Productividad estancada: ¿se nos fue el tren al desarrollo o todavía podemos alcanzarlo?
Cada vez nos encontramos más lejos de los países centrales. Mientras ellos crecen, la región latinoamericana no puede seguir el ritmo y genera pobreza e informalidad. Pero, es más complejo que eso.

Podríamos decir que la productividad de un país se mide por la cantidad de bienes y servicios producidos por una determinada cantidad de factores productivos (trabajadores, maquinaria y tierra) por unidad de medida (horas, trabajadores, etc.). Esta simple división no es tan sencilla como parece porque la forma de medir los factores productivos –especialmente tierra y capital– no es trivial, pero eso no nos importa mucho hoy: hay que hacer como los economistas, fingir demencia.
¿Por qué es complicado? Porque es un concepto que aplica a diferentes escalas: países, sectores productivos, fábricas y personas. A medida que bajamos en el grado de agregación es más sencillo realizar las comparaciones, ya que se vuelve un factor más homogéneo –por ejemplo, las fábricas que producen determinado bien por lo general usan más o menos los mismos tipos de elementos–. Entonces, la diferencia en la productividad es más fácil de medir.
De todo esto se desprende que, al tener máquinas más eficientes —que producen más con lo mismo por hora—, trabajadores con más experiencia o educación que pueden realizar tareas más complejas y rápidamente, o en actividades donde se cuenta con un terreno más allanado de obstáculos debido al conocimiento que se tiene sobre ellos, se va a ser más productivo.
Un ejemplo de esto último es la capacidad productiva y los costos que tiene asociados la explotación de los yacimientos hidrocarburíferos de Vaca Muerta. Cuando comenzaron este tipo de explotaciones, la dificultad y el costo eran mucho más altas que en la actualidad porque se contaba con menos conocimiento y técnicas que se fueron desarrollando con el correr de los años.
Pero, no todo es color de rosas, aumentar la productividad vía mejores máquinas –por ejemplo, con la utilización de inteligencia artificial o robots– lleva a un potencial desplazamiento de trabajadores de esas tareas. Hay posturas encontradas entre quienes dicen que se van a generar otros puestos de trabajo en otras actividades y quienes lo ven como un flagelo a la capacidad de trabajar. Lo veremos otro día.
¿Esas son las únicas cuestiones que afectan a la productividad en el mundo? No, un mecanismo clave es la organización del trabajo. Seguro escuchaste hablar de la división del trabajo, del fordismo y la línea de montaje, del uso del cronómetro y ese tipo de cuestiones. La organización laboral es un factor que afecta enormemente el funcionamiento óptimo de las unidades productivas, pero al ser mucho más focalizado de lo que acostumbramos discutir suele quedar fuera de la agenda.
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SumateTodo lo anterior nos lleva a una última pregunta: ¿todos las actividades productivas tienen la misma productividad? No, claro que no. Algunas son más intensivas en maquinaria, otras tienen trabajadores más calificados, cuentan con un mayor espacio para introducir innovaciones o se tratan de actividades que intrínsecamente requieren de lograr escalas de producción elevadas. Para poner blanco sobre negro, difícilmente las tareas de servicios como el cuidado de adultos mayores (en su forma rentada) pueda tener mejoras en su productividad por los factores que te mencionaba anteriormente. Por el contrario, la industria manufacturera suele mejorar su equipo, innovar y ganar escala productiva. Por lo tanto, los países especializados en determinadas actividades van a tender a ser más productivos que otros especializados en otras actividades. Lo que nos lleva al siguiente punto. Pero, antes te dejo este gráfico sobre la productividad sectorial en Argentina disponible en el portal Argendata de Fundar.
Gráfico. PIB por puesto de trabajo en distintos sectores. Argentina, 2022
Latino Solanas
Si hay algo que caracteriza a la región latinoamericana –y a gran parte del tercer mundo– es que la gente trabaja bastante, pero no vive bien. Quizás esta es la prueba más cabal de otro problema: un largo estancamiento en la productividad, en varios de los países más relevantes. Producto de ello, nos alejamos cada vez más de los países de frontera.
En la medida en que los países lograron incrementar su PBI, vía mejoras en la tecnología y por la incorporación de trabajadores a empleos de mayor calidad, pudieron mejorar su productividad (de vuelta, es un cociente entre lo primero y lo segundo). Por el contrario, los países que están estancados suelen tener mercados de trabajo más vulnerables o tecnologías obsoletas.
¿Quiénes pudieron mejorar su productividad? Te dejo este gráfico de Fundar también con algunos casos, pero para mencionar algunos casos destacables: Chile, Polonia, Malasia y Rumania. De todas maneras, incluso los que más crecieron siguen lejos de los países centrales.
Gráfico. Evolución de la productividad (PIB por ocupado), 1960-2019. PIB en dólares ajustados por paridad de poder adquisitivo 2017.
La pregunta quizás es por qué los países latinoamericanos sufren de esta menor productividad –y de una tasa de crecimiento más baja–. Según el informe Impulsando la productividad en América Latina de la Organización Internacional del Trabajo, hay tres factores claves que explican el mal desempeño:
- La falta de estabilidad macroeconómica en algunos países (como Argentina) dificulta la planificación por parte de las empresas y la capacidad de financiar inversiones de largo plazo, tanto por la inflación de los países, un ritmo lento o volátil del crecimiento y una mayor dificultad para acceder a los mercados internacionales;
- La peor calidad educativa de la población, frente a los países centrales, con pobres resultados en pruebas estandarizadas y una menor tasa de trabajadores con estudios avanzados;
- Una mayor proporción de empleos informales y en malas condiciones, sumado a una mayor incidencia del cuentapropismo informal –la gente que se la rebusca como puede–, dada la prevalencia de sectores caracterizados por una menor productividad
Sin dudas estos factores, que están entrelazados y se explican mutuamente, tienen una influencia relevante en pensar los desafíos para aumentar la productividad de cara al futuro. Sin embargo, esta mirada peca de inocente en un aspecto. Pareciera que toda la responsabilidad cae sobre los gobiernos y las sociedades latinoamericanas, que no supieron solucionar su macroeconomía, la educación y las formas del empleo. La derivada de esta mirada tan hegemónica en los organismos internacionales es que todo se soluciona con mejores políticas públicas. Pero, puede haber algo más.
Resumido así nomás, la historia. Los procesos económicos no están libres de su pasado, sino que son dependientes del camino elegido. Algunos países latinoamericanos se insertaron relativamente temprano a la división internacional del trabajo del mundo capitalista –relativo al resto del tercer mundo– y lograron desarrollar una incipiente industria, en base al esfuerzo de los locales como a través del capital extranjero. Eso configuró un determinado tipo de economías y de relaciones sociales que se vieron fuertemente transformadas con los cambios globales –algo abordado en esta entrega–. Entonces, ¿qué sucedió? Nuestra industria, golpeada por las políticas de la última dictadura militar, quedó un tanto obsoleta, a la vez que los nuevos flujos de inversiones se dirigieron, desde los ’70, hacia Asia, en parte por el bajo costo de la mano de obra y el disciplinamiento sobre la fuerza de trabajo. China, Japón y Corea del Sur se configuraron de esta manera como centros del nuevo capital y derramaron parte de sus beneficios en otros países cercanos, que hoy en día están tomando cada vez más impulso. ¿Y nosotros? Resistimos con aguante, pero la pérdida del impulso industrial y de la capacidad de innovar nos llevó al crecimiento cada vez mayor de servicios de bajo nivel de productividad.
Ante todo esto, los grandes países latinoamericanos no pudieron, supieron o quisieron adaptarse a los nuevos vientos y quedamos medio desencajados. Quienes mejor se adaptaron, lograron mejorar –como Chile–, pero nadie sabe qué depara el futuro. Un poco por este motivo países que lograron estabilizar sus economías siguen estancados en su productividad. Ello no exime de responsabilidad al desgobierno en materia macroeconómica, educativa y laboral, pero es un poco más complejo de lo que suelen esbozar los voluntaristas locales.
¿Todo tiempo por pasado fue mejor?
No nos amarguemos, no todo está perdido. Más allá del panorama desolador recién planteado, sí hay algunas puntas para tirar del ovillo e ir mejorando poco a poco la productividad. Quizás te parezcan cuestiones más pequeñas, pero no por eso irrelevantes.
Dejando de lado la obvia atracción de capitales para explotar nuestros recursos naturales –son intensivos en capital, por lo que ayudan a aumentar la productividad general de la economía– ¿qué se puede hacer?
Casi todas las actividades económicas, fundamentalmente en los segmentos más PyME, tienen posibilidades para mejorar su producción, mejorar su calidad, diferenciarse para exportar más (o lograr hacerlo). Hay otras actividades que no están siendo aprovechadas, pero estamos ahí nomás de lograrlo, gracias a las capacidades adquiridas en otros sectores. Por ejemplo, los avances en biotecnología gracias a la formación de científicos y a poseer un sector agrícola muy importante. ¿Dónde está la clave? En no destruir todo lo logrado hasta ahora: ni recortar el salario de docentes universitarios como se está haciendo, ni dejar de hacer política productiva. También, en pensar en nichos que tal vez no sean tan significativos hoy en día, pero donde hay potencial; o en alianzas con países con quienes comerciamos, pero no estamos tan integrados en las cadenas globales de valor –por ejemplo, China y Brasil–. A veces, los logros de nuestra economía tienen raíces mucho más profundas de lo que creemos.
Bonus Track
- Ya que hablamos de productividad, te dejo esta columna de Ciencia del Fin del Mundo sobre el estajanovismo ¿el qué? Una práctica de la Unión Soviética para “fomentar” y destacar a los trabajadores a aumentar su productividad hasta límites irrisorios (y quizás falsos, pero bueno, no le quita lo divertido);
- Si leés inglés o si sabés usar el traductor de Google, salió hace una semana un buen resumen de Noah Smith sobre el nuevo industrialismo y la nueva política industrial. Es largo, pero te lo recomiendo.
- Pronto se viene una entrega sobre la industria textil, así que seguí atento al mail, pero mientras tanto te dejo este video de curiosidades que me gustó sobre Le Utthe;