Podía fallar: las consecuencias de eliminar las LEFI

El gobierno lo hizo para inyectar liquidez, pero la jugada derivó en más presión sobre el dólar, suba de tasas y caída de reservas.

Esta semana se eliminaron las LEFI, un título del Tesoro Nacional en poder de los bancos, pero con una tasa definida por el Banco Central (BCRA) y un nivel de liquidez similar a los pasivos remunerados del organismo que comanda Santiago Bausili. Esta situación produjo un estrés cambiario que obligó al gobierno a tomar medidas que terminaron en un lugar peor al que había antes de la decisión de política monetaria.

¿Por qué el gobierno eliminó las LEFI? Para que aumente la liquidez bancaria en la previa de las elecciones de octubre. Esto, con el objetivo de sostener el crecimiento del crédito en pesos al sector privado y asegurar buenos niveles de refinanciación de las licitaciones del Tesoro.

¿Por qué falló esta política? Hace un mes, cuando el gobierno anunció el final de las LEFI lo hizo en un contexto de menor incertidumbre cambiaria. Sin embargo, en las últimas dos semanas, aumentó la expectativa de devaluación. Esto era algo previsible y se mencionó en esta columna. A pesar de la nueva coyuntura, el Ejecutivo continuó con su plan de eliminar las LEFI. Corolario: bajó la tasa de interés y se ubicó en un valor inferior a la expectativa de devaluación. Esto aumentó la presión sobre el dólar y requirió una fuerte intervención del BCRA en los futuros. Para contrarrestar la situación, el gobierno anunció una licitación fuera de calendario donde aumentó la tasa de interés pagada por los títulos del tesoro nacional y volvió a usar pasivos remunerados del BCRA a una tasa más alta que la de las LEFI. Resultado: aumentó la tasa de interés respecto de la previa al fin de las LEFI, lo contrario de lo que se buscaba.

Hace tiempo que las cosas no marchan de acuerdo al plan del gobierno — o, como dirían algunos, no TMAP–. El BCRA no compró dólares en la parte baja de la banda cambiaria, el riesgo país no baja, la salida del cepo fue exitosa pero con niveles de dolarización del sector privado que atentan contra la estabilidad cambiaria, la inversión extranjera directa y/o financiera no arranca, los salarios están en retroceso y el crecimiento de los préstamos de los bancos y la actividad muestran signos de haber llegado a un techo.

Nos acercamos al proceso electoral. Hay quienes creen que el dólar se mantendrá cerca de los valores actuales tras la reciente suba de la tasa de interés que estimula colocaciones en pesos. Otros opinan que el dólar subirá entre un 10 y un 12 %, hacia un valor en el que la “muralla” de dólares del préstamo con el FMI — ubicada en el límite superior de la banda cambiaria — y las tasas serán suficientes para evitar que el BCRA deba vender montos elevados de reservas. Aunque, en este caso, la inflación mensual aumentaría empeorando las perspectivas electorales del oficialismo. Finalmente, algunos sostienen, entre los que se encuentra el autor de esta columna, que el objetivo del gobierno es mantener el dólar en los valores actuales y que con estos instrumentos no alcanza. Por esto, en los próximos meses, el Tesoro o el BCRA van a vender dólares en el mercado de cambios. “Hay que retirar pesos de la calle” o alguna similar será la narrativa del momento. El aspecto negativo de este escenario, sería la caída de las reservas. En los dos últimos casos, aumentaría la dolarización del sector privado reforzando la dinámica cambiaria negativa.

“Vamos a contestar otra de las estupideces que se han dicho en los últimos días. La otra es esta del dólar. Que el dólar se tiene que devaluar porque está muy barato y demás… Hay una cosa que es muy obvia, que es la que dije recién: el dólar flota. Por lo tanto a cualquiera que le parezca que está barato, agarrá los pesos y comprá. No te la pierdas, campeón. Tenés pesos, el tipo de cambio flota y vos sos el que sabe que está baratísimo y comprá”, declaró el ministro Luis Caputo el 2 de julio, en coincidencia con el inicio de una suba del dólar oficial que sólo pudo ser frenada con una fuerte intervención del BCRA en el mercado de futuros y el aumento de la tasa de interés.

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En Argentina, las crisis cambiarias suelen vincularse con frases desafortunadas de los ministros de Economía de turno, que con el tiempo se vuelven célebres según la magnitud. Más allá del tono socarrón y la postura corporal canchera, que deja un déjà vu de sabor amargo, esperemos que la frase se pierda sin pena ni gloria. En cualquier caso, y más allá de si lo que viene es o no una crisis cambiaria y cuál es la magnitud, cantar falta envido “con veinte y poquito” está bien para el truco o incluso, pocas veces, para algunas circunstancias de la vida. Sin embargo, al menos en nuestro país, en ninguna ocasión es algo recomendable para un ministro de Economía. Sobre todo si en el BCRA las reservas se encuentran en niveles como los actuales y con las cartas no llegás “ni a veinte de tanto”.

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Economista (UBA). Socio y economista jefe de la Consultora Audemus.