarial más elevado y/o porque el gobierno de turno frena aumentos en dichos rubros). De manera análoga, cuando la inflación cae, la de alimentos lo hace en mayor medida que la de los servicios.

Y esto también lo mide Martín Gonzalez-Rozada, a partir de un indicador que reporta la brecha de inflación entre los hogares de menores ingresos (decil 1 y 2) respecto de los de altos ingresos (decil 9 y 10). Como se puede observar, a lo largo de todo 2024 (pero, en particular, cuando la inflación se incrementó), la inflación de la canasta de bienes de los sectores de menores ingresos fue significativamente mayor a la de los ingresos más altos, mientras que lo contrario se observó en 2024 (cuando la inflación se redujo significativamente).

Diferencia entre la tasa de inflación interanual entre el 20% con menores ingresos y el 20% con mayores ingresos

Fuente: Gonzalez-Rozada.

Esto obviamente se tradujo en un impacto desigual en los ingresos. Como se desprende del gráfico debajo, mientras que durante el último trimestre del 2023 los sectores más vulnerables vieron reducidos sus ingresos, en los hogares más pudientes el poder adquisitivo se incrementó. Lo contrario sucedió en el tercer trimestre del 2024 (último dato disponible). Acá también es importante destacar que el gobierno aumentó de manera sumamente significativa la AUH (duplicándola en términos reales frente a fines del 2023). Eso no altera la conclusión principal: el aumento de la inflación tiene un impacto regresivo en la distribución de los ingresos, mientras que los procesos de desinflación tienen un impacto progresivo.

Variación anual de los ingresos medidos en términos reales 

Fuente: Juan Manuel Telechea en base a INDEC.

Al invertir el argumento anterior, surge una advertencia para el peronismo y, en particular, para el kirchnerismo. Si, tal como planteó Cristina Fernández de Kirchner en sucesivas charlas en los últimos años, el principal problema de la economía argentina es su bimonetarismo (derivado de la falta de dólares), y si a eso le agregamos que el déficit fiscal financiado con emisión provoca un incremento de la cantidad de pesos en circulación (que pueden irse a la compra de dólares), entonces llegamos a otra conclusión importante. En un contexto de escasez de divisas (como el que reina en Argentina hace muchísimos años), la idea de aumentar el gasto público con el objetivo de mejorar los ingresos de los trabajadores puede tener el efecto contrario al deseado.

Se dedica a estudiar la macroeconomía argentina, algo que en este país debe ser similar a tener un doctorado en física molecular. Es magister en Desarrollo Económico en la UNSAM y está haciendo el Doctorado homónimo en la UNQUI. Padre de gemelas y docente universitario.