Sucesión de la ultraderecha en Brasil: quién es el hijo político no reconocido de Bolsonaro

Las elecciones en San Pablo podrían volverse determinantes en la sucesión del bolsonarismo. Quién es Pablo Marçal, el ex coach que busca acaparar la herencia ultra y que no para de crecer en las encuestas.

Pablo Marçal, de 37 años, es un ex-coach millonario que se volcó a la política para competir en las municipales de la ciudad de San Pablo, y que aun siendo un outsider ya está empatado en las encuestas con Guilherme Boulos, el candidato que acompaña el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y con Ricardo Nunes, actual intendente paulista, apoyado por el exmandatario Jair Bolsonaro. El influencer “ultra” que parece representar mejor la herencia bolsonarista podría superar la primera vuelta electoral del 6 de octubre y meterse a un ya descontado balotaje en la metrópolis más poblada de América Latina. ¿Desde cuándo una elección municipal es tan relevante? Desde que se perfila como el escenario para comenzar a dirimir la sucesión del bolsonarismo, o al menos, una parte de esa historia.

“Bolsonaro, nosotros te pusimos en la presidencia porque creíamos que de hecho ibas a luchar contra el sistema”, espetó días atrás el candidato de un partido minúsculo al que le suspendieron sus cuentas en redes sociales “por abuso de poder económico” y que creó una narrativa como víctima del “sistema”. En la misma entrevista le mandó un mensaje al exmilitar: “¿Te vas a inclinar por estos tipos que defienden ideología de género, que defienden el aborto, que están usando la escuela pública para adoctrinar a nuestros hijos? (…) Ya percibiste que voy a ganar esta elección y si no tomas una actitud de hombre se va a poner feo para vos Bolsonaro”. No son esas las clásicas críticas del Partido de los Trabajadores (PT), son las de un digno hijo político que usa la misma agenda del exmandatario para acusarlo de tibio. Así, la campaña en este mega municipio de casi 12 millones de habitantes -más que la de los 24 partidos que forman el Conurbano bonaerense- no solo se ha nacionalizado en una disputa Lula vs Bolsonaro, sino que se agregó las rivalidades internas de la extrema derecha. 

Esta llegó al poder en Brasil de la mano de Bolsonaro, quien luego de cumplir los cuatro años de mandato, vio que su carrera quedaba trunca -por ahora-, después de que la justicia lo inhabilitara a ejercer cargos públicos hasta 2030 por cometer delitos electorales. Pero su corrimiento nunca significó la muerte del bolsonarismo, que siguió vivo en gobernaciones claves, en el Congreso, en las iglesias y en las calles (escribí sobre eso acá). Sin embargo, este movimiento excede al propio Bolsonaro y no siempre puede ser teledirigido. Marçal es un brote que germinó como un híbrido del bolsonarismo y hoy parece una alternativa que puede revitalizar aun más esas terminales sensibles ultras que se capilarizan en la sociedad y la política brasileña. Se trata de un “hijo” político no reconocido por Bolsonaro. Pero el exmandatario, que necesita de la derecha tradicional para su supervivencia, oscila entre incorporarlo o esperar agazapado, cual Saturno, para comerse a su descendencia y evitar que le arrebaten el trono. 

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La encerrona de Bolsonaro 

Es cierto que Bolsonaro apoya a Nunes -el actual alcalde de San Pablo- para la elección del 6 de octubre, pero está claro que entre ellos hay más necesidad que preferencia. “No es el candidato de mis sueños”, dijo el exmandatario que pretendía llevar a Ricardo Salles, su exministro de Medio Ambiente acusado de exportar madera en forma ilegal. Finalmente, quedó afuera por acuerdos con el expresidente Michel Temer, con quien decidió revalidar a Nunes. “Y ahí está la figura de Pablo Marçal, que habla muy bien, es una persona inteligente, tiene sus virtudes, que no tiene experiencia, pero que forma parte”, agregó Bolsonaro en la misma entrevista de mediados de agosto, queriendo poner huevos en varias canastas a la vez.

Bolsonaro sabe que Marçal representa mejor a su movimiento y observa con atención su validación entre los electores. Según la última encuesta de Datafolha, tres candidatos lideran la carrera: el apoyado por Lula, Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) que tiene el 23% de las intenciones de voto -a principios de mes tenía el 22%-; y le siguen Marçal, que pasó del 14% al 21%; y Ricardo Nunes del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que pasó del 23% al 19%. Como el margen de error de la encuesta “es de más o menos 3 puntos porcentuales, los tres están técnicamente empatados”, informó el instituto de sondeos. La encuestadora Quaest publicó datos similares la semana pasada . 

Marçal quiere ser un hijo político del movimiento bolsonarista, pero sin estar bajo el ala de Bolsonaro. En tanto, el exmandatario ultra se muestra oscilante. Por un lado, necesita para su supervivencia a la derecha tradicional dominante en resortes claves como el Congreso y gobernaciones. Por otro, sabe que su base electoral prefiere a un candidato como Marçal. Así lo indica la encuesta de Datafolha: en el electorado paulista que votó por Bolsonaro en las presidenciales de 2022, el joven arribista lidera ahora con el 44% la intención de voto, y solo 14 puntos abajo se ubica Nunes, el apadrinado por el bolsonarismo con un 30%. 

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Lo significativo además es el crecimiento exponencial del ex coach, ya que a principios de agosto estaba por debajo de Nunes (38% a 29%). “El barco de Nunes no aguanta el peso del motor de Bolsonaro”, ninguneó Marçal a su rival, y dijo que este no es “ideológicamente compatible” con el expresidente. El primero no quedó atrás y lo tildó de “débil mental”. En tanto, Eduardo, el tercero de la descendencia del expresidente, que se ha mostrado con Marçal, ahora dice que solo destaca su rol como coach y le dedica numerosos videos para criticar su arribismo a la derecha. Además, lo acusó de haberse echado para atrás en sus críticas contra el comunismo. Carlos, hermano de Eduardo y quien acompañó a su padre en el auto presidencial el 1 de enero de 2019 cuando asumió la presidencia, hizo el movimiento inverso y ahora coquetea con esa suerte de hijo pródigo.

Por encima de ellos está Bolsonaro, quien primero también fue esquivo. En junio, cuando Marçal no era una amenaza, el exmilitar lo “premió” con la misma medalla que ofreció al presidente argentino Javier Milei durante la celebración de la convención conservadora CPAC en Brasil de este año. Pero luego se mostró más ambiguo y parece tomar nota del ascenso del joven candidato, quien no solo es popular entre sus electores en general, sino particularmente en un núcleo sólido y movilizado de bolsonaristas: los evangélicos. Entre ellos, Marçal asciende al 30% de intención de voto, mientras que Nunes tiene 22%, aunque cabe mencionar que los líderes de esas iglesias no le guardan la misma simpatía, ya que Marçal asegura que “el cristianismo es un estilo de vida”, un ninguneo a las instituciones religiosas. El pastor Silas Malafaia, con quien Bolsonaro cerró su campaña de 2022 (y a quien entrevisté acá), dijo que el aspirante a gobernar San Pablo no es bienvenido en el tradicional acto del expresidente del 7 de septiembre, día en que Brasil conmemora su independencia. Ahora Bolsonaro patea el tablero: abrió la puerta para que Marçal lo acompañe en el acto y hasta ordenó que cesaran los ataques contra él en redes sociales, según fuentes de O Globo. Todos adentro. 

Controlar la principal ciudad de Brasil es una carrera clave para la futura conducción de los sectores ultra, por eso la disputa respecto a qué lugar tendrá Marçal es clave para el bolsonarismo. El exmilitar parece apuntar a una victoria de Nunes y disciplinar al paulista de 37 años, pero para eso necesitará seducir a los electores de este último para que migren hacia el primero. Mucho más en un escenario de balotaje -las encuestas ya dan por descontado y sería el 27 de octubre-. La transferencia de votos entre Marçal y Nunes, en caso de que solo uno de ellos pase a una segunda vuelta contra Boulos, se ve como altamente probable. Pero para Bolsonaro no es indistinto, ya que una eventual victoria de Marçal podría implicar que el exmilitar vea cómo se le escurre un bastión fundamental, además del ascenso de una figura que busca hacerle sombra. 

En ese camino también serán importantes los posicionamientos de quienes están más abajo en las encuestas, como el candidato de derecha y expresentador de TV José Luiz Datena (PSDB), a quien le dan entre 10% y 12% de intención de voto; la joven de izquierda Tabata Amaral (PSB), que tiene un 8%; Marina Helena (Novo), entre 3% y 4%; entre otros que apenas llegan al 2%. Los blancos, nulos, o que no votarán rondan entre el 7% y 8%. Los más de 5500 municipios brasileños ya se encuentran en campaña de cara a las elecciones municipales del 6 de octubre. Cerca de 155 millones de electores van a elegir intendentes y concejales. En caso de que ningún candidato obtenga más del 50% de los votos, en los municipios con más de 200.000 electores la segunda vuelta está prevista para el 27 de octubre.

Marçal, una víctima del “sistema” que hace milagros

La competitividad que muestran las encuestas la logra, a pesar de ir con un sello minúsculo, el Partido Renovador de los Trabajadores Brasileros (PRTB) y esto tiene consecuencias concretas en la campaña. El partido de Marçal, junto con el de otros candidatos, se quedó afuera de la pauta gratuita en radio y televisión porque en las últimas elecciones (2022) no obtuvieron bancas suficientes en la Cámara de Diputados. De hecho, el PRTB no sacó ni una.

Además de no contar con una estructura partidaria, Marçal no tiene experiencia en política y, a diferencia de Bolsonaro, que pasó 27 años en el Congreso antes de llegar a la presidencia, es un auténtico outsider que aspira a gobernar la ciudad más poblada y una de las más ricas de la región. Marçal se presenta como un CVO, por Chief Visionary Officer (una suerte de director “visionario”) que exhibió su fortuna como símbolo de éxito, linkeando bien con el discurso de la teología de la prosperidad. Todo esto a pesar de estar siendo investigado por delitos de crímenes electorales y lavado de dinero. Estos habrían sido cometidos en tiempos en que se postuló como precandidato a presidente -se bajó y apoyó a Bolsonaro en 2022- y luego a diputado. Cuando se inició la investigación en su contra en 2023 se victimizó como un “perseguido político” y dijo que era por su apoyo al expresidente ultra.

Su presentación como empresario con ribetes místicos -se define “siervo del pueblo” y hace unos días dijo que intentó revivir muertos– es parte de su estrategia por esmerilar su pasado. Se enoja cuando le mencionan su “oficio” anterior, coach especializado en autoayuda. Esto se debe, seguramente, a que los electores podrían recordar que hace dos años llevó a 32 personas a una expedición de montaña de la que tuvieron que rescatarlos y fue acusado de poner en peligro a todos. También reniega de los tiempos en que hacía “mantenimiento informático”, porque fue la época en que fue detenido por seleccionar correos electrónicos de potenciales víctimas de una banda que hacía fraudes bancarios.

Frente a esa falta de “aparato”, Marçal dominó las redes sociales. Llegó a tener más de 13.1 millones de seguidores en Instagram, y si bien suena a poco si tenemos en cuenta que Brasil tiene más de 215 millones de habitantes, no tenía nada que envidiarle al mismísimo presidente, que cuenta con la misma cantidad. Pero desde que la Justicia Electoral de Brasil suspendió la semana pasada los perfiles de Marçal en Instagram, YouTube, TikTok, X y su sitio web de la campaña, el paulista lanzó cuentas “testigo”, donde rápidamente logró millones de seguidores (3.7 por ejemplo en Instagram). Sin embargo, no araña ni de cerca los valores anteriores. En sus nuevos perfiles subió una foto suya con una cinta que le cubre la boca y tiene la inscripción “sistema”. Una vez más, apeló a la idea de víctima.  

Esta campaña tiene las redes sociales en el centro de la atención, ya que se da en medio del posible apagón de X en Brasil -por la pelea entre Elon Musk y el juez de la Corte Alexandre de Moraes, que acá lo analizó en profundidad Martín Schapiro para Cenital-, y de las nuevas reglas para el manejo de los partidos en las redes sociales. En ese contexto, el Tribunal Electoral consideró que hay indicios de abuso de poder económico y uso indebido de los medios de comunicación por parte de Marçal, ya que este les habría pagado a usuarios para que hicieran recortes de su contenido y los publicitaran en las redes. Es decir, que los usuarios financien su publicidad partidaria y no sea él quien tenga que rendir cuenta por los aportes. En opinión de los jueces, no hubo transparencia sobre el flujo de fondos utilizados para monetizar el material. Marçal siguió con su posición de perseguido por “el sistema” y asegura que no tiene miedo de ir preso por reabrir otras cuentas en redes.

El candidato usa sus redes para atacar y difundir noticias falsas, principalmente contra Boulos con quien le rinde rivalizar y posicionarse como su antítesis. Además de tildarlo de comunista, montó una operación para señalarlo como consumidor de cocaína; tomó el caso de una persona con el mismo primer nombre (no el segundo) y apellido que el del candidato de izquierda apoyado por Lula que había sido condenado por tenencia de drogas. La operación quedó en evidencia y fue incluso desmentida por la prensa local y por el líder del PSOL en redes. En tanto, la nueva figura de extrema derecha es señalado por sus rivales –Nunes y Tabata– de campaña y por la prensa por tener vínculos con la banda criminal llamada Primer Comando de la Capital. Y esto promete seguir. 

En términos de línea política, las semejanzas con Bolsonaro son totales -lo vimos cuando le espetó que tenía que ser “hombre” para defender su idea contra el aborto, y luchar contra la “ideología de género” y el “adoctrinamiento en las escuelas”-. Pero algunos analistas brasileños, como el investigador João Cezar de Castro Rocha, autor de libros como Guerra cultural y discursos de odio, prefieren comparar a Marçal con Javier Milei, porque ellos significan “la destrucción de cualquier posibilidad de la política”. Para el analista, los dos “quieren participar del juego electoral partiendo del principio de que pueden no respetar todas las reglas. ¿Y por qué pueden hacerlo? Porque los crímenes que cometen están en la esfera digital y la justicia es analógica”. Su posición de outsider ligado al mundo empresario, más su anticomunismo y su estilo agresivo también valen para la comparación con el argentino. En cuanto a propuestas -como si eso importara en esta campaña- el paulista que vive en un barrio privado y maneja autos de lujo asegura que, de llegar a la alcaldía, reducirá el tráfico en la mega poblada ciudad con la construcción de un “cinturón de teleféricos”.

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Es periodista especializada en política internacional. Trabaja en la agencia Télam y colabora en medios como el diario italiano Il Manifesto, la revista Nueva Sociedad y El Destape. Hizo coberturas en Brasil, Chile, Colombia y España. Como freelance viajó a otra región que la apasiona: Medio Oriente, donde conoció Israel, Palestina y Egipto.