Ciudades bajo el agua: ¿estamos a tiempo de revertir el aumento del nivel del mar?
El cambio climático está calentando el océano y derritiendo las capas de hielo marino rompiendo récords año tras año. ¿Qué ciudades podrían quedar sumergidas en el futuro? ¿Hay chances de hacer algo? ¿Cómo podría afectar este fenómeno a Argentina?
Podríamos pensar que el tema de hoy no tiene relación directa con la biodiversidad, pero estamos atravesando una triple crisis ―cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación― y todas las problemáticas ambientales están interconectadas. Hoy vamos a centrarnos en uno de los efectos más visibles y alarmantes del calentamiento global: el aumento del nivel del mar. Ya estamos viendo sus consecuencias y las proyecciones a futuro indican que lo peor está por venir.
¿Qué ciudades podrían quedar sumergidas en el futuro? ¿Estamos a tiempo de revertirlo o ya cruzamos un punto de no retorno? ¿Cómo podría afectar este fenómeno a Argentina?
Por qué suben los mares
El aumento del nivel del mar se debe principalmente a dos factores relacionados con el cambio climático: el agua que proviene del derretimiento de las capas de hielo y glaciares, y la expansión del mar a medida que se calienta. Antes de meternos en cada uno de estos factores, veamos algunos datos interesantes.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) concluyó en su último informe, que el nivel del mar está subiendo a un ritmo sin precedentes en al menos los últimos 3000 años.
Por otro lado, tal como se observa en el gráfico, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que en 2023 el nivel medio del mar alcanzó un récord histórico desde que comenzaron los registros satelitales (1993): aumentó más de 101 milímetros, según datos de la NASA.
Principalmente, este fenómeno afecta a las naciones más vulnerables que se encuentran en zonas de bajas altitudes e islas. Las inundaciones de agua salada pueden dañar tierras agrícolas y viviendas, así como también pueden poner en peligro los suministros de agua dulce. Mientras que el turismo — clave en muchas economías insulares — también puede verse afectado por la pérdida de playas y atracciones naturales.
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El océano se calienta
El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero no solo calientan el aire, sino también el agua. Según datos de la OMM, alrededor del 90% del exceso de calor del calentamiento global está siendo absorbido por el océano. A medida que se absorbe este calor, las temperaturas del océano aumentan y el agua se expande. Esta expansión térmica genera un incremento en el nivel global del mar.
Al absorber calor, el océano captura dióxido de carbono (CO2) que se disuelve en el agua, haciendo que éste se vuelva más ácido, generando un fenómeno conocido como acidificación de los océanos. Esto, sumado al aumento de la temperatura, dificulta la supervivencia de varias especies marinas, entre ellas los arrecifes de coral, un ecosistema del que, según la OMM dependen unas mil millones de personas para pesca, protección costera y turismo. También funcionan como hábitat para muchas especies.
Antes/Durante/Después del blanqueamiento de corales, Samoa Americana: Antes (izquierda: sano, diciembre de 2014), durante el blanqueamiento (centro: febrero de 2015) y después (derecha: muerto, agosto de 2015) — Fotografía de The Ocean Agency / Ocean Image Bank — Coral Reef Aliance
Tanto la acidez como el contenido de calor de los océanos se encuentran en niveles extremos récord según un reciente artículo sobre el estado del clima en el 2024 elaborado por un grupo de reconocidos científicos.
Este calentamiento también tiene un efecto devastador en los huracanes, porque las aguas más cálidas les proporcionan la energía necesaria para intensificarse rápidamente. Con lo cual, no sería raro esperar que estos fenómenos extremos sean cada vez más frecuentes.
¿Más datos? Según información satelital de la NASA, los últimos diez años fueron los más calientes desde al menos el siglo XIX. El año 2023 fue el de temperatura más alta registrada en el océano. Se espera que siga aumentando durante el siglo XXI, más allá del incremento o la baja de emisiones globales, según el último informe del IPCC.
Antes de pasar al segundo factor, te recomiendo el documental Chasing Coral o En busca del coral. Buceadores, científicos y fotógrafos de todo el mundo registran la desaparición de los arrecifes de coral. Es impactante, lo podes ver en Netflix.
Se derrite nuestro hielo
El calor, tanto en el aire como en el océano, está derritiendo las capas de hielo y los glaciares, lo que agrega agua dulce al océano y aumenta aún más el nivel del mar.
Según el último informe de Copernicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea, los dos polos del planeta sufren una pérdida de hielo marino sin precedentes. En el Ártico se observó una pérdida de casi 2,2 millones de km² de hielo marino desde 1979, con un aumento de la temperatura del agua de más de 4 °C desde la década de 1980. En la Antártida, los niveles de hielo marino alcanzaron mínimos no vistos desde que se empezaron a registrar por satélite, con pérdidas equivalentes a una superficie tres veces mayor que la de Francia.
Es probable que el océano Ártico quede prácticamente libre de hielo marino durante algún septiembre (mínimo estacional del hielo marino) por primera vez antes de 2050 según todos los escenarios considerados por la comunidad de científicos del IPCC.
Tanto en el Ártico como en la Antártida, la pérdida de hielo agrava la pérdida de hielo. ¿Leíste mal? No. Esto es como un círculo vicioso, mirá.
Mientras que el hielo marino blanco brillante refleja la mayor parte de la energía del Sol hacia el espacio, el agua del océano abierto absorbe casi todo el calor. Al tener menos masa de hielo, menos energía se refleja y más se acumula en la atmósfera, que es lo que hay que evitar porque ya tenemos de sobra. Al estar más expuesto el océano a la luz solar, las temperaturas del agua aumentan, lo que demora todavía más el crecimiento del hielo marino en épocas de invierno. Este ciclo en el que el cambio climático se acelera a sí mismo se denomina bucle de retroalimentación climática. Ocurre cuando un cambio en el clima provoca una reacción que, a su vez, refuerza ese cambio inicial.
Un problema importante que todavía no pudo resolver la comunidad científica es que estos bucles no están integrados en los modelos climáticos, por lo que los planes actuales de reducción de emisiones podrían no ser suficientes para limitar adecuadamente el calentamiento futuro.
Además, un detalle no menor es que las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida almacenan aproximadamente dos tercios de toda el agua dulce de la Tierra.
Una intenta no ser catastrófica ni apocalíptica, pero me la hacen difícil…
Ciudades bajo el agua
Aproximadamente el 40% de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de la costa según la OMM.
Como dijimos antes, las islas pequeñas con tierras bajas son las que se enfrentan a las amenazas más graves. La subida del nivel del mar y otros impactos climáticos ya están obligando a la población de países del Océano Pacífico como Fiji, Vanuatu y las islas Salomón a trasladarse. En Oceanía y el Pacífico sudoccidental se encuentran alrededor de 25.000 islas.
Sin embargo, otros países costeros no se escapan de este riesgo. En agosto de este año, Naciones Unidas publicó un Informe llamado “Surging seas in a warming world” (Mares en aumento en un mundo en calentamiento) donde menciona que más allá de las islas del Pacifico, la suba del nivel del mar también amenaza a docenas de megaciudades costeras en todos los continentes, incluidas, pero no limitadas a, Bangkok, Buenos Aires, Londres, Los Ángeles, Miami, Mumbai, Nueva Orleans, Nueva York, Río de Janeiro, Shanghái y Tokio.
Si, apareció Buenos Aires en ese listado. ¿Acaso desaparecerá Palermo poniendo en peligro el flat white? Veamos.
Según la herramienta de detección de riesgos costeros de Climate Center, con un aumento global de temperatura media de 3°C, importantes zonas de Buenos Aires y Entre Ríos podrían quedar bajo agua para el 2100 (se observa en rosa).
¿Cuáles son las zonas críticas?
- Buenos Aires: parte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la costa atlántica, el Delta del Río de la Plata, localidades como Berazategui, Ensenada, Florencio Varela, Lanús y Quilmes, el área del Río Paraná, especialmente alrededor de Tigre. Este partido, conocido por sus islas y canales, podría enfrentar inundaciones.
- Entre Ríos: las ciudades a lo largo del Río Uruguay como Concordia, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú están en la primera línea de impacto. Estas áreas podrían verse sumergidas, afectando a las comunidades ribereñas y su economía. Las zonas bajas del Delta del Paraná también están en riesgo. Departamentos como Diamante, Victoria y Gualeguay podrían enfrentar eventos de inundación cada vez más frecuentes.
Una ventana de oportunidad
Aunque reducir a cero las emisiones ya no evitará por completo los impactos del cambio climático, cada décima de grado de calentamiento evitada es crucial.
Como hablamos en muchas ediciones de Infinito Punto Verde, adaptarse al cambio climático es una verdadera necesidad, especialmente para las comunidades más vulnerables. Según Naciones Unidas se necesitarán infraestructuras como diques, sistemas de drenaje mejorados y construcciones resistentes a inundaciones para disminuir los efectos del aumento del nivel del mar. Además, la restauración de barreras naturales como manglares y arrecifes de coral son clave para absorber la energía de las olas y reducir el impacto de tormentas.
El financiamiento, tanto para mitigar el cambio climático como para adaptarse a él, debe incrementarse drásticamente en esta década. El IPCC afirma que, aunque la ventana de oportunidad para evitar los peores impactos se está cerrando rápidamente, aún es posible asegurar un futuro seguro y habitable. Adaptar nuestras economías y sociedades es urgente, así como también reducir las emisiones globales de manera inmediata.