Una fría foto Cristina-Axel y el efecto tóxico de la interna
Invitados por Estela de Carlotto, compartieron una actividad por los 47 años de Abuelas de Plaza de Mayo. El diálogo estaba cortado y se abre una interrogante sobre cómo seguirá la relación. Dos temas en el menú urgente del peronismo de la provincia de Buenos Aires.

El domingo 3 julio de 2022, en medio del vórtice crítico que desató la renuncia de Martín Guzmán como ministro de Economía, sin diálogo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Estela De Carlotto habló con el presidente y le pidió que llame a su vice. Tres horas después, Fernández se encerró en una oficina de Olivos y conversó 20 minutos con Cristina. Salió, de esa charla brutal, el nombre de Silvina Batakis como sucesora de Guzmán.
Si algo le faltaba al creciente ruido entre CFK y Axel Kicillof para evocar como un déjà vu el tóxico duelo entre los Fernández, era que, una vez más, Estela aparezca como celestina última de una riña política. Un acto en el Teatro Argentino de La Plata, para recordar los 47 años de Abuelas de Plaza de Mayo, se desplegó como escenario neutral para que dos K, Kirchner y Kicillof, vuelvan a verse en momentos de teléfono roto.
Intervino, como algo azaroso, un dato biográfico: este martes 22 de octubre, Estela cumplió 94 años. Tanto Cristina como Axel la llamaron para saludarla, y ella invitó a ambos. No hubo casualidad porque Estela está al tanto de las tensiones en el peronismo, pero el encuentro de Abuelas no fue planeado con ese fin. No obstante, pudo ser, al final, una oportunidad para desanudar el chicken-game entre Axel y Cristina.
Sin embargo, el encuentro entre ambos, marcado por un saludo breve al inicio del acto, fue frío y distante. En dos ocasiones, al principio y al final, desde el público surgió el clásico cántico “Cristina presidenta”. Que en un evento conmemorativo de Abuelas se filtrara la interna peronista resultó, cuanto menos, inoportuno.
Lo que viene
Con Estela como figura convocante, el encuentro por los 47 años de Abuelas funcionó como plataforma para un encuentro entre Cristina y Axel que, al menos en público, no se producía desde principios de septiembre, cuando la expresidenta encabezó un acto en Merlo al que se sumó Kicillof. Para entonces, la tensión entre el gobernador y Máximo Kirchner se había espiralizado, pero tocó un pico con el encuentro que, una semana después, el diputado armó, como único orador, en el club Atenas de La Plata, a diez cuadras de la gobernación, y sin invitar al gobernador.
Ese episodio tiene un valor simbólico clave: es invocado como el instante en que Kicillof asumió que, detrás de los movimientos de Máximo -que hasta entonces por convicción o por deseo atribuía a comportamientos autónomos de Kirchner Jr-, estaba realmente Cristina. En ese hecho se puede ubicar el punto de quiebre en la relación del gobernador con la expresidenta, con quien el diálogo estaba, al menos hasta el martes, totalmente interrumpido.
La configuración general de la crisis interperonista repite, como una remake, el deterioro de la relación entre los Fernández, Alberto y Cristina. Ahora, en cambio, todo parece tener otra velocidad: luego de algunos meses de ruido entre Axel y Máximo, la tensión entre el gobernador y Cristina se desató y en muy poco tiempo escaló hasta volverse un asunto de definición incierta. Se repite una idea: algo se rompió entre ambos y será muy difícil que se restituya.
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Sumate“Cristina quiere la interna del PJ porque necesita ganarle 90 a 10 a (Ricardo) Quintela”, explica un dirigente peronista que quedó en medio del fuego cruzado entre CFK y Kicillof. Ocurre con muchos: de cuatro gobernadores del peronismo, salvo el riojano, ninguno tomó posición. El bonaerense pidió unidad y que no lo fuercen a jugar de un lado. De todos modos, Kicillof desliza que su posición es clara y que acompañará a la expresidenta.
Los chispazos de la interna partidaria, que motivó la primera reunión de la Junta electoral este miércoles, por Zoom, a las 18 horas, tiene derivadas. Ocurre en todas las disputas: siempre hay heridos. Un dato, que quizá se resuelva en el futuro cercano, es fáctico: Cristina dijo que iría al peronismo a ampliarlo y arranca con una fractura en su propio espacio. En vez de ampliar, arrancó con un potencial cisma interno.
El frente bonaerense
La foto en el Teatro Argentino, más allá del gesto público, no resuelve la cuestión de fondo. En ambos campamentos el clima es de tensión y el mensaje es que la crisis está abierta. Aparecen, sobre todo para Kicillof, dos asuntos hipersensibles que están cruzados y afectados por la toxicidad de la interna que arrancó con La Cámpora y se convirtió, luego, en una disputa con los Kirchner, Máximo y Cristina. Se trata de dos expedientes muy sensibles.
1. Kicillof tiene por delante el tratamiento del presupuesto bonaerense para el 2025, con las leyes anexas vinculadas a lo fiscal y el endeudamiento. Si bien, hasta acá, nunca tuvo problemas con la aprobación de leyes, la crisis con el mundo K instala un interrogante sobre cómo puede impactar esa crisis interna en la cuestión parlamentaria. Hay varios derivados: uno está ligado a que hay funcionarios de Kicillof que reportan directo a Cristina o a Máximo. ¿Se repite el escenario del FdT con ministros autonomizados o desafiantes de, ahora, el gobernador? Kicillof parece moverse con un manual: el de no hacer lo que hizo Alberto Fernández, que fue ceder ante las presiones y claudicar. En estos días hubo dos episodios en los que pudo alinearse y no lo hizo: el acto de Berisso por el 17 de octubre y la carta pública, el sábado, en la que marcó postura sobre la interna del peronismo y cuestionó la “lógica del traidor” que le atribuyó, horas antes, Cristina Kirchner, en un encuentro en el gremio SMATA donde habló de “Judas y Poncio Pilatos” del peronismo.
2. Todo el peronismo tiene, además, otro tema delicado: con la aprobación del sistema de Boleta Única de Papel (BUP), la dinámica electoral bonaerense se enfrenta a una serie de complicaciones, como hacer elecciones concurrentes, tener que adaptar el calendario al nacional –se cambió con la inclusión de la BUP- o tomar definiciones de fondo, como desdoblar la fecha, modificar las PASO o directamente proponer una reforma en el esquema electoral. Todo eso está en debate tanto dentro de La Cámpora como en el Frente Renovador de Sergio Massa, mientras que en el gobierno de Kicillof, el tema está en manos de “Carli” Bianco, su lugarteniente. La dificultad es que, ante la tensión entre los distintos clanes, no hay instancia de diálogo y debate sobre lo que más conviene hacer. “Nuestra idea es hacer lo que le convenga al espacio y la decisión la vamos a tomar juntos”, se explicó, hace tiempo, en La Plata. Pero todo cambió, en particular la falta de un puente para analizar, en bloque, qué resolución tomar en cuanto a sistema electoral, algo que puede requerir de un tratamiento legislativo.