Tirala como quieras: el fútbol también anda en bicicleta
¿Es pasar un pie por alrededor de la pelota o impulsarla por encima del rival? ¿Scaloni piensa los partidos arriba de una bici? ¿Los neerlandeses les cantan a los alemanes que devuelvan las robadas?

Ángel Di María, leyenda del fútbol argentino, volverá a Rosario Central después de que finalice el Mundial de Clubes con el Benfica. Mamá Diana lo llevaba de niño a entrenarse con “Graciela”, una bicicleta amarilla y oxidada. “Con la bici hizo mucho sacrificio conmigo. Hacíamos 30, 40 minutos en bicicleta, por lugares jodidos. No le importaba. Ella solamente quería que yo llegue a entrenar, y las veces que pasábamos por la cancha de Central, me decía que algún día iba a jugar, que iba a cumplir mi sueño y el de ella”, contó Di María, entre lágrimas, en el documental Romper la pared.
“Ella” es la madre, no “Graciela”, la bicicleta.
Di María –37 años, campeón del mundo en Catar 2022– guarda en la memoria la imagen de su madre, su hermana Vanesa y la bicicleta. La de “una mujer andando en bicicleta por todo Rosario, con un pibe atrás y una nenita adelante, más un bolso deportivo, con mis botines y algo de comer en el canasto de adelante. En subida. En bajada. Pasando por los barrios más difíciles. Bajo la lluvia. En el frío. De noche. No importaba. Mi mamá sólo seguía pedaleando”, como relató en The Players’ Tribune. Di María estuvo cerca de dejar de jugar en Central por la hostilidad de un técnico de inferiores que priorizaba a los juveniles físicos y agresivos. “Sos un cagón, un desastre, nunca vas a llegar a nada –le decía–. Vas a ser un fracaso”. Kris Van Der Haegen, DT maestro formador belga, no pudo graficar mejor lo que a veces sucede en infantiles. “Gente del fútbol base –advirtió–, si pones a un niño en una bicicleta para adultos, ¿qué dirán? ‘¿Estás loco?’ Esto es lo que ocurre en el fútbol base: les pedimos que jueguen 11 contra 11 en una cancha profesional muy temprano, cuando todavía no están preparados”.
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Una confusión: chilena, “lambretta”, “marianela”
A Leônidas da Silva, mundialista con Brasil en Italia 1934 y en Francia 1938, se le atribuye ser el inventor de la bicicleta en el fútbol. Leônidas, “El Diamante Negro”, anotó un gol descalzo en el Mundial de Francia 1938, ante Polonia. A uno de los mejores de la historia brasileña antes de Pelé también lo llamaban “el hombre de goma”. Pero aquí comienza la confusión: la bicicleta que Leônidas “inventó” es, en concreto, lo que en Argentina llamamos “chilena”. Leônidas hasta la tiró en la película Suzana e o Presidente (1951).
La finta de pasar un pie por alrededor de la pelota, de dibujar una “u” o una “o”, un semicírculo o un círculo concéntrico de engaño, y salir como un chispazo hacia el costado opuesto, se la adueñó el chileno Augusto “Pelusa” Arenas, ídolo de Everton de Viña del Mar, campeón de Chile 1950 y 1952. “La bicicleta es mía, ya que todos los que me vieron saben que es así”. Antes de Brasil 2014, último Mundial que jugó la selección chilena, una bicicletería de la capital Santiago grabó una publicidad a partir del “padre de la bicicleta”. Pero Pedro Calomino, wing derecho de Boca entre 1911 y 1924, uno de los primeros futbolistas ídolos populares, ya exponía “su incierta gambeta o su innovadora bicicleta, deleite de un público que cada vez era mayor en los estadios”. Igual que Luis Indaco en Rosario Central (1922–25 y 1926–32), quien “corría con la pelota rodando en sus pies a la carrera y en velocidad marcaba con sus piernas una extraña figura con la cual confundía a sus marcadores”.
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SumateIndaco no la denominaba “bicicleta”, sino “chilena”, porque había visto los movimientos de un jugador trasandino en Chile. Era el vasco Ramón Unzaga, a quien, desde 2014, una estatua haciendo una chilena lo homenajea en la ciudad de Talcahuano. Unzaga, así las cosas, sería el “inventor” de la chilena y, a la vez, de la bicicleta.
Pero en el mes del Día Mundial de la Bicicleta (3 de junio) no termina el intríngulis futbolero. En Brasil, entonces, la bicicleta puede ser la chilena. Pero la bicicleta, para otros, es enganchar la pelota entre el talón de un pie y la punta del otro e impulsarla para que pase por encima de la propia humanidad y la del rival. En Brasil, eso es la “lambretta”. La recordamos por la que le tiró Leandro Damião a Emiliano Papa en un 0–0 entre Brasil y Argentina en Córdoba en 2011. Pero el autor de la bicicleta más memorable en la historia es Osvaldo Ardiles. No la escenificó en un partido. O sí, pero de ficción: en Escape a la victoria (1981). En Argentina se la conoce también como “marianela”. En Inglaterra, como rainbow kick. En definitiva, cada cual la llama como quiere.
Óyeme, Scaloni, llévame en tu bicicleta
Lionel Scaloni, Pablo Aimar, Walter Samuel, Roberto Ayala y Martín Tocalli participaron en mayo pasado del Desafío Río Pinto en la localidad de La Cumbre, Córdoba. Es la carrera de mountain bike más numerosa de la Argentina (5.500 inscriptos). El entrenador de la selección contagió al cuerpo técnico a subirse a una bicicleta. Los memoriosos recordarán que en abril de 2019, cuando enfilaba apenas ocho meses como DT interino de la selección, Scaloni fue noticia porque había sido atropellado en Mallorca por un auto cuando iba en bicicleta y porque había sido internado. Luis Enrique, entrenador campeón de la Champions con el París Saint–Germain, festejó el título cantando desde su mountain bike. En su afán, Scaloni escaló el Alto del Angliru, uno de los picos montañosos más brutales del ciclismo profesional, con rampas que alcanzan hasta los 24° de inclinación. Es “el infierno del Angliru”.
En Revolución Scaloni, el colega Alejandro Wall escribe: “Scaloni necesita estar en movimiento. Quizá por eso se haya convertido en un ciclista aficionado después de su retiro. Puede subirse a una bicicleta fija cuando lo que tocan son días de hotel, salir por las carreteras de la isla de Mallorca cuando está en su casa o pedalear por la llanura de Pujato, al sur de la provincia de Santa Fe, el pueblo donde nació. Para Scaloni, pensar es transpirar. A Scaloni, que no hace terapia, la bicicleta le sirve para su equilibrio emocional. Es su cable a tierra”. Y, en otro tramo, lo siguiente: “La cultura del ciclismo se basa en el sufrimiento, pero también en el coraje: a andar en bicicleta se aprende andando y siempre hay que subir una cuesta por primera vez. A sus 40 años, Scaloni tomó una selección percudida por dentro, pero a la que desde afuera, como siempre, se le reclamaba el más alto nivel. Una selección con la que Lionel Messi se jugaba quizá su última oportunidad de ganar un título”.
¿Scaloni piensa los partidos, el fútbol, arriba de una bicicleta?
Fred, el goleador sobre dos ruedas a propulsión humana
Cuando volvió al Fluminense en 2020, el brasileño Fred, mundialista en Brasil 2014, lo hizo después de recorrer 600 kilómetros en bici durante cinco días, desde Congonhas hasta el centro de entrenamiento del club en Río de Janeiro. En el camino entregó alimentos a más de 4.000 familias con donaciones que iba impulsando a través de sus redes sociales. Dos años después, el 9 de julio de 2022, se retiró en el Maracaná. Dio la vuelta olímpica arriba de una bicicleta. Los hinchas lo ovacionaron. Con el Flu había marcado 199 goles (417 en su carrera) y quería llegar a los 200: entonces se metió con la bicicleta como si fuese una pelota. Goool. “El fútbol es como andar en bicicleta. Quien sabe, sabe. Quien no, que vaya a estudiar”, dijo una vez Renato Gaúcho, entrenador hoy del Fluminense que disputa el Mundial de Clubes 2025 de Play.
El deporte en el que se juega al fútbol arriba de una bicicleta se llama ciclobol. No es una moda. Se remonta a 1893 y, desde 1929, se juegan mundiales organizados por la Unión Ciclista Internacional (UCI). Las bicicletas no tienen marchas ni frenos. El manubrio es más alto de lo normal. El asiento se ubica sobre la rueda trasera, lo que facilita los movimientos. Alemania es la superpotencia del ciclobol. Pero volvamos al fútbol. Y al andar en bici de la mayoría de los argentinos, el que Roberto Fontanarrosa unió con el fútbol. “Uno puede andar en bicicleta y seguir pensando en sus problemas –dijo el Negro–, pero al jugar al fútbol, solo se piensa en el fútbol”.
Países Bajos, el robo nazi de bicis y la redención del fútbol
Hay hinchas que prometen recorrer kilómetros en bici para ver a sus equipos en cualquier rincón del mundo. Como los cuatro argentinos que recorrieron 10.000 km hasta Catar para el Mundial. Como el hincha de Colón que viajó de Santa Fe hasta Asunción para la final de la Sudamericana 2019. Como Ochirvaani Batbold –fanático del Manchester United–, quien emprendió un viaje de 9.336 km desde Ulán Bator, capital de Mongolia, hasta el estadio Old Trafford, para vivenciar un partido (Batbold fue recibido por Wayne Rooney).
Hubo un futbolista al que apodaron “Bicicleta” y, tal vez por eso, pasó a la historia: Sergio Saturno, quien jugó en Boca entre 1992 y 1994. “Yo quería jugar de 9 pero me ponían de extremo por derecha. Antes iban todos para el arco, no había jugadas armadas para que el wing quedara mano a mano y desbordara, entonces me aburría. Ahí dije: ‘Tengo que inventar algo’. Y surgió esa jugada. Me divertía haciéndola, me salió bien y la hice característica. Toda mi vida la tiré, incluso en mi primer partido en Primera; pero en Gimnasia La Plata, Huracán y Boca se popularizó”, contó en 2020 Saturno, a quien la banda “Superhéroes” le dedicó una canción. Antes, en los 60 y los 70 en San Lorenzo, la tiraba el Lobo Rodolfo Fischer. Y hubo un mito de la pelota, Tomás Felipe Carlovich, el Trinche, al que mataron cuando intentaron robarle la bici en Rosario, después de que un sujeto, hoy condenado a 33 años de prisión, golpeara su cabeza contra el asfalto en 2020. Fue otro “ángel de la bicicleta”.
Cuando fue el entrenador del Barcelona (1988–96), Johan Cruyff llevó más de una vez al plantel de pretemporada a Países Bajos. Subía a los jugadores a bicicletas para trazar recorridos entre los paisajes veraniegos. El también neerlandés Arjen Robben, finalista en Sudáfrica 2010, iba en bicicleta a los entrenamientos del Bayern Munich. Y cuando era chico –y ya grande–, a los del Groningen, su club de origen. Andar en bici es una costumbre de los neerlandeses, quienes la eligen antes que el auto. En 1940, luego de la invasión a los Países Bajos, la Alemania nazi obligó a los neerlandeses a que entregaran todas las bicicletas del país (se apropiaron, se calcula, de un millón y medio). Y prohibió el color naranja. En la semifinal de la Eurocopa 1988, Países Bajos le ganó 2–1 a Alemania Federal en Hamburgo. Y en la final, 2–0 a la Unión Soviética. Es la única Euro ganada por Países Bajos. “Eerst mijn fiets terug!”, le habían gritado los neerlandeses a los alemanes. “¡Devuelvan nuestras bicicletas!”.