Aún estoy aquí: del Estado brasileño a los flashes de Hollywood
Brasil se coronó por primera vez en los Oscar con una película con impacto político. Cómo juega en la disputa entre Lula y el bolsonarismo. El cine como un “instrumento contra el olvido”, en palabras de su director Walter Salles. Los golpes del pasado y los intentos del presente.

El film Ainda estou aqui de Walter Salles está basado en un libro homónimo de Marcelo Rubens Paiva, que data del año 2015. El propio escritor contó que el proyecto surgió tras la creación de la Comisión de la Memoria por parte de la entonces presidenta Dilma Rousseff, en 2012. En el libro, Marcelo describe la desaparición de su padre, Rubens Paiva, en la Rio de Janeiro de 1971. Ingeniero civil, despojado de su banca de diputado con el ascenso de los militares, Rubens Paiva fue secuestrado de la casa familiar frente al mar por el “delito” de haber intermediado entre los exiliados políticos brasileños en Chile y sus familiares en el país. El texto luego se adentra en la lucha por la memoria, verdad y justicia que emprende su madre, Eunice Paiva, quien fuera detenida y torturada durante doce días en el Departamento de Operaciones e Información (DOI) del ejército brasileño por averiguar el paradero de su esposo, cuyo cuerpo jamás fue encontrado.
“Sentí la obligación de escribir sobre ella cuando me di cuenta de que había sido el centro de la familia: con cinco hijos, sola y sin dinero, arriesgándose en plena dictadura. Vivíamos con los teléfonos interceptados, mis hermanas fueron arrestadas y yo fui amenazado por los militares”, declaró el periodista a la agencia EFE sobre el proceso que lo llevó a la manufactura del libro. Un detalle no menor: la sistematización también llegó luego de que a su madre le diagnosticaran alzheimer. Era la hora de reconstruir la historia, a contrarreloj, para que no quede en el olvido. Tras el éxito editorial del libro, llegó la idea de la película. Con un guión adaptado por Murilo Hauser y Heitor Lorega, Fernanda Torres y Fernanda Montenegro se encargaron de hacer a Eunice, la protagonista principal, en diferentes etapas de su vida.
El certificado de defunción de Rubens Paiva llegó recién en 1996, tras más de dos décadas de espera (y lucha) posterior a su secuestro. Tras una resolución del Consejo Nacional de Justicia, a comienzos de 2025 se actualizó: a partir de este año se afirma oficialmente que la muerte fue no natural; violenta; causada por el Estado brasileño en el contexto de la persecución sistemática de la población identificada como disidente política del régimen dictatorial instaurado en 1964. “He recorrido un largo camino. Y el viaje fue tan largo. Y en mi caminata, obstáculos en el camino, pero por fin aquí estoy”, canta Erasmo Carlos en É preciso dar um jeito, uno de los soundtracks de la película que parece retratar a la perfección la vida de Eunice y su familia después del horror.
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El después de la premiación
“Orgullo de nuestro cine, de nuestros artistas y, principalmente, de nuestra democracia”, posteó en sus redes sociales el presidente Lula da Silva tras conocer la noticia. Más adelante se comunicó telefónicamente con Salles. “Esta victoria es estupendamente fantástica. Has hecho historia. Tú, Fernanda y todo el equipo”, le dijo sobre Torres en una llamada donde destacó que el director logró lavar el alma del pueblo y del cine brasileño. En la grabación se ve a Lula con una campera deportiva blanca de su equipo, el Corinthians, históricamente ligado a la lucha contra la dictadura y por la redemocratización (con el futbolista Socrates, apodado El Doctor, como emblema de aquel plantel). El presidente, que transita un momento de turbulencias en los sondeos producto de un incremento en el precio de los alimentos, invitó al cineasta y a su staff de trabajo a Brasilia.
Durante el carnaval la cara de Fernanda Torres se volvió omnipresente. En Olinda, Pernambuco, hicieron un muñeco gigante con su rostro y el premio Globo de Oro. Algo similar sucedió en el Bloco Ritaleena del barrio Butantá de San Pablo, y en Tijuca, en la zona norte de Río, donde la actriz pasó parte de su infancia. En Brasil el pico de la fama es convertirse en figura del carnaval, lo que Torres ha logrado en coincidencia de ambos acontecimientos: los desfiles y la premiación. “Vamos a sonreír”, plantea Torres personificando a Eunice en el tráiler de la película, cuando un fotógrafo le pide –citando a su editor– mayor seriedad. Su país sonrió durante el Carnaval 2025, como lo muestran las imágenes del Pelourinho, en el centro histórico de Salvador de Bahía, al conocer la noticia.

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Sumate“Brasil, por increíble que parezca, produjo relativamente pocos filmes sobre la dictadura militar. En Argentina tuvieron un proceso importantísimo, valioso, de juzgar a las personas. Tuvieron el reconocimiento de que hubo crímenes contra la humanidad y que las personas que cometieron esos crímenes tenían que pagar. En Brasil no”, le dice a Cenital el reconocido crítico de cine Pablo Villaça, oriundo de Belo Horizonte, Minas Gerais. Hace referencia a la ley de amnistía aprobada en 1979, por la cual el régimen militar impidió el castigo a los culpables. “Entonces, como no pasamos por este proceso de reconocimiento de las brutalidades del régimen militar, opresivo, como otros países de América Latina si pasaron, creo que lo que nos resta es la memoria cultural. Y películas como Aún estoy aquí ayudan mucho en eso”, sintetiza Villaça, que además empatiza personalmente con el film, ya que tuvo dos tíos torturados en la dictadura brasileña.
Si hablamos de memoria cultural también hay novedades. En la esquina de la avenida João Luiz Alves con la calle Roquete Pinto, en el barrio Urca de la zona sur de la ciudad de Río de Janeiro, se filmó buena parte de la película. El alcalde Eduardo Paes, que revalidó en las últimas elecciones con el apoyo de Lula, anunció esta semana que comprará ese inmueble para transformarlo en la Casa del Cine Brasileño. “Haremos de la casa donde fue grabada la película un lugar de memoria permanente de la historia de Eunice Paiva, de su familia y de la democracia”, planteó Paes haciendo énfasis en abrir para el público el lugar que “trajo el primer Oscar de Brasil en casi 100 años de premiación”.
Además, el diputado estadual paulista Guilherme Cortez –del PSOL, partido aliado a Lula– propuso renombrar la autopista Castelo Branco, en San Pablo, como Eunice Paiva. El motivo es simple: Humberto Castelo Branco fue el primer presidente militar tras el golpe del 64 que depuso a Joao Goulart. “La repercusión de nuestro proyecto para renombrar la autopista Castelo Branco como Eunice Paiva es otro paso para rescatar la memoria de esa gran mujer y las atrocidades cometidas por la dictadura. Los dictadores no merecen homenajes. Personas como Eunice Paiva, sí. Sin memoria no hay justicia”, explicó Cortez su aspiración.
El bolsonarismo contra Salles
Eduardo Bolsonaro, hijo de Jair Messias y uno de sus principales articuladores en el escenario internacional, atacó a Walter Salles en sus redes sociales. “Creo que el tipo que aplaude la detención de madres, ancianos y trabajadores inocentes, mientras hace una película sobre una dictadura inexistente y se queja del gobierno norteamericano, que le da todos los derechos y garantías para que sus denuncias públicas y mentirosas sean respetadas por el sagrado derecho de la libertad de expresión, define, en esencia, el concepto del psicópata cínico”, posteó.
Hacía referencia a los detenidos en Brasil por el asalto al Palacio Planalto del 8 de enero de 2023, cuya trama ahora tiene a su padre acusado por la Fiscalía General del Estado de intento de golpe de Estado, de abolición violenta del Estado democrático de derecho y de integrar una organización criminal. Dos subrayados: la referencia a “dictadura inexistente” para hablar del proceso militar que comandó Brasil entre 1964 y 1985; y el reclamo por cuestionar al gobierno de Donald J. Trump. De acuerdo a datos de la Comisión de la Verdad, la dictadura brasileña dejó 202 muertos, 232 desaparecidos y miles de víctimas de torturas y detenciones ilegales. En su informe final, publicado en 2014, se destaca que 8.300 indígenas murieron por acción u omisión del Estado durante la dictadura. Además, en julio de 2018 Brasil fue condenado en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por no haber investigado la muerte del periodista Vladimir Herzog, asesinado en el DOI-Codi de San Pablo.
El debate sobre la amnistía no sólo se refiere al pasado: el expresidente Bolsonaro puja por un perdón para él y todos los implicados en la intentona golpista contra Lula. “Está pidiendo amnistía, lo que significa que básicamente está diciendo: ‘Chicos, soy culpable. Intenté idear un plan para matar a Lula, Alckmin y Alexandre de Moraes’”, dijo recientemente el actual mandatario a Radio Tupi, mencionando a su vicepresidente y al relevante ministro del Supremo Tribunal Federal (STF).
Sobre golpes del pasado e intentos de golpe del presente transcurren los días de Brasil, el gigante sudamericano que festejó su primer Oscar como si fuera un Mundial.