Nacen los Juegos Olímpicos libertarios: “Mi cuerpo, mi decisión”
La película Mountainhead cuenta las ideas de tres villanos de Silicon Valley que planifican adueñarse de países, hacerle un golpe a Trump y precipitar el apocalipsis. Algo similar ya pasó en el deporte: los “Juegos Mejorados”.

Este sábado se estrenó en Max la película Mountainhead que cuenta la historia de tres oligarcas tecnológicos atrincherados en una mansión en la nieve de Utah, “peces gordos de Silicon Valley, que suenan como villanos de Bond drogados”, creadores de deepfakes que precipitan el apocalipsis mundial y, en medio del caos, planifican adueñarse de países (“Yo me encargo de Argentina y Paraguay”, dice uno de ellos) hasta que ven “idiota” al presidente de su propio país y dicen: “Hagamos un golpe en Estados Unidos”.
Jesse Armstrong, creador de Succession (la saga sobre Rupert Murdoch), ideó Mountainhead tras leer mucho, entre otros, sobre Elon Musk, Mark Zuckerberg y Peter Thiel, cofundador de PayPal, megamillonario libertario, visitante de Javier Milei en la Casa Rosada, y financista del vicepresidente JD Vance (sucesión acaso más radical que la del propio Donald Trump). “¿Somos los bolcheviques de un nuevo orden mundial tecnológico que comienza esta noche?”, se pregunta en Mountainhead Randall, un capitalista de riesgo interpretado por Steve Carell y a quien Michelle Goldberg describe en The New York Times como si fuera “un hijo bastardo de Peter Thiel”.
Thiel y JD Vance, justamente, son impulsores de “Enhanced Games”, traducidos como “Juegos Mejorados”. Tal vez sería más correcto decir “Juegos Potenciados”. Sus publicistas los anuncian como los “Juegos Olímpicos del futuro”. En rigor, lo más correcto sería llamarlos “Juegos Dopados”. Juegos con doping. Con doping autorizado. Como afirma Aron D’Souza, empresario australiano creador de la idea, se trata de “mi cuerpo, mi decisión”. No habla de dólares bajo el colchón o donde fuere: habla de inyectarse esteroides, anfetaminas y muchas otras drogas que están prohibidas por los reglamentos deportivos.
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Como Mountainhead
Enemigo de los Juegos Olímpicos tradicionales (“hipócritas, corruptos y disfuncionales”), D’Souza, 40 años, es un capitalista de riesgo que convenció de su idea a Thiel en el Año Nuevo de 2022. “¡Qué guau!”, contó D’Souza que respondió Thiel, encantado con el proyecto, y al que decidió financiar otra noche, ya instalado en su nuevo complejo de 18 millones de dólares, frente a la costa turquesa de Miami. Donald Trump Jr., cuentan las crónicas, figura entre otros financistas de los Juegos Mejorados, cuya primera edición se celebraría en mayo de 2026 en Las Vegas, en el país que dos años después albergará (en Los Ángeles) los tradicionales Juegos Olímpicos de Verano. Una patada de Estados Unidos al Comité Olímpico Internacional (COI). A su discurso de “juego limpio” y “deporte sin drogas”. “Mens sana in corpore sano”.
Toda una ironía, en una de sus tantas entrevistas, D’Souza, que vive en Londres, se jactó de haber comprado “grandes libros del mundo occidental”, una colección de “más de doscientos kilos”, medio centenar de cincuenta volúmenes de filosofía, historia y literatura publicada en 1950 por la Enciclopedia Británica que incluye, entre otros, “Fausto”, “Sobre el narcisismo” (de Freud) y “El juramento hipocrático”. Se trata de una guía sobre los estándares éticos en medicina, un libro que choca de frente con los Juegos Mejorados, que buscan crear “una nueva categoría de excelencia humana”, una “superhumanidad” a través de drogas que, dice D’Souza, se usarán “de forma segura, abierta y bajo supervisión médica”.
Atletas sin controles, solo bajo su palabra y la de su médico, consumirán drogas prohibidas para derribar récords y para “explorar los límites del potencial humano, promover un diálogo cultural más amplio”, comprobar qué drogas son efectivamente dañinas o tienen potenciales falsos, y cuáles, en cambio, “mejoran y prolongan la vida”. D’Souza pontifica sobre “el progreso científico”. Tiene el “sueño” de que un atleta de 65 años sea el hombre más veloz del mundo. Y que se haga “lo más rico posible”, porque promete “premios de hasta 500.000 dólares por evento”, más un bono de un millón de dólares “por batir récords mundiales”.
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SumateD’Souza tiene otro punto: por qué no blanquear el doping si ya muchos atletas se dopan, acaso porque sospechan que su vecino también lo hace. Como los evasores, esos pobres atletas son víctimas, no tramposos.
Doping o no doping
No es un punto inocente en medio de la fuerte batalla que libran la Agencia Mundial Antidoping (AMA o WADA en inglés) y la Agencia Antidoping de Estados Unidos (USADA). La segunda acusa a la primera de “blanda”, especialmente contra atletas rusos y chinos, y la primera recuerda que justamente las primeras incumplidoras de los reglamentos antidoping internacionales son las principales Ligas del deporte de Estados Unidos. AMA pidió en septiembre pasado a USADA una revisión de sus normas. Para AMA, los “Juegos Mejorados” son “un concepto peligroso e irresponsable”, una “glorificación del doping disfrazada de avance científico”, y los atletas que participen se arriesgan a ser sancionados. USADA, a su vez, acusa a AMA de poner bajo agenda a los Juegos Mejorados para “alimentar una retórica antiamericana” y tapar así las fallas de sus propios controles globales.
El anuncio reciente de los Juegos Mejorados incluyó la noticia de que, supuestamente, el nadador greco-búlgaro de 31 años Kristian Gkolomeev, que jamás subió a un podio olímpico, anotó una marca de 20,89 segundos y rompió este año el récord mundial en 50m libres del brasileño César Cielo (20,91), y que luego, con una malla corta y no enteriza, quebró también otro récord del estadounidense Caeleb Dressel. Lo hizo tras recibir un doping planificado. Y recibió un premio de un millón de dólares.

Un video promocional muestra a otro “atleta” que afirma haber quebrado el récord de Usaín Bolt en los cien metros, gracias a las drogas, y que oculta su rostro para evitar “odios” (sic).
World Aquatics (la federación internacional de natación) calificó de “circo” a los Juegos Mejorados, que confían tener en 2026 a un centenar de atletas en competencia. Otros lo definen como “espectáculo de payasos peligroso”. Peligroso, dicen los médicos, porque el doping puede implicar desde pérdida de libido hasta ataques cardíacos y problemas psiquiátricos. Y porque es incorrecto y engañoso afirmar que un “doping supervisado es un doping seguro”.
Peligroso e inseguro
Testosterona, péptidos, BPC-157, CJC-1295 y hormona de crecimiento ipamorelina. Algunas de esas drogas consumen los atletas de Juegos Mejorados. Los médicos alertan que los ensayos existentes son muy limitados y que otras drogas recién comienzan a manifestar sus efectos recién a largo plazo. “Afecciones cardiovasculares graves como dislipidemia, infarto de miocardio, arritmia, aterosclerosis, miocardiopatía e hipertrofia ventricular izquierda”, enumeran los médicos. Y otros efectos como “depresión, ansiedad y manía” para los que consumen esteroides.
El argentino César Torres, filósofo del deporte, incluyó a los Juegos Mejorados en su clase de ética del deporte en SUNY Brockport, la Universidad Estatal de Nueva York. Me habla de la tensión entre el derecho del deportista y el deber de cuidado de la institución deportiva. Y alerta sobre “un aspecto que en general se soslaya: el eventual uso de la ingeniería genética para la mejora del rendimiento deportivo”.
No debe ser casual, me sugiere a su vez el periodista español Carlos Arribas, que las únicas pruebas que tendrán los primeros Juegos Mejorados sean de fuerza y velocidad pura, venta asegurada de testosterona para facilitar el crecimiento muscular: 100 metros lisos, 110 metros con vallas (100 para las mujeres), 50 metros libre y mariposa en natación, y levantamiento de pesas. A partir de agosto, los organizadores tendrán una teletienda para la venta de sustancias. “Existencias limitadas. Reserve su plaza ahora con un depósito reembolsable de 99 dólares”, dice el anuncio.
Arribas, que cubrió numerosos Juegos Olímpicos y Mundiales de Atletismo y escribió sobre decenas de casos de doping, se corrió del supuesto neutralismo con el que numerosas crónicas abordaron en estos días el anuncio de los Juegos Mejorados. “Unos cuantos millonarios aburridos — inició su artículo en el diario madrileño El País — se han reunido en Las Vegas para montar un nuevo negocio, un carnaval de anabolizantes y EPO disfrazado de competición deportiva para atletas”.
Distopía deportiva
El periodista español asume hipocresías y problemas de los Juegos Olímpicos tradicionales y recuerda inclusive que el movimiento olímpico nació hace más de un siglo con ciertos parecidos al proyecto de D’Souza, cuando “un grupo de aristócratas aburridos liderados por el barón de Coubertin reimpulsaron los Juegos en plena era militarista y que en 1936 sirvieron de celebración a Hitler, y a su teoría de la raza superior en las Olimpíadas de Berlín.
Todo tan distópico, tan surrealista, que los Juegos Mejorados de Las Vegas podrían tal vez formar parte de “Las medallas al mérito”, la entrega de la saga Tuttle Twins convertida a dibujitos animados y que, según contó La Nación, fue adquirida por el canal público Paka Paka para difundir los valores del libre mercado y combatir cualquier forma de socialismo.
Su autor, el estadounidense Connor Boyac, homenajea en la serie a Milei como un niño que gana una competencia de atletismo, pero que debe ceder el trofeo a otro atleta “perdedor” porque sus maestros quieren dar “una lección de igualitarismo” e inclusión, en medio de “ideas marxistas que se expanden”. El atleta Milei recibe en cambio una cinta como premio a su participación, que arroja indignado al piso. El presidente argentino es un niño furioso. Milei celebró la serie en sus redes . Y Boyak, que preside en Utah un instituto llamado Libertas, le respondió con un “¡Viva la libertad, carajo!”.